lunes, 17 de julio de 2017

La naturaleza del escorpión


La naturaleza del régimen es la mentira, la falsedad y la hipocresía, su lenguaje está hecho de argumentaciones sustentadas en la falsificación del pasado, en explicaciones de hechos tamizados por la ideología socialista, en un historicismo determinante no sólo del futuro sino de la utopía… el chavismo cuando juega a la política, siempre lo hace con cartas marcadas.
Esto es así porque, supuestamente, el comunismo es el estadio superior de toda sociedad humana, que primero debe transitar por el socialismo antes de que se realice la armonía y la igualdad de todos los seres humanos viviendo en comunidad, sin gobiernos, sin clases sociales, sin religión, en un estado de felicidad universal.
Quienes creen en esta receta mágica saben que el dogma recomienda, en primer lugar, la destrucción del orden establecido: acabar con las instituciones (entre ellas, la familia), destruir el aparato de producción económica capitalista, abolir la propiedad privada, sacar a la población de su “alienación” provocada por el sistema de mercado y del trabajo hecho mercancía… esto, para poder construir, desde una tabula raza, el nuevo orden y el nuevo hombre.
La superioridad moral del comunismo, históricamente emparentado con el cristianismo primitivo, por aquello de que el núcleo central de la convivencia humana debe centrarse en el amor, la solidaridad, la justicia y el destierro definitivo del egoísmo humano, hacen de esta ideología el disfraz perfecto para el autoritarismo totalitario; quien se presente con esta facha y bajo estas premisas ante los pueblos del mundo debe tener siempre la razón y la verdad de su lado, y si no se le reconoce, si no se acepta su supuesta autoridad moral, que viene de la razón humana, del desarrollo científico de sus postulados y de un verdadero humanismo, entonces, quien lo rechace, lo único que hace es demostrar su alto grado de “enajenación”, de confusión, y se le hará un bien inmenso al obligarlo a “ver” la verdad, a vivir entre hombres justos y en una sociedad encaminada a la perfección.
Por ello es que los comunistas se creen con el deber de obligar a los pueblos a tomar el sendero seguro e históricamente necesario de la perfección humana, así tengan que doblegarlos, hacer la guerra o exterminarlos. Bajo esas improbables premisas, todo está permitido.
Esa ha sido la tarjeta de presentación de socialistas y comunistas en el mundo. Ahora, de allí a ajustar sus vidas y necesidades a sus dogmas, eso es otro cantar, pues, como bien supone el proletariado del mundo unido, los líderes, por ser los pastores de los hombres, tienen que llevar unas vidas distintas, la nomenclatura se sale de la horma por una necesidad revolucionaria, porque ellos piensan, organizan, sostienen los partidos políticos que los llevarán a ese comunismo que está allá, lejos en la realización histórica, porque el camino es tortuoso, no es fácil y está lleno de peligros, la vida del líder tiene que ser necesariamente distinta, después de todo, el poder lo ejercen ellos en nombre del colectivo.
Si el pueblo sufre de carencias, de incomodidades, de hambre, sus líderes no pueden ser sometidos a esas condiciones, porque como cabezas de la fuerza insurreccional, necesitan no ser distraídos con los problemas de la sobrevivencia, del hombre y la mujer común; ellos son la fuerza y la representación del colectivo, por lo que no pueden vestir harapos, ni comer con frugalidad, ni vivir en una choza, ni andar pidiendo prestado… los líderes son el orgullo y la imagen de la revolución ante el resto del mundo y están por encima de cualquier tentación materialista.
Como bien puede imaginarse el lector de estas breves líneas ¿No es ésta la excusa perfecta para un don nadie, para un timador y ladrón, de escalar posiciones en un partido político que predique tales disparates y llegar a la cima del poder?
Tal discurso tiene una gran cabida en las mentes simples de gente analfabeta y sin luces, pues apela directamente en las fantasías que tiene ese sector de personas excluidas, pobres y segregadas de las economías de mercado, que no tienen las herramientas para competir y ser productivas, que es la razón por la que el lumpen y los miserables se sientan atraídos por una ideología que les promete igualdad, una familia instantánea (el partido), una comunidad a la que pertenecer y un futuro glorioso donde serán ellos quienes gobiernen el mundo.
