sábado, 13 de febrero de 2016

Instituciones tomadas


La situación del país es clara, un grupo de hombres y mujeres enloquecidos por el miedo y la arrogancia de una ideología deshumanizante, se han hecho con varias instituciones claves del país, como lo son la Presidencia de la República y el Tribunal Supremo de Justicia, allí se han atrincherado y dirigido sus armas en contra de la Asamblea Nacional, el poder de la representación popular.
La escena no tuviera ningún sentido si no se explica que el país se encuentra en una enorme crisis, pero no cualquier crisis, la gente muere, pasa hambre, fallece de mengua en los hospitales, los negocios quiebran, las fábricas cierran, las principales ciudades sufren de la falta de agua, de electricidad, el desabastecimiento es total, la inflación pulveriza la moneda y el crimen, en forma de bandas armadas, muy bien armadas, son las dueñas de las calles y los venezolanos son asesinados en números dignos de un conflicto armado de alta intensidad.
La calamitosa situación ha hecho que una buena parte de la población se haya ido del país, huyendo de la inseguridad y la falta de futuro, esa migración le ha costado al país lo mejor de sus recursos humanos, sus mejores profesionales y buena parte de su juventud.
El país quebró, su economía es inviable debido a la enorme deuda que tiene con acreedores en el mundo, desde hace algún tiempo la productividad de sus empresas se ha visto drásticamente afectadas debido a que el gobierno, en manos de esos hombres y mujeres altamente ideologizados por doctrinas contrarias a la vida y al progreso, se dedicaron con gusto, no solo a arruinar al sector privado sino a quebrar a toda empresa pública que cayera en sus manos, y lo hacían con un solo propósito, robar.
La corrupción a contagiado a toda la nomenclatura socialista en el poder, la mayor parte de los altos funcionarios del gobierno mantienen gruesas cuentas de dinero en el extranjero, unos trenes de vida que dice mucho de su vinculación con la justicia social y con privilegios que los aíslan de la dura realidad en que vive el pueblo.
El fracaso del modelo socialista que trataron de imponer al país tuvo consecuencias, el pueblo se manifestó en las elecciones y con una contundente mayoría votó a favor de la alternativa democrática, de modo que la oposición obtuvo el control de la Asamblea Nacional.
Pero el presidente Maduro no quiso reconocer ese triunfo y dándole la espalda a la voluntad popular cuestionó a varios de los diputados electos, alegando irregularidades en el proceso electoral, y por medio de subterfugios legales logró que la oposición perdiera la mayoría absoluta de la Asamblea.
El arma que se reservaron los chavistas fue el control político que tenían del Tribunal Supremo de Justicia y horas antes que concluyera el anterior mandato de la Asamblea que ellos controlaban, nombraron de manera irregular e inconstitucional a nuevos miembros del tribunal, personas pertenecientes a su organización política y afectos al Maduro.
Actuando a favor de los intereses del presidente y en contra de la nueva Asamblea Nacional, el Tribunal Supremo de Justicia se encuentra en plena campaña de saboteo de las decisiones del poder legislativo, y el poder ejecutivo, promocionando el desacato al cuerpo de diputados de la nación, ordena a sus ministros y altos funcionarios no participar en los actos de investigaciones y rendiciones de cuenta, para de esta manera restarle poder a la Asamblea que es el poder político que mejor y más ampliamente representa la voluntad popular.
El objetivo de estas acciones es romper con la constitución y la democracia en el país, otorgándole al Tribunal Supremo de Justicia, atribuciones y funciones que no tiene, convirtiéndolo en el árbitro indiscutible de los destinos del país aún por encima de la carta magna y de la voluntad del soberano.
Desnaturalizada la democracia de esta manera, un grupito de personas se convierte en los dueños del país, supuestamente dentro de unos cánones institucionales y de acuerdo a interpretaciones libérrimas de la letra constitucional.
La única manera de enfrentar esta trampa la democracia es la inmediata reacción de la Asamblea Nacional en el sentido de destituir a todos los miembros del Tribunal Supremo de Justicia por actuaciones en contra de la constitución, las leyes y el hilo democrático del país, pues la actuación del TSJ es un golpe de estado en contra de la Asamblea Nacional y de la voluntad popular.
Esto traerá un choque de poderes que solamente podrá ser resuelto en la arena internacional por parte de organismos multilaterales y países al momento de decidir a quién reconocen como legítimos representantes del pueblo.
Cualquier retardo en esta acción beneficia al gobierno mafioso de Maduro y sus jueces corruptos, la situación de Venezuela es de conocimiento general por parte de la comunidad internacional, nuestro país se ha convertido en un riesgo para la paz y la convivencia entre las naciones civilizadas, no sólo ocupamos los últimos lugares como un gobierno fallido, incapaz de suministrarle a sus ciudadanos los mínimos requerimientos para una vida que tenga rasgos de humana, sino que se ha convertido en un peligro sanitario para la región, en un problema humanitario para la comunidad internacional, foco de perturbaciones políticas y sociales y un una pésima influencia para la estabilidad regional, sin contar en las nefasta consecuencias que traería un incumplimiento de sus responsabilidades económicas.
Que sea el mundo el que decida si van a permitir que un gobierno asociado al narcotráfico y al lavado de dinero, corrupto, mentiroso y violento pueda ser el representante legítimo de 30 millones de seres humanos que lo que quieren es vivir en paz, trabajar y prosperar.
Las opciones democráticas, civilizadas y constitucionales se agotaron con esta decisión del TSJ de convertir al presidente Maduro en un dictador bananero, incapaz de conducir con responsabilidad a su propia familia, menos aún de resolver la inmensa crisis que él ha coadyuvado en crear.  –
saulgodoy@gmail.com


   



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