«Toda la historia de la sociedad humana,
hasta la actualidad es una historia de luchas de clases. Libres y esclavos,
patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en
una palabra, opresores y oprimidos, frente a frente siempre, empeñados en una
lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras franca y abierta.»
Karl Marx y Friedrich Engels (1848)
Yo
no creo en la teoría de las clases sociales como estructura determinante en los
movimientos sociales, tales asociaciones de carácter temporal, de origen
económico y supeditadas a un registro estadístico aleatorio, que tiene poca o
ninguna incidencia en los cambios de las instituciones y relaciones entre los
hombres, fue una tesis clásica de la sociología del siglo XIX que pudo haber
servido en su momento con el surgimiento de los sindicatos, de las asociaciones
de patronos o industriales, de las reivindicaciones obreras y del surgimiento
de la legislación laboral, pero ponerlas como el centro y causa de las
revoluciones, es no menos que un exabrupto, borran de un plumazo todos los
demás elementos políticos, geográficos, ambientales, culturales, militares, de
poder, con la intensión de abarcar en una explicación simplista e intencionada
la razón ideológica de un grupo en particular, los comunistas.
El
mejor alegato en contra de la vigencia de las clases sociales lo encontramos en
el manejo de lo que se ha venido a llamar el Big Data Managment, no tanto por lo grande de los campos informativos
que colectan las computadoras en ambientes de tera o peta-bytes, sino
por la inteligencia de la data, la granulación de la misma para identificar
grupos de diferentes tamaños que comparten no solo hábitos consumidores sino
estilos de vida y hasta opiniones.
El
Big Data Managment puede estratificar
la sociedad en partículas tan menudas y especializadas al punto de poder
predecir cuál va a ser el comportamiento de una persona aún antes de que él lo
sepa, aplicando unos logaritmos y sofisticados cálculos probabilísticos, y la
verdad sea dicha, en la cotidianidad de nuestro mundo la estela que una persona
deja de información en su actividad diaria es enorme, no solo por el uso de
celulares, computadoras, tarjetas de crédito, señales radioeléctricas
asociadas, marcas y códigos electrónicos, uso de servicios públicos e
información gubernamental, sino por el impacto de nuestras actividades en las
otras personas a nuestro alrededor y el registro de las mismas en sus
actividades, sustraerse de esa supervigilancia y control de la data que uno
genera es casi que imposible.
El
resultado obvio de tal cantidad de información es que adjudicar a una
específica clase social un comportamiento determinado, con unos intereses e identidad
propios, y más fantástico aún, con una conciencia de clase colectiva, es un
falso positivo, las clases sociales entendidas como lo hacían Marx y Engels, y
que luego Karl Kautski desarrolló en su obra La Lucha de Clases, que fue el libro de cabecera de Mao Tse Tung, no
existen, lo que sí existen son una infinidad de grupos sociales, de segmentos y
sectores, a los cuales, en determinados momentos y circunstancias estamos
adscritos, y de los que podemos entrar o salir de su área de influencia de
manera continua, en un flujo de interrelaciones que escapa del contenido de una
“clase social”.
Pero
aún si fuera verdad que las clases sociales pudieran auto determinarse como
conglomerados sociales (sería como decir que los diferentes tipos de amor o de
cocinas regionales determinan la historia, el gobierno y el carácter de los
pueblos) en ese listado de “luchas de clase” indudablemente que faltó la
opresión de los revolucionarios, hacia los contra revolucionarios.
Según
el sociólogo John Rex, en su enjundiosa obra Problemas Fundamentales de la Teoría Sociológica (1961) las clases
sociales fueron predeterminadas según dos marcos teóricos, el de Marx, que le
atribuía una situación conflictual que la determinaba, y la de Weber, un poco
más amplia, que incluye las negociaciones y otras situaciones que surgen en las
relaciones de mercado, ambas tienen una base económica, para Marx debido a su
inclinación “materialista”, la propiedad de los medios de producción marcan la
caracterización de las clases, para Weber lo plantea en los siguientes
términos:
Como
la probabilidad típica de obtener un suministro de bienes, condiciones externas
de vida y experiencias vitales personales, en la medida en que esta
probabilidad este determinada por el tipo y la cantidad de poder, o la falta de
este, para disponer de bienes o habilidades para obtener ingresos en un orden económico
dado. El termino clase se refiere a cualquier grupo de personas que se
encuentre en la misma situación de clase.
