jueves, 16 de noviembre de 2017

Cómo el chavismo odia, simulando no odiar


Es más que evidente que la jugada política del chavismo, de atacar la libertad de expresión utilizando leyes contra el odio, aprobadas por medio de ese esperpento jurídico que quieren imponer a sangre y fuego en Venezuela, la Asamblea Constituyente Cubana, es no sólo un acto de hipocresía mayúsculo, sino una contradicción, en términos que ponen al descubierto la naturaleza enferma y torcida del régimen y sus actores políticos.
La ciudadana Delcy Rodríguez se ha transformado en la perseguidora de oficio de un gobierno claramente fascista, contra la oposición política y miembros de la sociedad civil, principalmente comunicadores sociales, intelectuales, académicos… todo aquel que, con argumentos y razones, exponga al chavismo como lo que es, un pequeño soviet de comunistas resentidos y vengativos, está en peligro de ser acusado como instigador del odio por cualquier razón de las que alega el articulado de una ley abominable para la democracia.
El comportamiento de esta señora es propia de una agresora proactiva, su comportamiento raya en lo psicopatía, cree que obtiene beneficios comportándose de manera agresiva y violenta, que eso le da  poder y control sobre los otros, y lo hace de una manera calculada y fría, los hermanos Rodríguez se han destacado entre el chavismo como personas egocéntricas que tienen muy poca empatía por su prójimo lo que los hace en política, actores sin emociones humanas y con un marcado comportamiento antisocial.
Para nadie es un secreto que el principal promotor del odio en nuestro país ha sido el mismo régimen chavista; un odio de clases sobre el que los chavistas han obtenido réditos políticos, que han fomentado para crear divisiones, para fomentar el conflicto, para denigrar de unos sectores, para destruir personalidades, parea justificar expropiaciones… eso es es leche derramada en el camino que no pueden recoger; allí están, como evidencia, horas y horas de infames programas de televisión Aló Presidente, miles de páginas de discursos con explícitos llamados a la violencia social, ríos de tinta de declaraciones a la prensa, artículos y noticias, por si fuera poco existen las denuncias y expedientes que en estos momentos están bajo estudio de tribunales internacionales por violaciones graves de Derechos Humanos, incluyendo cargos por genocidio, asesinatos, torturas, desapariciones, encarcelamientos políticos donde lo que destaca, es la inmensa sed de revanchismo y destrucción que el chavismo ha promovido contra el pueblo de Venezuela.
El chavismo no solo se ha jactado de que su grupo es el de los patriotas, el de los verdaderos cristianos, que son los únicos venezolanos hijos de Bolívar, los herederos de los héroes de la independencia, los auténticos revolucionarios, el pueblo originario… y en la acera del frente nos han acusado a quienes no creemos en tales aseveraciones de que somos los apátridas, los pityankis, el enemigo a vencer, los imperialistas, los vende patria, los burgueses, a quienes hay que freírle las cabezas en aceite, no darles ni agua, contra quienes hay que utilizar armas letales si protestan, somos los escuálidos que no merecemos sino gas del bueno, cuando en las calles son asesinados nuestros jóvenes por protestar, Maduro lo que hace es bailar sobre una tarima como gesto de desprecio, transmitido en cadena nacional, si eso no es el ejercicio más descarnado del odio, promocionado por todos los medios posibles y por el que se han caracterizado hasta el día de hoy, entonces no sé que es odiar.
Chávez fue un promotor insigne y a tiempo completo de una cantidad de pasiones desordenadas, principalmente del odio que marcaban sus discursos, confundía el amor y la ira, la venganza con la felicidad, las emociones subían en él, cómo burbujas de agua carbonada, a montones, de manera caótica, por un lado maldecía nuestra herencia hispánica y los terribles sucesos negativos de la conquista, pero alababa la fiereza de los Caribe y su resistencia violenta al invasor, jamás se refirió a la sanguinaria dominación imperial de los Aztecas  e Incas sobre otros pueblos indígenas, justo antes de la llegada de Colón a América, despreciaba en grado sumo el mercantilismo y el capitalismo, culpándolos de todas las desgracias del mundo, pero era incapaz de mencionar las hambrunas desatadas en la Rusia de Stalin o la China de Mao.
Se la pasaba insultando a personalidades y ciudadanos que lo contradecían o pensaban diferente, famoso fue su desplante en contra del Presidente de los EEUU, el Sr. G.W. Bush en el seno de la ONU cuando en un discurso se refirió a él como un demonio, o sus referencias al ex Presidente Colombiano Alvaro Uribe, a al ex Director de la OEA, Insulsa, cuando sus opiniones se desmarcaban de su voluntad revolucionaria, Maduro no se queda atrás en su repertorio de insultos y amenazas en contra de sus contrarios.
