Gracias
a Dios, todavía hay lugares sagrados en India- montañas y cuevas sagrados, ríos
sagrados y árboles y plantas y animales, lugares sagrados donde la gente va en
peregrinación. Todavía hay templos donde los antiguos y sagrados ritos
continúan, y hombres sagrados a quienes la gente busca para encontrar a Dios.
Siempre hay un sentido del misterio transcendente, de una ultimada realidad
detrás de las apariencias.
Bede Griffiths, Return to the Centre (1976)
Nosotros
definimos, con mucho cuidado y exactitud, que los venerable y sagrados íconos
sean puestos de la misma manera como la figura de la cruz, preciosa y dadora de
vida… mientras más sean observadas por medio de estas representaciones, de la
misma manera los creyentes estarán dispuestos a recordar los originales.
Definición del Segundo Concilio de Nicea (787)
Vuelve
tu cabeza en la dirección de la Mezquita Sagrada, donde quiera te encuentres,
vuelve tu rostro en esa dirección.
Corán, 2,
139
Algunas
personas creen que el mundo actual ha dado un vuelco definitivo hacia lo
material, lo concreto, lo meramente consumible por los sentidos, que esa
dimensión de lo invisible, metafísico y religioso se está perdiendo, y por lo
tanto la existencia pierde uno de sus atributos fundamentales, esa experiencia
psíquica del hombre que atañe a sus emociones, afectos y representaciones más
primitivas, relativos a mitos y ritos que producían estados interiores de
exaltación, cuando no pavor, éxtasis o felicidad, que de alguna manera le daban
sentido a la vida y al mundo, lo centraban, lo unificaban.
Todos
esos estados alternos de conciencia pueden hoy encontrarse en drogas de diseño
que afectan sitios específicos del cerebro y aplacan o estimulan cualquier
cantidad de sensaciones o estados de ánimo, lo profano arropa lo sagrado y éste
ha dejado de brillar.
La
vida hoy parece valer mucho menos que antes, igual que la familia y el hogar,
las religiones tradicionales han perdido su arrastre, las creencias del New
Age, los cultos sincréticos, los nuevos gurús de la satisfacción inmediata, las
filosofías postmodernas que desconfían hasta del mismo lenguaje se han ocupado
de desplazar lo verdaderamente santo y puro, para muchos transhumanistas, la
ciencia y la tecnología se han encargado de hacer limpieza de una serie de
creencias y prácticas que el hombre primitivo necesitaba como complemento a su
accidentada y vulnerable existencia, y la han sustituido por mejoras
artificiales que potencian al máximo las capacidades humanas convirtiéndonos en
verdaderos cyborgs.
Siempre
acechado por ese universo voraz, insensible
e infinito, tuvo el hombre en el pasado reciente, que recurrir a esos
entes, objetos, lugares y tiempos sagrados que de alguna manera estuvieran a su
favor, proveyéndolo de fuerza, auxilio y refugio, todos esos ritos, sacrificios,
pruebas, oraciones, templos, ciclos y fiestas, ahora se reducen a unas pastillas
y capsulas que se llevan en las carteras, y si la disfuncionalidad persiste,
están los analistas y los institutos psiquiátricos a la orden, el ser humano es
reparable, sus piezas pueden ser intercambiadas por otras de mayor durabilidad
y eficiencia, sus problemas pueden solucionarse al momento, ya no hay
malfuncionamiento que una resonancia magnética o un escaneo de nuestros cuerpos
puedan encontrar y la tecnología reparar... excepto la muerte, pero ya hay
gente trabajando en ello (la opinión general es que la muerte es una enfermedad
curable).
Según
Emile Durkheim el gran sociólogo francés, lo sagrado en las sociedades humanas
era una presencia continua y cambiante, es un fenómeno constitutivo de la
religión, cosa que desestimó el otro gran sociólogo posterior a Durkheim, Max
Weber, quien reportó que el hombre moderno había “desencantado” su mundo, lo
había desmitificado y expurgado todo tipo de magia.
