sábado, 4 de junio de 2016

La mentira del marxismo


Los que se dicen marxistas, o están locos o son unos embaucadores, como no los he visto en actos de coprofagia, tal como hacen los locos, asumo que son unos estafadores cuyas víctimas son por lo general los que menos tienen, lo que los hace aún más despreciables.
Una buena parte del pueblo de Venezuela ha sido timado en su buena fe por estos socialistas rojos rojitos que les prometieron soluciones a sus problemas y lo que le han dado es más miseria y muerte, los medios de comunicación del Estado, que los marxistas tienen secuestrados para vender su mentira, sigue enseñando a hombres y mujeres que apoyan el ideario del máximo líder de la revolución, siempre eufóricos y contentos de participar en el circo de la revolución, esas personas reciben dinero y prebendas por lo que hacen, cuando no están obligados para no perder sus puestos de trabajo en la administración pública, en cualquier caso están siendo pagados por hacer propaganda, algunos de ellos, los más altos funcionarios, viviendo como sátrapas orientales en medio de la miseria colectiva, explotando al pueblo.
Chávez trabajó muy duro para tener a las Fuerzas Armadas de su lado, todos esos oficiales y jóvenes de la tropa que hoy actúan como carceleros y torturadores de su propio pueblo es producto de la gran mascarada del socialismo del siglo XXI, mientras sus familias viven en la ignominiosa realidad, en los barrios y pueblos donde impera la ley del hampa y donde la escasez es la norma de vida, ellos, nuestros soldados viven de la ilusión y la promesa de riquezas y poder si obedecen ciegamente al líder revolucionario.
Luis Racionero, el filósofo catalán, se preguntaba al constatar que la visión marxista del mundo era de las más primitivas y desubicadas doctrinas políticas: “¿Cómo se puede ser materialista cuándo la teoría cuántica a desmaterializado la materia? Su psicología es prefreudiana, su teoría económica es ricardiana y por lo mismo superada después por Keynes. Su lógica es hegeliana, superada por el positivismo lógico, por Russell y Wittgenstein. Por último, Marx proclamó que la dictadura del proletariado sería una etapa conducente a la sociedad sin clases. Véase Rusia.”

