lunes, 10 de diciembre de 2018

¿Cuánto vale Maduro para Cuba?



Si una vez fue útil y productivo, ya no lo es; se ha convertido ahora en una papa caliente, en uno de esos patrimonios tóxicos de los que hay que salir lo más pronto posible pues ya empieza a descomponer lo que se encuentra a su alrededor.
Nicolás Maduro fue un agente eficaz para los objetivos de la revolución cubana, le trajo una serie de beneficios importantes a la isla, desde que trabajaba para Hugo Chávez como uno de sus asistentes. Como Canciller de Venezuela, le abrió importantes puertas a Fidel, hizo su trabajo de enlace con las principales fuerzas revolucionarias en el continente, llevando y trayendo los pliegos de necesidades y los aportes financieros que se necesitaba para ganar las elecciones en los países claves de la región; su papel en las victorias de los partidos socialistas en Brasil y Bolivia fue fundamental, así como en el control profundo que tenía Cuba sobre Argentina; fue la más importante ficha, en su momento y lugar, hasta que Chávez empezó a querer desplazar al comandante Fidel Castro… un error imperdonable.
Fue un momento definitorio para la revolución continental. Fidel lo conversó largamente con los camaradas rusos, y a los chinos los tuvo informados, no podía haber dos cabezas, Chávez estaba llevando demasiado lejos su idea de la multipolaridad, incluso de manera indirecta se lo hizo saber al candidato Obama, en los EEUU; venían cambios en la estrategia general del Gran Juego, Venezuela sólo podía tener un director, y ese era Fidel Castro.
Cuando conversaron con Maduro, a éste no le gustó la idea, le tenía afecto a Chávez y pensaba que su liderazgo era necesario para completar la consolidación del comunismo en América; pero, sobre todo, Maduro estaba muy inseguro de su propia capacidad. Pero ustedes saben como era de persuasivo el Comandante Fidel, cuando se proponía algo lo lograba, y si se trataba de establecer un plan y ejecutarlo, era como estar viéndolo en pleno desarrollo… y bastó una llamada al  compromiso de Maduro con la causa, a la importancia que tenía para la historia de la humanidad el papel que jugaría en los acontecimientos, en el sitio que ocuparía como uno de los grandes revolucionarios del mundo, para que funcionara toda la indoctrinación y entrenamiento que, por años, le habían aplicado a Maduro y éste aceptara.
De esta manera, consiguieron lo necesario en Moscú, enfermaron a Chávez y lo mataron; lo convirtieron en el Comandante Eterno, la leyenda que siempre soñó encarnar.
Chávez siempre supo que sería sacrificado, ése de pendejo no tenía un pelo; pero visto lo rápido con que avanzó su mal, su absoluta dependencia de los cubanos y la depresión que le entró de saberse fuera del juego y traicionado por su gente más allegada, se entregó a su destino.
En el perfil que le levantó el G-2 cubano a Maduro, aparece en su expediente una nota donde se menciona su lealtad y total entrega al proyecto revolucionario, pero señalan su deficiencia en inteligencia e iniciativa, por lo que se vieron obligados a nombrarle una agente de control, que en su caso debía ser una persona de su entera confianza, que estuviera muy cercana, pero que no supiera que estaba siendo vigilado y conducido; fue así como aparece en la relación la Sra. Cilia Flores, quien posteriormente se convertiría en su esposa y lo ayudaría a navegar por aguas turbulentas.
La idea de Fidel no era tener a Maduro como el sucesor de Chávez, había otros nombres con mayor ascendencia y capacidad en esa lista corta, como lo eran el Comandante Fausto (Alí Rodríguez Araque), José Vicente Rangel, Rafael Ramírez; pero por diversas circunstancias nunca fueron considerados o se negaron al nombramiento cuando sobrevino el momento crucial (el nombre de Diosdado Cabello nunca fue tomado en cuenta, debido, entre otras cosas, a su insaciable apetito por los negocios).
