viernes, 25 de noviembre de 2016

Ser de occidente


Me habrán leído más de una vez defendiendo la pertenencia de la cultura Latinoamericana a Occidente, explicando que nuestras raíces (empezando por el idioma) se lo debemos a esa convención altamente cambiante e inestable que se deriva de la partición del mundo entre Oriente y Occidente.
Como bien lo señala Arturo Ardao en su ensayo Dialéctica de la Occidentalidad la cuestión es mucho más compleja:, “En cuanto se trata no de puntos cardinales, sino de divisiones hemisféricas, mientras sur y norte connotan divisiones naturales, este y oeste sólo convencionales.
Es decir, ¿Qué hace que China este al este y los EEUU al oeste? No es una distribución geográfica, ni siquiera una medida cartográfica, es simplemente que a alguien se le ocurrió y desde entonces ha sido así, ¿Hacia el este con referencia a qué? Nadie lo sabe, quizás sea, como bien dice Peter Sloterdijk una cuestión de la rotación de la tierra y que el sol salga por el este, bueno es recordar que para la Europa de Cristóbal Colón, América quedaba en el oriente.
Pero ese sólo es el principio del problema, hay quienes consideran que el cristianismo es el gran aporte cultural del occidente al mundo y que el comunismo es lo propio de oriente, pero la realidad es que es todo lo contrario, el cristianismo es una religión oriental y el comunismo una creación occidental.
Marx nació en Alemania y Jesús en Palestina.
Grecia, la cuna del pensamiento occidental pertenece más al Asia de los turcos que la dominaron por tres siglos, antes que se constituyera en un estado moderno, hoy sin mayores pretensiones que pertenecer a la Comunidad Europea con la que tiene una astronómica deuda externa, y por la que estuvo a punto de ser eyectada por mala paga.
La filosofía occidental hija dilecta del pensamiento helénico, nace de la confluencia del cristianismo con el helenismo, en una primera instancia gracias a San Pablo quien en el siglo I llevó su mensaje cristiano en un mundo donde el paganismo se apagaba, y fíjense en la paradoja, el triunfo del cristianismo en occidente se debió a que declinaban las formas de organización de aquel occidente, y nadie más oriental que San Pablo, que deambuló predicando la nueva religión por las colonias de Macedonia, Tesalónica y Filipos.
Igualmente cuando el cristianismo se heleniza, cuando el pensamiento cristiano intenta su racionalización, lo hace el africano San Agustín, en Hipona, la actual Argelia, este hombre es quien siembra las bases de la filosofía del Medioevo europeo, más oriental imposible.
Luego vinieron dos norafricanos más para darle el empujón definitivo que fueron el judío Filón y el gentil Plotinio, se produce con ellos el encuentro del mensaje de Jesús con las ideas de Sócrates, allí está la semilla del pensamiento occidental, todo hecho en el oriente.
Ese eje imaginario que se ubicó en Roma, y donde se desarrolló la cultura mediterránea con sus ingredientes árabes, y que en el caso de España contó con la inspiración para la reconquista con el espíritu del Apóstol Santiago, tan árabe como Mahoma.
Aquel eje de occidente luego da un brusco salto hacia el atlántico para incluir a Francia, Inglaterra y Alemania, esta vez sí hay un proceso de conversión propia, la filosofía medioeval se torna moderna gracias a la reforma y la  contrareforma, según Ardao: “Naturaleza, razón y libertad, en las respectivas esferas del ser, el conocimiento y la acción, serán sus ideas capitales.”
A raíz de la gran empresa moderna que fue la conquista de América y al desarrollo de sus pueblos, en especial de Norteamérica, el eje occidental, al cabo de un tiempo está listo para dar un nuevo salto ya no europeo continental, sino a través del océano.
Se reúne en un solo núcleo la cultura occidental con Europa y Norteamérica, que contrastan con el eje del Este que tienen en Rusia y China sus centros de poder, pero no nos debe de extrañar que estos ejes estén prontos a dar un nuevo salto.
El asunto medular es que los conceptos de occidente y oriente continúan siendo referenciales y están siendo sometidos a prueba por la llamada globalización y la rápida evolución de una sociedad de la información, donde la movilidad acelerada de grandes contingentes de personas afectan conceptos claves de identidad, entre ellos pertenecer a occidente y en su defecto, a oriente.
