viernes, 29 de julio de 2016

Paul Bowles y el fantástico Marruecos


Este artículo tenía planificado escribirlo mucho más adelante, pero sucedió que uno de mis perros, un cachorro de nombre Euro, se empezó a comer el libro de cuentos de Bowles, Cien camellos en el patio, y lo dejó en tal estado que tuve que hacer un trabajo de rescate para poder usarlo, y decidí que el momento de escribir un artículo sobre este magnífico autor había llegado, busqué el material que tenía sobre la vida literaria en Marruecos y me hice de esa curiosa biografía que nos dejó el autor sobre su vida, Memorias de un Nómada (Without stopping, 1972) y me senté frente al teclado.
Paul Bowles (1910-1999) fue un finísimo cuentista y un músico de valía, ambas carreras, la de literato y compositor lo llevaron a ver mundo en un momento en que EEUU consolidaba su estatus de potencia global luego de la Segunda Guerra Mundial, y ver mundo como pocos norteamericanos lo hicieron en su época, entre amigos, amantes, colegas, mecenas y protegidos entre los cuales estaba una camada de escritores nativos de Marruecos, incluyendo a Mohamed Chukri, uno de los escritores árabes más importantes del mundo.
Bowles tuvo la oportunidad de codearse con la crema y nata de la intelectualidad de su época tanto en su nativa New York como en París, México, Ceilán, Berlín y Marruecos.
52 años de su vida los pasó en Tánger, donde murió, y fue la referencia obligada de todo artista que buscaba la vida alocada y libre del paraíso norafricano, porque Marruecos se convirtió en una meca de artistas mundiales que iban a destaparse en orgías y fiestas, que buscaban ese lugar barato, bello y libertino que permitía todas las experiencias extremas que el mundo les negaba en otros lados.
Se iban de vacaciones, a curar sus despechos, buscando inspiración para sus obras, huyendo de la justicia, era el destino final de todo espía, ladrón internacional, traficante de armas, homosexuales, mujeres y hombres, que buscaba el desenfreno a sus apetitos, con abundante droga y alcohol, con una larga lista de gente bella y famosa que recalaban en aquellas maravillosas playas frente a España.
Parte de Marruecos estuvo administrado por  8 países en una Zona Internacional de 1925 a 1956, una coalición multicultural que se manejó durante la Segunda Guerra Mundial, donde se jugó duro la Guerra Fría y se sintieron los movimientos de liberación anticolonialistas, el Rey Hassan II de Marruecos gobernó desde 1966 hasta su muerte en 1999 dejando tras de sí un país consolidado e independiente, Paul Bowles tuvo un papel fundamental en explicarle a occidente las luchas y los ideales de muchos de estos pueblos, Argel, El Congo, La India fueron algunas de esas experiencias postcoloniales que registró Bowles para la prensa occidental.
Trabajando con Aaron Copland
Bowles estudió música en la Universidad de Virginia pero no soportó la rutina y decidió escaparse y se fue a vivir a París donde conoció a Gertrude Stein, quien lo hizo miembro de su círculo de amistades, allí conoció a los más grandes representantes del modernismo incluyendo a Pound, Cocteau, Guide, Picasso, en Berlín conoce a los escritores ingleses Christopher Isherwood y Stephen Spender, en Holanda tuvo la oportunidad de compartir con Krishnameurti, fue Gertrude Stein quien lo convidó junto con Aaron Copland para que la acompañara en sus vacaciones de verano a Tánger, fue amor a primera vista, corría el año de 1931.
Hay una transmutación en Bowles que fue muy interesante y fue su paso de músico a escritor, luego de su estadía en Europa y África, vuelve Bowles a New York a terminar con su formación musical e incursiona con éxito haciendo música para el teatro y cuando hablo de éxito es que le comisionan grandes trabajos sobre todo personalidades ya reconocidas en Broadway como Orson Wells, Joseph Losey, William Saroyan y Tennessee Williams, compone junto a Copland y Virgil Thompson una serie de piezas para operas, música de cámara y arreglos para orquestas, durante los próximos diez años vivió de su música y muy bien, pero la vida en New York lo hastiaban, de modo que decidió hacer dinero con la música para comprar su fuga hacia Ceilán y Marruecos, llegando a un punto donde no le resultó difícil dejar su carrera como compositor, para dedicarse de lleno a su vida como escritor.
Con Bourroughs, Ginsberg y el clan de la beat generation
De ese primer viaje a Marruecos y de sus recorridos por el desierto de Sahara en Argelia, cuando todavía eran colonias francesas, Bowles se trajo el material para escribir su primera y más famosa novela The Sheltering Sky (El cielo protector, 1949) que fue un gran éxito de librerías gracias a su exótico entorno y la tragedia de sus personajes, la critica la recibió con expectativas diciendo que eran sus personajes secundarios, prostitutas, chulos, guardias de frontera lo que mejor resaltaban de su paisaje humano, la novela es una galería de seres humanos traumados por la violencia y el abuso (la película la realizó Bernardo Bertolucci).