De modo que tenemos a un Maduro que, producto de las circunstancias, estaba en el momento y en la posición adecuada; no era el favorito ni de Cuba ni de los venezolanos pero se arreglaron convenientemente las elecciones y resultó “electo” presidente de Venezuela, entre otras cosas gracias a la inmensa cobardía del candidato opositor, para quienes bastaron unas pocas amenazas, obligándolo a renunciar a su triunfo electoral.
Maduro ha obedecido, como perro fiel, las órdenes de La Habana, pero éstas empezaron a perder tino con las derrotas electorales de los Clinton-Obama en los EEUU, las victorias de la derecha en Colombia, Brasil, Argentina y el debilitamiento general de la izquierda latinoamericana, entre ellas las salidas de varios de sus mastines: Rafael Correa en Ecuador; José Mujica en Uruguay, José M. Zelaya en Honduras, Fernando Lugo en Paraguay.
Los cubanos no supieron adaptarse a los cambios luego de 20 años de hegemonía en el subcontinente y respondieron a las circunstancias de la única manera que sabían hacerlo, con represión y violencia. Activaron todas sus fuerzas paramilitares; como se enredaron en las conversaciones de paz con la guerrilla, sin pensar que serían derrotados electoralmente, optaron por darle nueva vida a un ELN, en complicidad con el régimen venezolano; lograron el triunfo electoral en México, con la idea de activar el comunismo indígena en la frontera sur de los EEUU y financiando las caravanas de inmigrantes, que están utilizando como arma para provocar respuestas impopulares por parte del gobierno de Trump, quien tiene que encarar un salvaje ataque mediático de los socialistas internos, aliados al comunismo internacional; se quitaron la careta democrática en Nicaragua y están tratando de fundar una nueva tiranía hegemónica en Bolivia.
Lograron la toma del gobierno en España por medio del PSOE y las hordas de PODEMOS, para agravar los problemas internos de Europa en materia de emigración islámica; aunado a esto, buscan la confrontación con la derecha, como lo que hacen con el partido VOX de Andalucía, y la profundización de los controles biopolíticos sobre la población de ese continente.
No hay que perder de vista el uso de las migraciones forzadas como elementos de desestabilización continental, Cuba está obligando a la población venezolana a emigrar a países vecinos, con el expreso propósito de dañar sus economías con una emergencia humanitaria, y se ha convertido en un exportador nato de fuerzas represivas y torturadores para los regímenes forajidos adscritos a su club de donantes. Rusia y China están aprovechando la oportunidad para hacer avances y pescar en río revuelto.
En medio de esta vorágine de complejas situaciones geopolíticas, Maduro está jugando un lamentable papel de piedra de tranca a todas las acciones para contener la crisis generada por Venezuela, al no aceptar la emergencia humanitaria, el impedir las acciones de diagnóstico y atención de los organismos multilaterales, al convertirse en elemento de discordia, acusando a otros países de ser los culpables de sus problemas, al seguir agotando los recursos del país en gastos sin sentido (viajes, misiones diplomáticas, ayudas a otros países, negocios financieros con alimentos, médicos cubanos, subsidios a exportaciones petroleras), al aprobar medidas que lo que hacen es agravar la situación económica del país, y un largo etcétera.
El mundo entero se ha dado cuenta de que la crisis de Venezuela ha sido un paquete cuidadosamente preparado, planificado y ejecutado para arruinar y desestabilizar a una de las economías más prosperas de la región, y para jugar al efecto dominó, para contagiar a los otros países, no sólo de verdaderas epidemias y enfermedades, sino de miedo, corrupción, crimen y desconfianza en los gobiernos.
Pero lo más importante que ha sucedido es que ya es inocultable la mano peluda del gobierno cubano en toda esta tragedia; la figura de Chávez y, en su primera etapa, de Maduro dieron resultado para que la atención se concentrara en ellos y La Habana pudiera seguir operando en las sombras; pero la dependencia de Maduro a sus amos cubanos traicionó esa puesta en escena, demasiados viajes pidiendo instrucciones, un exceso de asesores, tropas y verdugos invadiendo a Venezuela, ahora en Nicaragua y ya resulta obvio que en México también.
