sábado, 20 de febrero de 2016

El chavismo 2.0



¿Existe evolución en el chavismo? ¿Hay posibilidad de cambio, de adaptación para este movimiento político? ¿O nació fosilizado, incapaz de adaptarse a las nuevas situaciones que surjan en el entorno, condenados a su desaparición?
Y aquí entramos en una primera consideración y es que los movimientos que nacen alrededor de la figura personal de un líder o fundador les cuesta mucho cambiar, el chavismo se centra en torno a la figura del Comandante a quien se le atribuye un pensamiento como parte de un supuesto “legado” al que los chavistas rinden culto y creen a pié juntillas.
En la acera de enfrente, estamos los que consideramos que Chávez fue un producto mediático, un “constructo” del populismo, un personaje vacío, sin proyecto, sin pensamiento y por lo tanto no legó nada excepto horas y horas de discursos, de referencias a otras ideas, de repeticiones del pensamiento de otros revolucionarios salpimentados por retazos de episodios históricos nacionales manipulados a conveniencia.
El resultado de sus ideas y acción es el desastre que estamos viviendo en el país, que para algunos chavistas “true believers” se trata de apenas una etapa, de un plan que no pudo ser consumado en el lapso de vida del Comandante, sino que es apenas el principio de una larga ruta que otras generaciones tendrán que seguir.
Pero la verdad es que la crisis creada por el chavismo es demasiado profunda e existencial, el asunto se ha convertido en una situación de vida o muerte para la mayor parte de los ciudadanos en Venezuela; cuando están en juego la seguridad personal, la salud y la alimentación cualquier otra consideración, sobra.
Pero podemos aceptar que sí existe un conglomerado de la población políticamente activa, que pudiera ubicarse en un 20%, con vínculos afectivos fuertes hacia la figura y la memoria del Comandante, lo cual representa un interesante capital político, y sobre el cual gravita el chavismo.
Uno de los problemas del chavismo es que hace apenas cinco años atrás la popularidad y el arrastre del chavismo era mucho mayor, quizás rondando el 70% lo que lo hacía la principal fuerza política del país, ese capital político se perdió, entre otras muchas causas, porque el chavismo no supo adaptarse a las exigencias de la realidad.
El país cambiaba, las circunstancia políticas nacionales e internacionales cambiaban y el chavismo permanecía monolítico alrededor de unas ideas rígidas, de un llamado Plan de la Patria que se convirtió en una camisa de fuerza, y porque el modelo de gobierno era autoritario y militarista, porque la tesis de un gobierno único y un pensamiento único, era la modalidad que imperaba, la crítica y la revisión de las doctrinas y políticas, eran cosa negada.
Cuando desaparece Chávez en el 2011, su sucesor, Nicolás Maduro, fue incapaz de hacer cambios aún cuando el mundo y el país que heredaba era otro muy distinto al del Comandante.
Pero el chavismo adolece de otro problema que explica esa imposibilidad de adaptación a las circunstancias cambiantes, y es que tiene un núcleo radical, fundamentalista, alimentado por la ideología comunista más retrógrada, que se quedó en los principios totalitarios del comunismo real soviético y cubano.
Este núcleo radical no es muy grande y su poder político fundamental deriva de su cercanía a Cuba y a otros centros socialistas internacionales de donde reciben ayuda, cuando no instrucciones.
Pero a lo largo de estos 17 años en el poder, y a pesar de esta reticencia al cambio, el chavismo ha cultivado una serie de factores que ahora, en la actual coyuntura política se hacen relevantes, hay un chavismo “light” y se llegó a hablar de un chavismo sin Chávez, que son una serie de grupos de carácter progresistas con tendencias más hacia la socialdemocracia, organizaciones lideradas por intelectuales y profesionales de la izquierda venezolana que quieren desligarse del militarismo y de la ideologización dura del fundamentalismo marxista.
El chavismo 2.0 del que hablo es capaz de navegar sin muchos problemas en una economía de mercado, participar en las corrientes de la globalización, bajarle el volumen a las tesis colonialistas y de dependencia que han signado ese desagradable resentimiento endógeno en contra de occidente, es un chavismo creyente en el estado benefactor, en la Justicia Social y en un equilibrio mucho más ponderado entre libertad e igualdad que el fundamentalismo.
Estos grupos empezaron siendo financiados por algunos chavistas de la primera generación hasta que Maduro se hizo con el poder.
