Amor de lejos, amor de…
El
chavismo es una corriente política cubana, no es venezolana; está diseñada por
todos esos elementos de colonialismo ruso para la exportación del comunismo al
resto del mundo que surgieron luego del acuerdo de Yalta, al finalizar la
Segunda Guerra Mundial.
Esa
gran repartición del mundo, entre los EEUU, Inglaterra y Rusia, dio pie a una
geopolítica de áreas de influencias, nuevas colonias y particiones de los
continentes en continua transformación política; estas áreas no sólo concernían
a la seguridad, sino también a la influencia económica y, sobre todo, a la
ideología – en ese momento, Stalin era el más claro de los líderes mundiales -
que sabía de la importancia de las ideas, quería usarlas como puntas de lanzas
del nuevo imperialismo comunista, que tuvo en Cuba, una década después de Yalta,
uno de sus desarrollos en ultramar más exitosos y brutales.
Este
último calificativo lo utilizo para denotar el grado de inhumanidad necesario
en un régimen de fuerza y dominación, para poder doblegar la voluntad de todo
un pueblo y llevarlo a la esclavitud, que es lo que existe en la Cuba de hoy, y
lo que han pretendido hacer con Venezuela.
El
interés de Rusia, y posteriormente de China, de asentar sus intereses en
Latinoamérica fue posible hacerlo realidad debido a la inconsistente política
exterior norteamericana con respecto al subcontinente, a una retórica inclusiva
e interesada, pero que, en la práctica, se resumía en indolencia y poco interés
real.
La
historia de la penetración comunista en Latinoamérica empieza en Brasil, en 1936,
en la ciudad de Sao Paulo; tomar el poder de la ciudad industrial más
importante del sur, para luego extenderse en toda la geografía de la subregión,
era el plan, pero no se sostuvieron en el poder por mucho tiempo; lograron, sin
embargo, sembrar una red de organizaciones comunistas, sobre todo en las organizaciones
sindicales, estudiantiles y en la iglesia, que coadyuvaron luego en el triunfo
de los presidentes Janio Quadros,
Juscelino Kubitschek y a Joao Goulart, este último derrocado por los militares
en 1964.Estos presidentes comunistas permitieron y financiaron al Partido
Obrero para operar un plan de la toma del poder en Brasil por parte de las
fuerzas revolucionarias.
No es
un secreto que la Latinoamérica que surge del conflicto de la Segunda Guerra
Mundial se encuentra aún indefinida en su posición cultural y existencial ante
el mundo, afectada por innumerables complejos, revanchismos y resentimientos contra
los criollos, mantuanos, empresarios, hacendados, extranjeros, una gran masa de
latinoamericanos, en su mayoría indígenas, negros descendientes de esclavos,
mestizos confundidos, blancos ricos con problemas de identidad… en ese espeso
caldo social, caracterizado por la pobreza, el fanatismo y la ignorancia,
fueron fácilmente inducidos por la propaganda comunista a que pensaran que la
tierra, sus riquezas y el futuro, eran de ellos, del pueblo, a a poner sus
esperanzas en que, por medio de gobiernos populares y grandes reformas agrarias,
conseguirían reivindicaciones, y el llamado era a que, por medio de la
violencia y el odio de clases, se hiciera “justicia social”.
Para
los rusos era una oportunidad perfecta para que los revolucionarios
latinoamericanos comulgaran con las ideas marxistas, para que las utopías
socialistas fueran atractivas ante quienes tenían en sus manos el poder de los
machetes y los fusiles; simplemente, fue una oportunidad irresistible, sin
olvidar que durante la llamada Guerra Fría se había desarrollado, en los países
de la Europa del Este, una serie de gobiernos supeditados a la hegemonía de
Moscú, donde se puso en práctica técnicas, propaganda, burocracias y políticas
de control social que, muy pronto, serían transferidas a los experimentos en la
América del Sur.
