jueves, 7 de abril de 2016

¿Para qué nos pidieron el voto?


¿Para verlos jugar a una democracia que no tenemos? ¿Para qué se lucieran con sus discursos incendiarios sobre lo mal que está el país? ¿Para que hicieran leyes con las que el chavismo se limpia el rabo? ¿Para ver como se burlan de nuestra soberanía, de nuestra voluntad como pueblo al irrespetar cada decisión de la AN?
Porque al final eso es lo que los venezolanos sentimos, cada burla, cada trampa en que caen como idiotas, es una estaca que nos clavan en el corazón porque ustedes nos representan, son voceros de todas las regiones de Venezuela con el poder de hacer las leyes ¿No fue eso lo que nos vendieron? Y si son nuestros legítimos representantes, si recibieron el mandato del pueblo ¿No fue acaso para ejercer un liderazgo, para defender la democracia y los valores que el chavismo quiere extinguir a fuerza de trucos, de argumentos y de desacato?
Todos estamos al tanto que el gobierno ilegítimo y antidemocrático de Maduro tiene el poder de la mayor parte de las instituciones secuestrados, que una claque de militares colaboracionistas con Cuba nos tiene amenazados, que las circunstancias son difíciles y el piso que pisamos es de vidrio, pero igual, del lado de acá, del lado del pueblo, seguimos pasando hambre y carestías cada vez con mayor intensidad, sufrimos de la falta de energía eléctrica y agua para poder hacer lo más básico de nuestras funciones como humanos.
Se nos muere la gente asesinadas por el hampa, desahuciada en los hospitales, en accidentes provocados por el mal estado de la infraestructura del país, ninguna institución para proteger al ciudadano funciona y si mal no recuerdo, uno de los argumentos que escuché durante la campaña electoral era no hacerle caso a quienes piden salidas violentas porque nosotros ponemos los muertos, pues en esta salida no violenta, los muertos se apilonan, los heridos y lisiados se multiplican, la carestía atenaza a las familias, estamos viviendo una guerra no declarada.
Llevarlos a donde ustedes están, estimados parlamentarios, luciendo sus atavíos de funcionarios electos, tenerlos a ustedes en sus Comisiones Parlamentarias discutiendo lo humano y lo divino en el Palacio Legislativo, nos está costando sangre, sudor y lagrimas, porque todos los días se nos muere la gente, se nos van del país, y los que quedamos, sufrimos una cantidad de males apenas soportables viendo con horror que esto va hacia lo peor.
Veo a muchos parlamentarios trabajando con denuedo en el país, visitando los sitios críticos, levantando información, haciendo interpelaciones o tratando de hacerlas, discutiendo los graves problemas, creando normativas, haciendo investigaciones, explicándole al mundo nuestra situación, en pocas palabras haciendo el trabajo que todo parlamentario hace en condiciones normales y en democracia, pero vivimos tiempos de peligro, de disolución corrosiva de nuestras más sagrados principios republicanos, del crimen canibalizando al país.
No sé qué es lo que piensan los principales dirigentes de los partidos de la oposición que hacen coalición en la Asamblea Nacional, si creen que “haciendo su trabajo” como si nada anormal estuviera pasando, contribuyen a solucionar los graves problemas que afrontamos, si esto es así, si lo que nos van a decir es que ellos solo saben hacer lo que hacen, entonces nos estafaron.
Fueron los constructores de esta unidad que tanto trabajo costó, pero ¿Para qué? ¿Para verlos fracasar una y otra vez? ¿Para frustrarnos todos colectivamente?
Es como si tuviéramos de herencia una casa, bonita pero vieja, desvencijada, situada sobre un terreno inestable, ocupada por gente de mal vivir, utilizada para depósito de sustancias inflamables, infectada de termitas y otras plagas y decidiéramos que metiendo en ella carpinteros, albañiles y electricistas íbamos a resolver los problemas y restaurarla.
Un contratista serio y profesional, es decir, un político embraguetado y de verdad, que esté comprometido con el rescate de la casa, primero atacaría los problemas mayores de la vivienda, haría lo posible por desalojar a los invasores, desactivaría todas las amenazas a la seguridad de la casa, haría un estudios del terreno donde se encuentra para asegurar su integridad estructural, evaluaría los daños, pues de seguro habría que demoler algunas secciones, fumigar, y reconstruir otras y sólo entonces, cuando estuviera seguro de que los carpinteros, albañiles y electricistas pudieran hacer su trabajo, iniciaría las obras de reconstrucción.
Lo que está sucediendo con la AN es que tenemos a todos los carpinteros, albañiles y electricistas trabajando en las peores circunstancias posibles, los invasores los eliminan, no los dejan pasar, se burlan de ellos, les roban las herramientas, los vejan, los agreden, y lo que logran reparar lo inutilizan, el contratista no entendió el problema ni su función, pero se vendió como la solución.
Algo parecido nos está pasando con nuestros diputados, no entendieron la parte del liderazgo, de ponerse al frente de nuestras expectativas y utilizando todos los medios a su alcance, movilizando a los dueños de la casa, explicándole la delicada situación de la vivienda, punto a punto lo que hay que hacer, y ejecutando un plan, proceder a vencer cada uno de los problemas, enfrentándolos no ignorándolos, o buscándole la vuelta, o esperar a ver qué pasa.