Los marxistas, estudiosos y científicos como se pretenden, están royendo el hueso de una entelequia hace mucho superada. Se dicen progresistas y que son los grandes constructores del futuro, pero arrastran un bagaje muerto y equivocado concebido en el siglo XIX, que los obliga a constantemente a estar reescribiendo la historia, tal como lo hacían los bolcheviques, eliminando personajes y hechos, desapareciendo estatuas y fotografías, quemando documentos y archivos, cambiando nombres, cambiando los nombres de ciudades e instituciones.
Al comunista le encanta adivinar el futuro utilizando las cartas marcadas que heredaron del viejo Marx, con el truco de la dialéctica y el historicismo, creen que la dinámica social y la historia son
esclavas de una lucha de clases que solo existe en sus fantasías onanistas, donde ricos y pobres se traban en sangrientas batallas para finalmente, de todos los tipos humanos que existen, sea el obrero el triunfador, el que proclamará la igualdad, la fraternidad y finalmente abolirá al Estado e impondrá el comunismo como forma de vida para que todos seamos felices por siempre… pura
basura.
El corazón de la mentira marxista radica en su errada concepción del hombre, de profundas raíces rousseaunianas, Rousseau creía que la razón corrompía al hombre, que la cultura, la tecnología, la producción de la riqueza, la consecución de los lujos y los placeres engendraba el egocentrismo, la civilización estaba hecha para poner al hombre a competir en la obtención de estos placeres, la cultura, las artes y las ciencias no eran sino cadenas que le robaban su verdadera naturaleza, que era esencialmente compasiva, colaboradora, el estado original del hombre era el de un ser simple, autónomo, autosuficiente, la civilización lo que trajo fue corrupción.
Según Rousseau el hombre debe, por medio de la revolución rescatar, en lo posible ese estado de gracia natural que lo constituye, y es la pasión, no la razón, la que debe determinar la dirección de sus impulsos, que conjuntamente con la creencia religiosa, debe apuntar hacia el colectivismo y la voluntad general, que era según Rousseau, la única manera de anular los apetitos egoístas del individualismo.
Juan Jacobo Rousseau
No había que permitirle al corruptor egoísmo expresarse en el nuevo estado, el que no estuviera en línea con la voluntad general debía obligarlo el estado: “Quien se negara a obedecer a la voluntad general será forzado a hacerlo por todo el cuerpo social, lo que significa será forzado a ser libre” y bajo esta premisa, si los líderes de la sociedad deciden que uno debe morir, así se hará.
No en vano las ideas de Rousseau fueron claves en el movimiento jacobino de la Revolución Francesa, sobre todo cuando se tornó más sangriento.
Pero es la ejecutoria económica, en el trabajo productivo donde las ideas de Rousseau se hacen absolutamente socialistas, trabajar, producir para el cuerpo social debe brotar como una iniciativa natural del hombre, y su único emolumento debería ser el deber cumplido, lo que se traduce en la falta de un incentivo para la vida, según la prédica marxista todos deben producir de acuerdo a sus habilidades y recibir de acuerdo a sus necesidades, pero entonces nos hacemos la pregunta ¿Para qué esforzarnos? Si ya tenemos todas nuestras necesidades atendidas por el Estado ¿Para qué cumplir con el horario? 
La puja tradicional del socialismo es por transformar al hombre, cambiar la sociedad de modo de erradicar todo egoísmo e intereses individuales, reemplazar los incentivos materiales por los morales, entre ellos “trabajar por amor”, obedecer al Estado por “conciencia revolucionaria”.
Y cuando todo esto falla, la práctica marxista aconseja el terror, la violencia y la represión.
Ya desde hace mucho tiempo autores como Tchernykeaky y Kropotkin anunciaron que el egoísmo o la consecución del placer es el verdadero impulso de nuestros actos ¿Por qué torcer la naturaleza humana en aras de una solidaridad obligada?
Los comunistas no dudan un instante en aplicar sus leyes e ideología utilizando la fuerza o cualquier medio coactivo a su disposición, el gobierno de Nicolás Maduro está utilizando el hambre del pueblo como herramienta política; por medio de organizaciones que se desprenden de las comunas, canalizan los alimentos, los productos de la dieta básica sólo son vendidos a aquellas personas que se dobleguen a su dominio, o firmas apoyándolos, o no comes, esa es la ley de hierro en Venezuela, y lo hacen sin medias tintas y a la vista de todos.
Venezuela como país y cultura, fue demolido en 17 años por las fuerzas del marxismo y llevado a la barbarie que hoy en día exhibe por la propaganda comunista como si se tratara de un logro, prevalecen las nociones de haber sido “liberado”, de que existe patria, así estén ausentes los elementos más básicos de la civilización humana, el hombre y la mujer venezolanos han sido reducidos a la categoría de bestias de carga, se ha esclavizado a todo un pueblo en aras de una visión humana totalmente equivocada y cruel.
La gran pregunta es ¿Cómo es posible que una nación, en democracia y con una constitución que presume de ser la mejor del mundo, haya permitido tal degradación? ¿Cómo pudo una comunidad de naciones, presuntamente libertarias y con espíritu humanista haber permitido, o peor aún, coadyuvado a tal degradación?
El marxismo es una ideología que solo prospera en la ignorancia de los pueblos, Venezuela ha demostrado con creces que lo que necesita son luces, educación y ética del trabajo, una carencia que tenemos 200 largos años tratando de corregir pero que, por culpa de algunos manganzones que llegan al poder, no les interesa que el pueblo vean con sus propios ojos ni ande con sus propios pies, esa es la historia que tenemos que cambiar.  –
    saulgodoy@gmail.com


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