jueves, 28 de enero de 2016

El problema del conocimiento




Tengo por costumbre, cuando leo filosofía y el tema es particularmente complicado hacer varias lecturas de un mismo capítulo y tomar notas, primero para irme familiarizando con el lenguaje y los conceptos, luego para entender los bloques de ideas y por último para entrever la perspectiva, el gran fresco que el autor se propuso, esto me ayuda a ir desentrañado el tema y poco a poco irlo comprendiendo, lo bueno del método es que me quedan las notas y usualmente puedo convertirlo en un artículo, ese es éste caso.
Soy un admirador del filósofo austríaco Karl Popper a quien conocí y disfruté, leyendo su obra Los Enemigos de la Sociedad Abierta, posteriormente me entero que aquella obra de filosofía política no era lo principal de su extensa producción, que su interés como pensador radicaba en el espinoso asunto de la epistemología, es decir, de los que estudian el problema del conocimiento y dentro de esta rama de la filosofía, pertenecía a los empiristas, es decir,  de aquellos que creen que la experiencia se basa en una opinión justificada, sea esta un concepto o una creencia.
Desde Parménides en la antigua Grecia los filósofos han desconfiado del conocimiento humano, puesto de una manera  irónica decía: “La mayor parte de los mortales no tienen nada en sus falibles intelectos que no haya pasado antes por sus falibles sentidos.”
Con lo que quería decir que lograr el conocimiento era un asunto muy difícil, hasta imposible.
Pero fue en el siglo XVIII cuando le clavarían el puntillazo mortal a la posibilidad de poder acceder a un conocimiento confiable, y el nombre de ese matador era David Hume, perteneciente a ese movimiento que se conoce como los empiristas británicos (Locke, Berckley y Hume), un escocés quien con su obra, Investigación Concerniente al Entendimiento Humano, dejó sin trabajo a los epistemólogos.
Para entender a Hume debemos hacer un poco de historia, los racionalistas clásicos, aquellos que utilizaban la razón como el único camino para acceder a la verdad del mundo, entre los que se encontraban Descartes, Spinoza, Leibniz y Malebranche, privilegiaban a la razón sobre las experiencias obtenidas por los sentidos, de allí su deleite y afinidad con las matemáticas, para estos racionalistas clásicos los sentidos son imperfectos, poco confiables y solo pudieran ser usados como complementos de la razón.
Estos filósofos sirvieron la mesa para el problema entre la experiencias de los sentidos y el mundo real, una cosa no era igual a la otra, Hume lo que hizo fue utilizando el escepticismo como bisturí, terminó por separar a ambos, en nuestra experiencia de la realidad, las percepciones no tenían conexiones con el mundo externo, dejó escrito: En lo que respecta a las impresiones, las cuales proceden de los sentidos, su causa última es, en mi opinión, absolutamente inexplicable por medio de la razón humana y tal vez sea siempre imposible decidir con certeza si surgen inmediatamente del objeto o son producidos por el poder creativo de la mente, o son derivados del autor de nuestro ser... Podemos obtener consecuencias a partir de la coherencia de nuestras percepciones, ya sean verdaderas o falsas; y ya sea que representen la naturaleza en sus términos o que resulten ser meras ilusiones de los sentidos.”
No fue sino hasta el siglo XX que muchos filósofos se propusieron derribar el muro que Hume les había puesto delante, sobre todo aquellos que abogaban por el conocimiento científico, y en específico por un grupo de mentes poderosas reunidas en las universidades de Cambridge y Oxford en Inglaterra y conocidas como el Movimiento Analítico, entre ellos estaban Bertrand Russell, Ludwig Wittgenstein, A.J. Ayer, G. E. Moore y otros, de éste grupo es heredero Karl Popper.
Estos filósofos trataron de resolver varios problemas que dejó planteado Hume y de alguna manera adelantaron posibles soluciones, Moore desde el terreno del sentido común, Russell desde la lógica simbólica, Wittgenstein desde la filosofía del lenguaje, Ayer desde la filosofía analítica per se.
El profesor Ayer nos dice en su obra El Problema del Conocimiento (1956): “El primer requisito para saber que uno sabe algo es que ese conocimiento sea verdad, pero esto no es suficiente; ni siquiera se le añadimos una nueva condición que es que uno debe estar completamente seguro de lo que uno sabe, ya que es posible estar completamente seguro de algo que es verdad, pero todavía desconocerlo…- y nos da el siguiente ejemplo- …una persona supersticiosa que ha pasado inadvertidamente debajo de una escalera puede estar convencida que el resultado va a ser que sufrirá un percance; y puede que esté en lo correcto. Lo que no es correcto es decir que el sabía que esto iba a ser así. El llega a este conocimiento por un proceso de razonamiento que no es confiable; de modo, que aunque su predicción se hace cierta, no se trata de un caso de conocimiento.”
El problema planteado en términos de la validación del conocimiento científico es importante, este reposa sobre dos métodos esenciales el deductivo y el inductivo, este último, el inductivo, es una inferencia ampliada, es decir a partir de una instancia del problema hago una generalización, el método inductivo es de mucha utilidad en las teorías de la probabilidad, de las estadísticas y en las teorías de la computación.