Lo
curioso de este sistema de clases en que las teorías clásicas de la sociología
dividían la sociedad, es que dejó de usarse en los años 70, la nueva sociología
impulsada por datos empíricos y no ideologías, han descubierto que la economía
(la capitalista, y arrastrando a la comunista) ha evolucionado de manera tan
compleja y rápida que tan solo la manera como se consume, el acceso al crédito,
la inmensa variedad de hipotecas y los diversos productos bancarios que se
ofrecen en el mercado has cambiado la naturaleza de la propiedad, sin mencionar
las distintas maneras de participación accionaria que existen, los nuevos modelos
y segmentaciones en los sectores menos favorecidos creados por los llamados
estados benefactores.
Las
clases sociales y el status social
han dejado de ser referencia en la segmentación social, precisamente porque con
la información con que se cuenta hoy en día, la sociedad podría ser segmentada
ad infinitum, de tantas maneras como el observador social pudiera necesitarlo,
y ante tal abundancia de clases, aquella estructura social que nos presentaban
Marx y Weber, supuestamente orgánica, pierde todo sentido.
Lo
que todavía subsiste en la concepción marxista de ideología, son las tesis de
la hegemonía y el discurso, que dan por hecho la existencia de una jerarquía
del poder político y económico estratificado en clases, para la producción y
consumo de conocimiento, asumiendo que las ideas dominantes en una sociedad
reflejan el interés de una clase dominante, pero igualmente, desde la aparición
de internet y la posibilidad de acceso ilimitado al conocimiento humano (por lo
menos una buena parte de él) esta posición se ha visto debilitada.
Y
es un hecho notorio que en toda la tesis marxista jamás encontrarán referencias
de autocrítica, de escenarios donde el comunismo y su actor principal, el
revolucionario, sea “el malo de la película”, de que pudiera existir la
posibilidad de que el sistema enloquezca y empiece a mal funcionar, de que
cometa exactamente las mismas injusticias que señalaba como opresoras en otras
ideologías distintas a la suya, o peor todavía, que la ideología pierda
vigencia porque el mundo ha cambiado, esto tiene una explicación, el comunista
jamás habla mal del camello que quiere vender, al igual que la doctrina
católica, el marxismo es infalible.
Por
supuesto la receta que prescriben para los pueblos hay una fuerte dosis de la
violencia necesaria, de la destrucción del orden burgués, del exterminio de los
no-creyentes, de la erradicación de la clase gobernante y privilegiada… la
dictadura del proletariado cuenta con una espada que no perdona cabezas, si
eres disidente, te pasaba como en la historia de Alicia en el País de las Maravillas, la Reina de Corazones
decretaba, “que le corten la cabeza”, pero esto debería tomarse como daños
colaterales, apenas residuos menores que deben ser desechados para construir el
régimen perfecto donde se garantiza la felicidad y la igualdad para todos
(aunque como sucedía en la Granja de
Animales de Orwell, habían unos que eran más iguales que los otros).
Un
mal menor por un bien mayor, el sacrificio de unos pocos por el bienestar
general, es la propuesta del chavismo, que se encuentra en este momento
haciendo trizas al viejo orden para que de la nada, surja el país potencia que
Chávez prometió, el paraíso en la tierra que será la Venezuela Comunal, ejemplo
de progreso y convivencia para un mundo en problemas.
Como
bien es fácil deducir, se trata de una creencia cuasi-religiosa, de un
primitivismo exacerbado, son doctrinas falsas de un grupo de fanáticos que
tomaron el país bajo secuestro y por medio de la violencia, y tratan de imponer
una visión del mundo que tiene dos siglos de atraso, por esas ideas es que
Venezuela ha sido sacrificada en el altar de la ignorancia.
De
modo que la próxima vez que usted oiga a estos criminales pronunciar sus
discursos sobre la lucha de clases, ríaseles en la cara, no es más que un
truco, una mentira que funcionó hace ya mucho tiempo en medio de la ignorancia
general, las clases sociales se conforman de acuerdo al interés del observador
que quiere aprovecharse de ciertas similitudes y condiciones para vender su
producto, el problema con los socialistas, y más todavía con los Socialistas
del Siglo XXI es que lo que quieren vender es esclavitud, hambre y pobreza,
para ellos, robarle lo que es suyo.
- saulgodoy@gmail.com
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