martes, 21 de junio de 2016

El sexo fantasmal


Uno de los autores que más me ha costado entender su obra ha sido la del psiquiatra Jaques Lacan (1901-1981), primero, porque lo escrito por su puño y letra es cuando menos abstruso, y quienes recogieron sus enseñanzas tomando notas de sus clases, especialmente registros de audio y películas de sus seminarios y ponencias lo transcribieron tal cual, con ese lenguaje hermético, solo para iniciados que acostumbraba a utilizar y por el cual era caracterizado como un “snob”, culto, sobrio, prodigioso en metáforas e hipérboles, sus enseñanzas contenía un saber que aún hoy estudiosos de su obra, tratan de desentrañar e interpretar.
Segundo, durante muchos años la mala publicidad que le hizo el stablishment psicoanalítico internacional, y que lo tenían por un vendedor de elíxires mágicos y pociones para el alma, excepto en Francia, lo condenaron a ser relegado como una figura menor, de modo que cuando estudié el psicoanálisis no estudié a Lacan a profundidad.
Su famosa frase “el inconsciente está estructurado como un lenguaje” está considerado como su gran y original aporte al corpus de la obra de Freud, el sueño es lo que el paciente cuenta del sueño, el chiste y el lapsus en el pensamiento son accidentes y fenómenos de la palabra, entender la vida, la muerte y las pulsiones de los hombres requieren de una minería muy especial sobre vetas lingüísticas, de semántica y semiología, es por ello que para Lacan, la gran obra de Ferdinand de Saussure en torno al lenguaje, así como las investigaciones de  Jacobson y los formalistas rusos, estaban íntimamente ligados al desarrollo del psicoanálisis.
Lacan declaró en una entrevista: En psicoanálisis no se pide más que una cosa al enfermo, una sola cosa: que hable. Si el psicoanálisis existe, si tiene efectos, es únicamente en el orden de la confesión y de la palabra.
Lacan era un prodigioso orador, lleno de recursos retóricos que hipnotizaban a su audiencia, compuesta no solo de estudiantes sino de expertos analistas, profesores de varias facultades, pacientes e intelectuales que hacían los imposible por asistir a sus seminarios, bien fueran en su oficina o en los auditorios de distintas universidades.
Su fama como uno de los pioneros del movimiento surrealista no es vana, fue el analista de Picasso, amigo de Salvador Dalí y de Guide, entre otros muchos, su interés por los sueños y el complejo lenguaje que los caracteriza, nació como producto de las observaciones y comentarios que sus amigos desentrañaban de sus obras.
Fue posteriormente uno de los protagonistas de esa gran revuelta del Mayo francés en el 68, suspendió sus clases en la universidad apoyando la huelga estudiantil, firmó manifiestos, pero su postura con los estudiante fue crítica, en uno de sus grandes encuentros con los jóvenes les dijo por toda la calle del medio: “No andaré con rodeos: ¡lo que ustedes quieren es otro amo!”, sus posiciones durante estos difíciles días, le valieron que las autoridades universitarias le quitaran el espacio donde dictaba sus cursos.
Su manera de ver y hacer la práctica del análisis psicoanalítico dividió a la comunidad de médicos psiquiatras de su país y tuvo que acudir a instancias internacionales para validar sus prácticas y los tratamientos que aplicaba a sus pacientes, todos sus métodos e investigaciones fueron puestos bajo la lupa y examinados al detalle, unos se sorprendieron, otros quedaron escandalizados.
Muchos de sus casos tenían un interés mediático ya que involucraba a personas famosas y que eran seguidos por el público en la prensa amarillista como fue el episodio del intento de asesinato de la artista parisina, la actriz de teatro Hugette Duflos por parte de una admiradora, que presa de un ataque de paranoia, trató de acuchillarla (1931), en este proceso estuvo involucrado como analista de la procesada.
Lacan elaboró una compleja teoría a partir de las bases del psicoanálisis que dejó Sigmund Freud, incluso llenó algunas lagunas que dejó el maestro e hizo conexiones con aspectos de su doctrina que hasta el momento no se relacionaban, como fue el caso de los comportamientos copiados de los niños, el mimetismo que asumen en su teoría del espejo, que conforman una imagen del yo alienante y falsa debido precisamente, por las insuficiencias con que el ser humano nace a la vida y que intenta explicar el problema del narcisismo, igualmente el desarrollo de su tesis sobre el yo ideal y el ideal del yo, que explican la fragmentación de la personalidad.
Ya para los años 50, Lacan estaba sobre el problema de los sistemas lingüísticos, la palabra y el síntoma, sobre el que llegó a aseverar que un síntoma puede ser una palabra atrapada en el cuerpo y causante de sufrimientos capaz de enviar a una persona a un hospital.
El habla- afirma Lacan- determina la posición del hablante, le da un lugar, que muchas veces quien las profiere ni se imagina lo que en realidad está diciendo, cuando un paciente habla emergen significaciones inconscientes, las palabras portan sentidos que están más allá de su comprensión y control conscientes.
Pero ha sido su incursión en la teoría de la sexualidad la que más ha llamado mi atención y la de muchos expertos como el del filosofo y analista Slavoj Žižek, de quien ya hemos hecho referencia, una de las tesis más controversiales de Lacan es que las relaciones sexuales, tal como las entendemos entre parejas, no existe, al respecto  Žižek nos explica: Uno de los lugares comunes-de hoy es que el llamado “sexo virtual" o “cibernético’' presenta una ruptura radical con el pasado, puesto que en él, el verdadero contacto sexual con un ‘otro real” está perdiendo terreno frente al goce masturbatorio, cuyo único sostén es un otro virtual: el sexo telefónico, la pornografía, hasta el "sexo virtual” computarizado... La respuesta lacaniana a esto es que primero tenemos que desenmascarar el mito del “sexo real" supuestamente posible “antes” de la llegada del sexo virtual: la tesis de Lacan de que “no existen las relaciones sexuales" significa precisamente que la estructura del acto sexual "real" (del acto con una pareja de carne y hueso) ya es inherentemente fantasmático: el cuerpo “real” del otro sólo sirve como sostén para nuestras proyecciones fantasmaticas. En otras palabras, el “sexo virtual" en el que un guante simula el estimulo de lo que vemos en la pantalla, y así sucesivamente, no es una distorsión monstruosa del sexo real; simplemente vuelve manifiesta la estructura fantasmática que le subyace”.
La lectura de las obras de Lacan, aunque difícil, puede ser fascinante, en mi caso le ha dado nueva vida al discurso freudiano, que desde los comentarios de Wittgenstein, no había encontrado nuevos puntos de vista.  -  saulgodoy@gmail.com





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