miércoles, 4 de octubre de 2017

Venezuela ¿Un estado fallido?


Hay instituciones en el mundo que se ocupan de monitorear a los diferentes estados para medir su desempeño y viabilidad, entre ellas fundaciones privadas como la Friederich Foundation de Alemania, organizaciones multilaterales como el Banco Mundial, o el Oslo: International Peace
Research Institute, o los departamentos de ciencias políticas de prestigiosas universidades como The London School of Economics o  la John Kennedy School of Govermente de Harvard, en los EEUU, o poderosos y muy bien financiados Think Tanks como el Cato Institute, el Center for Strategic & International Studies, el Centre for European Policy Studies, o la famosa RAND Corporation, son unidades de inteligencia privadas y gubernamentales que se ocupan de estudiar la información clave y las variables que hacen a los países estables y prósperos, desequilibrados y peligrosos, en conflicto y próximos a cambios estructurales.
Esto lo hacen por razones obvias, seguridad es lo primero, pero también por negocios, política, tendencias sociales, condiciones ecológicas, intercambios culturales, migración y un largo etc.
El grueso del trabajo de estos organismos consiste en la recopilación y análisis de la información más actualizada de los países del mundo, con el fin de saber que ocurre y poder plantearse escenarios, hacer proyecciones, y asegurarse de que las crisis no se salgan fuera de control.
Son ya miles en el mundo los centros de observación e investigación que diariamente ocupan a diversos especialistas en preparar informes para sus gobiernos, empresas, bancos, fuerzas militares, cuerpos diplomáticos, organismos de salud, centros para emergencias y atención a los desastres… el intercambio de información se hace a velocidades vertiginosas y no hay lugar en el planeta donde no exista alguien estudiando lo que sucede en el momento.
Una de las especialidades que han surgido de esta intensa actividad se conoce como Nation Building (Construcción de Naciones), que es una agenda mundial que tienen estas organizaciones, para detectar si los estados están cumpliendo sus funciones mínimas en asuntos de gobernabilidad.
¿Cuáles son esas funciones mínimas que tiene que cumplir un estado para poder llamarse estado? Según el profesor Robert Rortberg de la Universidad de Princeton y tomado de su libro Cuando los Estados Fallan: Causas y Consecuencias (2004), cuyo criterio se ha convertido en un estándar mundial:
La principal función de un estado es proveer seguridad- prevenir invasiones e infiltraciones a través de las fronteras y la pérdida de cualquier parte del territorio; eliminarlas amenazas y ataques en contra del orden nacional y la estructura social; prevenir el crimen y peligros relacionados con la seguridad humana doméstica; y permitir a sus ciudadanos resolver sus diferencias con el estado, o con otros ciudadanos, sin el recurso de las armas u otras formas de coerción política.