Para
algunos Durkheim no se había equivocado, lo sagrado persiste en la sociedad
moderna, no en el grado y la intensidad que se veía, digamos en la Edad Media,
pero hay sectores de la sociedad actual donde la religión vive, de diversas
maneras, de acuerdo a nuestro mundo multicultural, lo sagrado ha mutado y se ha
adaptado a los nuevos tiempos pero persiste, quizás ya no con la misma fuerza,
pero vemos sus manifestaciones, está allí con nosotros.
Durkheim
creía que la religión estaría presente por siempre dentro de la comunidad
humana, esto debido a la persistencia de la misma en el pasado, decía, que
donde se constituía un grupo humano en sociedad, había presente un componente
religioso, y lo sagrado no solo le daba coherencia al grupo, sino que le servía
de control, de allí que estudió la alienación de los objetos y símbolos
sagrados como problema, línea que siguió en su etapa temprana el mismo Marx.
El
sociólogo galo estableció un canon para distinguir lo sagrado en una sociedad,
debía ser primeramente universalmente reconocido como tal, es decir, no bastaba
que algo fuera sagrado para un pequeño grupo o secta, tenía que ser reconocido
por la mayoría, protegido por la autoridad del estado o nación, aunque no
dirigido, y sujeto a tabúes y medidas represivas.
El
siguiente gran paso que se dio para la comprensión de lo sagrado fue con el
teólogo y filósofo Rudolf Otto en su estudio, La Idea de lo Sagrado (1917) publicados luego de la Primera Guerra
Mundial, en la misma define lo sagrado como una categoría de la experiencia, no
tiene nada que ver con Dios, aunque forme parte de la relación en los cultos,
de modo que vemos que existe lo sagrado en religiones que no tienen Dios como
en el budismo, como en ciertas religiones como las de los Potowatomi, una tribu
de Norteamericana que cree en el Gran Espíritu, o “Manitú” de la que es parte
la naturaleza en sus diversas formas, árboles, arroyos, animales, praderas…
Lo
sagrado se experimenta cuando se entra en los templos, hay una atmósfera
especial, un comportamiento de respeto y contención que se siente de inmediato,
la gente habla en voz baja, los sacerdotes manipulan los objetos de culto con
cuidado y reverencia, igual sucede en un cementerio o a cualquier lugar
consagrado, hay de inmediato un cambio de actitud, se siente una diferencia de
ambiente y del comportamiento de las personas que concurren, si hay ritos hay
quienes aprovechan para hacer conexiones profundas en sus plegarias, es algo
muy diferente al comportamiento y las maneras de ser en otros ambientes
profanos.
Hay
personas que hablan de una presencia o una fuerza en estos lugares sagrados que
solo captan allí, sin requerir de procesos intelectuales complicados ni de
largas introducciones, hay lugares sagrados que simplemente impresionan los
sentidos aún siendo de otros cultos y creencias, hay experiencias espirituales
poderosas que se perciben ante paisajes, son conocidas los testimonios de los
astronautas cuando por primera vez ven al planeta Tierra flotando en la negrura
del espacio, o como dejó escrito Séneca, ante el abrumador sentimiento de
insignificancia y soledad que sintió ante la majestad de ciertos bosques y
cavernas que visitó durante sus viajes administrativos por el Imperio Romano.
Otto
llamó a esa experiencia lo numinoso, de la palabra noumen que significa el poder de lo divino, para referirse a esa
experiencia de la realidad escondida, inexpresiva, algo intensamente privado y
que es un misterio total, que no se siente sino en ciertos momentos y lugares
como expresión de lo sagrado, Otto destacó en sus investigaciones la presencia
del miedo en estas experiencias, pero no es un terror a Dios como sería la
sensación que despertaría la aparición de una bestia salvaje en el bosque, es
más bien el miedo que despierta estar en la presencia de un poder
inconmensurable que nos reduce a una simple partícula, a una brizna de paja en
el viento, como diría Rómulo Gallegos, pero que también nos llena de regocijo y
éxtasis, al hacernos parte interconectada del universo.
