miércoles, 17 de enero de 2018

Breve historia del chavismo



Amor de lejos, amor de…
El chavismo es una corriente política cubana, no es venezolana; está diseñada por todos esos elementos de colonialismo ruso para la exportación del comunismo al resto del mundo que surgieron luego del acuerdo de Yalta, al finalizar la Segunda Guerra Mundial.
Esa gran repartición del mundo, entre los EEUU, Inglaterra y Rusia, dio pie a una geopolítica de áreas de influencias, nuevas colonias y particiones de los continentes en continua transformación política; estas áreas no sólo concernían a la seguridad, sino también a la influencia económica y, sobre todo, a la ideología – en ese momento, Stalin era el más claro de los líderes mundiales - que sabía de la importancia de las ideas, quería usarlas como puntas de lanzas del nuevo imperialismo comunista, que tuvo en Cuba, una década después de Yalta, uno de sus desarrollos en ultramar más exitosos y brutales.
Este último calificativo lo utilizo para denotar el grado de inhumanidad necesario en un régimen de fuerza y dominación, para poder doblegar la voluntad de todo un pueblo y llevarlo a la esclavitud, que es lo que existe en la Cuba de hoy, y lo que han pretendido hacer con Venezuela.
El interés de Rusia, y posteriormente de China, de asentar sus intereses en Latinoamérica fue posible hacerlo realidad debido a la inconsistente política exterior norteamericana con respecto al subcontinente, a una retórica inclusiva e interesada, pero que, en la práctica, se resumía en indolencia y poco interés real.
La historia de la penetración comunista en Latinoamérica empieza en Brasil, en 1936, en la ciudad de Sao Paulo; tomar el poder de la ciudad industrial más importante del sur, para luego extenderse en toda la geografía de la subregión, era el plan, pero no se sostuvieron en el poder por mucho tiempo; lograron, sin embargo, sembrar una red de organizaciones comunistas, sobre todo en las organizaciones sindicales, estudiantiles y en la iglesia, que coadyuvaron luego en el triunfo de los presidentes  Janio Quadros, Juscelino Kubitschek y a Joao Goulart, este último derrocado por los militares en 1964.Estos presidentes comunistas permitieron y financiaron al Partido Obrero para operar un plan de la toma del poder en Brasil por parte de las fuerzas revolucionarias.
No es un secreto que la Latinoamérica que surge del conflicto de la Segunda Guerra Mundial se encuentra aún indefinida en su posición cultural y existencial ante el mundo, afectada por innumerables complejos, revanchismos y resentimientos contra los criollos, mantuanos, empresarios, hacendados, extranjeros, una gran masa de latinoamericanos, en su mayoría indígenas, negros descendientes de esclavos, mestizos confundidos, blancos ricos con problemas de identidad… en ese espeso caldo social, caracterizado por la pobreza, el fanatismo y la ignorancia, fueron fácilmente inducidos por la propaganda comunista a que pensaran que la tierra, sus riquezas y el futuro, eran de ellos, del pueblo, a a poner sus esperanzas en que, por medio de gobiernos populares y grandes reformas agrarias, conseguirían reivindicaciones, y el llamado era a que, por medio de la violencia y el odio de clases, se hiciera “justicia social”.
Para los rusos era una oportunidad perfecta para que los revolucionarios latinoamericanos comulgaran con las ideas marxistas, para que las utopías socialistas fueran atractivas ante quienes tenían en sus manos el poder de los machetes y los fusiles; simplemente, fue una oportunidad irresistible, sin olvidar que durante la llamada Guerra Fría se había desarrollado, en los países de la Europa del Este, una serie de gobiernos supeditados a la hegemonía de Moscú, donde se puso en práctica técnicas, propaganda, burocracias y políticas de control social que, muy pronto, serían transferidas a los experimentos en la América del Sur.
