domingo, 6 de marzo de 2016

Salvar un río



Tuve la oportunidad de vivir en Michigan, terminé mi carrera en la población de Kalamazoo en 1976 y ya para aquel entonces el río Kalamazoo estaba empezando a ser saneado, conocí de aquel esfuerzo de primera mano, y ya que se habló en algún momento de rescatar el río Guaire en Caracas, quisiera compartir con ustedes la historia de cómo salvaron ese río.
El pueblo de Kalamazoo está situado al sur de Michigan, si trazáramos una línea recta entre Detroit y Chicago, estaría a mitad de camino.  A principio del siglo XX las grandes fábricas de papel del medio oeste decidieron instalarse en el pequeño poblado, el río era perfecto para resolver sus necesidades de agua, que eran grandes, pero también ideal para descargar en su lecho los desperdicios que producían en el proceso.
Para 1920 el río era todavía navegable (267 Km., de largo), la gente en verano iba a pasear en canoas y aunque despedía ya un olor desagradable, la brisa y el paisaje atraían a los lugareños, sobre todo en su desembocadura cuyas marismas constituían una reserva natural importante.
Ya en 1950 el río Kalamazoo era una apestosa y débil corriente de agua turbia, incapaz de sostener vida en su cauce, la ciudad había crecido a espaldas de su río que solo podía verse entre los edificios industriales y patios de ferrocarriles.
Los estudios de ese año indicaban que los 127.000 residentes y sus fábricas, arrojaban al río un volumen de desperdicios equivalente a una ciudad de 650.000 habitantes, ahora había grandes factorías de piezas automotrices, compañías farmacéuticas y otras industrias pesadas.
Un río "limpio" tiene alrededor de sietes partes de sólidos dispersos en cada millón de partes de agua, luego de la Segunda Guerra Mundial el río mostraba siete veces más esa cantidad de sólidos, llegó un momento en que esos sólidos depositados en el fango mermó la corriente del río, al punto, que apenas y podía desembocar en el lago Michigan.
Al bajar la corriente, el agua perdía más y más oxígeno, en las riberas sólo habían cochinillas, sanguijuelas, mosquitos y algas broza.
Las fábricas arrojaban 170 toneladas de desechos diarios al río.
Michigan es un estado rico en agua dulce, lo llaman el estado de los lagos, grandes reservorios de agua se encuentran por doquier producto de los deshielos de la última era glacial y el río Kalamazoo era un río pequeño, no era fuente de agua potable para ninguna población, por lo que nadie se quejaba ni lo extrañaban.
Las fábricas de papel empleaban el 25% de la fuerza laboral de la población, la ciudad era realmente hermosa, aunque las casas no pudieran abrir sus ventanas en verano por el hedor.
Pero finalmente, la Comisión de Recursos Acuíferos de Michigan advirtió del enorme peligro de epidemias que enfrentaba la población con aquella cloaca abierta, pasando por el medio de la ciudad, se habían detectado importantes depósitos de desechos de BPC (bifenilos policlorados, PBC en inglés) además, el lago Michigan, que sí se surtía de agua potable a importantes asentamientos humanos, empezaba a dar muestras de una peligrosa contaminación.
Las fábricas, que sabían el costo enorme de sanear el río intentaron tapar la situación proponiendo que se declarase el Kalamazoo como "río industrial", por supuesto dicha clasificación no existía, lo que querían era declararlo una causa perdida, pero las autoridades y la opinión pública se opusieron resueltamente.
La sociedad organizada, encabezada por grupos ecológicos, de pescadores y cazadores, inició una guerra prolongada de baja intensidad y de desgaste, no fue nada espectacular, no hubo demostraciones ni marchas, pero fue un esfuerzo sostenido, de lobby en los corredores políticos, de campañas de prensa, de información a la comunidad.
Se aprobaron nuevos impuestos para limpiar el río, se emitieron bonos, se crearon autoridades del río y se buscaron las mejores tecnologías.  La mayoría de las empresas de papel abandonaron la zona, prefirieron huir a enfrentar el largo camino de rescatar el río.
En la década de los sesenta se reunieron 1.000 millones de dólares, la mitad la puso el gobierno federal, la otra mitad la empresa privada y la ciudadanía por medio de colectas y donaciones, y con ese dinero se inició una obra que aún hoy continúa.
En 1986 entró en operaciones la Planta de Recuperación de Aguas construida a un costo de 122 millones de dólares, allí todos los días se procesan 100 millones de litros de agua.
El problema de mayor persistencia fueron las grandes cantidades de BPC, unas 150 tonelada que todavía formaban parte del sedimento del río y son sustancias altamente cancerígenas, pero se experimentó con las nuevas tecnologías de recuperación del fango, incluyendo el uso de bacterias genéticamente diseñadas para eliminar metales pesados, se han reforestado las riveras del río con especies de plantas capaces de filtrar y reconvertir elementos peligrosos para la vida humana.
Aún se mantiene un programa intensivo de rescate de bosques rivereños, sobre todo cerca de los depósitos de desechos tóxicos, hoy clausurados de manera definitiva con nuevas tecnologías de contención y sellado, creando diversos bolsones impermeables enterrados bajo tierra.
El río ya no huele, la vida silvestre ha vuelto a las riberas, los especialistas en pesca y vida salvaje calculan que para la segunda década del siglo XXI, el río podría generar 7.6 millones de dólares solo en permisos para la pesca recreativa, aunque todavía existe cierta precaución sobre la ingesta humana del pescado del río por su alto contenido de mercurio.
Cuando ya estaban prontos a declarar el río libre de contaminación, en el año 2010, un derrame de más de un millón de galones de petróleo, proveniente de la rotura de un tubo matriz que alimentaba una planta de energía, volvió a contaminar el cauce y a poner, la repuesta fauna silvestre, en peligro inminente.
De nuevo se movilizaron las comunidades, las ONG’s ambientalistas, la empresa privada, afortunadamente estaba en funciones una autoridad única para el rescate del delta del río, y conjuntamente con el gobierno, se dio inicio a un plan de emergencia para contener el derrame y minimizar el daño ambiental, fue un evento catastrófico para los esfuerzos y las metas logradas al momento, el rio Kalamazoo volvió a recaer y les costó un gran esfuerzo recuperarlo por segunda vez.
Para el día de hoy el cauce del río está 90% recuperado y es ejemplo de este tipo de trabajo, se trata del exitoso recate de, quizás, el río más contaminado de USA, un caso que es estudiado por muchos países del mundo y que están tratando de replicar.
Salvar un río, deshacer lo que hemos hecho con el Guaire y con el Río Tuy, con el Lago de Maracaibo, y el crimen ecológico que está haciendo la CVG con el Caroní, va a tomar mucho tiempo, esfuerzo y dinero, pero la tecnología existe y como en el caso del rio Kalamazoo, lo importante es empezar y no parar hasta logarlo. –   saulgodoy@gmail.com








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