Durante la conquista y la colonia los venezolanos languidecimos en una vida agraria y rural sin mucha conmoción, eso sí con muchos impuestos para la Corona, y para cuadrar las cuentas, las familias principales ejercieron el contrabando de manera discreta, las diferentes autoridades fiscales y aduaneras se hacían la vista gorda gracias a los sobornos.
Las guerras de independencia, motivadas
esencialmente por la necesidad de ser
dueños de nuestras fuentes de producción y abrir nuevos mercados, lo que hiso fue arruinarnos, con lo que
tuvimos que buscar financiamiento externo
para llenar los cofres de guerra, los empréstitos
y las comisiones, convirtieron al Estado Mayor en el lugar de los “guisos”.
Cuando nace la república, el gobierno se convirtió en el botín de guerra; los empréstitos, comisiones y distracciones de dineros públicos eran la norma, oligarcas y líderes populares se peleaban a
cuchillo por un puesto cerca de los jefes de las revoluciones y triunfadores de las guerras federales que les garantizaba la oportunidad de acezar al tesoro.
Con los tiranos, el país tomó cierto orden, ahora había una sola mano dentro de la bolsa nacional y era por disposición del hombre fuerte que se repartían los beneficios; cuando el petróleo se convirtió en nuestro mineral más preciado y empezó a fluir un caudal nunca antes visto de dinero, se sintió la necesidad de distribuir la súbita riqueza.
Vino la democracia y fue la fórmula de los partidos políticos la que se dispuso para el reparto, era la novedosa manera de “acercar la bola al mingo”; como dijo alguien de la época: Gobernar Venezuela, es el mejor negocio del mundo.
Cuando nace la república, el gobierno se convirtió en el botín de guerra; los empréstitos, comisiones y distracciones de dineros públicos eran la norma, oligarcas y líderes populares se peleaban a
cuchillo por un puesto cerca de los jefes de las revoluciones y triunfadores de las guerras federales que les garantizaba la oportunidad de acezar al tesoro.
Con los tiranos, el país tomó cierto orden, ahora había una sola mano dentro de la bolsa nacional y era por disposición del hombre fuerte que se repartían los beneficios; cuando el petróleo se convirtió en nuestro mineral más preciado y empezó a fluir un caudal nunca antes visto de dinero, se sintió la necesidad de distribuir la súbita riqueza.
Vino la democracia y fue la fórmula de los partidos políticos la que se dispuso para el reparto, era la novedosa manera de “acercar la bola al mingo”; como dijo alguien de la época: Gobernar Venezuela, es el mejor negocio del mundo.

Mientras más dinero entraba al país por la renta petrolera, proporcionalmente disminuía la moral de los funcionarios y los frenos institucionales al ansia por el dinero fácil, empezaron a llegar al juego electoral los populistas y los alucinados socialistas que prometían que con ellos, el “pueblo” iba a ser el dueño de su destino y del petróleo.
En el ínterin hubo muchos venezolanos que por propio esfuerzo pudieron levantar sus empresas e industrias, pequeños y medianos empresarios que empezaron a tejer una red de propietarios productivos a lo largo y ancho del país, lamentablemente, le cayó al país la plaga de langostas
socialistas revolucionarias y bolivarianas.
Estos socialistas “de mentiras”, en vez de tratar de cambiar el paradigma del raterismo, lo que hicieron fue actuar “porque les llegó su turno”, ahondando en la miseria de las cuentas cifradas de siete números en los bancos del extranjero, en inversiones de las que nunca van a disfrutar en paz y en enormes fortunas de injustificable origen que pretenden esconder.
Soy de los que creen que el venezolano decente y honesto es legión, el rechazo a hacer de la pobreza algo bueno es mayoritario, la gente cree en el trabajo, en la superación personal, en la propiedad privada y en el goce y disfrute en libertad de lo legítimamente ganado, el pueblo de Venezuela condena y no está de acuerdo con el robo de los dineros públicos, con la reducción de la jornada laboral, principalmente porque la falta de productividad, de competencia, de eficiencia en el
manejo de los recursos la sufrimos todos.
El funcionario público que roba o deja robar,
los banqueros corruptos que le quitan el
futuro a

A pesar de la prédica de los chavistas de que el dinero es la raíz de toda maldad, el socialismo bolivariano del Siglo XXI que le han impuesto al país, no puede operar sin el desfalco, el hurto y la
corrupción, no hay funcionario chavista que no esté ocultando algún dinero mal habido producto de comisiones, de distracciones presupuestarias, de coimas, son muchos los funcionarios que no sienten cómodos con sus nuevas mansiones, que no pueden dormir tranquilos con sus tres autos últimos modelo que tienen en el garaje.

más voraces administradores del Estado que no quieren que se le caiga la careta de buenos revolucionarios socialistas; si alguien pregunta cómo es posible haber robado tantos billones de dólares, la respuesta está en la vida desenfrenada, vulgar y ostentosa de una gente que ya no tiene alma.
El dinero es un instrumento de intercambio que en el mundo real, sustenta su valor en personas trabajadoras y sus emprendimientos, los factores de producción que pueden producir los bienes de consumo y los servicios necesarios son los verdaderos motores de la economía, no lo son los ladrones que se han robado sus fortunas mal habidas, es la confianza que un pueblo o nación tiene en sus empresarios, comerciantes, innovadores y administradores la que sostiene una economía productiva generadora de riqueza y bienestar.
Como buenos garimpeiros que son, los socialistas
bolivarianos acabaron con la empresa
privada, persiguieron y le hicieron la vida imposible a quienes tenían el conocimiento, la voluntad y espíritu
emprendedor para crear actividades
generadoras de empleo y prosperidad, al contrario,
se concentraron en la extracción petrolera, con la modalidad, que en vez de invertir en el negocio
petrolero para fortalecerlo y hacerlo más
productivo, se robaron los reales, los regalaron,
los mal gastaron… toneladas de dinero.
Los chavistas, que se rasgan las vestiduras en nombre de su falsa moral, que se llenan la boca de que son demócratas, que creen en la participación… dirigidos por un hombre que proclama abiertamente su “lucha” en contra de la corrupción, no se dan cuenta que la imagen que les devuelve el espejo es la de una de amigos de lo ajeno y del pillaje de la cosa pública.
Es por ello que cuando el dinero es mal habido, cuando se obtiene por la estupidez de otros o por medio del fraude, jamás hará feliz a quien lo detenta, cada centavo que gasten de ese dinero sucio, será un recordatorio de su inequidad, ese dinero jamás los hará honorables y respetados, al contrario, tendrán siempre que estar ocultándolo, inventando excusas y mentiras, siempre estarán expuesto a perderlo de mala manera, y paradójicamente, los hará odiar el dinero. – saulgodoy@gmail.com
Los chavistas, que se rasgan las vestiduras en nombre de su falsa moral, que se llenan la boca de que son demócratas, que creen en la participación… dirigidos por un hombre que proclama abiertamente su “lucha” en contra de la corrupción, no se dan cuenta que la imagen que les devuelve el espejo es la de una de amigos de lo ajeno y del pillaje de la cosa pública.
Es por ello que cuando el dinero es mal habido, cuando se obtiene por la estupidez de otros o por medio del fraude, jamás hará feliz a quien lo detenta, cada centavo que gasten de ese dinero sucio, será un recordatorio de su inequidad, ese dinero jamás los hará honorables y respetados, al contrario, tendrán siempre que estar ocultándolo, inventando excusas y mentiras, siempre estarán expuesto a perderlo de mala manera, y paradójicamente, los hará odiar el dinero. – saulgodoy@gmail.com
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