viernes, 16 de junio de 2017

A “los bien llamados colectivos”,


De nuevo la neo-lengua, de la cual los socialistas son expertos, pues viven en un universo creado por su semántica, su propia sintaxis, sus gramáticas, su especialísima hermenéutica, hacen estructuralismo de sus valores más íntimos y deconstruyen aquellos que le son hostiles… dicen los filósofos que uno mora en el lenguaje, esa es la verdadera patria.
Dime cómo hablas y te diré quién eres, déjame escuchar tu vocabulario, el cómo construyes tus tropos, qué metáforas utilizas, cómo estructuras tus pensamientos, cuáles son tus muletillas, a qué memes apelas en tu argumentación, cómo hilvanas tus proposiciones y cómo presentas tus concluciones… en fin, preséntame tu metalepsis y te diré si eres un comunista.
Los hombres que tienen espacios públicos, que hacen opinión, que son políticos, que tienen sus organizaciones partidistas (aunque lo nieguen), que tienen sus aspiraciones de poder (aunque también lo nieguen), que son socialistas (aunque lo disimulen), que tienen un discurso que los identifica en una o varias ideologías, que admiran a ciertas personalidades históricas como modelos del deber ser, que influyen a importantes grupos sociales, por lo general, tienen su propia retórica, una manera de decir las cosas, especialmente diseñada para convencer y dar pauta para el pensamiento y la acción en otros, porque todo el esfuerzo de quienes trabajamos, tratando de crear opinión pública, consiste en utilizar todas estas herramientas para convencer, para promover ideas o cambiarlas, para dictar letra en la mente de sus receptores finales, de nuestro público.
Hay una palabra que, en lo personal, me produce dentera cada vez que la escucho, esa palabra es “colectivo”, no sé si porque es lugar común en esa corriente del no-pensamiento, que es el chavismo, o porque implica, en mi caso, la pertenencia a un rebaño; pero cada vez que la oigo todo mi aparato de defensa anticomunista se pone en alerta roja, sobre todo después de la deplorable experiencia cuando el gobierno de Chávez y Maduro bautizaron con ese apelativo a las organizaciones de base que les eran afectas, y que, últimamente, ha sido adoptada por grupos paramilitares ilegales, los cuales, a la orden del gobierno, salen a maltratar y a asesinar a los venezolanos que no queremos nada con el socialismo, en ninguno de sus sabores y colores.
Estoy muy claro en que la gente puede hablar, no tanto como quiere, sino como puede, no se le pide a un iletrado que hable correctamente sin abusar de sus limitaciones para hacer mofa de sus insuficiencias, tampoco se le exige a un comunista que modere su léxico marxista cuando es lo único que ha escuchado y pronunciado en su vida, bien como proletario o como revolucionario, ni siquiera aplicando aquel barniz científico que el mismísimo Marx trató de darle a su paquete ideológico (algunos lo describirían como “sistema filosófico”).
Pero que alguien, que se tenga por un demócrata ilustrado liberal, haga por años una campaña de redención del término “colectivo”, en un intento vano por rescatar la palabreja del uso que el chavismo le ha otorgado en sus prácticas de propaganda, dice mucho de esa persona.
Pero dejemos de ir por las ramas, veamos las diferentes acepciones de la palabra en cuestión.
“colectivo” para el Diccionario de la RAE, significa: va. (Del lat. collectivus). 1. adj. Perteneciente o relativo a una agrupación de individuos. 2. adj. Que tiene virtud de recoger o reunir. 3. m. Grupo unido por lazos profesionales, laborales, etc. 4. m. Arg., Bol., Ec., Par. y Perú. autobús. V. compañía regular colectiva, conflicto colectivo, convención colectiva de trabajo, convenio colectivo, histeria colectiva, inconsciente colectivo, negociación colectiva, nombre colectivo, sociedad regular colectiva.
Del Diccionario Planeta: colectivo , va adj. Perteneciente o relativo a cualquier colectividad o conjunto de personas. II Que tiene la virtud de reunir o recoger. □ gram. Dícese del sustantivo singular que denota un número indeterminado de personas o de objetos. U.tx.s. ♦ m. Agrupación de personas con algo en común. II Amer. Autobús de pasajeros, más pequeño que el ómnibus. □
filos. En Sartre, grupo social desorganizado, inerte, que sólo tiene una existencia de hecho, en oposición a la clase social.
En la Enciclopedia Británica decidí abrir el compás de significados  y bajé lo siguiente:
Colectivismo Tipo de organización social que atribuye importancia fundamental a los grupos a que pertenecen las personas (p. ej., el Estado, la nación, el grupo étnico o la clase social). Puede contrastarse con el INDIVIDUALISMO. JEAN-JACQUES ROUSSEAU fue el primer filósofo moderno que hablo de este concepto (1762). KARL MARX fue su impulsor más vigoroso en el s. XIX. El COMUNISMO, el FASCISMO y el SOCIALISMO pueden ser catalogados como sistemas colectivistas. Ver también COMUNITARISMO; KIBUTZ; MOSHAV .
El opinador, convertido en filólogo, que se autodenomina “luchador social” y que se complace en recordarnos sus humildes extractos, aduce que un nutrido grupo de las organizaciones sociales que trabajan en barriadas populares en nuestro país, y que pertenecen a su grupo político, se denominan igualmente “colectivos”, pero nada tienen que ver con las actividades violentas y criminales de los grupos pro-gobierno, de allí surge principalmente su malestar con el uso que el gobierno le da al vocablo, y su insistencia en desligarlo de los colectivos buenos, los suyos.