Los primeros milicianos comunistas en el mundo aparecen en México en 1915, producto de unos agentes bolcheviques que los organizaron, por medio de la Casa del Obrero Mundial. En 1954, ya en Guatemala, había problemas graves con los comunistas, al punto de requerir de una intervención armada por parte de los EEUU; los agentes rusos parecían multiplicarse, organizando los movimientos autóctonos revolucionarios para la toma del poder en diversos lugares del continente, de modo que, cuando Fidel y Raúl Castro organizan su incursión a Cuba desde México, a finales de los cincuenta, para derrocar al presidente Fulgencio Batista, contaban con unas fuerzas de izquierda bastante organizadas y bien financiadas que hicieron posible la aventura; el comunismo internacional ya estaba dando sus primeros pasos intervencionistas en el supuesto patio de los gringos capitalistas.
La verdad era que, ya para la invasión del Granma a Playa Girón, una parte del gobierno de los EEUU estaba comprometido con la causa socialista, y con el Presidente Kennedy ese compromiso aumentaría… esto, a pesar de la Crisis de los Misiles.
Ya todos sabemos lo que sucedió luego de 1958, aquí en nuestro país se hizo una campaña de recolección de fondos para el Movimiento 26 de julio a favor de los revolucionarios que peleaban en la Sierra Maestra. Los venezolanos lograron captar una importante suma que sirvió para pagar armas y bastimentos para los barbudos; esta simpatía hacia los revolucionarios no decaería, aún cuando Fidel Castro intentara subvertir el orden en nuestro país e, incluso, cuando se produjo la invasión por Machurucuto, la diplomacia criolla actuó en los organismos internacionales de manera muy tibia, como protegiendo al régimen cubano, aún cuando Cuba fue expulsada de la OEA por una iniciativa venezolana en 1962.
El MIR, el Partido Comunista, Bandera Roja y otros movimientos radicales de izquierda convivían con los partidos socialistas del stablishment en una relación simbiótica, donde la ideología era el cordón umbilical que los unía. El sistema político venezolano estaba marcado por el socialismo, lo que permitía la libre actuación de radicales de izquierda, que no tardaron en enfrentarse con los gobiernos moderados de la izquierda venezolana, que trataban de convivir en una suerte de democracia electorera y poco participativa; el Movimiento al Socialismo (MAS) se convirtió en la mampara y el vehículo institucional de los exguerrilleros, que se movían como pez en el agua entre los gobiernos de AD y Copey, los dos partidos más grandes, igualmente socialistas, que utilizaban fichas del MAS para ciertas posiciones en la administración del estado.

Un coctel tóxico.
Este contubernio entre fuerzas de izquierda, aunado al prestigio del que todavía gozaban los revolucionarios cubanos y a la perseverancia de Fidel Castro en exportar su revolución al continente a como diera lugar, lograron finalmente penetrar el estamento militar venezolano y crear células subversivas entre sus filas, sus propias logias comunistas para una eventual toma del poder.
Aquí debo hacer una digresión, las FFAA eran utilizadas como medio de ascenso social en Venezuela, su estructura, primitiva, con muy poco control civil, apartada de la vida nacional en cuarteles y campamentos en remotos sitios del país, se habían convertido en una de las pocas maneras que tenían los jóvenes, pertenecientes a las clases sociales menos favorecidas, para acceder a una educación y permitirles escalar posiciones en la sociedad.
La escuela militar para oficiales, en otros países de la región, era un exclusivo club para los hijos de las mejores familias del país, allí educaban con esmero a los futuros líderes del componente armado entre los principios y valores de la alta burguesía, con el fin de preservar el status quo; en Venezuela, excepto en la Marina, estas normas de admisión se relajaron y pudieron hacer carrera militar no precisamente los más leales y comprometidos con el cuerpo armado, sino los menos capaces y hasta traidores a la patria, que ya en ese momento estaban conspirando contra la democracia y a favor de un cambio de régimen, siguiendo una tradición golpista que seguía incólume.
Los cubanos le tenían el ojo puesto a Venezuela por varias razones, su proximidad a Cuba, su privilegiada posición geoestratégica, que favorecería la expansión del comunismo en la región, su fabulosa riqueza petrolera, su debilidad institucional y la afinidad política, gracias a la predominante ideología socialista; un buen empujón bastaría para llevar la revolución a la toma del poder, pero el camino de la subversión y las armas no habían resultado, a pesar de los varios intentos realizados, había llegado el momento de transitar por otros medios.
