domingo, 18 de septiembre de 2016

El totalitarismo chavista


Pretendo demostrar con este artículo como el chavismo, o el socialismo del siglo XXI o la mentada Revolución Bolivariana, que para todos los efectos es la misma cosa, se ha convertido en la expresión más lamentable y peligrosa de esa ideología salvaje y destructora que es el totalitarismo, y la intención en descubrir para ustedes esta realidad es para que no se confundan, y piensen que los venezolanos libres, plurales y democráticos podemos convivir con esta manifestación de la maldad más pura y ciega que existe.
El chavismo es muerte y para allá se dirige, por lo que hay que acabar con esa ideología lo antes posible, y hacerlo, es un acto heroico y humanitario ya que como bien dice el historiador Eric Voeguelin, el totalitarismo no pretende cambiar la naturaleza humana, sino destruirla.

Antecedentes del totalitarismo
Hay autores que identifican los orígenes del totalitarismo en la forma de gobierno que asumieron los espartanos, una doctrina militarista colectivista donde las mujeres, los hijos, las bestias, todo pertenecía a la comunidad hecha estado en permanente estado de movilización.
Platón recoge en su obra La República, esta idea de estado absoluto y lo eleva como la mejor forma de organización de la sociedad, y lo expresa de ésta manera: “De todos los principios, el más importante es que nadie, ya sea hombre o mujer, ha de carecer de un jefe.  Tampoco debe acostumbrarse el espíritu de nadie a permitirse obrar siguiendo su propia iniciativa, ya sea en el trabajo o en el placer.  Lejos de ello, así en la guerra como en la paz, todo ciudadano deberá fijar la vista en su jefe, siguiéndolo fielmente y aún en los asuntos más triviales deberá mantenerse bajo su mando. Así, por ejemplo, deberá levantarse, moverse, lavarse o comer… sólo si se le hubiere ordenado hacerlo… en una palabra, deberá enseñarle a su alma, por medio del hábito largamente practicado, a no soñar nunca con actuar con independencia y a tornarse totalmente incapaz de ello.  En esta forma la vida de todos transcurrirá en una comunidad total.”
Es interesante destacar que el totalitarismo y sus adeptos hacen un punto de honor, para justificar la imposición de su sistema a la sociedad, el tema de la justicia, a decir de Platón, reemplazar el egoísmo y la discordia civil por la harmonía, una muy interesada tesis donde el patrón fundamental es el interés del estado. Todo aquello que favorezca al estado será bueno, virtuoso y justo; todo aquello que lo amenace será malo, perverso e injusto, su interés fundamental es hacerle la vida fácil a la clase gobernante.
El totalitarismo tuvo un importante repunte en la modernidad, éste renacimiento de las tesis totalitarias tiene sus antecedentes en formas de gobiernos absolutistas entre las que se distinguen las dictaduras y el imperialismo, conjuntamente  con prácticas de discriminación social tales como el antisemitismo y el racismo, por ejemplo, el sistema de dominio y explotación que instauró el príncipe Leopoldo sobre el Congo belga, fue una temprana muestra de lo que vendría, al igual que las distintas manifestaciones de persecución y exclusión social que se practicó por algunos gobiernos en contra de algunas minorías, como los judíos en Europa a principios del siglo XX.
El hecho de que un gobierno en términos del interés nacional, pudiera desarrollar métodos, leyes y argumentos para disponer sobre la vida de una parte de la población a la que considera “dispensable”, aplicarle restricciones y en algunos casos exterminarla, llevó a ciertos gobiernos, principalmente de corte militarista, a profundizar estas prácticas pero ya ejerciéndola sobre la población general, que consistía principalmente en la utilización del terror como herramienta de control social.
Fue sin duda el nacionalsocialismo alemán y la figura de su líder Adolfo Hitler la tendencia política llamada a desarrollar el totalitarismo en su forma más acabada, seguida muy de cerca por el totalitarismo estalinista en Rusia; aunque diferentes en actores, cultura y tiempos, ambos totalitarismos comparten semejanzas que sólo son obvias una vez que se conocen los mecanismos que lo mueven.