Folclórico eran las ausencias al terror revolucionario cubano en sus memoriosos ditirambos sobre los gloriosos tiempos de Fidel, sin las menciones a las masacres protagonizadas por el Ché en la lúgubre Cabaña, ni de los fusilamientos, ni de las cárceles donde murieron tantos seres humanos sin jamás pasar por un tribunal, su visión sesgada de la historia reciente venezolana lo hacían crítico de los crímenes de la democracia, pero hacía mutis a los desafueros de la guerrilla, de sus asesinatos, secuestros y atentados.
Es claro que a socialistas bolivarianos del siglo XXI no les importa este comportamiento afásico, que estas contradicciones de pensamiento y actitud les tienen sin cuidado, porque su verdadera intención no es la justicia, ni siquiera es la rectificación, sino la profundización de su odio contra la Venezuela libre, decente y democrática, porque les conviene, y están utilizando estas supuestas leyes contra el odio para continuar con su claro propósito de demoler el estado de derecho, la civilización y la cordura en nuestro país.
La verdadera motivación detrás de estas leyes en contra del odio es silenciar la protesta, censurar el pensamiento crítico, ocultar crímenes de lesa humanidad y eliminar a la oposición política, anuncian cierre de medios de comunicación, detenciones de personas supuestamente incursas en estos delitos, multas, con toda la intención de sumir en el silencio la protesta política, detener las manifestaciones de rechazo en contra de funcionarios identificados con hechos de corrupción, con crímenes violentos e injusticias en contra de los ciudadanos.
La ley le deja una amplísima potestad de interpretación a los funcionarios encargados de aplicarla, cualquier pensamiento o idea puede ser tomada como incitación al odio, sobre todo en lo que se refiere a la política y la ideología, donde necesariamente se dan como naturales los rechazos, críticas y posiciones antagónicas, en las leyes que he estudiado sobre normas que regulan el discurso del odio, los legisladores se han tomado el cuidado justamente de dejar fuera a la política y la ideología precisamente por su carácter polémico y de apasionadas discusiones, en la que insultos, amenazas y acusaciones resultan normales.
De hecho, el derecho a la libre expresión, que es una de las piedras fundamentales de la democracia es defendido a capa y espada por la mayoría de los órganos legislativos y judiciales del mundo libre, fundamentalmente porque el libre flujo de las ideas es la única manera de garantizar llegar a la verdad, aunque parezca lo contrario dado el innumerable número de provisiones legales para proteger a funcionarios del gobierno, cabezas de estado y altos dignatarios de los eventuales insultos que pudieran recibir por su desempeño o posición ante diversas políticas, se prefiere con mucho las aproximaciones no punitivas y a lo sumo tratar el asunto como un caso civil, nunca penal.
En Venezuela se da el caso muy particular que el gobierno socialista bolivariano tiene una propensión hacia el castigo y la aplicación de penas criminales en muchas materias, esto viene dado por su naturaleza autoritaria y su talante totalitario, de hecho, al tratarse de una narco-dictadura, como está siendo reconocido en el ámbito internacional, es natural que sus operadores se sientan inseguros y víctimas de retaliaciones, por lo que prefieren que sus personas no vean involucradas en acusaciones y críticas que pudieran empeorar su situación e imagen pública, algunos de ellos buscados por organismos policiales internacionales.
Pero lo que más llama la atención es que un gobierno que practica de manera masiva las detenciones de políticos de la oposición y los tortura, tenga la desfachatez de mencionar en la ley contra el odio, que las penas que impone de manera arbitraria y en procesos que parecen más bien ejecuciones sumariales, tengan la intención de fomentar la tolerancia y el respeto por los derechos humanos, incluyendo el cierre de medios de comunicación que no es otra cosa que la continuación de su campaña por la censura, esta vez con la excusa de evitar el odio.
La realización en el país de un pensamiento único, de la hegemonía del socialismo sobre las demás formas de ideología, la existencia de un único partido, de un solo líder, de una sola voz necesariamente traen detrás la exclusión social, el apartheid, la persecución política, la eliminación del enemigo diferente, no se puede alcanzar la armonía social cuando un grupo minoritario se hace con el poder para obligar a los demás a asumir una posición de servidumbre y dependencia, es el caldo de cultivo perfecto para el odio entre el opresor y el oprimido.
