domingo, 1 de mayo de 2016

El totalitarismo y las comunicaciones


Cuando en la voluntad popular radica la soberanía de una nación se entiende en todo el mundo hablamos de democracia, democracia sin aderezos, sin intermediarios, sin líderes mesiánicos que se creen la reencarnación de la voluntad popular, sin partidos único que pretenden usurpar esa soberanía, sin grupos de interés, no importa el uniforme que utilicen, que quieran situarse por encima del pueblo como sus conductores, o peor, como sus carceleros.
La voluntad popular tiene varias maneras de expresarse siendo la más común su participación política por medio de los partidos y otras organizaciones no gubernamentales, donde los individuos presionan, proponen, se activan con el fin de ejercer influencia sobre el gobierno o la comunidad, cuando quieren cambiar políticas públicas o crear nuevas áreas de interés social.
La sociedad se organiza en grupos de interés que actúa cada uno sobre los temas que le atañen y sobre los que desean crear, mejorar, proteger, para ello necesita de la libertad de actuación, principalmente de la comunicación para que, con su propia voz, sea escuchado y exija atención, cuando no financiamiento, creación de marcos normativos, reconocimiento.
La sociedad llamada civil, es la más grande y heterogénea, que vive y trabaja en las naciones del mundo y que sostiene las economías, esa enorme cantidad de gente que se organiza en familias, en clubes y asociaciones de todo tipo, que interactúan bien como partes de un gran mercado, como organizaciones jerárquicas o redes, es la gran cantera de donde salen los recursos humanos, la fuerza laboral creativa y de emprendedores que toda nación necesita para su progreso, tiene como componente fundamental al individuo, un ser que piensa, siente, tiene necesidades y es dueño de grandes potencialidades, principalmente su voluntad.
La suma de todos esas voluntades individuales da como resultado a la sociedad, un ente complejo, de múltiples facetas, sembrado de organizaciones que colaboran entre sí, que se complementan y comunican, que tienen expectativas, planes, esperanzas y también conflictos, la mayoría de los cuales tienen resoluciones pacíficas, negociadas.
Por ello la importancia de la política, pero no entendida únicamente en función electoral, que por ser el evento más grande y global de las relaciones ciudadanos-gobierno, es el que más destaca en el paisaje, sino de la política menuda, esa que los individuos utilizan en su vida diaria para navegar en sus relaciones familiares, con los vecinos, con sus compañeros de trabajo, en la calle, con las organizaciones con las que está afiliado, esa política que es el resultado de lo que yo quiero para mí y de lo que los demás quieren para ellos, ese toma y daca de acomodos, sacrificios, premios y negociaciones que necesitan del ambiente propicio para que las relaciones humanas funcionen, ese ambiente óptimo, sin que quepa la menor duda, es la democracia.
Y para que la política funcione en democracia, a cualquier nivel, bien sea individual, de grupos o nacional, deben cumplirse varias condiciones, la primera es el respeto por las opiniones de los demás, lo que implica la posibilidad cierta de una comunicación libre, que yo pueda decir lo que pienso sin temor a recibir un castigo o a ser silenciado.
La segunda es el respeto a la persona lo que implica el respeto a su propiedad, no solo de las cosas materiales que posee (casa, documentos, negocio, aparatos, valores) sino a lo que esa persona representa ( ideas, pensamiento, sentimientos, derechos) y que son suyas de manera exclusiva, esto no significa que pudiera no estar de acuerdo en sus valores y formas de pensar, o en como adquirió sus bienes, sino en la forma en que las reclamaría o las confrontaría en caso de juzgarlas impropias a su persona, necesariamente tendría que recurrir a las leyes, organismos jurisdiccionales y árbitros si se diera el caso de demandar el origen o consecuencias de las mismas.
Aún en conflicto y en el ámbito de la justicia, todo se reduce a una comunicación libre, a poder expresar mis pareceres y confrontarlos con otros diferentes, sin el factor de una comunicación libre y universal, la democracia no existe.
Es por ello que cualquier organización política o persona que aliente, promueva o efectivamente implante una hegemonía comunicacional, está destruyendo la raíz de la democracia.