Los
primeros milicianos comunistas en el mundo aparecen en México en 1915, producto
de unos agentes bolcheviques que los organizaron, por medio de la Casa del
Obrero Mundial. En 1954, ya en Guatemala, había problemas graves con los
comunistas, al punto de requerir de una intervención armada por parte de los
EEUU; los agentes rusos parecían multiplicarse, organizando los movimientos
autóctonos revolucionarios para la toma del poder en diversos lugares del continente,
de modo que, cuando Fidel y Raúl Castro organizan su incursión a Cuba desde
México, a finales de los cincuenta, para derrocar al presidente Fulgencio
Batista, contaban con unas fuerzas de izquierda bastante organizadas y bien
financiadas que hicieron posible la aventura; el comunismo internacional ya
estaba dando sus primeros pasos intervencionistas en el supuesto patio de los
gringos capitalistas.
La
verdad era que, ya para la invasión del Granma a Playa Girón, una parte del
gobierno de los EEUU estaba comprometido con la causa socialista, y con el
Presidente Kennedy ese compromiso aumentaría… esto, a pesar de la Crisis de los
Misiles.
Ya
todos sabemos lo que sucedió luego de 1958, aquí en nuestro país se hizo una
campaña de recolección de fondos para el Movimiento 26 de julio a favor de los
revolucionarios que peleaban en la Sierra Maestra. Los venezolanos lograron
captar una importante suma que sirvió para pagar armas y bastimentos para los
barbudos; esta simpatía hacia los revolucionarios no decaería, aún cuando Fidel
Castro intentara subvertir el orden en nuestro país e, incluso, cuando se
produjo la invasión por Machurucuto, la diplomacia criolla actuó en los
organismos internacionales de manera muy tibia, como protegiendo al régimen
cubano, aún cuando Cuba fue expulsada de la OEA por una iniciativa venezolana
en 1962.
El
MIR, el Partido Comunista, Bandera Roja y otros movimientos radicales de
izquierda convivían con los partidos socialistas del stablishment en una relación simbiótica, donde la ideología era el
cordón umbilical que los unía. El sistema político venezolano estaba marcado
por el socialismo, lo que permitía la libre actuación de radicales de izquierda,
que no tardaron en enfrentarse con los gobiernos moderados de la izquierda
venezolana, que trataban de convivir en una suerte de democracia electorera y
poco participativa; el Movimiento al Socialismo (MAS) se convirtió en la
mampara y el vehículo institucional de los exguerrilleros, que se movían como
pez en el agua entre los gobiernos de AD y Copey, los dos partidos más grandes,
igualmente socialistas, que utilizaban fichas del MAS para ciertas posiciones
en la administración del estado.
Un coctel tóxico.
Este
contubernio entre fuerzas de izquierda, aunado al prestigio del que todavía
gozaban los revolucionarios cubanos y a la perseverancia de Fidel Castro en
exportar su revolución al continente a como diera lugar, lograron finalmente
penetrar el estamento militar venezolano y crear células subversivas entre sus
filas, sus propias logias comunistas para una eventual toma del poder.
Aquí
debo hacer una digresión, las FFAA eran utilizadas como medio de ascenso social
en Venezuela, su estructura, primitiva, con muy poco control civil, apartada de
la vida nacional en cuarteles y campamentos en remotos sitios del país, se
habían convertido en una de las pocas maneras que tenían los jóvenes,
pertenecientes a las clases sociales menos favorecidas, para acceder a una
educación y permitirles escalar posiciones en la sociedad.
La
escuela militar para oficiales, en otros países de la región, era un exclusivo
club para los hijos de las mejores familias del país, allí educaban con esmero
a los futuros líderes del componente armado entre los principios y valores de
la alta burguesía, con el fin de preservar el status quo; en Venezuela, excepto
en la Marina, estas normas de admisión se relajaron y pudieron hacer carrera
militar no precisamente los más leales y comprometidos con el cuerpo armado,
sino los menos capaces y hasta traidores a la patria, que ya en ese momento
estaban conspirando contra la democracia y a favor de un cambio de régimen,
siguiendo una tradición golpista que seguía incólume.
Los
cubanos le tenían el ojo puesto a Venezuela por varias razones, su proximidad a
Cuba, su privilegiada posición geoestratégica, que favorecería la expansión del
comunismo en la región, su fabulosa riqueza petrolera, su debilidad
institucional y la afinidad política, gracias a la predominante ideología
socialista; un buen empujón bastaría para llevar la revolución a la toma del
poder, pero el camino de la subversión y las armas no habían resultado, a pesar
de los varios intentos realizados, había llegado el momento de transitar por
otros medios.