Para nuestro crítico, ser parte de un colectivo es algo deseable, políticamente correcto, decente, quien pertenece a esos colectivos, aparentemente, participa del sentido y carácter a sus miembros, por estar asociados a una acción social positiva, en beneficio de la comunidad y fundamentalmente bajo principios progresista.
Pero tiene el problema de que a sus miembros, al ser innominados, al carecer de una identidad, excepto el lugar donde funcionan, no hay manera de atribuirles lo bueno o lo malo de sus acciones, y en el caso de un político hábil, éste se haría recipiendario de los éxitos del grupo humano que trabaja en tal o cual barrio, apenas haciendo mención del grupo en cuestión y apoderándose de sus glorias.
En mi caso, las personas que se organizan para cualquier actividad y se dan el mote de “colectivo”, son personas que renuncian a ser identificadas como individuos y prefieren ser reconocidos como grupo, diluyen su personalidad en un pensamiento grupal, en una actividad cooperativa, organizada en forma de actividad multisectorial, bien sea para el bien o para la represión social.
No veo ninguna ventaja, valor o agregado para la persona, excepto en trabajar como manada, como tropa, bajo un plan y con unos objetivos, aun cuando pudieran ser violentos o altruistas; en la historia del socialismo y de las revoluciones socialistas, los grupos colectivos han servido para ambos fines, para levantar y sostener barricadas, como para prestar servicios en los sectores más necesitados de la sociedad. Pero no se aplicaría aquello de que el todo es mayor que la suma de las partes, porque no se trata de aportes diferenciados que se unen en función de un objetivo, sino  que cada parte se anula en función de un ente impreciso.
De todas las formas de asociación posible, ante las leyes, la figura del colectivo es, quizás, la más débil y, como dice Sartre, inerte; su misma configuración la hace perfecta para cualquier propósito, incluso los más perversos. Pero fue, justamente, el socialismo el encargado de darle al colectivo su pátina de honorabilidad, al adoptarlo como asociación para los trabajos sociales, reuniendo a los que no se identificaban con ningún otro grupo, en labores que requerían trasladarse a lo más profundo de la pobreza para trocar los miserables en prosélitos a las causas del colectivismo… el término vino a la perfección para sumar masa al catecismo de la igualdad y del odio social.
¿Cómo despegar una cosa de otra? ¿Cómo hacer de los colectivos una forma de organización pulcra, democrática y justa, si ya nace con el estigma de la disolución de la persona en su entramado organizativo? Colectivo es ser nadie y todos, es ser uno siendo muchos, es la perfecta coartada para eludir responsabilidades, para gozar de una identidad, para servir al político populista.
En la Comunidad Económica Europea, estos grupos irregulares son reconocidos como “Grupos armados pro-gobierno”, como eran los colectivos que operaban dentro de los estados de conmoción y, aún de guerra, que se dieron en Serbia, en Ruanda, en Cuba, en Siria, de los cuales se levantaron expedientes y se siguieron procesos judiciales en tribunales internacionales… no son nuevos ni exclusivos del narco-gobierno de Nicolás Maduro, son la expresión del terrorismo de estado más salvaje y criminal.
Hay un estigma en la palabra que es muy difícil de eludir; tratar de darle el significado único y perfecto que desea nuestro luchador social es una tarea titánica, esa coletilla de “los mal llamados colectivos”, cada vez que hace referencia a los colectivos gubernamentales, y que, en buen criollo, me saca la piedra, no hace sino confundir al público, pero descubre a su promotor como un rojo rojito disfrazado de liberal, porque, a pesar de su crítica al chavismo, su amor por el proletariado, su cada vez más notoria creencia en la lucha de clases y su supuesta neutralidad hacia el empresariado privado, el libre mercado y ciertos valores capitalistas, oculta en su lenguaje rebuscado, socialista y colectivista (que es lo mismo) a un verdadero creyente del estado poderoso, centralizado, benefactor, colectivista, autoritario, imprescindible para imponer la receta marxista.
Si a estos grupos socialistas no les gusta que a la palabra “colectivo” se le dé la acepción que los identifica, en este momento histórico, con esos grupos pro-gobierno que tanto daño hacen al país, que  cambien de forma organizativa, que utilicen la de Sociedad Anónima, o Compañía Anónima, o la de Corporación o la de Empresa, o la de Iniciativa, u otras opciones que les da la ley (Fundaciones, Asociaciones Civiles, Cooperativas, Amigos de… por mencionar las que no tienen fines de lucro…). Por los momentos, ser un colectivo implica ser enemigo de la sociedad libre y democrática; si se trata de grupos de personas para quienes el bien común es principal a los valores individuales, deben buscarse otras maneras de marcar su identidad, que no sea la de “colectivo”.   -  saulgodoy@gmail.com


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