jueves, 28 de septiembre de 2017

¿Quién es una persona decente?



Según el Diccionario de la RAE de la Lengua Española:
Decente. (Del lat. decens, -entis). 1. adj. Honesto, justo, debido. 2. adj. Correspondiente, conforme al estado o calidad de la persona. 3. adj. Adornado, aunque sin lujo, con limpieza y aseo. Tiene una casa decente. 4. adj. Digno, que obra dignamente. 5. adj. Bien portado. 6. adj. De buena calidad o en cantidad suficiente.
Decentemente. 1. adv. m. Con honestidad, modestia y moderación. 2. adv. m. Con la compostura y dignidad correspondientes a la calidad o estado de la persona o cosa. 3. adv. m. Cristóbal come, o gasta, decentemente.

Creo que los únicos venezolanos que no quieren ser personas decentes son los chavistas, que han acumulado para sí todos los atributos de la indecencia y se sienten tan orgullosos de ello, que se la pasan jactándose públicamente de sus excesos y comportamientos extraviados, haciéndose pasar como héroes, como incomprendidos, en una palabra, como revolucionarios del siglo XXI.
Y digo esto porque la generalidad de las personas tiene unos valores, unas metas e ideales, que aspiran para sí, y con los que miden a los demás y a la sociedad, esos valores se aprenden en la familia, en la escuela, pero principalmente durante nuestras experiencias en la vida.
Esos valores van cambiando poco a poco, algunos permanecen con nosotros desde la infancia, otros van modificándose a medida que situaciones y momentos nos obligan a actuar, muchas veces movidos por sentimientos, otros por razones, gustos o disgustos, muchos de estos valores lo hemos aprendido en la iglesia, o son parte de unos códigos o cartillas que valoran ciertas respuestas a situaciones, simples o complejas, en las que tenemos que decidir sobre cómo vamos a conducirnos o la manera en que resolvemos los problemas.
Estos valores tienen que ver con nuestras respuestas a situaciones estéticas, científicas, económicas, instrumentales y por supuesto, las morales, las que corresponden a la ética.
Las personas son decentes porque se manejan dentro de unas normas que no están escritas, pero que corresponden y son necesarias al momento de interactuar con otras personas, son expectativas con las que nos manejamos para resolver nuestras necesidades en sociedad y de alguna manera esperamos que los otros se comporten dentro de estos valores, esto hace posible vivir en sociedad.
Estas normas mínimas y comunes tienen que ver un sentido de justicia, lo que es bueno para mí debe ser bueno para el otro, de respeto, mis acciones no deben hacerle mal a mis semejantes ni las de ellos a mí, de confianza, en que todos actuamos de buena fe y con la verdad por delante, y un sentido de responsabilidad, mi palabra vale y debo asumir los compromisos que hago, y lo mismo espero de los otros.
Algunas de estos valores se desprenden de las emociones, pero debemos de tener cuidado en no actuar puramente en el plano de las emociones, si queremos ser consistentes debemos igualmente ser realistas, de la misma manera, no debemos ser dogmáticos, para tener éxito en nuestras relaciones debemos ver las situaciones desde diferentes puntos de vista, sin tratar de decidir quién tiene o no la razón, sino cuales son los valores que están en juego, eso nos da perspectiva.
Ser decente no es tarea fácil, pero cuando se es, produce una gran satisfacción y sobre todo otorga tranquilidad, esto es así por una característica de las personas decentes, son equilibradas, pero no hay nada mas trabajoso que estar en equilibrio constantemente y más todavía cuando las situaciones que enfrentamos a diario conllevan contradicciones, elementos en pugna, intereses enfrentados, inseguridades y sobre todo, incertidumbre.