El
elemento supuestamente nacional del chavismo, y que en su momento quiso
concretarse en la figura mesiánica del teniente de paracaidistas venezolano
Hugo Rafael Chávez Frías, fue un elemento de propaganda utilizado por La Habana
para nacionalizar la franquicia del gobierno de facto, desarrollada por Fidel
Castro.
El castro-comunismo
ha intentado exportar, como un producto auténticamente Latinoamericano, este
tipo de ideología comunista y gobierno supuestamente revolucionario, liberador
y humanista, haciéndolo pasar como producto de la idiosincrasia y de una
realidad político-social post imperialista; es decir, aprovechando que los EEUU
era el principal enemigo de los rusos, contendor del comunismo, aprovecharon la
propaganda, desarrollada durante la Guerra Fría, para afincarse en la imagen
del capitalismo salvaje, de la explotación mercantilista y de los gobiernos
coloniales de los imperios de principios de siglo XX, para encauzar ese
concepto tan bien estudiado por el pensador venezolano Carlos Rangel del Buen
Revolucionario.
El
revolucionario estaba obligado por la historia y la providencia a ser el bueno,
el justo, el que pelaba por los pobres, imposible que su causa no tuviera la
razón pues se trataba de hacer Justicia Social, de transformar al mundo en un
lugar igualitario donde todos pudiéramos tener el derecho a ser felices, a
amarnos como prójimo y a ser solidario con nuestros hermanos de cualquier raza.
La
figura y pensamiento de Bolívar eran ya manipulados, sin ningún rubor, para
ajustarlos a las necesidades del comunismo; lo mismo habían hecho los cubanos,
con mucho éxito, con la vida y obra de José Martí. Bolívar sería mucho más
fácil de embridar, sobre todo por su visión latinoamericanista y
panamericanista; el concepto era el de la Casa Grande, de un solo país latinoamericano,
libre, revolucionario, humanista, independiente y, por supuesto,
antiimperialista.
Cuando
la revolución cubana estaba en su apogeo, utilizando las nuevas armas de las
comunicaciones, de los discursos liberadores, de las grandes narrativas del
proletariado en su lucha por el poder, sostenida por un capital que venía, en
buena parte, de la Internacional Socialista, de sus organizaciones de base en
Europa (incluyendo los partidos de la socialdemocracia y de la democracia
cristiana), de los cofres del Kremlin, el gobierno de Castro se convirtió en un
acontecimiento publicitario de tal magnitud que los primeros “venados” que
comieron de su mano fueron, precisamente, los intelectuales del mundo libre,
mimados por Fidel en multitudinarios agasajos en el Caribe. Imagínense, si el
comunismo le comía el cerebro a los intelectuales, personas que podían pensar,
criticar, que tenían como responder ante ese asalto de ideas ¿Qué quedaba para
un simple hombre del pueblo?
Durmiendo con el enemigo.
Pero
el problema del comunismo y su intento de colonizar el planeta, también tuvo su
cuota de apoyo dentro de los EEUU; el socialismo norteamericano, aunque muy a
lo gringo, seguía siendo un peligroso ingrediente de conflicto y
contradicciones sociales. En el país del norte, los comunistas se pusieron del
lado de todos los movimientos minoritarios que reclamaban sus derechos civiles;
estuvieron con los negros, con los hispanos, con los asiáticos, con los
movimientos feministas, gay, trans-género; esa ideología penetró las
principales religiones y tuvo un recibimiento entusiasta dentro del mundo
académico, sobre todo en las universidades.
Sus
organizaciones para la defensa de los derechos civiles y el partido demócrata posicionaron a
importantes fichas de la izquierda dentro de la cadena de mando de la política
norteamericana, tuvieron sus candidatos rojos rojitos e, incluso, ganaron
varias veces la presidencia de ese país, durante las cuales implantaron los
primeros mecanismos y reformas para convertir a USA en un estado benefactor y prodigiador
de la Justicia Social, que no es otra cosa que un medio de distribución
“equititativa” de la riqueza de la nación (es decir, de la manera de quitarle a
quienes han producido y trabajado, para repartir entre los que parasitan de la
sociedad, una mayoría de desempleados que con sus votos mantendrían a los
socialistas en el poder).
