sábado, 26 de noviembre de 2016

La hora final


El chavismo pareciera haber sacado del alma del país toda la basura existencial acumulada por generaciones, lo feo, lo grotesco, lo ordinario, lo hediondo en contraste con ese afán de nuestros más cultivados espíritus por encontrar el orden equilibrado, los principios absolutos de lo justo y lo bello, Venezuela como todos los países del mundo se esfuerzan por encontrar ese término medio entre civilización y barbarie.
Un país que hasta hace muy poco se enorgullecía en mostrarle al mundo en vitrina a las mujeres más bellas del planeta, que se complacía en ofrecer uno de los repertorios musicales más complejos y hermosos de la cultura universal, que se jactaba de venderse como espectáculo natural en sus cientos de escenarios, que quitaban el aliento por sus espectaculares atardeceres, playas paradisíacas, selvas multicolores, montañas majestuosas…
De ese sueño publicitario y pretencioso con el que nos vendíamos como pueblo privilegiado, pasamos en muy poco tiempo a convertirnos en un país de parias y garimpeiros, de desnutridos, enfermos, desdentados, de emigrantes huyendo de bandas armadas de asesinos encapuchados que, en motos infernales, anda decapitando gente a su paso, de políticos salvajemente enriquecidos por la corrupción y el narcotráfico, mostrando al mundo lo que el mal gusto y el exceso pueden comprar cuando no hay límites en medio de escándalos y juicios en su contra.
Me van a perdonar mis lectores pero en mi opinión vivimos en una explosión estética de contrarios irreconciliables que es absolutamente impactante y necesario para nuestra salud espiritual y psíquica, de alguna manera nos extraviamos en una senda absolutamente superficial, éramos un pueblo manejado por un consumismo infantil, carentes de toda profundidad y por ende unos seres humanos insuficientes, sin alma.
Los venezolanos vivimos por mucho tiempo con una moralidad prestada, inculcada por la televisión, nuestro espejo eran las telenovelas, la vida era muy fácil y no lo sabíamos, todo nos lo era dado y jamás se nos ocurrió pensar de donde provenían los recursos para hacer los hospitales que nos atendían, las carreteras por las que transitábamos, de donde y como venía el agua que llegaba por las llaves o la comida que consumíamos en restaurantes.
El otro día me subí a un moto taxi y el conductor, cuando le pregunté por la crisis que estábamos viviendo me dijo- Grave, muy grave, fíjese, tengo un muchachito de cinco años y ese chamo no sabe lo que es un MacDonald’s…
Hubo un momento en nuestras vidas que los dólares parecían crecer en los árboles, todo el mundo viajaba, tenía carro, buenas pintas, salía de parranda por lo menos una vez a la semana, nuestro país era una meca dorada, muchos latinoamericanos quería vivir en Venezuela, había trabajo, se hacían buenos negocios.
Éramos envidiados, el venezolano era dispendioso, alegre y banal, como también lo era emprendedor, siempre buscando la manera de hacer más dinero con el menor esfuerzo posible porque el fin primordial de nuestras vidas, era pasarlo bien, rodeados de cosas buenas y bonitas.
Y por ser tan básicos y confiados no vimos venir el tsunami, las profundas desigualdades sociales que existían en el país, la decadencia de nuestro sistema político, la bajísima calidad educativa que estábamos recibiendo, el delegar nuestros deberes cívicos y compromiso con la libertad a los menos capaces y la “Vida Loca” que llevábamos, en medio de un continente plagado de revolucionarios comunistas buscando “justicia social”, nos encontraron con los pantalones abajo…
Pero eso ya lo sabemos, él porque nos sucedió lo acaecido es un cuento que todos conocemos, nos creíamos los amos del universo, los más “vivos”, la tapa del frasco y ¡pum!, nos despertamos un día, con una formidable resaca, en la cama, al lado de una horrorosa indigente que nos decía que nuestra casa ya no era nuestra, sino de la revolución.
Y de allá para acá todo fue cuesta abajo, de mal en peor, se dio inicio al banquete de los pordioseros, y ese mundo de ricos y famosos, de fotos de la realeza sacados de una revista Hola, se nos convirtió en pesadilla.
Tenemos 18 años viviendo y padeciendo el show del horror socialista, cortesía de los enemigos de la libertad y la democracia, con un presidente extranjero, indocumentado y bruto, que obedece las órdenes de los hermanos Castro desde Cuba, en manos de unas FFAA envenenadas por el narcotráfico, el contrabando y la extorsión y con un gobierno ejercido por la gente más incapaz e insensible del universo, y hay algunos que dudamos que sean gente del todo.
No es posible ni justo que un país sea dirigido por un Presidente cuya familia esté directamente involucrado en el sucio y criminal negocio del narcotráfico, que sus más cercanos familiares hayan usados los privilegios del cargo para montar y realizar estas operaciones, que fueron descubiertas por organismos policiales internacionales.