Lo más probable es que en nuestra cotidianidad nos enfrentemos a situaciones novedosas, a veces extremas y peligrosas, con salidas aparentemente fáciles y costos muy altos para cualquier decisión que hagamos, es decir, la vida nos pone a prueba, siempre podemos equivocarnos y tomar las peores decisiones, lo importante en estos casos es estar muy atentos a los resultados y en lo posible, tratar de reparar los daños causados si hicimos mal, rectificar y disculparnos, en estos momentos de crisis es cuando aprendemos, son los momentos más valiosos de la experiencia, podemos perder el balance y seguir cometiendo errores, sentirnos insatisfechos y hasta cambiar el rumbo de nuestras vidas hacia el mal camino, es decir, hacia los excesos, la injusticia, el crimen, el error y tener que vivir con la culpa y el señalamiento de los demás, o podemos levantarnos, reconocer nuestro error, tratar de enmendarlo, habiendo aprendido una lección de vida, eso es lo que haría una persona decente.
Tenemos un refrán popular que dice que una vez roto el cántaro y el agua se derrama es muy difícil volverla a recoger, a nadie le gusta equivocarse pero es una gran virtud reconocer cuando uno se ha equivocado, en los errores se encuentra el verdadero aprendizaje y aunque las personas decentes son prudentes, actúan con cuidado para no equivocarse, no por ello se inmovilizan y no actúan ante las urgencias de la vida.
¿Qué es lo que quiere una persona decente? En términos generales la persona decente quiere felicidad y sentirse bien, aliviar el dolor y experimentar placer, vivir en un ambiente y dentro de una sociedad que promueva buenos servicios y calidad de vida, donde los costos sociales sean mínimos, la persona decente le otorgará valor y dignidad a cada persona, respetará los derechos humanos de sus congéneres, tratará a los demás como un igual, nunca como alguien menos que uno, actuará como una buena persona debe actuar, con responsabilidad, can caridad, honestamente y con lealtad, tratando de vivir con lo mejor de nosotros mismos, tratando de ser útil.
En nuestro mundo real las personas decentes encuentran un sinfín de pruebas y dificultades empezando por que las personas piensan diferente, vienen de distintas culturas, basan sus acciones en diversas teorías éticas y no pocas veces nuestros valores coliden y hay enfrentamientos.
Las más de las veces estas contradicciones vienen de los hechos no de los valores, los hechos son importantes, debemos tenerlos muy claros, debemos tener mucho cuidado de no confundir hechos con opiniones, debemos aprender a distinguir que es lo importante en cualquier situación.
El otro gran problema es que la gente decente puede confundirse con el uso del lenguaje, hay palabras que hieren, que vienen cargadas de odio y oscurecen el entendimiento, al igual que hay discursos imprecisos, con conceptos ambivalentes que pueden confundir, hay que tratar siempre en estar muy claros con los términos de una oferta o negociación, aún cuando expresamos nuestros sentimientos hacia los demás.
Cuando una persona se ve confrontada con dilemas morales debe recurrir a ciertas herramientas como serían preguntar otras opiniones, desarmar y volver armar el problema en sus partes, tratar de pensar soluciones desde fuera del problema, pensar preventivamente, una persona decente no debería dejarse vencer por la indecisión o dejar que otros decidan por nosotros, que por lo general es la peor decisión.
Una persona decente no le tiene miedo a la discusión productiva y racional, a la negociación en términos claros y con discusiones abiertas, quien actúa con claridad de valores no le tiene miedo a las complejidades, a colaborar en las soluciones, a llegar a términos con responsabilidades compartidas.
La persona decente siempre está en disposición a actuar, en hacer el bien, esa es su naturaleza, en ayudar a los demás, la decencia no es algo que se olvida o se pierde, se tiene o no se tiene, se resiste a ser confundido y se puede estar en medio de una orgía de piratas, la persona decente siempre sabrá que está bien y que está mal, y actuará de acuerdo a su pensamiento o sentimiento.