El elemento supuestamente nacional del chavismo, y que en su momento quiso concretarse en la figura mesiánica del teniente de paracaidistas venezolano Hugo Rafael Chávez Frías, fue un elemento de propaganda utilizado por La Habana para nacionalizar la franquicia del gobierno de facto, desarrollada por Fidel Castro.
El castro-comunismo ha intentado exportar, como un producto auténticamente Latinoamericano, este tipo de ideología comunista y gobierno supuestamente revolucionario, liberador y humanista, haciéndolo pasar como producto de la idiosincrasia y de una realidad político-social post imperialista; es decir, aprovechando que los EEUU era el principal enemigo de los rusos, contendor del comunismo, aprovecharon la propaganda, desarrollada durante la Guerra Fría, para afincarse en la imagen del capitalismo salvaje, de la explotación mercantilista y de los gobiernos coloniales de los imperios de principios de siglo XX, para encauzar ese concepto tan bien estudiado por el pensador venezolano Carlos Rangel del Buen Revolucionario.
El revolucionario estaba obligado por la historia y la providencia a ser el bueno, el justo, el que pelaba por los pobres, imposible que su causa no tuviera la razón pues se trataba de hacer Justicia Social, de transformar al mundo en un lugar igualitario donde todos pudiéramos tener el derecho a ser felices, a amarnos como prójimo y a ser solidario con nuestros hermanos de cualquier raza.
La figura y pensamiento de Bolívar eran ya manipulados, sin ningún rubor, para ajustarlos a las necesidades del comunismo; lo mismo habían hecho los cubanos, con mucho éxito, con la vida y obra de José Martí. Bolívar sería mucho más fácil de embridar, sobre todo por su visión latinoamericanista y panamericanista; el concepto era el de la Casa Grande, de un solo país latinoamericano, libre, revolucionario, humanista, independiente y, por supuesto, antiimperialista.
Cuando la revolución cubana estaba en su apogeo, utilizando las nuevas armas de las comunicaciones, de los discursos liberadores, de las grandes narrativas del proletariado en su lucha por el poder, sostenida por un capital que venía, en buena parte, de la Internacional Socialista, de sus organizaciones de base en Europa (incluyendo los partidos de la socialdemocracia y de la democracia cristiana), de los cofres del Kremlin, el gobierno de Castro se convirtió en un acontecimiento publicitario de tal magnitud que los primeros “venados” que comieron de su mano fueron, precisamente, los intelectuales del mundo libre, mimados por Fidel en multitudinarios agasajos en el Caribe. Imagínense, si el comunismo le comía el cerebro a los intelectuales, personas que podían pensar, criticar, que tenían como responder ante ese asalto de ideas ¿Qué quedaba para un simple hombre del pueblo?

Durmiendo con el enemigo.
Pero el problema del comunismo y su intento de colonizar el planeta, también tuvo su cuota de apoyo dentro de los EEUU; el socialismo norteamericano, aunque muy a lo gringo, seguía siendo un peligroso ingrediente de conflicto y contradicciones sociales. En el país del norte, los comunistas se pusieron del lado de todos los movimientos minoritarios que reclamaban sus derechos civiles; estuvieron con los negros, con los hispanos, con los asiáticos, con los movimientos feministas, gay, trans-género; esa ideología penetró las principales religiones y tuvo un recibimiento entusiasta dentro del mundo académico, sobre todo en las universidades.
Sus organizaciones para la defensa de los derechos civiles  y el partido demócrata posicionaron a importantes fichas de la izquierda dentro de la cadena de mando de la política norteamericana, tuvieron sus candidatos rojos rojitos e, incluso, ganaron varias veces la presidencia de ese país, durante las cuales implantaron los primeros mecanismos y reformas para convertir a USA en un estado benefactor y prodigiador de la Justicia Social, que no es otra cosa que un medio de distribución “equititativa” de la riqueza de la nación (es decir, de la manera de quitarle a quienes han producido y trabajado, para repartir entre los que parasitan de la sociedad, una mayoría de desempleados que con sus votos mantendrían a los socialistas en el poder).