El totalitarismo está asentado sobre un discurso de principios y valores que elevan a grado sumo elementos raciales, del suelo (territoriales), patrióticos, de un pueblo como expresión cultural y de poder que sólo responde ante la divinidad, con un liderazgo que no puede ser discutido, al contrario, debe ser reverenciado como infalible y que obedece a unos máximas morales y éticas que lo sitúan por sobre cualquier otra visión del mundo, lo que hace que su ideología sea incontestable y que no acepta contradicciones.
Esta condición, de creer en su superioridad física y moral lo llevan a imponer su credo al mundo, su espíritu de dominio y control no detiene en sus fronteras sino que busca, como misión de vida y obligación histórica, la conquista liberadora de los demás pueblos del orbe, de allí su peligro para la paz y la estabilidad internacional, de allí el milenarismo y finalmente encarnar la voluntad del pueblo, su soberanía y su identidad.

El uso encubierto de la violencia
Mi primera hipótesis es que el chavismo como forma de totalitarismo, se ha venido desarrollando desde hace 18 años imponiéndole a Venezuela lo que la experta en totalitarismo, la historiadora y filósofa Hannah Arendt, describía como un “anillo de hierro”, que no es otra cosa que un pliego normativo autoritario, impuesto por las armas, que constriñe las libertades ciudadanas y obligaba a las personas a ser cada vez más dependientes del estado.
El chavismo como forma totalitaria de gobierno ya está desembocando en su fase última, que se reconoce por su actividad de exterminio de lo que considera, “sobrantes” de la población, la diferencia con el totalitarismo tradicional es que no hay campos de exterminios (aunque alguna cárcel venezolana pudiera coincidir con algunos de estos lugares), pero sí hay un programa en ejecución.
El uso de las policías y los operativos de exterminios (búsqueda y destrucción) de supuestos criminales en las barriadas de las principales ciudades del país, conocidos como OLP, que se traduce en la aplicación extrajudicial de la pena de muerte es una de sus facetas.
Otra modalidad consiste en la actividad que despliegan los bien llamados colectivos armados, que no son otra cosa que grupos de violentos bajo la fachada de movimientos políticos que apoyan a la revolución, que atacan a la población por órdenes del gobierno y con total impunidad (muchas veces con el apoyo abierto de las autoridades), aunque su función primordial es generar miedo entre la población opositora al régimen, sus acciones en contra de manifestaciones pacíficas de protestas han tenido su cuota de bajas.
La otra cara del programa de exterminio lo realiza con la ayuda del hampa común, bandas de delincuentes que operan desde las cárceles o en los barrios a quienes el gobierno ofrece territorios, armas y privilegios (zonas de paz), a cambio de que les mantengan el orden político en esos sectores.
La actividad de estos grupos en conjunto ha producido en los últimos tres años una inmensa cantidad de víctimas que el gobierno trata de confundirlas con las cifras negras policiales como bajas en la lucha contra el delito, pero en realidad son cifras amañadas que ocultan un proceso de limpieza de indeseables para el régimen.
Pero el grueso del exterminio se encuentra en las cifras de muertes por desahucio, de personas que no reciben la atención médica necesaria en el momento oportuno, de niños y ancianos que mueren por enfermedades contagiosas endógenas, infecciones hospitalarias y por desnutrición.
Esta enorme cifra de venezolanos exterminados por la inoperancia del gobierno, por la negación a prestarle a la población los más básicos requerimientos de salud para el sostén de la vida, solo se explica, bajo el esquema, o de que están recibiendo órdenes desde Cuba para causar una sensible reducción de la población autóctona venezolana con fines de un futuro repoblamiento del territorio con nacionales cubanos, o con una drástica reducción de los presupuestos de atención a la alimentación y a la salud, para que dichos montos de dinero sean desviados a las arcas de La Habana para atender las necesidades de ese gobierno.
