sábado, 19 de enero de 2019

Guaidó, el rojo



A medida que pasan los días me estoy dando cuenta que Juan Guaidó es un socialista a carta cabal, no le gusta el totalitarismo ni el militarismo, pero le atrae el estado paternalista y benefactor, su propensión a la figura del indulto como forma de reducir el costo de su avance hacia el poder, según las teorías clásicas de los politólogos, lo ubican en ese extraño mundo de la justicia social, donde la medida es la igualdad y las banderas son las de la tolerancia sin restricciones.
Su entorno más cercano, que constituye su comando de campaña, está conformado por lo más granado de los partidos de la oposición tradicional que siempre le han tenido un afecto a la ideología chavista, de hecho, ven a Maduro como a un pariente equivocado y díscolo, pero perteneciente a la misma tribu, la de los redentores sociales; su llamado a los chavistas inconformes (que los hay) para que se integren al movimiento que él encabeza desde la AN, es un claro indicio de sus inclinaciones populistas, no está pensando en los suyos, en la masa inmensa de gente que lo ha acompañado desde que fue presentado en sociedad, tampoco le preocupa la posible contaminación y confusión que pudiera resultar andar mezclando agua con aceite.
Pero  también se puede entender si sabemos que muchos de estos dirigentes políticos están tocados por escándalos de corrupción y lavado de dinero ilícito que no les conviene que sean hechos públicos, por lo que protegiendo al chavismo se protegen ellos.
Tengo la impresión que los asesores de Guaidó, lo constituyen una serie de profesionales que es lo más granado del socialismo académico venezolano y que tienen toda la intención de tomar las instituciones del estado no por la fuerza ni por el hostigamiento, sino por el abandono paulatino del régimen de Maduro de sus funciones porque simplemente ya no puede hacerse cargo de ellas, lo que implica una especie de co-gobierno con el núcleo del chavismo, una transición muy suave, larga, peligrosa y que va a estar llena de contradicciones insalvables.
Se siente con fuerza la presencia del Frente Amplio, ese conglomerado de organizaciones de izquierda que se han aglutinado en torno a la UCV, los sindicatos y a la iglesia y que ya tienen listo un programa de intervención de las políticas del estado para encausar la transición hacia el desmontaje del militarismo y la incursión de de la clase trabajadora en posiciones de gobierno.
Guaidó hasta el momento no ha dicho absolutamente nada sobre sus planes o visión de país para la transición y la reconstrucción de nuestra economía, muy inteligentemente lo que ha hecho es denunciar la crisis, a Maduro y prometer un cambio con su acción política, su descriptiva de la realidad no sale de las calamidades de la hiperinflación, la ineficiencia del gobierno en atender sus responsabilidades y su promesa explicita e implícita de que gobernará para todos.
Los discursos de Guaidó que he escuchado durante los cabildos populares no son muy diferentes que lo que pudiera pronunciar un Julio Borges o un Ramos Allup, se ve a todas luces por donde vienen los tiros, están utilizando el hartazgo de la gente con Maduro y su nefasto régimen para ponernos un caballo de Troya, me imagino que sus estrategas habrán pensado que todos los venezolanos, me incluyo, tienen como principal objetivo salir primero de Maduro y luego lidiar con todo lo demás.
Pues creo, y los hechos me lo han estado confirmando, que nos ofrecieron un rostro nuevo (no un discurso) con Guaidó, una nueva configuración en la coalición de partidos (ahora le toca a Voluntad Popular liderar a la manada), una nueva forma de lucha política (convirtiendo a la AN en un experimento genético entre poder ejecutivo y judicial), y un nuevo pacto con el chavismo, no rompiendo con ellos sino absorbiéndolos (el problema es que no se sabe quien absorbe a quien).