En 1932 fue elegido Franklin Delano Roosevelt como presidente de los EEUU, el primer presidente verdaderamente socialista, quien aprovechó el derrumbe de la Bolsa y la crisis económica que le precedió, para inaugurar su campaña de socialización bajo el nombre del New Deal; fue también el que reconoció diplomáticamente a la Rusia revolucionaria, en 1933. Con su mandato empezó un peligroso tango con el comunismo, disfrazado de humanismo.
La primera revolución comunista exitosa en el continente americano fue la cubana. Fue una victoria estratégica del comunismo internacional, en el Caribe, frente a las barbas del Tío Sam; protegidos por la izquierda norteamericana, pusieron en ascuas al establecimiento industrial-militar con la Crisis de los Misiles, crisis que le costó posteriormente la vida al entonces presidente Kennedy. Esta lucha por un Nuevo Orden Mundial, protagonizada por el comunismo, ponía los términos de la confrontación entre los llamados “desposeídos” y la “aristocracia de la propiedad”; términos que debieron sonar como música a los oídos de las masas campesinas de Latinoamérica. Se trataba, entonces, de construir una sola patria comunista y mundial y una sola fe, ése era el sueño de los bolcheviques soviéticos.
Para cuando Chávez llega al poder, tenía a su favor una vigorosa red de apoyo internacional, diseñada y pensada para promover regímenes totalitarios, con una amplia experiencia no sólo en propaganda, manejo y defensa de estos gobiernos de izquierda, sino que, además, había participado en la creación de una serie de organismos multilaterales controlados por ella. Pero no solamente tenía a la política como uno de sus brazos ejecutores, sino que también era bastante articulada en las finanzas; Rusia y China habían abierto nuevas posibilidades en el mundo para canalizar fondos de proveniencia ilegal y blanquearlos en una compleja ingeniería financiera, usada con mucho éxito para “desaparecer” billones de dólares del presupuesto de Venezuela y para financiar iniciativas contra los EEUU y los países libres de Europa.
La venta de armas, las operaciones conjuntas de componentes militares, la presencia de asesores de inteligencia y militares en la región, las inversiones fábricas de fusiles y, en especial, las inversiones petroleras, en medios de transporte, en programas espaciales y proyectos agrícolas y mineros, acentuaron el interés de estas potencias comunistas en Latinoamérica, como parte de un programa a largo plazo pero con un interés seguro, la expansión de su influencia en un nuevo orden mundial, y hacerse con sustanciales apoyos en política internacional de los gobiernos “amigos” para descalabrar la influencia norteamericana en la región.
Ha sido un hecho claro y notorio por parte del Kremlin que, durante la crisis de Ucrania y, posteriormente, la anexión de Crimea, en el conflicto del 2008, a medida que se hacía patente la presión militar y diplomática de USA en el área, Rusia hacía lo mismo en Centro y Sur América, en una especie de reciprocidad en amenazas e influencia, firmando acuerdos de ayuda militar con Nicaragua, Venezuela y Bolivia.
Lo que Rusia y China no parecen caer en cuenta (probablemente es todo lo contrario) es que están soportando regímenes criminales que no solo dominan a la fuerza a sus poblaciones, sino que su naturaleza innata es destruir los principios democráticos, transformarlos en algo que nada tiene que ver con la libertad y el estado de derecho y de justicia, así como diluir las bases fundamentales de los derechos del hombre, ambas iniciativas son totalmente inaceptables para los gobierno de occidente.

Los chicos malos al ataque.
