lunes, 22 de febrero de 2016

Venezuela socialista ¿Otra vez?


Me permito insistir en una de las falacias mas reiteradas de esa pestífera ideología llamada socialismo y es, que le han hecho creer a la gente que la única manera de obtener justicia social, en cualquiera de sus aspectos, pero básicamente en  mejorar las condiciones de los sectores más vulnerables de la población, en sacarlos de la miseria para que se valgan por sus propios medios y consigan poco a poco su independencia en el mundo, es por medio del socialismo.
Lo que nos ha sucedido en estos 60 años de aparente democracia (digo aparente porque nunca fue completa ni universal) es que los venezolanos nos tragamos completico ese cuento de camino del socialismo, la vía rápida hacia el progreso y la felicidad, donde con un estado fuerte, benefactor e interventor, con una planificación centralizada, dueño de los principales recursos del país, con una fuerzas armadas haciendo lo que les da la gana, sacrificando la libertad por la igualdad, con su ánimo colectivista pasando por encima del individuo, íbamos a convertirnos en la nueva Atenas del planeta y seríamos no solo envidiados sino copiados como modelo.
Aquí estamos, arruinados, en puertas de una crisis humanitaria como nunca antes se ha visto en Latinoamérica, con nuestra capacidad productiva destruida, con nuestras instalaciones petroleras cayéndose a pedazos y unos ladrones que nos gobernaron viviendo vidas faraónicas, con sus cuentas llenas de dinero en el exterior.
Lo que damos es pena y todo se lo debemos al socialismo, sin diferencias, al socialismo mas “light” como fue el socialdemocrático y el socialcristianismo hasta sus versiones más virulentas como el comunismo y el chavismo, lo que pasó en Venezuela es lo que sucede cuando pones al pueblo a gobernar, a los más incapaces, a los más mentirosos, los analfabetas, a los brujos y malandros, a locas de carretera, a iluminados, a los violentos, toda esa hez de la tierra que se autodenomina pueblo, que se dicen mayoría, que ellos son los que gobiernan porque nunca se equivocan y no se equivocan porque son socialistas, porque aman al prójimo, porque son como Cristo, porque nada tienen, nada poseen.
Todo socialista, progresista o revolucionario, pacifista o militarista tiene las venas llena de populismo, saben que el discurso es para esa masa informe, inculta que lo quiere todo sin tener con qué, que se llena la boca de comunismo, de colectivismo, de comunas, de hermanos, de camaritas, de solidaridad pero el egoísmo los enceguece al tener algo de poder, y como el Dr. Jekill y Mr. Hide, se transforman de predicadores de la palabra, en asaltadores de camino.
Los socialistas se la pasan criticando la naturaleza humana, el egoísmo “les saca la piedra”, lo rechazan, lo denuncian donde lo encuentran pero cuando se hacen gobierno, todo lo quieren para ellos solitos, nada para los demás, es como si decirse socialista fuera una cura milagrosa al egoísmo que es algo normal en el ser humano y que la única manera de dominarlo es culturalmente, por medio del conocimiento, del autodominio, de la voluntad de trascender.
El socialismo funciona como una especie de talismán, quien lo conjure se hace sabio, justo, infalible, humanitario y humanista, y si hace algo en contra de estos principios es porque la necesidad lo obliga, su gran amor hacia la raza humana lo impele a momentos de crueldad y de mano dura con sus hermanos, es por su bien- se repiten al interior- sufrirán hoy pero mañana estarán mejor, de esta manera nace los totalitarismos, como decía el Dr. Samuel Johnson, “El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones”.
¿Qué hemos aprendido de esta dura lección que aún no acaba? ¿Vamos a insistir con el socialismo que tanto le gustan a las clases E, D y C? ¿Son ellos los que deciden? Si esto es así, entonces volvamos al gobierno de los piratas en la isla La Tortuga, que gane el pran con más poder de fuego.
¿Queremos avanzar y salir de éste hueco? Pues tan sencillo como olvidarnos del socialismo, podemos alcanzar justicia social con trabajo, equidad, con leyes que se cumplan, con gobiernos que gobiernen no para los pobres, sino para todos los venezolanos, con un sistema económico que busque producir riqueza sin miedos ni resentimientos, que acepte a los emprendedores, que los admire, los ayude, que se sientan bien con sus éxitos que es el éxito de todos porque crean empleos, producen bienes y servicios, contribuyen con los impuestos, generan prosperidad, demos la bienvenida al inversionista extranjero, a los musiú que vienen y apuestan por el país levantando fabricas, centros comerciales, hoteles, olvidemos toda esa pajita loca que los extranjeros vienen a robarnos, a quitarnos lo que es nuestro, esa son las cizañas que mete el socialismo para que nunca levantemos cabeza y dependamos de sus gobiernos hasta el fin de la historia, como esclavos.
Los pueblos que se levantan y triunfan son aquellos que tienen confianza en sus potencialidades, en cada uno de sus hijos, en sus talentos en sus posibilidades, encadenar al hombre en beneficio de la humanidad es un contrasentido, no puedes quitarle a los que tienen para darle a los desposeídos, Robin Hood era y seguirá siendo un bandido, el socialismo lo exalta y lo tiene como un héroe pero fue un hombre que nunca produjo nada bueno.
Vuelven los socialistas endógenos en su versión “light” a levantar sus voces, a decir que con ellos tendremos la salida a nuestros problemas, que ellos sí creen en democracia y en las libertades individuales, pero siguen adorando al estado fuerte, son presidencialistas a ultranza, siguen con sus discursos de justicia social donde quienes más tienen deben (obligados) contribuir en mayor medida, creen en que el estado debe ser dueño de los principales recursos e industrias, que el estado debe controlar el mercado para evitar “injusticias”, controlar precios, imponer cuotas, proteger a la masa obrera con contrataciones colectivas que hacen imposible la competitividad de las empresas.
Los socialistas “light”, los que presumen de pacifistas, humanistas y democráticos lo que hacen es prepararle el terreno a los más violentos que los tienen atrás, se montan sobre ellos, se aprovechan de las mejoras que le han hecho al terreno y confundiéndose con sus ideales, se presentan en determinado momento como opción de poder, y el pueblo confundido les entrega el gobierno, pero después, para sacarlos, hay que dejar una gran cantidad de víctimas en el camino.
Yo no soy un industrial, ni un exitoso emprendedor, ni tengo bancos ni grandes capitales, soy un simple ciudadano, una voz en la multitud que se ha dado cuenta de lo perverso que es el socialismo, en cualquiera de sus versiones, no hay socialismo inocente, todos llevan a la perdición, todos te piden la libertad a cambio del paraíso en la tierra,  pero he comprendido y tengo una gran fe en el hombre, en mi hermano, en mi conciudadano, en cada uno de esos individuos que conforman mi país, creo sobre todo en la libertad, sin libertad no hay vida posible, solo en libertad se puede dar la prosperidad tanto material como espiritual, y es con el trabajo y la inventiva humana como podremos sortear cualquier problema, superarlo y ser exitosos.
Solo espero que luego de ésta ordalía que nos ha dejado el chavismo tengamos la fuerza y la valentía de decirle a los socialista, que ya basta, que la esclavitud en nuestro país fue abolida hace ya mucho tiempo, que somos un país de hombres y mujeres libres y que cada uno de nosotros está en capacidad de decidir sobre su propio destino y que aquellos que no puedan, por cualquier circunstancia, los ayudaremos a superar sus dificultades y que sean tan libres como nosotros.
Venezuela, dile NO al socialismo.-     saulgodoy@gmail.com

























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