El asunto es que el gobierno chavista está destruyendo su base poblacional de la que derivaba su apoyo electoral, pues son los sectores más vulnerables de la población, los pobres, los que engrosan estas espeluznantes estadísticas genocidas, no son los “escuálidos” o la clase media donde se encuentra la verdadera fuerza opositora al régimen, lo cual hace suponer que ya al gobierno no le importa contar con el apoyo popular pues piensa que puede mantenerse en el poder sin pueblo, sin elecciones, sólo con la fuerza de la violencia.
Esta limpieza poblacional tiene otro sentido dentro de la estrategia totalitaria, sembrar el miedo entre los que quedan vivos, sólo aquellos que estén de lado de los genocidas del gobierno recibirán los servicios y los alimentos que necesitan para sobrevivir, éste es un mecanismo de biopolítica suficientemente estudiado por expertos de todo el mundo, y consiste en el racionamiento de estos insumos por medio de listas, tarjetas o mecanismos como los CLAP, que son las organizaciones populares que hacen registro y control de la población que le son fieles al gobierno y a las que premian, entre otras cosas, con bolsas de alimentos cada cierto tiempo.
Para el chavismo todo aquel habitante que no le sea útil a la revolución, y exigen total entrega a sus adeptos, son superfluos y por lo tanto deben o irse del país, ser destruidos o aceptar en silencio el yugo, la filosofía del nuevo hombre y del pensamiento único exigen uniformidad, no puede haber variedad ni otros puntos de vista que no sea los que dicte la revolución.
La gran cantidad de presos políticos que exhibe el régimen, su constante bulling hacia los sectores de la oposición, no sólo son indicativos de su propia inseguridad ideológica sino de un desprecio supino por la confrontación de ideas, por el debate y fundamentalmente, por el miedo que le tienen al diálogo verdadero, ese que se produce entre iguales y donde solo triunfa la razón, donde es posible la negociación y los entendimientos; en el totalitarismo eso es imposible que suceda.
Como les decía, cuando un gobierno totalitario se encuentra en esta fase, es porque es la última etapa de su desarrollo, a partir de este momento el aparato totalitario funciona como estado policial a lo interno y como amenaza militar a lo externo, si bien el gobierno chavista no puede en este momento, por causas económicas, expandirse como lo hizo con el gobierno de Hugo Chávez a otro países para fomentar la ideología totalitaria, hay que estar atentos pues su voracidad territorial y poblacional no se extingue, sino que queda latente, esperando mejores tiempos.
Tratar de dialogar o entrar en razón con personas imbuidas en este marco mental es una tarea imposible, como creen en la superioridad moral de sus acciones por más torcidas y criminales que sean, siempre están convencidas que hacen el bien, enceguecidos por una venda que les impide la racionalidad, trabajan en base a dogmas y metas imposibles de cambiar desde afuera, la única manera de doblegarlos en venciéndolos con la fuerza.

El control de los ciudadanos o como robarle ciudadanía a la persona
Pero ahora veamos el aspecto del control poblacional, para controlar a la gente tienen que controlar su mente y para ello el gobierno debe manipular sus medios de vida, una vez que el gobierno tiene poder sobre los medios de producción, sobre los mercados de trabajo, sobre las ofertas de empleos, cuando se convierte en el principal empleador y fuente fundamental de inversión, cuando controla la emisión del dinero y provoca inflaciones galopantes, escasez de productos y control absoluto sobre las divisas, entonces tiene el control sobre la población.
Por ello, las colas de gente tratando de conseguir productos subsidiados, son una necesidad para el gobierno, necesita tenerlos ocupados en funciones básicas como sobrevivir, para quitarles toda fuerza para que se rebelen, protesten o piensen en política.
Una población desnutrida y hambreada es más fácil de manipular que una sana e independiente.