Narcotráfico, terrorismo internacional, tráfico de armas, apoyo a movimientos subversivos, financiamiento de campañas políticas de los enemigos de la sociedad abierta, protección de elementos buscados por la justicia internacional, injerencia en asuntos internos de otros países para la promoción de los intereses sino-soviéticos, uso de los medios de comunicación internacionales para plantar matrices de opinión, pago de los costes legales en la defensa de una gran cantidad de líderes de la revolución mundial a favor del comunismo encausados en tribunales del mundo, pago de sobornos y compra de funcionarios… nuestro dinero sirvió para esto y mucho más, a costa de nuestra calidad de vida; Rusia y China utilizaron a Venezuela para canalizar sus intereses más inmediatos, con la venia y el apoyo del partido demócrata en los EEUU, que simplemente miraba para el otro lado.
Venezuela se convirtió en un ente perturbador de la paz y la estabilidad regional; hay pruebas suficientes para poder hacer un caso imbatible contra los gobiernos de Chávez y, ahora, de Maduro, como piezas ejecutoras de las políticas agresivas y peligrosas, emanadas desde La Habana. Pero, de igual manera, hemos visto como Latinoamérica sigue viviendo de la ilusión del Buen Revolucionario… y hay demasiadas fichas del gobierno de los Castro enquistadas en el sistema político interamericano; el presidente Trump no ha podido hacer más de lo que ha hecho porque hay fuerzas a favor de Raúl Castro en Washington que han impedido otras medidas en su contra.
Mientras Venezuela sufre una de las peores situaciones de violación masiva de derechos humanos y una crisis humanitaria que costará millones y años solventar, China y Rusia están creando una situación de alto riesgo en la región, financiando y proveyendo con recursos un cáncer que si no es tratado, hará metástasis en el continente y que ultimadamente dañará la estabilidad interna en los EEUU. La existencia de un foco tan peligroso, a solo 90 millas de las costas norteamericanas, es un claro indicio de que las prioridades en Washington no son las de su propio interés nacional, el régimen de Raúl Castro y su segundón, el indocumentado Nicolás Maduro, han demostrado que no les temblará el pulso para sacrificar a sus propios pueblos con tal de poner en peligro la vida de los norteamericanos y lo hace sobre seguros, sabiendo que tienen protección.
En lo personal, creo que todos los chavistas son unos equivocados, aún aquellos que despiertan alguna simpatía por su carácter gregario, con sus argumentos de preocupación por los problemas de los más necesitados… actúan, piensan y viven con un fanatismo digno de fundamentalistas islámicos, una buena parte de ellos carece de todo valor moral, mienten y engañan con sus poses de liberadores y humanistas, para ocultar la vileza de sus deseos y necesidades. Lo que han hecho con el país no tiene perdón de Dios, deben ser perseguidos, capturados y sometidos a la justicia humana, para que respondan por sus crímenes en contra de los necesitados, de los que padecen hambre, de los desahuciados, de los neonatos y las madres parturientas, que están muriendo como moscas en medio de las peores condiciones sanitarias dictadas por el oportunismo y la corrupción generalizada. Son unos caníbales, que se alimentan de los jóvenes que asesinan, de los indígenas que mueren en sus tribus de enfermedades tratables, de los niños que dejan sin educación para hacer de ellos unas marionetas, de los ancianos de la tercera edad a los que les roban sus pensiones y maltratan sin piedad, de las familias que padecen del hampa en sus barrios y urbanizaciones, de los cientos de miles de venezolanos que han sido enterrados por la maldad en estos 18 años de terror chavista.
Los chavistas no son venezolanos, perdieron toda traza de humanidad, son bestias feroces que aplican la pena de muerte a discreción, aún cuando dicho castigo no existe en nuestra ley, se han acostumbrado a las ejecuciones sumarias de sus contrarios, a las masacres, a la tortura de quienes piensan diferente, a condenas arbitrarias y sin juicio, a obligar a la población a pasar hambre mientras que a sus partidarios los alimentas y les obsequian ayudas, los chavistas con una fuerza destructiva que tiene que ser doblegada; son infectados del comunismo cubano, que no cree en paz ni acuerdos; son contagiados de la inhumanidad rusa y china, pendiente siempre de los grandes números y sacrificando a las personas, a los individuos, a los que pensamos diferente en su elusiva hoguera de vanidades.   -    saulgodoy@gmail.com






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