domingo, 26 de junio de 2016

La generación del milenio



Estoy leyendo un muy interesante trabajo de investigación del Instituto Cato de los EEUU titulado Los mileniarianos y la política exterior en U.S. (2015), de los investigadores A. Threvor Thrall y Erik Goepner, me llama la atención como algunos sociólogos han agrupado a grandes grupos demográficos y los han identificado con unos acontecimientos, que de alguna manera han marcado a unas generaciones, asignándoles algunas características existenciales y de estilos de vida influenciados por estas condiciones, los identifican como grupos especiales, con sus propias características y maneras de ser.
De allí se desprenden generaciones como los Baby Boomers (1946- 1964) que son los nacidos luego de la Segunda Guerra Mundial en una época de gran expansión económica y urbana, la Generación X (1965-1979) marcados por la Guerra de Vietnam, las protestas, el movimiento Hippie y ahora nos hablan de la Generación del Milenio (1980-1997), casi todos han puesto sus “sefies” en las redes sociales y corresponden a aproximadamente 87 millones de adultos, mujeres y hombres, que hoy están rondando la treintena y dele de años, y que han experimentado unos cambios fundamentales en las políticas de globalización y el desarrollo de internet, esta generación de norteamericanos fue particularmente marcada por los ataques terroristas del 9-11 y por las guerras de Irak y Afganistán, ésta Generación del Milenio representa aproximadamente un tercio de la población total y según el estudio, es muy influyente en asuntos de política exterior.
Para el estudio de estas generaciones, se utiliza la figura del comportamiento de una cohorte, que es un instrumento que los demógrafos utilizan para determinar un comportamiento colectivo común a grandes grupos, la manera como una cohorte piensa y actúa viene dado por el impacto de ciertas eventos históricos comunes y por experiencias de vida que definen sus puntos de vista.
Pensando en maneras novedosas de ver nuestra historia reciente, que no sea esos odiosos y arbitrarios calificativos impuestos por la neolengua revolucionaria de Tercera y Cuarta República, que me parecen particularmente engañosos, creo que podríamos hablar de una Generación Socialista (1959-1999, en realidad en 40 años hay cabida para dos generaciones), una Generación Revolucionaria (2000-2017), y una Generación que podríamos llamarla del Gran Cambio, que es la que está naciendo hoy, en medio de la peor crisis institucional y humanitaria del país.
Del primer gobierno de Rómulo Betancourt al segundo gobierno de Rafael Caldera el signo de los tiempos era la ideología socialista, fueron 40 años donde se consolidó el sistema democrático y la primacía de lo civil sobre lo militar, fueron gobiernos de la izquierda moderada que invariablemente se alternaban entre los partidos socialdemócrata y socialcristiano, todos sin excepción eran presidencialistas, centralistas, planificadores, estados benefactores, hubo intentos de descentralización, de privatizaciones en algunos servicios públicos, la riqueza principal del país estuvo en manos de estado quien se ponía los sombreros de empresario, inversionista, banquero y socio de multinacionales.
Durante esos 40 años la empresa privada creció a la sombra del petro-estado, un circunstancia que marcó de manera rotunda la manera como se hacían los negocios en el país que obligatoriamente tenía que contar con el visto bueno del estado para poder operar y tener algún éxito, y que era la manera, como la casta política del país se asociaba con el capital.
Con este poder y privilegios por parte de los burócratas, se arruinaban o tenían éxito los emprendimientos más variados, quebraban bancos y surgían nuevos grupos financieros, nacieron poderosas empresas constructoras y compañías de servicio, surgieron grandes conglomerados petroquímicos, gigantes de la industria alimenticia y exitosas empresas de transporte, era una empresa privada muy sui generis ya que en su mayor parte estaba tutelada por el gobierno de turno, lo que significaba, que con cada cambio de gobierno surgían favoritos y perdedores, y aún los capitales más fuertes se cuidaban de estar del lado correcto en cada elección.
Durante este período, el capitalismo que se permitió se desarrollara en el país era muy limitado debido a los controles por parte del estado, no había libre mercado y las garantías económicas eran usualmente suspendidas, pero aún así, se desarrolló una infraestructura industrial y del agro importante, una buena parte de las empresas del estado tuvieron éxito en el sentido que redujeron su dependencia de los subsidios del gobierno.
La política petrolera fue llevada con éxito y el sector creció sin problemas lo que se tradujo en un aumento de la clase media, reducción de la pobreza, pero se acentuó el problema de un estado rico y sin control efectivo de su gestión, lo que alimentó la corrupción y la ineficiencia de los servicios que prestaba el estado, sobre todo en la educación, donde se coronaron éxitos en la educación superior, pero la formación ciudadana fue un completo fracaso.
La mentalidad socialista de dirigentes y pueblo sobre la creencia de un estado fuerte y centralista como necesidad para aplicar una justicia social a las masas, basado en un esquema redistributivo de la riqueza petrolera, empezaron a vérsele las costuras cuando las diferencias de ingreso se hicieron groseras, al punto, que permitió la existencia y el desarrollo de una izquierda radical que veía las condiciones propicias para una revolución.
Debo observar que uno de los principales vicios de esta fase socialista de nuestra historia, y que deviene por la manera centralizada del poder, fue la injerencia política en la administración de justicia, fue un daño tan grave en la estructura institucional del estado, que hasta el día de hoy parece irrecuperable.
En cuanto a la institución militar, se permitió que fuera infiltrada por elementos subversivos, especialmente comunistas enemigos de la república, y como este componente estaba lejos del escrutinio civil, el contagio prosperó sin que se encendieran alarmas ni se aplicaran correctivos, la ideología socialista y la militarista se mezclaron en un peligroso coctel y era cuestión de tiempo antes de que se convirtiera en una amenaza real.
Como corolario, lo más positivo de la Generación Socialista fue la instauración de la democracia en nuestro país, a estas generaciones socialistas en las cuales nací, crecí y fui educado, el poder político fue celosamente guardado por las generación que combatió la dictadura y no le quiso entregar el testigo a la nuestra, que fue educada en la ideología socialista cuyo fin primordial era el enaltecimiento del pobre, la construcción de un estado bienestar y el resentimiento colonial hacia el Imperio, olvidándonos de lo que verdaderamente era importante, como construir una economía productiva, eficiente, de libre mercado, conformada por ciudadanos realmente libres y republicanos.
La siembra del socialismo en las mentes de mi generación y la que nos seguía, daría como resultado la incapacidad de hacerle frente a la revolución bolivariana, principalmente porque el discurso era muy parecido, el objetivo de la “justicia social” era el mismo, pero los medios revolucionarios no escatimaron en brutalidad y violencia.
En próximos artículos analizaremos lo que podemos esperar para las próximas generaciones de venezolanos si continuamos alimentando la manera socialista de entender el mundo, que considero ha sido nuestra perdición, y alerto, nuestra oposición democrática sigue siendo fundamentalmente de izquierda, y quienes posiblemente sean el relevo en el gobierno, siguen siendo socialistas y de un atraso ideológico que dan ganas de llorar.    -   saulgodoy@gmail.com















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