Este aparente paradigma de tratar de acallar críticas, protestas, señalamientos contra las acciones del régimen, por medio de unos instrumentos para corregir defectos de la libertad de expresión, como sería la de ciertos excesos de opinión contra los funcionarios y la organización política que los acoge, no es una novedad en el comportamiento político de los socialistas en general; históricamente, este grupo político ha demostrado que puede vivir en las contradicciones propias de una dialéctica fragmentada y sin sentido, son agentes del pragmatismo más primitivo y egoísta; el socialismo utiliza la mentira, los argumentos sofistas, la retórica barata, la fantasía, argumentos insostenibles en la realidad… lo que es bueno para su causa, no importa si es coherente, si funciona y logra dominar y silenciar a la gente, es útil.
Nos recuerda Slavoj Žižek  que, después de reunirse con Nixon y Kissinger, Mao dijo: «Me gusta tratar con derechistas. Dicen lo que realmente piensan, no como esos izquierdistas que dicen una cosa y quieren decir otra».
Lo peor de este escenario de leyes contra el odio que restringen el derecho a la libre expresión, es que lo que hacen, es fomentar más el odio, los chavistas, como buenos revolucionarios, en su afán por destruir el orden burgués establecido, incluida su ideología, desprecian de tal grado el sentido jurídico y el estado de derecho que lo utilizan para destruir el tejido social del país. No hace falta más que mirar la desfachatez de copiarse una Asamblea Constituyente comunal, al mejor estilo cubano, como órgano supremo de un supuesto principio legal, que legisla sin participación del pueblo soberano, contra nuestra Constitución Nacional, únicamente que para atacar a sus enemigos políticos… y hacer leyes para adelantar su proyecto de odio, incluyendo leyes contra lo que ellos dictan que es odio y que todo los venezolanos sabemos, no aplicarán para los chavistas.
La ley contra el odio peca en sobre simplificar la naturaleza del odio, lleva al error de catalogar todo comportamiento agresivo como odio, hay agresiones que son signadas por la ansiedad, la desesperanza o la impulsividad que no necesariamente es odio ni apunta a él, pero en la ley no se establecen diferenciaciones y castiga a todas estas manifestaciones del comportamiento humano con una crueldad que raya en el odio mismo.
Las sociedades que se han comprometido a defender la libertad de expresión como piedra fundamental de la democracia, están dispuestas a soportar las expresiones destempladas, a veces obscenas, rudas y hasta falsas de algunos de sus miembros, aún aquellos comentarios que aparentan racismo y que pensamos podría ser dañino para la armonía social, pareciera que se valora más la libertad de expresión que la igualdad cuando suceden estos momentos de aparente abuso de esa libertad, sobre todo en el caldeado mundo de la política, todo depende del grado de compromiso que exista en esa sociedad.
Pero el compromiso a la libertad de expresión no significa que alguien pueda decir lo que le venga en gana, eso no es así, de hecho, muchas expresiones están reguladas, algunas tienen repercusiones judiciales, pero la tendencia universal es hacer que estas regulaciones sean cada vez más difíciles y complicadas, es por ello que, cuando un régimen como el chavismo se auto-promueve como garante de la pureza del lenguaje y la expresión equilibrada, como tribunal inquisidor del comportamiento humano y penalice, de la manera que lo hace las supuestas expresiones de odio, sabiendo de sus antecedentes como violador flagrante de los derechos humanos, la duda surge irremediablemente sobre sus verdaderas intenciones.
El chavismo cree en el voluntarismo como fuerza creadora, son solipsistas de corazón, están convencidos que la felicidad de todo un pueblo se puede decretar, así como la prosperidad económica, las navidades, el amor, y ahora les dio por decretar la prohibición de uno de los sentimientos humanos más poderosos y libres, el odio.
Nicolás Maduro ha demostrado estar desubicado en muchas materias durante su paso como usurpador de la jefatura del estado venezolano, pero ha sido en materia económica donde su precariedad ha quedado manifiesta, no entiende que los billetes de la masa monetaria tienen vida propia una vez que no cuentan con un respaldo de valor, no se pueden sacar de circulación por decreto, ni se puede decretar una reestructuración de la deuda, ni se puede detener la inflación decretando aumentos salariales, ni se puede decretar la confianza en un sistema que no produce, menos aún decretar precios de los bienes y servicios sin tomar en consideración sus costos de producción, después de 18 años de penurias todavía no se ha dado cuenta que lo que él quisiera y desea, no se resuelve con simplemente escribirlo en un papel y declarar ¡Aprobado!