Con respecto a la globalización que es igualmente un termino multívoco, vamos a atenernos al concepto empleado por el profesor Manfred B. Steger, quien en su ensayo Ideologías de la globalización (Illinois State University, 2005) dice: “El termino globalización debe confinarse a un juego de complejos, y muchas veces contradictorios procesos sociales que están cambiando nuestra actual condición de naciones-estados independientes. Muchos académicos de la globalización han definido sus conceptos claves en una serie de procesos multidimensionales que crean, multiplican, amplían e intensifican una interdependencia e intercambios mundiales y al mismo tiempo crean una consciencia de conexiones profundas entre lo local y lo distante. En su centro la globalización comprime el espacio y el tiempo como nunca antes debido a cambios políticos, económicos y culturales igualmente debido a poderosas innovaciones tecnológicas.”
Más adelante agrega: “Con el colapso del comunismo al estilo soviético en la Europa del Este, unos centros de poder afiliados en el norte desarrollado, aceleraron la implantación de su versión de globalización al público, de un nuevo orden basados en libres mercados en expansión… y con normas y valores que buscan cultivar el consumismo en millardos de personas en el mundo.
Es claro el predominio de los valores y la cultura occidental en este esfuerzo globalizante que se imponen en sociedades con distintas tradiciones y creencias, con lo que las diferencias entre un mundo dividido entre este y oeste se hacen cada vez menores, aunque su resistencia implique nuevas formas de confrontación y violencia.
El conflicto de civilizaciones que preveía Huntington parece ya negado con las transformaciones de la globalización, lo que no quiere decir que las culturas orientales vayan a desaparecer, se están transformando, asimilando de occidente estilos de vida y de pensamiento como el consumismo y la democracia, por ejemplo, con algunas resistencias como en el caso del islam que doctrinalmente confunde en el estado, a la política y la religión.
Para gran parte de los teóricos de la globalización, occidente también se transforma, de hecho asimila los cambios culturales con mayor rapidez tomando lo que les útil de las tradiciones orientales y absorbiéndolo en la forma de un multiculturalismo, pero de nuevo, son las diferencias religiosas las que frenan el proceso de globalización.
En el campo de postmodernismo hay una crítica mayor hacia occidente, visto desde el movimiento postcolonialista y de la pluralidad cultural se acusa de un proceso de desenmascaramiento de la razón, de una pérdida de soberanía y de identidad a favor del multiculturalismo, según Giani Vattimo los medios masivos de comunicación social han contribuido a una eclosión de diferencias locales, de minorías étnicas, sociales, sexuales, religiosas y estéticas que han propiciado a difuminar aún más el concepto de occidente.
El chavismo ha hecho todo lo posible por desligarse de occidente con la hartera intención de  desconocer los cánones democráticos de gobierno, ha tratado de imponer una concepción de democracia que no es democracia, haciendo pasar nuestra cultura como algo distinto a lo occidental para no cumplir con los compromisos del buen gobierno.
Giorgio Agamben en su escrito, Nota preliminar sobre el concepto de democracia (2009), nos recuerda con claridad meridiana: El sistema político occidental es producto de la fusión de dos elementos heterogéneos, que mutuamente se legitiman y se dan consistencia: una racionalidad político-jurídica y una racionalidad económico-gubernamental, una forma de constitución y una forma de gobierno.” Pero como bien apunta Agamben, quienes quieren confundir la esencia de la democracia pretenden que la misma, se base pura y simplemente en un poder ejecutivo operando en funciones de gobierno, eso es fraude.
Para los venezolanos, que hemos vivido esas últimas dos décadas en una burbuja política provocada por un socialismo primitivo, aunque es manifiesto el retardo cultural provocado, contamos con la enorme ventaja de nuestra capacidad de adaptación y asimilación de los cambios civilizatorios, y porque pertenecemos a ese numen fantasmal llamado occidente, nuestro ADN está conformado para reconstruirnos de la manera más rápida y eficiente posible, y ese momento no tarda.  -   saulgodoy@gmail.com          



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