lunes, 11 de febrero de 2019

No hay almuerzo gratis



Hoy quiero intercambiar con ustedes uno de los rasgos del venezolano más característicos de su mal entendido altruismo, que lo que hacen es reforzar la ideología comunista y tiene que ver con el poco aprecio por el trabajo y el significado del dinero, se trata de la terrible costumbre de los trabajos ad honoren o pro bono, el trabajo que se le pide a la gente y no es remunerado, se reconoce como una aporte unilateral de la persona a una causa, empresa o persona, como una contribución para ciertas tareas.
Soy de los que piensa, que todo trabajo debe tener una contraprestación pecuniaria, y si no, por lo menos saber cual es su valor expresado en dinero, hay una contabilidad que se aplica a las actividades sin fines de lucro que valen para el trabajo ad honoren, esto porque toda persona tiene el derecho de saber en valor monetario cual ha sido su aporte al final del día.
El dinero tiene una particularidad interesante, que de todas sus funciones es la que más me atrae, es capaz de acumular simbólicamente el esfuerzo humano, es un equivalente al trabajo, lo que hayas invertido en tiempo laborando con tus manos o con tu cerebro, tiene su expresión en esas monedas y billetes que circulan en una economía de intercambios, y con los cuales vas a sostener un estilo de vida, sobre este punto abundó brillantemente la filósofa ruso-norteamericana Ayn Rand.
El dinero tiene un carácter sagrado en el sentido que el trabajo es una actividad digna y que proporciona libertad, identidad, orgullo, deseos de prosperidad, estos elementos intangibles se traspasan al dinero al momento que el trabajo es valorado con esas divisas, quizás es por ello que el dinero mal habido, lo que se gana con engaño corrupción, crímenes y causándole daño a otros, esas malas intenciones se traspasan igualmente al dinero sucio, para hacer desgraciados a quienes lo tienen y trafican con él, el dinero manchado de sangre, de dolor y miseria no puede hacer feliz a nadie, todo lo contrario, arruina la vida y las actividades de quienes lo usufructúan, el dinero fácil se pierde fácil.
No me mal entiendan, no estoy en contra del trabajo pro bono, hay instituciones y personas que lo necesitan y personas e instituciones que están dispuestas a darlo sin nada en retorno, excepto alguna satisfacción personal o el mejoramiento de su imagen corporativa, el mismo estado reconoce por medio de sus órganos impositivos y de recolección de impuestos la importancia social de este tipo intercambio.
Pero en Venezuela se ha venido utilizando como una manera de explotación disimulada, sobre todo en política y en instituciones del estado, también en la empresa privada, el caso de los pasantes, de los interinos, es algo realmente lamentable, porque son en su mayoría gente joven que se inician en el mercado laboral, son personas necesitadas de experiencia laboral y algunos están dispuesto a trabajar gratis por un tiempo para adquirirla, aunque al mismo tiempo necesitan generar su propio sustento y caen en estas trampas de trabajar sin contraprestación, y lo peor, sin ni siquiera saber lo que han aportado al final del día.
Hay algo que aprendí en los EEUU en mis días de estudiante y es, que lo que no se traduce en dinero, no se valora, y en la mayor parte de los casos, las actividades no se pueden controlar ni manejar, me sucedió mientras estudiaba algunas materias ambientales y de biología, los bosques, por ejemplo, los parques nacionales, los reservorios de agua fresca, todo tenía su costo estimado, todo estaba asentado en libros de contabilidad, allí estaba reflejado desde el precio de un mapache, pasando por lo que cuesta un pino o un precio asignado a un oso pardo, las truchas, los abetos, la tierra, las vetas de granito en la montaña, había mil maneras de asentar un precio, desde lo que se pagaba por un espécimen en el mercado negro de las especies salvajes, lo que pagaban los aserraderos, lo que calculaban las empresas que administraban el agua para las ciudades.
Al final todo tenía un precio, y aparte de sus valores intangibles, de las bondades culturales y de salud que representan estos bienes, había un precio que determinaban sus costos de mantenimiento, de reposición, de perdidas, de operación, creo que es una de las razones por la que estas sociedades capitalistas funcionan con eficiencia.