Sin querer queriendo, como decía un personaje infantil cómico en la televisión, Maduro se convirtió en el dedo que señalaba de dónde venían los tiros y Raúl Castro quedó al descubierto, tal como lo ha estado denunciando últimamente el Sr. Almagro desde la OEA y objetivo primario de las posibles sanciones que prepara el Departamento de Estado contra el régimen castrocomunista.
Maduro, para donde quiera que viaje, sea lo que sea que hable o junto a quien se retrate, lleva un cartel en la frente que dice: “Producto de Cuba”, y no hay manera de que Cuba se pueda desligar de este triste figurón que despierta una inevitable animadversión contra la isla; se trata de un perfecto ejemplar de violador masivo de derechos humanos, un corrupto, asesino, torturador y destructor de democracias… estoy por creer que ni siquiera vale los cargamentos de petróleo que recibe el régimen desde Venezuela, a manera de tributo, por los dolores de cabeza que le ha ocasionado al gobierno revolucionario cubano.
Quizás la facultad más notoria de Maduro es la manera como ha acabado con la institución del voto, es la fórmula ganadora de la estrategia cubana, usar los mecanismos electorales y corromperlos desde adentro haciendo una profunda intervención de los organismos que se ocupan del voto. Designando a militantes fieles para contar los resultados se garantiza las continuas victorias, empujando los conteos de los votos hacia los revolucionarios, involucrando a los militares en las trampas, permitiendo al partido de gobierno tener “puntos rojos” en los centros electorales, especies de kioscos todo uso, donde se compran los votos por dinero, o comida, se asiste al votante para instruirlo por quién votar y donde el gobierno va contando,
El voto termina siendo prostituido, manipulado, falseado, todo con la intención de hacer de la democracia un fútil ejercicio de la voluntad popular, y hacerle creer al mundo que los gobiernos socialistas son legítimos.
Cuba va directo por la senda del enfrentamiento contra los gobiernos democráticos de la región; está tratando, tras el triunfo de López Obrador en México, de reposicionar sus fuerzas en el continente,  cuenta con la riqueza que posiblemente adquiera Guyana del despojo de territorio venezolano en el Esequibo, que Maduro va a permitir. Los recientes viajes de Díaz-Canel, el actual presidente de Cuba, sus contactos con el comunismo norteamericano, su viaje a Rusia, sólo reiteran que la isla se cree en capacidad de poder sostener una nueva expansión del comunismo.
Maduro, de comodín, se ha convertido en un pesado lastre; su incompatible figura de obeso pordiosero internacional, viajando sin rumbo ni agenda, pidiendo prestamos y ayudas para finaciar su impresentable gobierno de mafias y corrupción, sostenido precariamente por la fuerza de unas bandas armadas e instituciones sacadas de la chistera de un mago, lo define como una inversión de alto riesgo.
Cualquier asociación con Maduro implica un costo; su última visita a México lo confirma, no sólo es mala compañía sino un pésimo socio, cada día más aislado y debilitado. En manos de Maduro y sus secuaces, Venezuela se trocó en una vitrina de horrores que nadie quiere imitar, de hecho, se ha convertido en ejemplo mundial de lo que no se debe hacer en materia política. Sostener a una figura con ese perfil es harto incómodo y desagradable, y tengo la impresión que así se lo han hecho saber en Cuba.
En términos sólo comprensibles para el G-2 cubano y su aparato de inteligencia, no me extrañaría que haya llegado la hora de “poner a dormir” al agente Maduro; ya no es útil para nadie en el juego de poder y riquezas en Latinoamérica, máxime cuando se ve aterrizar al buitre turco de Erdogán, en su visita de estado a Venezuela, para confirmar que sólo quedan los huesos por repartirse.
Mi consejo para Maduro - tengo la mala costumbre de andar aconsejando a medio mundo - si hubo algún momento para ejecutar un acto de desaparición, ese momento es ahora; partir con destino desconocido y tratar de empezar una nueva vida, antes de que salgan las ordenes de arresto del Tribunal Penal Internacional. En cuanto a Cilia, la verdad es que no sé de qué lado están sus lealtades y cómo va a presentar el informe de su fallida misión… tampoco puedo resolverlo todo… bueno, era lo que quería decir.    -    saulgodoy@gmail.com




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