domingo, 20 de marzo de 2016

La enfermedad militar






Para los sociólogos e historiadores ya no queda la menor duda que la institución militar en Venezuela es uno de los principales factores del subdesarrollo y el retraso, razón por la cual el país debe pensar sobre la utilidad y destino de la misma.
Confrontados ante los hechos, un observador imparcial obligatoriamente debería concluir, que las FFAA se han convertido en un importante impedimento para el desarrollo de la democracia y de las libertades en nuestra sociedad, justamente porque la institución militar ni es democrática ni fomenta la libertad entre sus cuadros como parte de una estructura funcional, que debe dedicarse a la defensa del país, una profesión que exige fundamentalmente conocimiento, disciplina y obediencia en la ejecución de sus objetivos.
De 180 años de vida republicana, los militares han estado dirigiendo los destinos del país por 140 años, y que de la era chavista-madurista, signada por el peor retroceso civilizatorio de nuestra nación, los militares han protagonizado como principales actores en la trama de uno de los gobiernos más corruptos e ineptos de nuestra historia, tal antecedente no dice nada bueno de una institución que se negó a sí misma.
Pero la doctrina comunista, en especial esa perniciosa corriente conocida como el castrochavismo, diseñada en la Cuba revolucionaria de los hermanos Castro, enemigos de las instituciones militares profesionales y al servicio de la sociedad civil, tienen su propia versión de lo que para ellos deberían ser unas FFAA revolucionarias y al servicio del pueblo.
Bajo la doctrina de una supuesta alianza cívico-militar, mezclaron el agua con el aceite, dos elementos antagónicos y contradictorios que resulta en un esperpento que ni es cívico ni militar.
Esta doctrina socialista va en contra de la tradición militar occidental que ha demostrado su eficacia y durabilidad en el tiempo, nace esta doctrina cívico militar de la necesidad que tuvieron los cuerpos paramilitares subversivos, de contar con el apoyo y la buena voluntad de la población civil en los teatros de operación de estos focos guerrilleros.
La doctrina militar occidental ha utilizado una versión de colaboración cívico-militar únicamente en casos de contrainsurgencia, cuando necesitan pacificar un territorio en manos del enemigo, se crean operaciones pacíficas de ayuda material y logística, de instrucción, financiera, sanitaria y de buena voluntad para, según esta doctrina, “ganar las almas y corazones de la población” para la causa del ejército que interviene el territorio, y trata más que todo, de ayudar a reactivar la economía y la vida social de los habitantes en torno a la causa aliada [para de esta m,anera desplazar las influencias del enemigo.
Cuando triunfa la revolución de Fidel Castro en Cuba, el dictador no podía contar con la fuerza armada establecida a la que había derrotado, por lo que la idea de una milicia, de un cuerpo cívico-militar, altamente politizado en los valores e ideas revolucionarias comunistas surgió como respuesta de cuerpo armado al servicio del colectivo, es decir, del pueblo, que es la retórica que acompaña a los líderes de la revolución para ellos encarnar la voluntad popular.
En Cuba las fuerzas armadas revolucionarias fueron creadas desde cero, desde el núcleo guerrillero que llevó a cabo la conquista del poder político en la isla, muy diferente de lo que sucedió en nuestro país, donde los agentes al servicio de Cuba y liderados por el traidor Hugo Chávez Frías, tuvo que infiltrar a la institución que ya existía, y a la que había que darle una reingeniería completa para tenerla trabajando a favor de la mentada revolución.
No fue la ideologización la que se usó para transformar a nuestras FFAA en el monstruo que actualmente nos oprime, fue el chantaje, el soborno, el miedo los que lograron esa transformación.  Principalmente, con la compra de conciencias y voluntades dentro de la institución, con privilegios y premios materiales a oficiales y cuadros, los principios de nacionalidad y patria fueron puestos a la venta al mejor postor, eso fue lo que permitió corromper nuestro estamento militar.
El resultado fue que en vez de tener a generales y altos oficiales resteados en una ideología comunista, verdaderos revolucionarios de corazón, dispuestos a sacrificar la vida por la causa de la Justicia Social, de un proletariado igualitario en el poder, de un gobierno de los pobres y los trabajadores, nuestro Alto Mando Militar se convirtió en un exclusivo club de multimillonarios, con fortunas personales tan grandes, que no solo eran inocultables, sino vergonzosas.
La destrucción de nuestras FFAA, propiciadas desde Cuba, utilizó la avaricia, el ánimo de lucro, la prostitución para pescar a una serie de hombres y mujeres, débiles morales, animalitos de monte, quizás con títulos universitarios en prestigiosas universidades, pero no más valiosos que un alcohólico o un drogadicto, que un pervertido sexual que no puede contener sus más bajos instintos.
