martes, 18 de diciembre de 2018

De perniles, milicias y miedo


Ayer escuché una transmisión en “cadena” del régimen de Maduro festejando, conmemorando, o rumbeando la efemérides de un año más de la muerte del Libertador Simón Bolívar, acababa de leer las infelices declaraciones de uno de los jefes del gobierno declarando que ahora, los famosos perniles que habían traído, no sé de donde, y que juntos a los que se habían producido nacionalmente, alcanzarían con holgura para repartir en la base clientelar de los CLAPS y de los afiliados al infame Carnet de la Patria.
Pero ahora la versión había cambiado, ya no eran perniles completos, esas gruesas y suculentas patas de cerdo, que hacen las delicias en las navidades venezolanas, la noticia que escuchaba es que estaban repartiendo pedazos de esos perniles para que pudieran alcanzar, pareciera que de pronto, o el número de perniles era insuficiente, o se habían multiplicado los afiliados a esas listas de menesterosos a los que había que repartirle las raciones, que ojo, no son gratis, había que pagar por ellas, aunque fuera un precio simbólico y regulado.
Una vez más falla la logística del régimen de Maduro que promete una cosa y resulta otra muy distinta, o tiene unos muy malos planificadores, o en el camino inflan las cifras y las esperanzas de su base clientelar, para terminar repartiendo una fracción, si acaso, de lo prometido.
Primero era un pernil por revolucionario, luego lo cambiaron por un pernil por familia, ahora, que se dan cuenta de que alguien no hizo bien su trabajo, y se robaron en el camino las vituallas, ahora resulta que están cortando esos perniles que sí llegaron, en pequeños trozos para que alcance… pero ni así, van a poder servirle a un pueblo hambreado y parásito, que espera del gobierno revolucionario que cumpla con su palabra para poder comer algo en la noche de navidad.
De acuerdo a las declaraciones de algunos funcionarios que manejan la psicología de masas, no se permite que personas que nunca hayan probado un pernil (les consta que existen), se sumerjan en una crisis existencial porque no vayan a recibir su pedazo de pernil, es decir, esperan que en esa base clientelar suscrita a los CLAP y al Carnet de la Patria, contrario a sus promesas, no van a recibir el preciado huesito con algo de carne adherida, para comer en la cena de navidad, y lo que es peor, van a tener la osadía antirrevolucionaria de sufrir una crisis existencial, lo que se traduce en la neolengua del gobierno, en desordenes y malestar social.
Es triste, que luego que se regodearon de ofrecer comida para esa fecha tan importante para la familia chavista, termine el asunto en una burla y en una nueva estafa al pueblo.
Pero entonces viene este episodio de la cadena presidencial que no fue otra cosa que una inmenso ataque de pánico, ante los insistentes rumores, inteligencia, amenazas, noticias, declaraciones y especies de que viene una invasión o un golpe, o un acto de fuerza por parte de los enemigos del régimen socialista y bolivariano, y Maduro sale muy nervioso, asegurándole al mundo que él es un guerrero del proletariado dispuesto a todo, para defender la revolución y el legado del Comandante Supremo y Eterno.
La sincronía entre este acto de supuesta fuerza y el escándalo de los perniles fue muy mal manejado, por un lado, a Maduro le entregan un informe donde se certifica que han llegado a más de un millón seiscientos mil milicianos inscritos, personas humildes que supuestamente han sido entrenadas en el arte de la guerra popular para ofrendar sus vidas por la revolución, una especie de secta jihadista dispuestas en las artes de la resistencia armada y con toda la intención de defender hasta morir a su líder Maduro, el mismo que le ofreció los perniles y ahora anda escamoteándole los huesitos de la pata del cerdo para navidad.
Pero lo más impresionante es que Maduro, incontenido por el pavor que siente de verse desalojado del poder por ejércitos multinacionales, les ha prometido a sus milicianos tener acceso a fusiles, misiles y tanques de guerra.
Yo escuché esta alocución por radio, escuché a una señora desaforada gritando su lealtad al máximo líder de la revolución, luego a un supuesto militar hablando de la doctrina militar bolivariana y de cómo Chávez había desarrollado una suerte de estrategia o plan para una guerra popular, que sería el que aplicarían en caso de una invasión…
Yo tenía la impresión de Chávez era un admirador de la doctrina de la Guerra Popular desarrollada por Mao, que luego fue perfeccionada por los Vietnamitas y derivó en e aquel asunto del foquismo en las tesis del Ché sobre guerra de guerrilla, pero eso de que Chávez tuviera un plan desarrollado para la guerra popular en nuestro país, fue una sorpresa, una estrategia militar secreta que nunca había sido probada, pero en la que habían sido entrenadas las milicias para defender la revolución, unas milicias que escuchando a Maduro en su casi histérica presentación, no tenían fondos para costearles los uniformes, pero que en un acto de magnanimidad, le concedió un bono especial a todos los milicianos inscritos en la lista (no se sabe de cuanto ni para cuando), pero supongo que para que se compren unas botas a plazo.
Junte usted la tramoya de los perniles en plena ejecución, el miedo que le cala los huesos a la dirigencia chavista con cada información que capta su aparato de inteligencia cubano, con cada rumor que ponen a rodar el malvado imperio para volver locos a nuestros chavistas endógenos, ponga usted la enorme presión que debe estar recibiendo el gobierno por parte de sus acreedores cada vez más nerviosos de su incapacidad de pago, de cómo merman las fuentes de ingresos para el gobierno, de las sanciones que se cuecen en el mundo en su contra, de los descontentos que bullen en el patio del chavismo, de la cercanía del 10 de Enero, de las intrigas que se traman en los cuarteles, de las malas intensiones de Brasil y Colombia y tendrá usted como resultado un hermoso racimo de hemorroides para cada uno de nuestros dirigentes rojos rojitos.
El acto de ayer 17 de diciembre hay que recordarlo como un hito en la perdida de sindérisi de un régimen que ya no puede coordinar sus mentiras, sus fantásticas promesas, sus falsas amenazas, sus destempladas angustias, sus crímenes, en un momento en que sus cárceles están que revientan de presos políticos, al punto que ya se les mueren sin ningún tipo de control, con la maquinita de hacer dinero del BCV echando humo del recalentamiento, con una inflación a la que hay que ponerle un nuevo nombre porque ya es una especie nueva, una mutación nunca antes vista que se dispara ante cada aviso oficial para supuestamente controlarla.
Venezuela ha entrado en una singularidad, en el preámbulo a la destructiva fuerza de un hueco negro que absorbe hasta la luz, para los que no se habían dado cuenta, estamos en presencia del suicidio colectivo de un régimen, lo que falta, y no duden en que vendrá, es que Maduro haga como el pastor Jim Jones en su comuna en las selvas de Guyana, y empiece a repartir entre sus allegados el Koolaid envenenado.   -  saulgodoy@gmail.com

  

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