La
comprensión de lo sagrado dio un avance tremendo con la contribución de Mircea
Eliade desarrollando el concepto de hierofanía,
cuando algo sagrado se nos hace manifiesto en medio de un mundo profano,
hay diversas hierofanías, y le puede ser atribuida a una piedra o a un árbol,
pero también a manifestaciones mucho más sublimes, como sería la encarnación de
Dios en Jesucristo, nos dice Mircea en su obra Lo Sagrado y lo Profano (1959) - “No hay una solución en la continuidad. En cada caso somos confrontados
con el mismo acto misterioso, la manifestación de algo completamente diferente
en el orden de las cosas, de una realidad que no se corresponde a nuestro
mundo, en objetos que son parte integral de nuestro mundo natural y profano.”
Nos
sigue diciendo este maestro rumano – “Una
piedra sagrada sigue siendo una piedra; aparentemente (o, más precisamente,
desde el punto de vista profano), nada la diferencia de otras piedras. Pero
para quienes la piedra se revela como sagrada, su realidad inmediata se
transforma en una realidad supernatural. En otras palabras, para aquellos que
tienen la experiencia religiosa toda la naturaleza tiene la capacidad de
relevarnos su sacralidad cósmica. El cosmos enteramente puede convertirse en
una hierofanía.”
Para
Eliade estaba muy claro que nuestro mundo se transforma en cosmos en la misma
medida que se nos revela como un mundo sagrado, y justamente es en este punto,
que nos topamos con un problema de orden psiquiátrico, de la medicina moderna,
estas manifestaciones “primitivas” del ser humano de descubrir un mundo
encantado, lleno de númenes y presencias sobrenaturales, son determinantes para
un diagnóstico de locura, el cual debe ser tratado de inmediato con estas
pastillas y cápsulas que “adormecen” de inmediato esta capacidad, tranquilizan
al paciente y lo dejan disfrutando solo del mundo profano.
Al
respecto nos comenta el investigador francés Jean-Jacques Wunenburger, en su
obra Lo Sagrado (2001) lo siguiente:
El personaje sagrado se define esencialmente
por su alteridad, que se encuentra a menudo asimilada a la alteración de su
comportamiento. Por eso las confusiones patológicas han dado nacimiento a
tantas “hieromanias” (Erwin Rodhe), los trazos de locura -lo paranormal- se ven
convertidos en aptitudes supranormales, en fuerza sagrada. Esta sobrevaluación
religiosa de la locura, que contrasta con la voluntad científica moderna de
curar la enfermedad normalizándola, explica la frecuencia de lo que nuestra psiquiatría
desacralizada llama “manifestaciones clínicas”, en ciertos mediadores de lo
sagrado (histeria chamanística, esquizofrenia de ciertos profetas apocalípticos,
paranoia de ciertos activistas mesiánicos).
El postmodernismo pretende hacer desparecer lo
sagrado en la ecuación humana y para hacerlo debe desacralizar primero a la
misma vida humana, convirtiéndola en un bien suntuario, en una estadística, en
una simple modalidad ontológica sujeta al intercambio de mercado y a los
intereses de los grandes bloques económicos del mundo, siendo el peor de todos
el socialismo, enemigo de las religiones y astuto traficante de pedazos de
carne humana a los que pretende subyugar con su discurso materialista y de
clases sociales.
Los países que hemos caído en manos de gobiernos
socialistas, debemos estar muy atentos al interés que mueve a estos políticos
en hacer de nuestras vidas y nuestro mundo un solo campo de juego, dominado por
el interés de arrebatarnos lo sagrado, que han convertido al estado en un
objeto de culto, a su ideología en un credo y a sus líderes en los nuevos
sacerdotes, el chavismo concentra en su esencia todo lo corruptible y profano y
trata sin ningún pudor de hacer imposible la vida con dignidad y libertad en
nuestros propios hogares, no lo permitamos.
- saulgodoy@gmail.com
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