Que a los aprehendidos en esta conspiración, se les haya seguido juicio en tribunales extranjeros donde declararon sobre la participación de órganos de seguridad del estado, de sus instalaciones y jurisdicciones, para traficar con la droga, y que las ganancias de la operación estuvieran destinadas a financiar la campaña política de la esposa del presidente, y que los órganos de justicia e contraloría del país no hayan iniciado una investigación, tal situación lo que demuestra es un grado de corrupción e inoperancia que clama a gritos un estado fallido.
Pero como no hay mal que dure mil años y ya que han saqueado al país hasta dejarlo en el esterero y el régimen se está canibalizando a sí mismo, es muy probable que su derrumbe sea pronto, al mismo tiempo hemos tenido la no muy buena suerte, de contar con unos partidos políticos de oposición a los que les ha tomado demasiado tiempo ajustarse al nuevo juego que plantearon los chavistas, los nuevos Juegos del Hambre, pero no en televisión, sino en nuestros hogares.
Tengo la firme convicción que este desastre anunciado ha cambiado la manera de ser de los venezolanos, y creo que lo ha hecho a bien, lo primero, nos ha enseñado a sobrevivir en medio de las circunstancias más inhumanas posibles, hoy por hoy, Venezuela es un inmenso campo de concentración y de exterminio, un estado policial brutal, donde se pierden diariamente vidas de gente inocente por hambre, enfermedades tratables y muertes violentas en manos de criminales.
Una buena parte de nuestra población ha salido huyendo hacia otros países donde les ha tocado vivir la dura experiencia del inmigrante indeseado, han sido mal tratados, rechazados y han pasado trabajo hereje, son pocas y honrosas las excepciones.
Hemos sobrevivido la indiferencia mundial a nuestra situación, peor aún, hemos asistido con horror a los aplausos de países amigos y vecinos al gobierno chavista, muchos han apoyado la matanza y la ruina de mi país, pocos han alzado su voz de protesta y condena, son pocos los que han tratado de hacer algo por evitarlo.
Estoy absolutamente seguro que de éste trance, mi país va a salir con una experiencia de vida portentosa y útil, todas nuestras desgracias sólo tienen significado si aprendimos la lección que nos deja ésta ordalía, creo que seremos de nuevo un país importante y próspero, nos tomará algún tiempo, pero lo lograremos.
Ya sabemos quiénes son nuestros amigos y enemigos, y el tipo de comunidad al que pertenecemos, de parte de nosotros está hacer algo para cambiarla, creo que ya estamos claros en que es lo que tiene valor en la vida, que hay que defender y que rechazar, igualmente estoy seguro que ya sabemos que hay que hacer para que más nunca se vuelva a repetir esta miserable experiencia.
Creo que efectivamente el núcleo de nuestra existencia cambió irremediablemente y creo que tiene que ver con una experiencia estética más que moral, tal y como lo expresaba Rosencranz influenciado por Hegel: “El mal y lo feo, finalmente, desaparecen en la totalidad del gran ordenamiento divino del mundo. Permanece fiel, en lo fundamental, a la identidad de dos de los tres valores supremos de la tradición filosófica: Que en su fundamento más profundo lo bello se identifique con el bien no es solo una idiosincrasia del Platón retorico, es también la pura verdad. Por tanto, es igualmente verdadero que lo feo es en sí y para si idéntico al mal: el mal es la fealdad radical, absoluta, ética, religiosa.”
Por designio de la naturaleza nuestros peores enemigos empiezan a morir, la mala vida que existe en el chavismo, su horrorosa orfandad de principios y valores su enorme hipocresía y la sangre de miles de inocentes que han tenido que ser sacrificados, para que ellos pudieran adorar a sus dioses malignos y al horror, se los está llevando a la tumba.
Muere Fidel Castro, se desvanece el Moloch Latinoamericano, su revolución hecha de torturados y cadáveres, de consignas bonitas y nueva trova cubana lo acompañan en su descenso a los infiernos donde se encontrará con Chávez, su hijo dilecto, el traidor de mi patria a quien mataron a fuerza de quimioterapias y barbitúricos en una Habana hedionda a concha de coco y aceite de palma.
Quedamos los sobrevivientes a tanta maldad y santería, mirando con asco a los hombres y mujeres llenos de oro y de billetes que guardan en entierros porque no los pueden gastar, a todos esos “revolucionarios” ahítos de miseria ajena que miran asustados su futuro entre rejas, enfermos y tristes de haber desgraciado a sus familias y sus nombres.
Los venezolanos somos como ángeles caídos en tiempos de redención, en la derrota y las humillaciones nos hemos hecho fuertes, hemos conocido el averno, nos hemos revolcado en la inmundicia, hemos sido testigos de los crímenes más abyectos y hemos sobrevivido, y en esta segunda venida, no hay margen para el error, tenemos ahora las ideas claras y nuestra voluntad templada en la forja del sacrificio, nuestro único lema es: Excélsior, el socialismo, nunca más.  -
saulgodoy@gmail.com



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