sábado, 5 de diciembre de 2015

La prodigiosa escatología


Cuando E.M. Cioran habla de los Balcanes dice del mérito de sus pueblos: “Ese gusto por la devastación, por el desorden interior, por un universo semejante a un burdel en llamas, esa perspectiva sardónica, sobre cataclismos fracasados o inminentes, esa acritud, ese ocio de insomnes o de asesinos ¿Acaso no son una rica y pesada herencia que beneficia a sus poseedores? Y como además adolecen de Alma, prueban, por lo mismo que conservan un resto de salvajismo. Insolentes y desolados, quisieran revolcarse en la gloria” (Historia y Utopía, 1981)
Las palabras de este implacable filósofo rumano, oscuras y tenebrosas para describir su herencia de sangre, pudiéramos, sin ningún problema aplicarlas al chavismo que entraron a la historia como la primera horda de bárbaros que constituyeron un partido político, que jugaron a la democracia luego de tratar de ganar el poder por un golpe de estado, y que finalmente el pueblo los eligió como gobernantes, sucedió en la Alemania Nazi, y ahora en Latinoamérica, ante el horror, y no dudo, fascinación del mundo civilizado de occidente.
Ver aquel sujeto vestido de bandera nacional, grande y fornido tirando puños como si fuera un molino y alcanzando a un diputado de la oposición quien fue golpeado a gusto mientras el presidente de la Asamblea Nacional se reía a mandíbula batiente y una diputada era asaltada en el piso con saña en plena sesión, fue un espectáculo bochornoso y una clara prueba de que el país estaba en manos de desalmados; esto, en medio de la más grave crisis económica y social por la jamás haya transitado Venezuela en su historia.
El lugar de este bochornoso episodio, fue la sede de la Asamblea Nacional, sitio que en sociedades normales, sería de encuentros, de deliberaciones, pues se trata de la casa donde se hacen las leyes de la República y donde los representantes de las regiones se dan cita para buscar, por medio del diálogo, soluciones a los ingentes problemas de la nación.
Creo que todos sabemos ahora, sin lugar a dudas, a quienes les hemos entregado la conducción del país y explica de muchas maneras porqué estamos como estamos.
Es clarísimo que esta gente socialista bolivariana, no nos van a sacar de este atolladero en el que nos han metido, no se le puede pedir mangos a un cují; esos diputados que vimos, unidos, pasando por encima del más elemental decoro y prudencia, son una mafia, y su intención es hacerle daño a cada uno de ustedes - y me incluyo - un daño real y presente, que ya ha afectado nuestro medio de vida, que nos tiene prisioneros en nuestros hogares, que han hecho papelillo nuestro poder
adquisitivo, desabastecido el país, arruinado a los empresarios, robado las haciendas y fábricas para luego abandonarlas, han vuelto nuestras ciudades un asco y derrumbado nuestra calidad de vida a los niveles de los países más pobres del mundo.
A esa calaña de hombres y mujeres no les importa el país, sino sus propios intereses y el de sus cómplices, no tienen el menor respeto por las leyes, por la convivencia racional entre seres humanos, por la dignidad y los principios morales; actúan como una manada de hienas -
con el perdón de las hienas - su gusto por la sangre y la violencia los hace tener entre rejas a sus presas para devorárselas en la noche y al mampuesto, porque a sus víctimas, las prefieren indefensas.
El irrespeto y el desprecio que sienten por Venezuela se siente en cada acto por transformarla en otra cosa, por cambiar su toponimia, sus símbolos patrios, sus canciones, su lenguaje, su cultura… está en proceso una desconstrucción de Venezuela, patrocinada por Cuba y el régimen de los hermanos Castro, a quienes estos súcubos les rinden pleitesía.
Lentamente, pero sin pausa, están tratando de trastocar nuestra psique y nuestra estabilidad emocional, robándonos los referentes de nuestra patria y cambiándola por cuentas de vidrio de colores y espejitos socialistas; porque el cuento de la revolución, de la justicia social, de esa gran narrativa de la que quieren hacerse parte y no pueden, es una forma de dominación, por medio de una nueva historia, con nuevos héroes, eventos y mártires asociados a países y movimientos sociales con que los venezolanos no tenemos nada en común, comprometiendo nuestro buen nombre en causas perdidas y asociadas a la violencia y la intolerancia.
Esta gente, a pesar de decirse cristianos, han demostrado reiteradamente que no lo son; no creen en el amor, ni en el perdón, ni en la solidaridad, que son justamente los valores que pregonan
continuamente para ocultar su sed de sangre y sufrimiento ajeno, como vampiros disfrazados de Obispos, para que los incautos crean que con ellos serán salvados, que su falso Cristo vive.
Estas criaturas de la oscuridad que han logrado envenenar a más de un joven para alistarlo en sus filas, al ritmo de tambores, rap y reggae, que los une en misiones y campamentos milicianos bajo la figura del Che Guevara, que los arma, les da motos y les ordena atacar a sus propias universidades, herir a sus propios compañeros de clases, aterrorizar a sus profesores y quemar sus aulas, están tratando de alistar a nuevas camadas de hienas en su cultura de miseria, destrucción y muerte.
Nada tiene sentido en esta tenebrosa aventura, marcada por el nihilismo más espantoso, por la pérdida total de afectos hacia la familia, por el irrespeto a la autoridad, por una intolerancia hacia
lo diferente, por un miedo a la diversidad, que se palpa claramente en su lenguaje obsceno contra la homosexualidad, los intelectuales, los curas, los ricos, los gringos, el comercio, la productividad y todo aquel que piense diferente a ellos, que no les ría sus chanzas, que no apruebe su vulgaridad y que no se rinda a su voluntad de violador contumaz.
Lo que hemos visto, oído y padecido del chavismo ha sido ese lado oscuro del venezolano, una vorágine de barbarie que ya hemos encontrado antes y que ha reducido el país a cenizas. Los venezolanos responsables, decentes, a los que les duele su terruño y que somos mayoría, no podemos permitir que esta orgía de excesos continúe.
El mundo entero nos mira con horror, no tanto por lo mucho que hemos sufrido, sino porque lo que
hemos permitido; nuestros vecinos nos miran con desdén, si ni siquiera podemos poner orden en nuestra propia casa, pensarán muchos, no vale la pena auxiliar a quien no se quiere ayudar.
Los venezolanos estamos demostrando que no somos capaces de prevalecer como país civilizado ni de pertenecer a la comunidad de naciones, mientras tengamos como “representantes” a unos seres tan pequeños y sucios que nos restriegan en el rostro nuestra insólito pacifismo.
Pero ya el país llegó al llegadero, ya hay gente padeciendo hambre, muriendo como perros de la calle, el venezolano se ha dado cuenta que si este gobierno continúa en el poder lo que nos espera es la extinción. Mañana, 6 de diciembre es el día del cobro, el gobierno viene con todo para darnos el puntillazo que nos dejará tendidos en la arena electoral ¿Será el pueblo tan pendejo como para dejarse? Eso está por verse, y en muy pocas horas.   –       saulgodoy@gmail.com


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