La hegemonía comunicacional es el apoderamiento por parte de una persona o grupo de la posibilidad de la libre expresión de los individuos, nadie puede decir o escuchar algo, excepto mi opinión, lo que quiere decir, estoy eliminando la posibilidad de que la voluntad del individuo pueda ser expresada, lo que significa que la voluntad popular es callada, manejada, manipulada por el hegemón y sus intereses.
Uno de los mecanismos más diabólicos de la hegemonía comunicacional es utilizar el interés nacional como excusa para “encadenar” a todos los medios radioeléctricos del país y que difundan de manera obligatoria y exclusiva las alocuciones del jefe de estado en el momento y con la duración que le dé la gana, dejando al país bloqueado de cualquier otra posibilidad de comunicación.
La hegemonía comunicacional aplicada en una sociedad esencialmente democrática como la venezolana, consiste en regular a los medios de comunicación hasta el punto de censurarlos, amenazarlos con sanciones administrativas si no se conforman a un pensamiento único, destruir su derecho a editorializar como quieran, sobre todo si critican al gobierno, amenazarlos con quitarles sus licencias o concesiones si no concurren con la línea del pensamiento oficial.
La hegemonía comunicacional es dejar a los periódicos libres y democráticos sin papel pero abastecen a los diarios oficialistas, retirarles la publicidad del gobierno, demandarlos por injuria y otros delitos de opinión, obligarlos a reproducir avisos y noticias del gobierno, hacerlos quebrar y comprarlos por precios viles, amenazar a sus trabajadores y efectivamente agredirlos, no permitiéndoles acceso a las fuentes de información, montarles persecuciones y vigilancia policial a sus principales figuras, amenazarlos públicamente como política de estado, negarles divisas para sus necesidades de abastecimiento de materias primas y equipos.
Gransci, el teórico de la hegemonía comunicacional, un comunista
La hegemonía comunicacional consiste en hacerse la víctima de un supuesto cerco mediático para imponer una línea editorial que favorezca al gobierno, obligar a los medios a publicar mentiras fabricadas por laboratorios de propaganda política tales como guerras económicas, magnicidios, bloqueos internacionales, conspiraciones. Igualmente es parte de esta estrategia de control absoluto de las comunicaciones la proliferación de medios afines al gobierno, otorgarles privilegios que los demás no tienen, negarle a la oposición político acceso a estos medios, usarlos para denigrar, insultar o menoscabar sus familias y valores, alentar el odio y la violencia en su contra.
En fin, quien predique y aliente la hegemonía comunicacional en una sociedad ni es demócrata ni es político, su acción va dirigida a tender un cerco totalitario con la intención de hacerse con el poder y perdurarse indefinidamente en el gobierno, y si el fin supremo de toda hegemonía comunicacional está en acallar e invalidar a la voluntad popular, definitivamente, ese gobierno no es democrático ni debe permitírsele hacerse pasar como si fuera uno.
Para decirlo con mayor claridad, en Venezuela existe una corriente política conocida como chavismo, encarnada en el Partido Socialista único de Venezuela (PSUV), cuyo líder es el actual presidente del país, el extranjero e indocumentado Nicolás Maduro Moros, quien se llena la boca y publicita sin ningún rubor su objetivo de alcanzar la hegemonía comunicacional en el país, y ha tomado una serie de medidas que son públicas y notorias que afectan en grado sumo el derecho a la libre expresión y a la información.
El hegemón, 'solo él quiere hablar y ser escuchado
La OEA está en el proceso de hacer una revisión de las condiciones democráticas en Venezuela con el fin de aplicar la Carta Democrática Interamericana, y en la discusión que se propone está la de examinar el respeto de los derechos humanos fundamentales de Venezuela para permanecer en el seno de ésta organización, es mi opinión que el solo hecho, de que el gobierno de Maduro se jacte de estar tras la consecución de la hegemonía comunicacional por parte del gobierno, es ya de por sí prueba irrefutable, junto a la existencia de un nutrido grupo de líderes políticos de la oposición como presos políticos, que se trata de una dictadura totalitaria sin ningún rasgo democrático, excepto, el de la retórica y su empeño de engañar a la comunidad internacional.    -      saulgodoy@gmail.com

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