En
1932 fue elegido Franklin Delano Roosevelt como presidente de los EEUU, el
primer presidente verdaderamente socialista, quien aprovechó el derrumbe de la
Bolsa y la crisis económica que le precedió, para inaugurar su campaña de
socialización bajo el nombre del New Deal;
fue también el que reconoció diplomáticamente a la Rusia revolucionaria, en
1933. Con su mandato empezó un peligroso tango con el comunismo, disfrazado de
humanismo.
La
primera revolución comunista exitosa en el continente americano fue la cubana.
Fue una victoria estratégica del comunismo internacional, en el Caribe, frente
a las barbas del Tío Sam; protegidos por la izquierda norteamericana, pusieron en
ascuas al establecimiento industrial-militar con la Crisis de los Misiles, crisis
que le costó posteriormente la vida al entonces presidente Kennedy. Esta lucha
por un Nuevo Orden Mundial, protagonizada por el comunismo, ponía los términos
de la confrontación entre los llamados “desposeídos” y la “aristocracia de la
propiedad”; términos que debieron sonar como música a los oídos de las masas
campesinas de Latinoamérica. Se trataba, entonces, de construir una sola patria
comunista y mundial y una sola fe, ése era el sueño de los bolcheviques
soviéticos.
Para
cuando Chávez llega al poder, tenía a su favor una vigorosa red de apoyo
internacional, diseñada y pensada para promover regímenes totalitarios, con una
amplia experiencia no sólo en propaganda, manejo y defensa de estos gobiernos
de izquierda, sino que, además, había participado en la creación de una serie
de organismos multilaterales controlados por ella. Pero no solamente tenía a la
política como uno de sus brazos ejecutores, sino que también era bastante
articulada en las finanzas; Rusia y China habían abierto nuevas posibilidades
en el mundo para canalizar fondos de proveniencia ilegal y blanquearlos en una
compleja ingeniería financiera, usada con mucho éxito para “desaparecer”
billones de dólares del presupuesto de Venezuela y para financiar iniciativas
contra los EEUU y los países libres de Europa.
La
venta de armas, las operaciones conjuntas de componentes militares, la
presencia de asesores de inteligencia y militares en la región, las inversiones
fábricas de fusiles y, en especial, las inversiones petroleras, en medios de
transporte, en programas espaciales y proyectos agrícolas y mineros, acentuaron
el interés de estas potencias comunistas en Latinoamérica, como parte de un
programa a largo plazo pero con un interés seguro, la expansión de su
influencia en un nuevo orden mundial, y hacerse con sustanciales apoyos en
política internacional de los gobiernos “amigos” para descalabrar la influencia
norteamericana en la región.
Ha
sido un hecho claro y notorio por parte del Kremlin que, durante la crisis de
Ucrania y, posteriormente, la anexión de Crimea, en el conflicto del 2008, a
medida que se hacía patente la presión militar y diplomática de USA en el área,
Rusia hacía lo mismo en Centro y Sur América, en una especie de reciprocidad en
amenazas e influencia, firmando acuerdos de ayuda militar con Nicaragua,
Venezuela y Bolivia.
Lo
que Rusia y China no parecen caer en cuenta (probablemente es todo lo
contrario) es que están soportando regímenes criminales que no solo dominan a
la fuerza a sus poblaciones, sino que su naturaleza innata es destruir los
principios democráticos, transformarlos en algo que nada tiene que ver con la
libertad y el estado de derecho y de justicia, así como diluir las bases
fundamentales de los derechos del hombre, ambas iniciativas son totalmente
inaceptables para los gobierno de occidente.
Los chicos malos al ataque.