El gobierno además, induce al miedo en la calle, hay un toque de queda no declarado en el país, el gobierno nos obliga a comer lo que él quiere que comamos al precio que le conviene, las posibilidades de trabajo se hacen cada día más precarias, el crecimiento económico es negativo, las empresas y comercios cierran por imposibilidad de mantenerse en éste medio diseñado para arruinar a los empresarios libres e independientes.
Hay un trabajo de erosión de la dignidad y la voluntad en las personas, que de lograrlo, hacen a la población instrumento fácil para lograr de ellos verdaderos esclavos del régimen, pero para ello deben destruir toda traza de individualidad en la persona, necesitan colectivizarla, imponerles una igualdad en las necesidades, tener una sola voz.
El totalitarismo chavista ha provocado un éxodo de personas, la mayoría profesionales, que nunca antes se había visto en el país, la oposición política está trabajando con culillo, amenazada con procesos judiciales fabricados, con cárcel y torturas, incluso con la muerte, la comunidad internacional no termina de reaccionar ante las devastadoras evidencias de que Venezuela vive un totalitarismo salvaje y contagioso, el hecho de que el gobierno se haya posicionado a la izquierda y tenga el apoyo cubano, les ha resultado como especie de permiso para devastar al país sin mucha resistencia, por lo menos la comunidad internacional lo ha tolerado.
De allí la necesidad de la hegemonía comunicacional, de un aparato de propaganda de tal intensidad y penetración que sea imposible escuchar otras voces, otras ideas, la plataforma de comunicaciones del gobierno totalitario tiene como función primordial reinterpretar la realidad de acuerdo a los intereses del régimen, sin importar que es verdad y que es mentira, llegando incluso al extremo de fabricar una realidad virtual, por ello la guerra declarada al periodismo libre e independiente y la manipulación de los derechos de la información veraz y oportuna, y la censura al derecho de libre expresión del pensamiento es una política de estado.
La introducción del elemento militar en el gobierno y la creación de esa unión cívico-militar como objetivo de la revolución, ya hablan mucho de cómo el autoritarismo militar ha penetrado en todos los aspectos de la vida ciudadana, el país ha quedado dividido en regiones militares que son la base de la planificación no solo de la seguridad, sino de planes de producción y áreas educativas, de servicios de salud y ejes de desarrollo.
El militar banquero, industrial, comerciante, distribuidor, agricultor, transportista se confunde con el militar narcotraficante, corrupto, extorsionador, secuestrador, invasor, los uniformados están metidos en todos los negocios posibles de la república, lícitos o ilícitos, son tan socios de los emprendedores legítimos como de los carteles del crimen organizado, se confunden en su papel de guardianes y ladrones, de garantes de la ley y mafiosos, pero funcionan como una clase privilegiada por encima del común de los ciudadanos y de la ley.
El gobierno chavista gasta ingentes recursos en promocionar su imagen en el exterior, pero la imagen que pretende dar es todo lo contrario a su actuar, se quiere posicionar como un sistema político humanitario, pacífico y solidario cuando la verdad es lo opuesto, constantemente destaca las virtudes de la revolución y se erige como ejemplo a seguir, pero el contraste es ya insostenible, es imposible ocultar la crisis humanitaria que se empeña en negar, creada y sostenida precisamente para continuar con su limpieza ideológica.

El totalitarismo como problema político contagioso.
Pero en el caso venezolano, como ya se ha iniciado la devastación ecológica del territorio, que es inaceptable para la región por el peligro que representa para los intereses de países vecinos, las violaciones masivas de derechos humanos son demasiados horrendas como para seguir permitiéndolo en nombre de una muy mal entendida convivencia latinoamericana, la actitud del gobierno es de una burla absoluta a la decencia y los valores de occidente, no ha parado de inducir conflictos y enfrentamientos en el seno de las organizaciones donde participa, el gobierno de Maduro tiene los días contados.