Se trata de no de un liderazgo personal, no queremos líderes carismáticos, ni figuras mesiánicas lo que necesitamos son representantes, políticos que sientan lo que nosotros sentimos cuando somos vejados desde el poder, que comulguen con nuestras necesidades, que expresen nuestras angustias y nos acompañen en la labor que nos corresponde hacer como pueblo.
Los venezolanos elegimos representantes, políticos profesionales (viven de eso) y por mayoría absoluta le dimos un mandato, ese mandato incluye que nos orienten, que nos digan cuando y como debemos hacer lo que todos sabemos debe hacerse, cual es nuestro sitio en el tablero, cual es la estrategia, pero no apartarnos y hacer que juguemos banco, mientras ustedes “hacen política”.
Es no menos que lamentable, que la gran mayoría de los venezolanos, que somos la inmensa masa de cerebros, corazón, brazos y piernas, nos tengan en un corral pidiéndonos que esperemos a que unos procesos electorales cada vez más inseguros nos resuelvan la vida, a que venga alguien de no sé qué partido a predicarnos la palabra  de que debemos ser dóciles, no violentos y que no guardemos ningún tipo sentimiento revanchista en contra de nuestros verdugos.
La gente está esperando dirección, la gente ya no quiere esperar a que nuestros hijos sufran de hambre o nos los mate el hampa, los hombres y mujeres de Venezuela queremos acción, salir a la calle y hacer algo que componga nuestros aciagos días, así se nos vaya la vida en ello, porque la situación es injusta, absurda e insoportable.
Lo peor que puede pasar es que un día, esa masa de venezolanos inconformes y llenos de ira, salgan sin líderes a tomar la justicia por sus propias manos y a saquear el país, como está ocurriendo hoy en muchas partes, en pequeño, en contra de unos desgraciados rateros capturados infraganti en sus fechorías o de unos supermercados donde las colas no se mueven y no llegan los productos.
Eso no debería pasar si contáramos con liderazgo, con hombres y mujeres conscientes de su papel histórico, de aquellos elegidos por el pueblo para que los dirija, y que el daño y el dolor a producirse, sea el menor posible, yo soy de los que cree que eso está a punto de suceder y sería una tragedia nacional que se fuera repetir Fuenteovejuna a gran escala.
Hay manera de catalizar los cambios, podemos tomar las calles, las plazas, los edificios públicos, podemos hacer un paro nacional, o suspendemos el pago de nuestros impuestos, o nos resistimos a la injerencia del estado y nos declaramos en desobediencia civil y militar, si no hay otra, nos quedamos de brazos caídos, paralizamos el país completo, incluso la administración pública como ya han hecho en otros países y bajo similares circunstancias, vamos acelerar el blackout del país, que el mundo todo se entere que los venezolanos no marcharemos hacia la oscuridad de la muerte en silencio, sin haber dado la pelea, todo esto y más es posible, podemos hacerlo en escalada o todo junto, pero hay que hacer algo preferiblemente con conducción política, pero no la política de salón, la afectada por las buenas formas, haciendo lo “políticamente correcto”, buscando las salidas negociadas, sino con nuestros diputados al frente, dando la cara, marcando el rumbo, hablando por nosotros, haciendo la verdadera política con los ciudadanos, mostrando el músculo y el descontento de toda la nación hasta que obtengamos un cambio real de gobierno y de paradigma.
Lo absurdo es lo que nos está pasando, un gobierno inconstitucional, en minoría absoluta, abusador y violento, tramposo y escamoso, mentiroso e inmoral pretendiendo hacer y deshacer en nuestro nombre, en nombre del país, nada mas pensar que el poder ejecutivo, la presidencia de la República está en mano de un extranjero indocumentado y agente al servicio de un gobierno extranjero, lo que me dan es ganas de vomitar.
El poder legislativo es el “Poder” que deviene directamente del pueblo, es la soberanía viva y actuante, no debería permitir que unos carteles de criminales organizados se coloquen por encima de la voluntad popular y la maneje a su antojo, los parlamentarios saben lo que viene y es de su exclusiva responsabilidad, siendo la AN el único reducto democrático del país, es su deber recoger el testigo y puntear la sobre marcha en esta carrera por la sobrevivencia.
Yo soy de los que cree al igual que Northrop Frye que los procesos históricos tienen su propia manera de hacer los liderazgos, los partidos políticos que nos prometieron un cambio si los llevábamos a la AN son apenas partes de una maquinaria y deben cumplir con su promesa, deben trabajar coordinadamente con sus constituyentes para llevar la nave a buen puerto, de una manera realista, con coraje y con inteligencia.
Basta de burlas, de atajos, de flojeras, un buen templón y la cuerda se revienta, dejemos de jugar a que todo está “excesivamente normal”, terminemos con esta charada de muerte y desolación.  –
saulgodoy@gmail.com


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