Y es que la violencia es una constante en la obra de Bowles, una de sus mejores obras The delicated prey, es un catálogo de agresiones físicas y psicológicas contra personas inocentes a lo que Bowles respondió en una entrevista: “La violencia sirve propósitos terapéuticos. Es verdaderamente preocupante que en cualquier momento de nuestras vidas se encienda la llama de una violencia sin sentido. Pero sucede, y la gente debería estar preparada para ello… estoy convencido que nuestra vida está construida en torno a la violencia, que toda la estructura de lo que llamamos civilización, que costó levantarla tantos siglos, puede colapsar en cualquier momento, todo lo que escribo está afectada por esa visión. El proceso de la vida presupone la violencia. Solo el hombre goza con la idea de la destrucción.
Escribió otras dos novelas, Let it come down (Deja que se venga abajo, 1952) sobre la degradación de un americano en medio de la cultura extraña de Tanger, experiencias que Bowles conocía de primera mano, y La casa de la araña (1955), su primera novela con trasfondo político, donde confronta el nacionalismo contra el colonialismo.
Bowles y su esposa Jane
Pero son sus cuentos, sus notas de viajes y el periodismo lo que hacen a Bowles un nombre popular en los círculos intelectuales, muy pronto se convierte en la figura del expatriado en tierras lejanas, del artista buscando su llamado de las musas entre las arenas del desierto, justo cuando Tánger se convierte en el lugar favorito de hippies, artistas y turistas.
Lejanos estaban los días de las rumbosas fiestas que daba la multimillonaria Bárbara Hutton en Tánger, fiestas que duraban días y que hacía en varias residencias suyas, en su mansión con orquestas cubanas, a las afueras de la ciudad con beduinos de piel azul y campamentos de tiendas con camellos y fogatas, en sus otras villas con espectáculos de gitanos que se traía de Granada, con orquestas de swing al lado de la playa donde el licor y la comida llegaban de todos lados del mundo, para delicia de sus invitados de Hollywood, Manhattan, París y Londres.
Lejos estaban las extravagancias del rey Mohamed V con sus suntuosos palacios, su colección de autos de lujos, helicópteros, aviones, sus ejecuciones públicas y matanzas de sus enemigos políticos en medio de grandes pogromos.
La Tánger luminosa, tranquila, con sus mercados de especies, con su medina y su sócalo, con su aromático Kiff empieza una transformación importante desde finales de los cincuenta cuando empieza a ser buscado por aventureros y perdedores, Bowles se convierte de facto en el hombre que hay que ver para pasar un buen rato en Tanger, y para allá viajan Truman Capote, Gore Vidal, la banda de los Beats encabezada por Burroughs, Ginsberg, Corso, multimillonarias como Peggy Guggenheim, artistas de la talla de Mike Jagger, rápidamente se convierte en un entrevistado de lujo para revistas como Rolling Stone, Vanity Fair, Bowles se hace un ícono cultural.
Casado con Jane Auer en 1938 se convirtieron en una de las parejas más controversiales del mundo de los ricos y famosos, ambos eran homosexuales y siguieron siéndolo durante todo el matrimonio, pero eran pareja, se entendían, convivían y eran ambos creadores, el más que ella, pero aún, Jane tuvo una carrera como escritora que es positivamente valorada hoy en día, su vida personal fue un desastre, alcoholica con tendencias ninfomaníacas terminó teniendo una relación con una mujer Marroquí que según versiones, fue la causante de su muerte por envenenamiento, tuvo una larga agonía de 16 años durante los cuales Paul nunca la abandonó.
Durante los años de 1959 a 1961 con el financiamiento de la Fundación Rockefeller, Bowles realizó uno de los trabajos de etno-música más importantes para la Biblioteca del Congreso Norteamericano, recogiendo en campo grabaciones de la variada música en el norte de África, haciendo un trabajo de catalogación considerado de los más completos del mundo.
Y volviendo a los cuentos que mi perro tanto disfrutó, Cien camellos en el patio, fue una recopilación de cuentos donde el consumo de kif, una especie de picadura de marihuana y tabaco negro, muy popular en Marruecos junto a la mermelada de Majoun, también hecha de cannabis, son los elementos que integran la cotidianidad de los personajes de estas historias, donde queda claramente manifestado el genio de Bowles como cuentista, y su ojo clínico al momento de recoger los rasgos culturales de esa multiplicidad de etnias que conforman a Marruecos.
Bowles no es para todo el mundo, pero es sin duda un narrador de primera categoría.  -  saulgodoy@gmail.com







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