Pero volvamos un instante a los chavistas antes de despedir este breve ensayo, yo soy de la firme creencia que son muy pocos los chavistas que son patológicamente indecentes, que los hay, es decir, mercancía dañada desde el momento de su alumbramiento, que ya vienen con grandes defectos o insuficiencias de carácter, pero la mayor parte de ellos fueron en algún momento de su vida gente decente, y por alguna circunstancia u error de su parte, perdieron el camino y se vieron en la necesidad de continuar en el error a sabiendas que estaban haciendo mal.
Como una jauría de lobos, los indecentes andan en manadas para brindarse mutuo soporte en el dolor y la culpa que sienten por sus acciones, si tienen mucho tiempo comportándose como patanes, se hacen insensibles, aunque siempre saben que son “diferentes” a los demás, y tratan por todos los medios en corromper a la gente decente para que sean como ellos, viles y embrutecidos por el vicio, es por ello, que los chavistas viven en la mentira, en el lenguaje orwelliano que utilizan lleno de contradicciones, dicen que aman cuando hacen daño, expresan que todo está bien cuando el mundo se les está derrumbando.
Sus crímenes son tan odiosos y gigantes, que ninguno vive en paz, por ello es que adoran a la muerte y a la tristeza, creen vivir bien, bailan, cantan, hacen creer que la vida es una fiesta… pero el olor que despiden les dice que ya están condenados, nadie quiere ser como los chavistas, ni siquiera sus propios hijos, una parte de esas personas fueron confundidas por ideas equivocadas que creyeron a pie juntilla, por ideologías pensadas por otras personas, en otras épocas, para solucionar unos problemas que ya no son los mismos, y que debido al fanatismo, a la creencia de que se tratan de ideas infalibles, no aceptan ni pueden convivir con otras ideas diferentes, a eso me refería por dogmatismo, personas que se creen dueños de la verdad y tratan de imponerlas sobre otros sin importarles los resultados o el sufrimiento que generan.
Pero hay culturas para la convivencia, para la paz social, para el consenso, para el trabajo honesto y productivo, hay sistemas como la democracia donde todo los conflictos se resuelven por el dialogo civilizado y no por la fuerza, donde la opinión de la mayoría cuenta, y las personas decentes la respetan y acatan en aras de la convivencia.
Para una persona decente lo fundamental es que todo el mundo pueda expresar sus ideas en libertad, y que esas ideas una vez debatidas abiertamente, sometidas al examen público, si el interés es que esa idea se convierta en una norma de conducta para todos, finalmente sea votada en unas elecciones libres, universales y secretas y si triunfa por el apoyo mayoritario, se respete.
En Venezuela, nuestra forma de vida era una democracia antes que vinieran los indecentes revolucionarios a destruir nuestra convivencia y a imponer su ideología, se aprovecharon de que éramos una sociedad abierta y tolerante, de que nuestra comunidad pasaba por una crisis, que había una gran confusión, y nuestros líderes políticos olvidaron el interés público para complacer sus intereses personales, y ante el silencio de la gente decente, los indecentes lograron ganar unas elecciones prometiendo solucionar nuestros problemas.
De esta manera nuestro país se inició en una ruta de desaciertos y equívocos que nos condujeron a la tiranía de los más ineptos y falsos venezolanos, fanáticos de una ideología, y trataron por todos los medios de corromper al país, degradando nuestro estilo de vida, lo importante de esta experiencia, que tanto sufrimiento nos ha costado, es que las decisiones políticas tienen un altísimo costo, que no deben ser tomadas a la ligera, que si el político que pone su nombre para ocupar un cargo de representación en el estado, no es un hombre o mujer probadamente decente, lo más probable es que nos haga daño e intente burlarse de nosotros.
Los desencuentros, las contradicciones, las diferencias de opinión que se ven en el debate público son señales de que la democracia está trabajando, de que la gente decente está expresando sus opiniones y que solo en consenso podremos lograr un acuerdo, por fortuna Venezuela fue, es y será, un país de gente decente.   -   saulgodoy@gmail.com




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