Narcotráfico,
terrorismo internacional, tráfico de armas, apoyo a movimientos subversivos,
financiamiento de campañas políticas de los enemigos de la sociedad abierta, protección
de elementos buscados por la justicia internacional, injerencia en asuntos
internos de otros países para la promoción de los intereses sino-soviéticos, uso
de los medios de comunicación internacionales para plantar matrices de opinión,
pago de los costes legales en la defensa de una gran cantidad de líderes de la
revolución mundial a favor del comunismo encausados en tribunales del mundo, pago
de sobornos y compra de funcionarios… nuestro dinero sirvió para esto y mucho
más, a costa de nuestra calidad de vida; Rusia y China utilizaron a Venezuela
para canalizar sus intereses más inmediatos, con la venia y el apoyo del
partido demócrata en los EEUU, que simplemente miraba para el otro lado.
Venezuela
se convirtió en un ente perturbador de la paz y la estabilidad regional; hay
pruebas suficientes para poder hacer un caso imbatible contra los gobiernos de
Chávez y, ahora, de Maduro, como piezas ejecutoras de las políticas agresivas y
peligrosas, emanadas desde La Habana. Pero, de igual manera, hemos visto como
Latinoamérica sigue viviendo de la ilusión del Buen Revolucionario… y hay
demasiadas fichas del gobierno de los Castro enquistadas en el sistema político
interamericano; el presidente Trump no ha podido hacer más de lo que ha hecho
porque hay fuerzas a favor de Raúl Castro en Washington que han impedido otras
medidas en su contra.
Mientras
Venezuela sufre una de las peores situaciones de violación masiva de derechos
humanos y una crisis humanitaria que costará millones y años solventar, China y
Rusia están creando una situación de alto riesgo en la región, financiando y
proveyendo con recursos un cáncer que si no es tratado, hará metástasis en el
continente y que ultimadamente dañará la estabilidad interna en los EEUU. La
existencia de un foco tan peligroso, a solo 90 millas de las costas
norteamericanas, es un claro indicio de que las prioridades en Washington no
son las de su propio interés nacional, el régimen de Raúl Castro y su segundón,
el indocumentado Nicolás Maduro, han demostrado que no les temblará el pulso
para sacrificar a sus propios pueblos con tal de poner en peligro la vida de
los norteamericanos y lo hace sobre seguros, sabiendo que tienen protección.
En lo
personal, creo que todos los chavistas son unos equivocados, aún aquellos que
despiertan alguna simpatía por su carácter gregario, con sus argumentos de
preocupación por los problemas de los más necesitados… actúan, piensan y viven
con un fanatismo digno de fundamentalistas islámicos, una buena parte de ellos
carece de todo valor moral, mienten y engañan con sus poses de liberadores y
humanistas, para ocultar la vileza de sus deseos y necesidades. Lo que han
hecho con el país no tiene perdón de Dios, deben ser perseguidos, capturados y
sometidos a la justicia humana, para que respondan por sus crímenes en contra
de los necesitados, de los que padecen hambre, de los desahuciados, de los
neonatos y las madres parturientas, que están muriendo como moscas en medio de
las peores condiciones sanitarias dictadas por el oportunismo y la corrupción
generalizada. Son unos caníbales, que se alimentan de los jóvenes que asesinan,
de los indígenas que mueren en sus tribus de enfermedades tratables, de los
niños que dejan sin educación para hacer de ellos unas marionetas, de los ancianos
de la tercera edad a los que les roban sus pensiones y maltratan sin piedad, de
las familias que padecen del hampa en sus barrios y urbanizaciones, de los
cientos de miles de venezolanos que han sido enterrados por la maldad en estos
18 años de terror chavista.
Los
chavistas no son venezolanos, perdieron toda traza de humanidad, son bestias
feroces que aplican la pena de muerte a discreción, aún cuando dicho castigo no
existe en nuestra ley, se han acostumbrado a las ejecuciones sumarias de sus
contrarios, a las masacres, a la tortura de quienes piensan diferente, a
condenas arbitrarias y sin juicio, a obligar a la población a pasar hambre
mientras que a sus partidarios los alimentas y les obsequian ayudas, los
chavistas con una fuerza destructiva que tiene que ser doblegada; son
infectados del comunismo cubano, que no cree en paz ni acuerdos; son
contagiados de la inhumanidad rusa y china, pendiente siempre de los grandes
números y sacrificando a las personas, a los individuos, a los que pensamos
diferente en su elusiva hoguera de vanidades.
- saulgodoy@gmail.com
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