Cuando yo asumo que mañana saldrá el sol estoy aplicando el método inductivo, cuando espero que todo pedazo de pan que me meta en la boca me alimente, estoy haciendo una inducción, cuando espero que toda la nieve que caiga sea fría recurro a una inducción.
Pero hay un problema, y fue Hume el primero en hacerlo notar, y es que todas estas asunciones tienen pies de barro, carecen de lógica y por tanto de certeza, sobre todo, aquellas que hago de hechos observados y los transfiero a hechos no observados.
Por ejemplo, los aztecas era muy buenos prediciendo eclipses, como conocían las órbitas de la tierra y la luna  alrededor del sol, tenían los registros de pasadas observaciones astronómicas y sabían de la recurrencia del fenómeno, les era fácil calcular en el futuro cuando ocurriría el próximo eclipse de sol, conocimiento que utilizaban para afianzar su poder en la comunidad.
Hume observó que todas estas inferencias sobre eventos en el pasado y que nosotros esperamos ocurran de nuevo en el futuro de manera regular, se basa en aplicar experiencias de lo observado a lo inobservado, y esto lo hacemos apoyados en la uniformidad del comportamiento de la naturaleza, simplemente estamos infiriendo que en base a la regularidad de un patrón en el pasado, esperamos como cierto que vuelva a repetirse el evento esperado.
Sucede mucho con las predicciones climáticas, basados fundamentalmente en los registros climáticos anteriores, en la temperatura media anual, podemos predecir aproximadamente la temperatura que tendremos mañana, obviamos los complejos sistemas de elementos interactuando que integran el clima y nos contentamos en asumir comportamientos esperados, es decir, sabiendo cómo fue la temperatura en la misma época el pasado año, y el pasado, y el anterior a este, podemos inferir como será mañana.
Hume se dio cuenta que esa inferencia no tenía conexiones causales, la relación causa-efecto la conocemos del pasado, incluso, del presente, pero al llevarlas al futuro y sobre eventos que no han sido observados, perdemos todas las conexiones, hacemos una apuesta (una predicción) y allí no hay ciencia.
Volvamos a nuestro ejemplo sobre el clima, el hombre tiene una serie de registros climáticos, principalmente de observaciones que se han hecho en el pasado que indican que la temperatura del planeta es más o menos constante, con una variación de unos pocos grados, estas observaciones registradas tienen unos pocos siglos, el hombre tiene unos 10.000 años de historia en el planeta, en términos geológicos esos es un pestañeo, tomando en cuenta que la edad de nuestro planeta tierra ronda por los 4 billones de años.
De acuerdo a unos científicos cuya especialidad es la paleontoclimátología, es decir, que estudian en clima del planeta en eras geológicas, y gracias a estudios que se hacen en depósitos de hielo, de tierra, gases y agua muy antiguos, el clima de nuestro planeta presenta variaciones extremas, desde un planeta casi en estado líquido debido a que todo estaba fundido por el calor, pasando por diversos grados de enfriamiento incluyendo el congelamiento del 80%de su superficie, hasta llegar a las condiciones de estabilidad aparente en que nos encontramos hoy.
Y digo aparente estabilidad porque la regla ha sido la variación de temperaturas en el planeta, todavía no sabemos con exactitud cómo se producen los cambios climáticos, lo que sí sabemos es que hay una infinidad de factores que juegan en la dinámica climática, entre los cuales, la cantidad de CO2 en la atmósfera, es apenas uno de ellos.
Pues bien, debido a un aumento en la temperatura del planeta de un grado centígrado, se ha armado un revuelo enorme porque lo que se espera del clima, de acuerdo a la experiencia pasada del hombre, es que la temperatura permanezca estable, pero grupos interesados en cambiar el patrón económico de los países, han señalado como la causa de esta variación el aumento del CO2 en la atmósfera atribuible a al uso de combustibles fósiles por el hombre, lo que resulta en cambios impredecibles en los ciclos lluvia-sequía, en un incremento en las tormentas y en las inundaciones, fuegos forestales, derretimiento de los casquetes polares, incremento en el nivel de las aguas y otras calamidades planetarias, todo esto resultado de una inferencia inductiva sin base alguna o por lo menos comprobable, de que éste incremento del CO2 en la atmósfera fuera la causa del calentamiento global, obviando las variaciones recurrentes en los tiempos geológicos que de manera natural y por otros motivos se producen.
Pues de regreso a Popper, en su obra Conocimiento Objetivo, un enfoque evolucionista, la cual recomiendo, este pensador se embarca en la tarea de encontrarle el argumento a contrario al de Hume, una puerta trasera que le permitiera recobrar la certeza cuando se utiliza el método inductivo, ¿Lo logra? Les invito a leer sobre el tema, es apasionante y nos concierne. -  saulgodoy@gmail.com





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