Esta corrosiva forma de pensar también tiene un gran público en la gente resentida, que les ha ido mal en la vida por sus propios errores y con esta ideología pueden transferirle la culpa a otros, en el caso del socialismo, a quienes han tenido éxito, a los empresarios, a los ricos, a las clases burguesas, que son quienes les han robado las oportunidades, sus tierras y bienes.
Por ello es que en las revoluciones vemos esa transferencia violenta de bienes de una clase a otra, jamás por transacciones honestas y legales, sino por medio de la expropiación, las nacionalizaciones o el simple robo, que en muchos casos terminan en la ruina de las economías locales, pues cuando se le entrega una fábrica, una hacienda o un comercio a un ignaro, a alguien que no tiene la menor idea de cómo funciona la economía real, entonces vienen los fracasos, las quiebras y las ruinas.
Pero, créalo o no, amigo lector, el socialismo y el comunismo apelan a otro grupo de personas que nada tiene que ver con las clases sociales menos favorecidas, ni con la acusa falta de oportunidades, sino con gente más bien pudiente y con cierta educación, pero dominada fuertemente por sus sentimientos de justicia social, de igualdad y de un gregarismo que, muchas veces, los lleva a la desgracia, arrastrando a la ruina a sus familias y al patrimonio de sus familias; son los idealistas suicidas, románticos patológicos en la búsqueda de un reconocimiento de las masas y de una supuesta paz espiritual que sólo atribuyen a la generosidad indiscriminada.
Y por último, y aquí viene el grueso de las personas que se suman a estos partidos socialistas y comunistas, vienen los oportunistas, los pragmáticos, los cazadores de fortunas, los que quieren lograr la máxima fortuna con el menor esfuerzo posible, escalando sobre los hombros de sus “camaradas” (hombres y mujeres del partido que obedecen cualquier orden de sus líderes), los que pagan cualquier precio por llegar a las posiciones de poder, a esos cargos con privilegios dentro de los partidos, convertidos en opciones para ganar candidaturas, o para serle útiles al líder y estar cerca de él (o ella), sirviéndole en cualquier deseo que tenga a bien pedirles, pero seguros de que hay envuelta una jugosa compensación.
Los socialistas y los comunistas son capaces de destruir, asesinar, secuestrar, robar, engañar… porque lo importante para ellos es el fin, el objetivo es acercar a la sociedad entera a la utopía del mundo perfecto, que está allá lejos en el futuro jamás probable,  por la cual hay que trabajar mucho, en resumen se trata de sacrificarse por un bien mayor.
La naturaleza del chavismo es la misma que la del escorpión: no importa la verdad, no importa la realidad, no importa el momento, te clavará el aguijón y te matará porque eso es lo que sabe hacer, para ello se siente autorizado por la historia y las fuerzas sociales a sentirse superior a cualquiera que le diga cuál es la verdad, es por ello que la oposición democrática venezolana no debe esperar que Maduro y el chavismo comprendan, se den por aludidos, entiendan que la mayoría de los venezolanos no los queremos. Para ellos, el acto de este pasado domingo 16 de julio no pasa de ser un acto de alienación, de locura colectiva, de gente desquiciada por el capitalismo.
Si en la oposición, compuesta en su mayoría por socialistas, no somos capaces de aplastar al escorpión por pruritos morales, porque todavía hay quienes piensan que podemos vivir en santa paz con un escorpión dentro de la casa, que podemos dialogar con él y llegar a términos, no hemos percibido claramente la situación. Entonces los exhorto a que contratemos a unos profesionales de control de plagas que hagan el trabajo, que capturen al bicho y lo ponga a buen resguardo, porque nunca se va a poder convivir y menos negociar con escorpiones. Ah, esa labor tiene un costo ¿Estamos dispuestos a pagarlo?  -  saulgodoy@gmail.com






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