Maduro es un chavista duro, que se ha rodeado del fundamentalismo y no ha querido salirse de la ruta trazada por Chávez y Cuba, lo que ha creado enormes fricciones a lo interno del PSUV ya que es muy claro, que el país debe y tiene que cambiar de ruta porque vamos directo al desastre, esto lo sabe todo el mundo puertas adentro del partido, hasta el mismo Maduro sabe que cada día que pasa las cosas empeoran, ya perdieron la calle, no cuentan con el apoyo popular y lo que les queda están sometidos a un deslave constante.
Uno de estos grupos progresistas dentro del chavismo, Marea Socialista, está enfrentado al núcleo radical, son personas que creen en hacer política en términos democráticos, que ven con preocupación cómo todo ese capital político del chavismo, está en riesgo de perderse tragado por la vorágine de un fundamentalismo ciego, que ha cometido demasiados errores y bailado pegados a un militarismo que ya no tiene nada que ofrecer, lamentablemente el chavismo duro los tienen contra las cuerdas y le propinan golpes hasta por el cielo del paladar.
Lo curioso del chavismo 2.0 es que es una atractiva salida para las grandes fortunas hechas en estos 17 años de gobierno pues sus causahabientes siendo chavistas, encontrarían un ambiente amigable y reconocible en estos cuadros, y vistos los antecedentes, estarían dispuesto a financiar su futuro político.
A partir del 6D y con el parlamento en manos de la oposición, la expresión popular ha manifestado su rechazo contundente a la manera como Maduro ha venido conduciendo el país, las protestas y el descontento son cada vez más notorios y violentos, el gobierno no tiene como encarar la situación en medio del bajón de los precios petroleros y al que no se le ve salida a corto plazo, el país está en quiebra y ya no tiene como atender las exigencias mínimas sociales, no digamos los compromisos de la deuda externa e interna.
Maduro está atrapado en su propia telaraña, su situación política es de un deterioro total, al punto que muchos analistas políticos consideran, que lo mejor que le pudiera pasar, es que le dieran un golpe de estado para así lavarse de las culpas de su gestión.
Y es en este punto donde quiero llamar la atención, la piedra de tranca de esta encrucijada diabólica radica en que tiene que haber un responsable de la situación venezolana, con nombre y apellido, a todas luces le correspondería a Maduro asumirla, pero no quiere, a estas alturas ha descubierto que él era el tonto útil de esta conspiración urdida en su entorno, sobre todo por los militares groseramente enriquecidos por la corrupción y el narcotráfico.
Maduro prefiere llevar al país a una situación explosiva y de caos, de la cual cree poder salir ileso, que a renunciar (que estaría más que feliz de hacerlo, si no fuera porque él sería el chivo expiatorio) o permitir que lo saquen por otra vía constitucional (para las cuales no hay tiempo), Maduro tiene en sus manos el Tribunal Supremo de Justicia como escudo en contra de las medidas de la Asamblea Nacional.
Los militares no quieren intervenir, están demasiado comprometidos con el régimen y tienen un gran descrédito público que les haría cuesta arriba volver al cause democrático, la oposición no quiere salirse de los cauces de un estado constitucional y de derecho y saben que ya es muy tarde para negociar, si se diere alguna negociación propiciada por la AN o por la Unidad, donde se le garantizara a Maduro una salida con impunidad, los costos políticos serían enormes.
En esta madeja de juegos trancados la única posibilidad que yo veo es una solución que provenga del propio chavismo, no del fundamentalismo que ya no tiene nada que decir, sino del ala progresista, de ese chavismo 2.0 que creo es el futuro de este movimiento político.
El chavismo 2.0 podría negociar en nombre de Maduro la salida, con impunidad (por los momentos), desactivando al núcleo duro del chavismo para que salgan del país o se queden con garantías de no ser procesados por un año, al cabo del cual se abrirán los procesos pertinentes, con la renuncia de Maduro en mano el Chavismo 2.0, se convertiría en promotor del llamado inmediato a nuevas elecciones, en las cuales participaría para el rescate de su piso político.
Como el Chavismo 2.0 no ha sido parte del gobierno, ni tiene mayores responsabilidades en la conducción del país, tendría a su favor el haber propiciado la renuncia y destrancar el juego como un claro indicativo de que sí está dispuesto a jugar en democracia, por supuesto, no ganarán las elecciones pero quedarían vivos y en una buena posición hacia el futuro, tampoco serían los chivos expiatorios.
Para la oposición sería más fácil negociar con el chavismo pues la iniciativa viene de ellos, para los militares sería el repliegue a sus cuarteles, de los que nunca han debido salir.
La gran pregunta es ¿Existe ese chavismo 2.0, o son vainas mías?  -    saulgodoy@gmail.com  






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