Tal y como lo analiza el politólogo Erich Weede en su estudio sobre países en el Medio Oriente, los parámetros que Rortberg utiliza, incluyen otros factores, el estado no puede funcionar sin administradores honestos de justicia, tribunales y policías, sin ellos la ley y el orden se hacen imposibles, cuando el estado cede el monopolio de la legítima violencia a otras facciones y permite que confronten, cuando aquellos que constituyen el gobierno son incapaces de gobernar, cuando los niveles de ingresos de la población son extremadamente bajos y los niveles de mortalidad infantil se disparan, cuando el país se cierra al comercio internacional y hay una ausencia de mecanismos democráticos, se hace necesario la intervención de los Constructores de Nación para retornar a la estabilidad política, que solo lo permite volver al respeto del ordenamiento legal, y proveer las condiciones económicas necesarias para la prosperidad económica.
Si esta intervención no se da, la nación entra dentro de la clasificación conocida como Estado Fallido.
El caso de Venezuela es muy particular ya que es el propio gobierno el que promueve todas las condiciones para que el país no tenga ni paz ni orden, empezando porque es el agresor principal en contra de sus propios ciudadanos, y el que tiene bajo su protección y administración a grupos paramilitares, fuerzas subversivas armadas, grupos terroristas que actúan en contra de sus enemigos políticos con fuerza letal, apresa a los ciudadanos que protestan sin derecho a la defensa, en tribunales militares y los somete a tortura y condiciones de prisión degradantes.
Mantiene unos niveles de inflación y desabastecimiento que afectan con hambre y enfermedades a los habitantes del país, la mortalidad infantil es catastrófica, ha permitido que un gobierno extranjero nos infiltre y ocupe posiciones estratégicas y aún militares, la justicia funciona solo para el gobierno y sus amigos, la inseguridad en las calles mantiene a sus habitantes en constante estado de pánico, las libertades están conculcadas por un estado totalitario y las leyes las fabrica el propio estado por medio de instituciones leales al régimen, y para proteger exclusivamente sus intereses, entre ellos, perpetuarse de manera ilegítima en el poder.
El régimen de Maduro mantiene relaciones cercanas y permite que operen en el país organizaciones del crimen internacional, desde el narcotráfico hasta traficantes de armas y minerales estratégicos, pasando por lavadores de dinero sucio, trata de blancas, de menores, terroristas, trafica con productos energéticos en el mercado negro, documentos de identidad, dinero falso, maneja la migración ilegal de asiáticos, personas del medio oriente, de África, permite la devastación ecológica y la minería ilegal, mantiene mercados de mercancía pirata y permite el refugio de aeronaves y buques perseguidos y solicitados internacionalmente.
El simple hecho que Venezuela mantiene las alarmas encendidas en los centros financieros del mundo por un posible default en sus obligaciones crediticias, que como país productor de petróleo le sea imposible auto abastecerse de gasolina, de que muchos países de occidente le hayan aplicado sanciones a sus negocios en los mercados internacionales por violar masivamente los DDHH de los venezolanos, indican a todas luces, que efectivamente, hemos sobrepasado con creces las exigencias que el profesor Rortberg señala para identificar un Estado Fallido, con el agravante que el gobierno de Venezuela, con Nicolás Maduro la cabeza, no solo se niega a una intervención de los Constructores de Nación que pudieran ayudar a Venezuela a salir de su condición de Estado Fallido, sino que pretende engañar con información falsa, a los organismos que le hacen seguimiento a las verdaderas condiciones del país.
Un Estado Fallido tiene el problema de que se convierte en una amenaza para la estabilidad de la región y de todo el sistema socio-económico internacional, en el caso de Venezuela la situación se agrava debido a que el gobierno Venezolano y Cuba, pretenden exportarlo a otros países como modelo de gestión, incluso países situados en regiones privilegiadas y con una economía desarrollada como España, se ha visto afectado por la acción de grupos políticos que comulgan con las peores prácticas e ideología de este sistema castrocomunista, que encarna lo peor del populismo de izquierda.
La tesis del Estado Fallido tiene en el caso venezolano, una variante sumamente preocupante, no se trata de una falla del sistema producto de la ignorancia o de una mala gerencia del estado, sino de unas políticas de gobierno planificadas con antelación, previendo sus resultados y con toda la intención de provocar la quiebra moral, económica y de gobernabilidad de los estados, el caso de Venezuela fue una acción premeditada, ejecutada con alevosía y con un plan de dominio biopolítico de la población del país.
Se trata de un intento salvaje y violento de cambiar el orden internacional por medio de una revolución, que detenga y retrase el desarrollo y la evolución de las naciones, su meta es la imposición de gobiernos totalitarios, manejados por una cúpula de poder internacional, que se imponga en el concierto de naciones como alternativa, que rompa con la bipolaridad o la hegemonía de un solo imperio, siempre recordando que los estados fallidos son el abono ideal para los movimientos terroristas.
Todo esto está escrito en los diferentes documentos generados por el movimiento Socialismo del Siglo XXI, y su plan es inocular a los países desarrollados de occidente con revoluciones sociales basadas en el odio de clases, la discriminación racial, el enfrentamiento religioso, el alzamiento de las minorías en contra del orden establecido, la secesión de territorios en manos de radicales nacionalistas, obligar a los estados a virar hacia las formas del estado benefactor para hacer quebrar el aparato productivo del país.
Venezuela fue el globo de ensayo, aún no han podido consolidar la revolución en el país debido principalmente a una gran resistencia por parte de sus ciudadanos, y ahora acompañados por la presión y la observación internacional, pero no hay que dejarse engañar por los mimetismos que experimenta el régimen de Maduro con la democracia o con salidas pacíficas, su estrategia es tratar de hacerse pasar por gobiernos democráticos para así recibir todos los privilegios y tratamientos de ley cuando en realidad los aprovechan para afincar su dominio sobre los pueblos.
A Cuba y a Venezuela hay que aplicarles una cauterización profunda, extirparles el foco revolucionario bolivariano, que es el que produce la contaminación y el riesgo de una pandemia en donde están mostrando síntomas preocupantes países como Nicaragua, Bolivia, México, Inglaterra, los EEUU (aunque no lo crean, hay estados de la Unión donde ya están adelantados estos procesos de revolución social a nivel local), Corea del Sur, Filipinas, Grecia, Portugal y España.
Sería un gravísimo error por parte de naciones desarrolladas y con un aparato de inteligencia de alto calibre como serían los de Inglaterra, EEUU y España que mis advertencias pasaran como simples comentarios de un analista del tercer mundo, con un folklórico punto de vista o con ánimos de un provocador interesado en una mayor intervención en mi país por parte de sus órganos de seguridad. Les estoy hablando desde el centro mismo de los acontecimientos, soy testigo de cómo se está generando una ofensiva en contra del occidente capitalista y democrático, que tiene toda la intensión de movilizar en contra del poder establecido, en cada una de sus naciones, a unos sectores de sus poblaciones, los más vulnerables, los más pobres, los más ignorantes y van a ser usados… disculpen, están siendo usados, para crear situaciones de orden público y convergencia política con el fin de desestabilizar sus sistemas de gobierno.
El que provenga de un lugar tan poco probable de impactarlos como sería Venezuela o Cuba, pero por detrás tienen a sus enemigos históricos financiando y operando una de las conspiraciones más peligrosas que hayan enfrentado, justamente el origen de la misma es una forma de confundirlos y hacerlos vulnerables.
¿Qué hace un país cuando tiene un gobierno que no gobierna? ¿Qué hacen los ciudadanos cuando es el estado el agresor y el que fomenta el desorden, la violencia y la pobreza? Pero peor aún, ¿Que hace una República que ha sido secuestrada por su propio gobierno y este no quiere desalojar el poder? El mundo se encuentra ante un nuevo y peligroso paradigma que parte de una supuesta revolución pacífica y democrática, pasa luego a la fase de una constituyente, de darse un nuevo contrato social, y finalmente la instauración de gobiernos que no pueden sacarse por la vía electoral.
El Socialismo del Siglo XXI, no es juego,  es quizás mucho más peligroso para nuestra civilización que el virus del ébola.  -   saulgodoy@gmail.com









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