martes, 23 de agosto de 2016

El derecho a portar armas

Los gringos se toman muy en serio este derecho que les viene de las guerras de independencia y  que fue gracias a que el pueblo mantenía sus armas en sus  hogares y las utilizaba regularmente,  como herramienta de trabajo y diversión (deporte), que tuvieron como iniciar ese gran movimiento de milicias, organizado por los padres de la patria y con el que pudieron enfrentar exitosamente al ejercito colonialista británico.
El poder colonial en aras de contrarrestar la abundancia de armas en manos de la población civil las prohibió, pero fue en vano, las armas son parte de los enseres regulares de cualquier hogar norteamericano desde el principio de su historia y quedó como garantía constitucional el legítimo derecho de portarlas o tenerlas.
También fue una industria pujante, de las primeras industrias metalmecánicas y de precisión que se desarrollaron gracias al extensivo mercado del que disfrutaba y se debe a ello y al espíritu innovador que los EEUU fue siempre autosuficiente en su suministro de armamentos y municiones, al punto de convertirse en un gran exportador.
Durante el tiempo que viví en USA me di cuenta que tener un arma es parte del rito de iniciación de cualquier adolecente, un rifle de aire o de un calibre menor para la práctica de la cacería o del tiro al blanco, eran y son comunes entre los regalos de navidad para los jóvenes de la familia, esto, apoyado por la costumbre de hacer vida en los bosques y montañas (camping), y es algo que se lo toman en serio, entrenan a los muchachos y los hacen ser responsables de sus armas, de sus usos, resguardo y mantenimiento, y de hecho, las leyes que regulan su adquisición y tenencia son estrictas en su cumplimiento.
Tampoco obviemos que el pueblo norteamericano es un país de guerreros, desde el inicio de su historia se han visto involucrados en guerras y conflictos armados, su sociedad sostiene una institución militar considerada como de las mejores del mundo tanto en alcance como en eficiencia, la cantidad, variedad y calidad de sus armamentos son fiel reflejo de una poderosa industria que ha crecido a la vera de las necesidades de esta y otras instituciones como la policial.
Y para nadie es un secreto que la sociedad norteamericana tiene su vena de violencia que se manifiesta en la actividad criminal, en la resolución de conflictos por la vía de las armas y en el uso inapropiado que tienen las armas en personas con problemas mentales y de compor