Luego de analizar esta nueva situación y este fino manejo de los hilos políticos (esto debe estar negociado con antelación, no me imagino que los cubanos hayan aceptado perder a su principal colonia sin hacer nada al respecto) me doy cuenta que el problema de Venezuela no es Maduro, probablemente Maduro se vaya del país a su exilio dorado, como parte de la negociación del paquete, pero va a quedar en Venezuela la semilla de un socialismo castrochavista transmutado, que va a pretender copiar la fórmula del milagro alemán o del nuevo experimento Chino, esa especie híbrida de capitalismo y totalitarismo digital tan exitoso en esas comarcas.
Tengo la impresión de que por esta vía no nos vamos a liberar del yugo socialista ya que en estos precisos momentos son ellos los que están liderando nuestro descontento hacia unas fórmulas que incluyen al chavismo, que es una enfermedad mental que puede entrar en remisión por un tiempo, pero que volverá aparecer tan pronto nuestros socialistas endógenos le den la oportunidad.
Lo que han hecho en estas breves semanas ha sido escurrir el bulto en cuanto a ajustarse a la constitución e inventar una serie de fórmulas de gobierno colectivo y propuestas populistas que en nada nos van a servir para erradicar el principal mal, la ideología, aquella que cree en un estado fuerte y dominante, dueño de las riquezas del país, donde la propiedad privada estará condicionada a las necesidades del estado, donde el gobierno meterá sus narices en cuanto asunto no le incumba, va a querer controlar a sus ciudadanos con bio-políticas, la libertad individual estará vigilada, las clases menos desfavorecidas serán conservadas en sus precarias necesidades para producir votos por medio de programas sociales, los partidos políticos seguirán funcionando como clubes clientelares.
La desesperación de los venezolanos por salir de esta situación de vida tan grave nos impide ver el movimiento de las manos que ocultan la bolita debajo del vaso, luego que se vaya Maduro vamos a escoger uno de los vasos solo para descubrir que la bolita nos está allí, de esta situación ya se han percatado varios gobiernos extranjeros y están condicionando sus ayudas y apoyos, se trata de una situación muy parecida a la que ocurrió en Brasil con el surgimiento del partido de los obreros de Lula Da Silva, la indefinición, la poca transparencia y la espera a la que nos ha sometido Guaidó indican que algo turbio se está cocinando en la trastienda.
Uno de los grandes problemas en sociedades con nuestras misma situación, es la del sesgo cognitivo, que no es otra cosa que prejuicios instintivos que actúan sobre todo en el mundo político, la gente sólo busca información que le dé razón a las creencias que ya comparten, la tendencia es justificarse en la opinión que sustentan, todo lo demás no sirve, pertenece al extremismo o a los radicales, sobre todo si se trata de ambientes tan polarizados como el nuestro, prefieren creerle a Guaidó que a mí, por ejemplo, porque él se ha transformado en una idea de cambio, no los vendieron como un político joven, preparado, valiente, familiar, pero hasta allí, todo lo demás se lo agregamos nosotros en nuestra desesperación.
Juan Guaidó nos anuncia con mucho carácter que no se someterá a las presiones que lo obligan a actuaciones claras y contundentes, que seguirá en su ruta de cocinar con calma y cordura los pasos que necesita para controlar el gobierno, algo que no puede hacer sin la cooperación de los chavistas, especialmente de los militares a quienes tiene que comprar, y creo que no les ha llegado al precio correcto, con Cuba deben estar en negociaciones para atender el problema de sus guerrillas del ELN que tenemos ocupando buena parte de nuestro territorio, eso es algo que preocupa a Colombia y a los EEUU.
Vamos a esperar a ver qué ocurre el 23 E, si no hay pronunciamientos claros y tomas de posición por parte de la AN en todos estos asuntos, creo que esta fuerza repentina de la gente, pudiera volver a enfriarse y la frustración será tremenda, pocas veces en mi vida he querido estar equivocado, y esta es una de ellas.  -   saulgodoy@gmail.com



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