El totalitarismo es como el cáncer, o se le contiene a tiempo o se come al cuerpo completo, es por naturaleza nihilista, autodestructivo, suicida, la distopía de un totalitarismo global solo pertenece a la literatura de ficción, hasta el momento la comunidad internacional, los hombres de buena voluntad, los pueblos libres, ha encontrado la manera de contenerlo cuando se presenta, o como en el caso de la Rusia estalinista, que se consumió sólo con la muerte de su líder.
Éste totalitarismo llamado socialismo del siglo XXI, tiene una superficie edulcorada con todas las buenas intenciones de una redención social, se confunde ex profeso con algunos aspectos de las creencias cristianas, se hace pasar por democrático y promete la liberación de los pueblos, al igual que el populismo, apela más a los sentimientos que a la razón, y su discurso, tiende hacia el nacionalismo y los valores patrios, pero es toda una impostura, un engaño, ya que una vez en el poder y asistido por la fuerza moral que le otorga actuar en nombre del pueblo, enseña sus garras y colmillos cuando ya es demasiado tarde.
Maduro y su régimen hace ya mucho tiempo sobrepasó el límite que Arendt calificó como de la desarticulación del espacio público, el venezolano obligado por las condiciones totalitarias se preocupa sólo por su sobrevivencia sin importarle los demás, no se involucra con suficiente ahínco a la lucha por sus derechos inculcados, individuos aislados sin posibilidad de coordinar acciones colectivas con sentido de verdadera resistencia, se agotan sin lograr avances, la sociedad civil en su imposibilidad de lograr acciones efectivas que pongan termino al horror, se va poco a poco silenciando y aceptando su condición de oprimido.
Maduro se me parece cada día más al jefe nazi Adolf Heichmann, encargado de transportar a los judíos a los campos de exterminio, y que en el juicio que le siguieron en Israel, Arendt lo calificó como la personificación de la banalidad del mal, un hombrecito común, ordinario, que cometió los más horrendos crímenes sin ninguna otra motivación que seguir órdenes.
Al igual que Maduro, siguiendo un Plan de la Patria que heredó como legado de su lider, que se atreve hacer chiste del hambre que pasa el pueblo hablando de la “dieta de Maduro”, que cree que ser valiente es agarrar a golpes a unas mujeres humildes que protestan la escasez tocando cacerolas, mandando a torturar a presos políticos indefensos en sus celdas, o tomando territorio con sus FFAA como si fueran tropas de ocupación, Maduro realiza estos actos criminales porque es un idiota moral, una persona incapaz de discernir sobre el valor moral y ético de sus propias acciones y hasta risa le dan, es capaz de incendiar al país mientras toca sus tambores y baila chancleteado con la Primera Combatiente, todo un Nerón tropicalizado.
El chavismo ha dejado sembrado en el mundo varias semillas de este totalitarismo transformado en socialismo del siglo XXI, en Bolivia, en Ecuador, en Nicaragua, en Cuba, en los EEUU, en España, en Colombia, en Panamá, en otros países de Centroamérica y el Caribe, ha sido recientemente extirpado de Argentina y Brasil y estamos a la espera de sus consecuencias, cuando el chavismo es derrotado abiertamente o su oposición es muy fuerte, su accionar se hace subterráneo, clandestino, y su plan es penetrar instituciones claves como las fuerzas armadas, minorías organizadas o algún partido político, en el caso de los EEUU, tengo la impresión que el partido Demócrata ha sido contaminado mas allá de lo deseable.
En países como Bolivia, Nicaragua y Cuba han prosperado, en los demás están latentes, a la espera de que los gobiernos de turno entre en crisis o se comporten con debilidad ante sus manifestaciones, lo importante es estar conscientes de que existe y que puede prosperar.
Heichmann fue sentenciado a la horca, el destino de Maduro está por verse, aunque ya tiene asegurado su lugar en la historia y no precisamente como un héroe revolucionario.
Su gobierno, definitivamente, es totalitario.   -    saulgodoy@gmail.com






No hay comentarios:

Publicar un comentario