Los que tenían alguna inteligencia y habilidad la usaron para enriquecerse de la manera más salvaje posible, participando en negocios sucios, en contrataciones por chatarra militar, por comida podrida, por medicinas vencidas, por plantas eléctricas inservibles que eran vendidas al país como nuevas, utilizaban sus uniformes, rangos y autoridad para abrir puertas y obtener comisiones, aún a sabiendas que con cada negocio iba a morir gente, a multiplicarla pobreza y que le estaban haciendo daño a las familias venezolanas.
Con el abandono de sus objetivos y misión, las FFAA descuidaron de manera notable su presencia en áreas estratégicas, un simple diagnóstico arroja inexorablemente debilidades y carencias a todo lo largo y ancho de nuestro territorio, en nuestro mares, ríos, lagos, selvas, montañas, cuencas, las fronteras están desguarnecidas, nuestros minerales son explotados y sacados del país de la manera más burda y primitiva, el resguardo ambiental es una pesadilla, abundan mafias, sindicatos, pranes, que controlan por las armas y con la violencia una parte importante de nuestro país, le han cedido jurisdicción y soberanía a grupos de irregulares.
Fue de esta manera que una oficialidad de “patas en el suelo”, en muy poco  tiempo ostentaban cuentas secretas, mansiones en el extranjero, aviones jets particulares, hacían amigos con los capos de las drogas en otros países y montaban triangulaciones financieras que dejarían boquiabiertos a las autoridades si decidieran investigarlos, por lo menos, eso era lo que creían.
“Los militares que se negaron a ser militares”, rezará el epitafio de nuestras FFAA rojas rojitas, que en su lugar decidieron ser políticos, empresarios, industriales, banqueros, dueños de medios de comunicación, comerciantes, pulperos, embajadores, gobernadores, narcotraficantes, de todo, menos militares dedicados a brindarle seguridad y defensa al país.
Con todo el poder que le daba la doctrina de la unidad cívico-militar, con haber permitido la privatización del componente militar a la organización política PSUV, participando en la alta política y ordenando a sus oficiales a que se acostaran con el enemigo, se creían intocables, poderosos, más allá del bien y del mal, al punto, que para seguir haciendo dinero aceptaron que un extranjero indocumentado, un agente cubano confeso y cruel, un chofer de autobús que se distinguió por ser un dirigente sindical con un extenso prontuario de reposos y faltas al trabajo, se convirtiera en su Comandante en Jefe.
El problema surge ahora, que toda la red de corrupción política y financiera internacional que los gobiernos socialistas habían tejido por el mundo, está siendo investigada, que las cuentas secretas empiezan a ser descubiertas, que van cayendo sus más comprometidos colaboradores en manos de la justicia, que Cuba y los hermanos Castro se encuentran en la encrucijada de vender sus intereses en Latinoamérica por un puñado de dólares y una promesa de impunidad por parte del presidente norteamericano Barak Obama.
Con esa perspectiva en puertas, no les queda otra posibilidad a nuestros socialistas endógenos, incluidos los militares que se vendieron a los intereses cubanos, que cavar trincheras en Venezuela, un pobre país que ellos contribuyeron a destruir.
Me da lástima y pena ajena, cuando veo a un Ministro de la Defensa, encarnado por el General Padrino López, uno de los tontos útiles de Cuba, tratar en vano de darle cierta dignidad y decoro a lo que queda de nuestras FFAA, exigiendo un respeto que ni merecen y al mismo tiempo, aceptando hundirse más aún en los negociados propuestos por su “fronterizo” Comandante en Jefe, de convertirse en dueños de empresas mineras y petroleras que sabe, fueron el origen de tanta ignominia y abuso.
Con la firma de CAMINPEG, una comiquita de la empresa militar cubana GAESA, con la que pretenden tener participación en los negocios del país, toda una generación de militares venezolanos quedaron confesos de su definitiva renuncia a ser militares, se trata de la muerte de nuestras FFAA tal y como hasta el día de hoy habían funcionando.
Creo que si se declararan mercenarios al servicio de Raúl Castro, esta cúpula militar fuera más honesta, en vez de continuar con este lamentable show de unos corruptos, disfrazados de militares, tratando de ser los primeros en el guiso, aceptando este enorme botín como parte de pago, para continuar siendo nuestros carceleros.
A nuestros militares les hubiera encantado que el país se quedara callado y con la cabeza gacha ante tanta vileza, que nadie protestara por los abusos y errores cometidos, pero el país ha cambiado y lo menos que espera es la renuncia en pleno del Alto Mando militar, la inmediata cancelación a ese contrato para la creación de empresas militares que nada tiene que ver con los objetivos militares.
La degradación a la que han llevado a la institución por falsificar sus fines, no tiene vuelta atrás, el país necesita limpiar el estamento militar de tanto paria y traidor, de tanto corrupto y negociante, desalojar del poder al PSUV significa desalojar a sus militares de las FFAA.- saulgodoy@gmail.com





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