Bajo este esquema intuitivo, de “puntadas”, de cómo va viniendo vamos viendo es que el país se ha hundido en la miseria, no es el interés común ni las necesidades de la gente lo que impera al momento de gobernar, sino exclusivamente el interés personal del claque alrededor de la Presidencia, de la mafia que controla el presupuesto nacional, de los que juegan con el valor del dólar oficial y el paralelo, de los que tienen metidas sus manos en el negocio petrolero, en la compra de alimentos y medicinas al exterior, de los que manejan el contrabando de combustible…
Razones para odiar a los chavistas las hay de sobra, son inhumanos, salvajes y están enfermos de poder, le han hecho mal a millones de venezolanos, no tienen medida para sus ambiciones y continúan destruyendo a las familias, permiten que numerosos niños mueran de desnutrición, que los enfermos graves enfrenten el fin de sus vidas en medio del desahucio más espantoso, que los viejitos se vayan apagando poco a poco y sin esperanzas, espantan a los jóvenes y talentosos para que huyan del país, acaban con etnias de nuestros aborígenes dejando que sucumban con enfermedades tratables pero sumamente contagiosas y mortales sin tratamiento, es decir, les importa un carajo el pueblo, y eso, es lo que no quieren que se diga de ellos.
Eso de estar acusando a los demás de fomentar el odio, sin mirarse la paja en el propio ojo, desestimando las campañas de en contra de la reputación de políticos de la oposición, de sectores completos, como sería el empresariado venezolano, a quienes culpan de ser fichas del imperio en la guerra económica, de la destrucción de la vida de ciudadanos venezolanos acusados, detenidos y condenados por supuestamente sabotear los servicios públicos, para ocultar con ello las severas deficiencias e incapacidad del estado socialista en brindar correctamente esos servicios, de fomentar el odio social contra periodistas, como acaba de suceder con un reportero de la publicación Dollar Today, el cual fue secuestrado, vejado, golpeado, precisamente por la campaña de odio que sostiene, contra de ese medio, el colombiano indocumentado que esta usurpando la Presidencia de la República, Nicolás Maduro.
Es obvio, para todo el que tenga ojos y entendimiento, que lo que el régimen persigue es el control absoluto sobre la libertad del pensamiento y de expresión en nuestro país, y que utiliza esos subterfugios de leyes contra el odio como herramientas de persecución política y censura, para sumir al país en el silencio oprobioso, ante los desafueros de un estado socialista fracasado e impopular.
La realidad es terca y contundente, el país está al garete, el chavismo no gobierna, simplemente reprime, miente y saquea lo que puede como puede, en medio de una puesta en escena de que son gobierno; pero nadie se traga el cuento, ni aquí ni afuera, los representantes del chavismo reciben el trato que se han ganado como corruptos, violentos y falsos, ningún gobierno del mundo les cree lo que dicen, y lo que hacen es tan meridianamente claro que ya las palabras y los actos de mimetismo les quedan grandes.
Han perdido todo contacto con la verdad y tratan de construir una versión alterna que les sirva a sus propósitos; hacer parecer lo que no es, y decir que son lo que nunca serán… y quien les grite que están desnudos, porque no es lo que quieren escuchar, será acusado de odiarlos, de querer exponerlos al escarnio público, de que no los respeta.
El respeto no se gana a golpes ni asesinando personas, poner a la Guardia Nacional a perseguir gente que habla mal del gobierno es tan fútil como declarar que el chavismo cree en la democracia; las llagas y las bubas de la peste no se pueden ocultar, su mal olor no se disfraza con los perfumes, sus deformidades no se ocultan bajo las ropas de marca, ni las joyas… cuando se es un pestilente, la única manera de lograr una cura es aceptar que se trata de un enfermo, que necesita ser tratado, quizás entonces haya una posibilidad de limpiar las marcas de la dolencia, desinfectar sus fístulas, cauterizar las heridas abiertas, limpiar el cuerpo de sus secreciones… y eliminar los hedores.
Pero ya es muy tarde para eso, la enfermedad les ha llegado a la cabeza y han perdido la razón; pretenden vivir en otro lugar, con otra gente, con otras costumbres y, como buenos socialistas, creen ser dueños de la verdad, la imponen a la fuerza y, jamás ni nunca, pensarán que han cometido error alguno, todo lo contrario, están absolutamente convencidos de que el país les debe agradecimiento y respeto por mostrarle el verdadero camino… así tengan a los venezolanos comiendo de la basura mientras claman en los foros internacionales que en el país no hay crisis, que todo está normal, porque el chavismo ha decretado que somos un país potencia donde lo que existe, según ellos, es un exceso de libertades.      –      saulgodoy@gmail.com



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