tamiento, la vida civil y urbana no está exenta de estos episodios pero que si son bien medidos, resultan recurrencias normales en sus estadísticas y comparándolas con otros países, tampoco son las peores.
Por ejemplo nuestro caso, Venezuela es un país que comparativamente, y salvando las distancias y magnitudes, presenta un porcentaje mucho mayor de usos ilegales de armas de fuego que los EEUU, de hecho, a pesar que el porte de armas está controlado en nuestro país, la suma de las muertes violentas producidas por armas de fuego superan con creces a los de USA, no en vano estamos ocupando la desagradable distinción de ser el país más violento del mundo.
La gente en general, se queja de la existencia de las armas de fuego como causante principal de la violencia social, en nuestro país el gobierno ha hecho correr la especie que uno de las principales fuentes de armas para la delincuencia, es el robo de las armas legalmente tenidas por los ciudadanos, y como causa de las muertes de los ciudadanos en manos del hampa, argumentan, se debe a que no saben usarlas en el momento de defenderse, ambas asunciones son falsas y es una manera que tiene el gobierno y quienes no gustan de que los ciudadanos tengamos acceso a las armas, de desmeritar su uso y porte.
Con la incidencia de episodios de terrorismo en las sociedades occidentales, es prácticamente imposible pretender que las fuerzas del orden público resguarden en todo momento y lugar a la ciudadanía, que como hemos vistos en los últimos sucesos en Europa y los EEUU, la gente pareciera blancos estáticos esperando ser eliminados por los agresores,
Si en el lamentable episodio de la discoteca gay en Orlando, Florida, uno de los concurrentes hubiera tenido un arma con la cual repeler el ataque del desquiciado que disparaba a mansalva, muchas vidas se hubieran salvado, igual en el episodio del conductor enloquecido en Niza, en Francia, si alguien del público hubiera estado armado y hubiera disparado en contra del asesino muchas hubieran sido las vidas que se hubieran salvado.
El patrón es claro, la gente influenciada por la propaganda pacifista y por las intenciones de los gobiernos de retirar las armas del alcance de sus ciudadanos, prohíben su tenencia, cuando no hace del porte de armas una gestión engorrosa de cumplir, para prevalecer como el único garante de la seguridad, cuando saben que es imposible para las fuerzas policiales estar en todas parte, todo el tiempo, que durante el período de respuesta de las autoridades  a una llamada de emergencia, habrá importantes bajas dentro de la población civil y que prácticamente no se dan abasto para proteger a la ciudadanía ante casos de ataques terroristas, que justamente buscan la sorpresa y la máxima indefensión del público para causar el mayor número de víctimas posibles.
Según Hobbes, la pasión humana más fuerte y el imperativo moral más poderoso de la ley de la naturaleza es la conservación de la propia existencia. Es por ello que los que creemos en el ideario y las doctrinas de la derecha, tenemos como norma supra-constitucional, el derecho que otorga la naturaleza a cada hombre de preservar su propia existencia, utilizando cualesquiera medios considerados necesarios para conservarla. 
De esta situación extrema deviene la única fuente real de legitimación del Estado que es su capacidad de proteger y conservar esos derechos vitales. Si el hombre aceptó vivir en un Estado de Derecho, fue porque según el Pacto Social, todos los ciudadanos, sin excepción, obedeceríamos las leyes y el gobierno se comprometía en hacerlas respetar. Pero desde el momento en que un gobierno no puede, o peor, no quiere honrar ese pacto social, pierde su legitimidad y los ciudadanos tienen el derecho de rebelarse (Locke dixi).
Un gobierno que promueve el crimen y la violencia, que patrocina la supremacía de un grupo social sobre otro, que castiga, discrimina, aísla y trata de exterminar a una parte de la población, simplemente está promoviendo la guerra civil. Esta situación que se ha repetido en varios países, en diferentes épocas de la historia, dio lugar a que los políticos de la derecha promovieran, dentro de sus textos constitucionales, el derecho que tiene todo ciudadano a portar armas y hacer uso de ellas cuando el Estado no pudiere brindar la protección necesaria a los bienes y la vida de sus ciudadanos, o cuando el gobierno se convierte en tiranía y pretende acabar con la libertad y la vida de sus propios ciudadanos.
El derecho a portar armas no es una concesión graciosa del Estado, es el deber de cada ciudadano de proporcionarse de manera responsable y suficiente el poder de fuego necesario para repeler las agresiones, provengan de donde provengan, el Estado está en la obligación de registrar las armas y expedirle el porte de ley requerido.
El gobierno comunista de Maduro está llevando a cabo una sospechosa política de desarme de la oposición, con el solo fin de dejarnos inermes ante el ataque de sectores adeptos al gobierno, que sí tienen un poder de fuego desproporcionado e ilegal, y ahora con las milicias revolucionarias creadas fuera de la constitución para defender al régimen y como instrumento de coerción en contra de la ciudadanía.
Es absurdo, en medio de una de las peores crisis delictivas del país, que los ciudadanos que detentan armas las entreguen para que las autoridades competentes las retengan bajo excusas burocráticas, o simplemente las destruyan, o peor las canalicen hacia el hampa.
La cantidad de muertos que se producen diariamente en nuestro país por la actividad criminal, y que ya es equivalente a un conflicto interno de baja intensidad, es porque las fuerzas de orden público, no pueden o no quieren hacerle frente a la situación de manera profesional y efectiva, y esa situación es motivo de alarma en el ciudadano consciente. Es más fácil conseguir un arma en una cárcel que solicitarla por medios regulares.
Esta situación de violencia pública ha provocado que los órganos de seguridad se excedan en sus funciones y se haya incrementado la violación de los derechos humanos, ya es un hecho que la pena de muerte en nuestro país está vigente por medio de las infames OLP que es un acrónimo para grupos de exterminio sumario.
 Los responsables de este caos, se encuentran ocupando cargos públicos, están cobrando un sueldo y no están haciendo su trabajo, al contrario, ocultan cifras, distorsionan realidades, culpan a los medios de comunicación y desarman a los que no tienen que desarmar, en el ínterin el crimen organizado se enquista en la administración pública.
Esas políticas erradas y sin sentido lo que hacen es aumentar el tráfico ilícito de armas, la desaparición de armamento y explosivos en manos del Estado para ser comercializadas en el mercado negro genera una gran desconfianza en las verdaderas intenciones del gobierno castrocomunista de Maduro que prefiere el caos, al orden.
Es cierto que donde hay armas hay posibilidades de que ocurran accidentes no deseados y mortales, es cierto que quien no sabe utilizar un arma no debería tenerla, es cierto que hay personas que sufren de problemas graves de comportamiento o son presas de momentos de descontrol y que hacen un mal uso de sus armas, pero de allí a pretender desarmar a toda la población hay un largo trecho, pretender prohibir las armas porque son instrumentos de la muerte solo están viendo una parte de la película, estoy seguro que un buen padre de familia responsable, preferiría tener un arma para su defensa y la de los suyos en caso de extremo peligro, que tener que enfrentar a la amenaza desarmado y a merced del poder de fuego del otro agresor.
El chavismo es una fuerza política cobarde y esclavista, le gusta que sus víctimas se encuentren desarmadas para poder violarlas a gusto, y esta experiencia vivida debe hacernos recapacitar, no puede la gran mayoría del país estar desarmado, mientras los que supuestamente tienen las armas para defendernos se alían con quienes quieren exterminarnos, las armas de la República pertenecen al pueblo, no a los militares que quieren jugar a políticos y mas deleznable aún, a políticos chavistas.      –     saulgodoy@gmail.com




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