Esta acción por parte del gobierno bolivariano de Venezuela retrata a cuerpo completo el régimen corrupto y maula de Nicolás Maduro, robarle los juguetes a sus fabricantes e importadores, para dárselos a los niños por medio de los infames Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), que son las células comunistas que se ocupan de mantener a los cada vez menos cómplices del gobierno, no es otra cosa sino un acto de profunda degradación moral.
Supongamos,
para efectos de la argumentación, que las empresas jugueteras utilizaron
dólares preferenciales para la adquisición de los mismos o en el material para
su confección, supongamos que el precio final de los juguetes fuera alto, digamos,
injustificable, y si quieren, sospechemos que las existencias de los juguetes
en depósitos de la empresa fue un acto deliberado de acaparamiento, para
aprovecharse de la escasez de oferta en el mercado.
De
acuerdo a las leyes de Venezuela, dentro del supuesto estado de derecho que
debería existir en el país, para cada uno de esos supuestos delitos cometidos
por esos empresarios hay un procedimiento legal, una jurisdicción judicial, un
proceso y, finalmente, una sentencia.
La
existencia del debido proceso garantiza, entre otras cosas, que los empresarios
pudieran defenderse, presentar sus alegatos, pruebas, razones que los llevaron
a tal situación, y que el público pueda enterarse de lo que allí ocurrió; pero,
fundamentalmente, que haga justicia.
Pero
el gobierno, actuando como un delincuente, que es finalmente su naturaleza,
aplica la fórmula de una supuesta “justicia social”, haciendo ver a los
empresarios como unos criminales, porque es del interés del gobierno comunista
demostrar que el sector productivo venezolano es el culpable de la calamitosa
situación económica que vive la nación, aseverar que la enorme avaricia del
sector privado e irresponsabilidad de
sus empresas es la causa operante de la fantasiosa guerra económica que el
gobierno ha planteado, para evadir cualquier responsabilidad por la crisis
económica que se abatió, por sus adversos y elusivos procederes, sobre
Venezuela.
Pero
peor aún, el gobierno tiene como misión arruinar al sector empresarial que
todavía sobrevive a pesar del ataque inmisericorde que el indocumentado de
Miraflores sostiene en contra del sector productivo; lo que suponemos es que
Maduro recibió órdenes de Cuba de destruir toda iniciativa productiva para
dejar a la población venezolana a merced del poder, la meta es convertir a cada
uno de nosotros, los ciudadanos venezolanos, en un dependiente del gobierno
para adquirir los bienes y servicios necesarios para la sobrevivencia del ser
humano.
Los
militares están cooperando con esta misión de ruina y desolación del país, sin
darse cuenta, aparentemente, de que hacerlo es cuchillo para sus propias
gargantas… al final ellos caerán en el mismo torbellino de esclavitud y muerte.
Lo
que acaba de suceder con la recolección de los billetes de a cien bolívares de
la masa monetaria en el país es una clara muestra de las perversas intenciones
de crear caos y desquiciar el funcionamiento de la nación; el comercio, al no
tener a disposición la moneda de mayor valor, en medio de esta galopante
inflación, entrará en una espiral de quiebras de negocios y disturbios
sociales. El gobierno está fuera de control y el país cruje en todos y cada uno
de sus huesos.
Pero
volvamos a nuestro caso, el del robo de los juguetes para la navidad, suena a
algo sacado de la historia de Grinch, la criatura que odiaba la navidad, porque
lo que hizo el gobierno, por medio de la Superintendente
Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde), su director William
Contreras, que la propia personificación de la inmoralidad, al aparecer ante
los medios de comunicación decomisando cerca de 4.000.000 de juguetes de la
empresa Kreisel, que estaba en depósito, lista para su distribución para las
compras navideñas, fue un vulgar robo. Dicen los chavistas que el gobierno
tiene la facultad y el poder del decomiso ante una situación de flagrancia, de
modo que esas comisiones administrativas, apoyadas por funcionarios de la
Guardia Nacional, que no sólo despojaron a la empresa de su producción, bajo la
excusa de que estaban delinquiendo, sino que también apresaron en el acto a
trabajadores y dependientes de la empresa, incluso a algunos de sus dueños, fue
la penalización injusta de la producción, en un país en el que ya nada puede
producirse, sino el aprovechamiento ilícito de los bienes y las circunstancias.
Pero el hecho que
más disgusta, por su naturaleza inmoral, es que esos juguetes serán supuestamente
repartidos a las familias pobres que apoyan la revolución, el decomiso se hizo
en época navideña, apelando a los sentimientos de solidaridad y humanidad que
se generan en este momento con el significado distribuir regalos para los niños,
a la significación de los obsequios a una infancia golpeada por la
desnutrición, la escasez y la necesidad… de este manera, el gobierno,
convertido en un Robin Hood moderno, podría satisfacer la ilusión de un
presente navideño producto del robo.
Toda la inocencia, la felicidad que pudiera
estar detrás de esta sorpresa, el obsequio de un niño Dios, de un San Nicolás,
trayendo a los hogares algo de alegría, se convierte ahora en la acción funesta
de un gobierno de pillos, que engatusa a los más inocentes, en un delito,
recibiendo el producto de un hurto descarado… parecen decir que porque fue
hecho por el gobierno revolucionario es, supuestamente, moralmente aceptable.
El chavismo contamina a todo el país con sus
trampas, abusos y violaciones al orden moral; su sistema de gobierno pone a
todos los ciudadanos, incluso a esos niños que recibirán esos presentes, en la
precaria condición de violadores de alguna ley o regulación. Ya se han hecho
presentes, interviniendo hasta en nuestras vidas privadas; ya la propiedad
privada, el trabajo honesto, los bienes acumulados, que son el producto de una
actividad productiva e independiente, es un delito… no hay manera de sustraerse
de violar la ley revolucionaria. Ya nos lo anunciaron en su momento, todos
estamos bajo sospecha; esa es la manera cómo funciona el comunismo.
Deja, Maduro, de invitar a los
inversionistas, que ya no te oyen, a venir a Venezuela. Mientras tú y tus
secuaces estén en el gobierno, éste es el espejo en que se verán reflejados,
piensas que alguien va a venir a Venezuela a invertir, a construir industrias o
comercios para que un día, te de una puntada, atí o a uno de esos funcionarios
que son ahora jueces, jurado y fiscales, y se lo roben todo delante de las
cámaras.
La
escasa cualidad humanista del chavismo y el intervencionismo que han creado
para arruinar a la empresa privada, ha llevado al régimen a violar hasta la
inocencia de los niños. El Sr. William Contreras no es mejor persona que un
violador, está prostituyendo a la infancia más desposeída y vulnerable del país
con sus procaces acciones, dignas de un sociópata; de nada le servirá alegar
que sólo recibía órdenes, tuvo ante sí la decisión moral de no ser un ladrón y
un corruptor de niños y prefirió robar y corromper, frente a todo el país, diciendo
que cumplía con su deber al evitar delitos de especulación, acaparamiento,
boicot y obstrucción de la fiscalización.
Dese el gusto, Sr. Contreras, de
aparecer como lo que no es; su condición de hombre indecente y deshonesto ya no
es un misterio, usted escogió arruinarse moralmente y con usted,
lamentablemente, arrastró a su familia. Espero que le haya sido de
provecho. - saulgodoy@gmail.com
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