El comunista piensa que el trabajo no es para el intercambio crematístico, lo representa como un valor absoluto no negociable por dinero, el trabajo como valor económico degrada al hombre y lo aliena, lo convierte en objeto y finalmente pierde el dominio y propiedad sobre su propio esfuerzo, razón por la cual los estados comunistas le piden a la clase obrera sacrificios y solidaridad, su trabajo se basa en la variedad de las necesidades que deben satisfacerse y en las capacidades disponibles para colmarlas, todo en encuadrado en un sistema de administración centralizada donde todo se planifica hasta el último detalle.
Su vida se verá colmada de bienes y servicios suministrados por el estado benefactor, su labor se ajusta a las cuotas asignadas por el estado sobre bienes que hay que producir para mantener al colectivo satisfecho y a los trabajadores abastecidos.
Es un sistema que trabaja en base a la solidaridad y la conciencia de clase, las empresas son de los trabajadores, sus administradores son gente como él, no compiten ni buscan la ganancia, todos tienen acceso a lo que necesiten, esta es la fuente de donde abreva un político falso e hipócrita como Aristóbulo Izturis quien alega que un obrero debe ganar lo mismo que un empresario, se trata de uno de los funcionarios más corruptos del régimen de Maduro y se hace pasar por un marxista convencido.
Esta idea del trabajo para el estado y por el estado no es el modelo productivo ideal ya que esclaviza a los obreros, les paga cuando puede y lo hace bajo términos de cambalache, no por dinero, sino por productos, se vuelve al trueque, lo que envilece el valor del trabajo de manera mucho más brutal, el trabajador no escoge lo que quiere, recibe lo que hay, y punto.
Cuando un estado se convierte en el principal empleador de un país hay serios problemas con su modelo económico, en el caso venezolano una gran parte de las empresas del estado, casi todas con más de veinte años de atraso tecnológico, muchos gremios y sindicatos aspiran a reproducir sus condiciones laborales logradas cuando trabajaban en las petroleras, las empresas básicas, en instituciones públicas prestadoras de servicios en su mejor momento, y piensan que en el nuevo país se van a encontrar con sus puestos de trabajo esperándolos para continuar con sus actividades tal y como las dejaron antes del chavismo.
Mucho me temo que gran cantidad de esos trabajos ya no existen, que muchas de esas empresas no volverán a activarse pues han caído en la obsolescencia, y si reponen esas plantas, vendrán con una operación muy diferente donde no se requerirán de sus servicios, de allí la necesidad de reeducar esa fuerza laboral desplazada en otros oficios; la automatización y la robótica han cambiado el panorama del empleo industrial, a todo nivel, no hay excepciones, las nuevas empresas e inversiones que vendrán al país necesitan de otros perfiles para sus trabajadores, y estos deben estar mucho mejor preparados.
Y si vamos a ser un país competitivo, nuestra masa laboral que pueda colocarse, va a tener que hacer serios ajustes en sus expectativas de remuneración y de prestaciones sociales hasta que la economía se estabilice, fíjense lo que está sucediendo con los nuevos autos sin chofer, la profesión de los conductores de nuestros transportes en nuestras carreteras está llegando a su fin, los nuevos vehículos así como las nuevas autopistas y carreteras que se están construyendo, están diseñadas para tecnologías inteligentes que no necesitan operadores humanos, esos transportes terrestres son mucho más eficientes, seguros y operan a un menor costo.
Los trabajos de oficina igualmente han cambiado, los escribientes, auxiliares legales, contabilistas, secretarias, telefonistas, están desapareciendo  de manera acelerada, las oficinas inteligentes necesitan cada vez menos personas, sólo basta ver lo que está sucediendo en los periódicos del país para darnos cuenta de lo rápido que ha cambiado esa industria de la información, y eso va a suceder con cada área de actividad laboral.
Esa ilusión que nos dio el chavismo de que el estado se haría cargo de todos para el resto de nuestras vidas, de esas seguridades de contar con pagos mensuales en nuestras cuentas como prestaciones sociales, de regalías y obsequios para festejar fechas patrias, de cajas y bolsas de comida a precios especiales, es parte de un pasado que no volverá, los almuerzos gratis no existen, y si comes sin pagar, ten la seguridad de que alguien lo está costeando o te lo cobrarán por otro lado, lo que viene es una nueva dimensión del trabajo, de empresario y de empleado, y ningún venezolano está preparado para ello, gracias a Dios tenemos una capacidad de adaptación que asombra a propios y extraños, y volveremos a caer de pie.  -   saulgodoy@gmail.com








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