miércoles, 15 de mayo de 2019

Sobre las opiniones en la plaza pública



Cuando leo o escucho opiniones contrarias a las mías, me alegro, pues me digo: “He allí alguien quien piensa distinto a mí, nuestras diferencias hacen que nuestros pensamientos contrasten y se distingan de los otros”, y si están bien argumentados, mejor, pues cuando el juez es la razón, el discurso sobresale de todos los demás, y si su libelo están mejor presentados que el mío, debo esforzarme en desarrollar un mejor caso, y lo más positivo, aprendo.
Pero cuando mi lector empieza a descalificarme porque no pienso igual a él, porque no comparto sus creencias o su punto de vista y me descalifica en base a una superioridad moral respecto a los hechos, sólo porque yo no comparto su posición y sin otro alegato que la simple convicción que verdad está de su lado y que no necesita demostrármelo, entonces me digo: “Saúl, ésta persona es un fundamentalista, un fanático, que habla desde su ignorancia, discutir con él (ella) sería hacerlo con una pared”, la situación empeora cuando sin otro recurso dialéctico o epistemológico, simplemente califica mi postura como “basura” o que alguien me pagó por escribirla reduciéndome a un simple mercenario de la palabra, o todavía más vulgar, empieza a exigirme bolas (testículos) ante situaciones extremas como la que él u otra persona, supuestamente han experimentado, defendiendo sus posiciones (dime de qué alardeas y te diré de qué careces).
Se trata de personas vacías, que andan rondando los artículos de opinión solamente para verse reflejados y que alguien, como ellos les dé la razón de que su armadura de conocimientos con que enfrentan al mundo, es la más brillante y resistente a las equivocaciones; por lo general estos lectores son víctimas de su propia ignorancia y personas fácilmente manipulables por parte de organizaciones e individuos que andan a la caza de “verdaderos creyentes”, de hombres y mujeres masa, que tienen una gran incapacidad de generar un pensamiento propio, y que no pueden discurrir sin hacer uso de epítetos, descalificaciones e insultos, quedan ellos mismos en evidencia de sus debilidades y vicios.
Estas personas son las más fáciles de capturar en un corralito de ideas comunes, de memes y sentimientos, y se hacen acreedores del calificativo de “gruppies” o seguidores, o fanáticos, o fans, de club de admiradores, que tienen todo el derecho de existir e ir detrás de sus admirados líderes o estrellas, besándole el piso por donde sus admiradas personalidades caminan.
En el mundo del espectáculo, de los artistas y de los políticos esto es de lo más común, y para ello utilizan a empresarios de relaciones públicas, empresas de publicidad, y agentes que les preparan lo que van a decir, le dicen la ropa que deben usar, las fotos que deben tomarse, los lugares a los que deben ir… se trata de un negocio de celebridades que generan toneladas de dinero, y que sin estos seguidores y fanáticos no hubiera espectáculo, ni estrellas, ni políticos.
Por ello, cuando uno de estos gruppies indignados lee algunos de mis artículos, los malentiende y les revuelve el estómago, lo más probable es que me escriban barbaridades sin darse cuenta que están escupiendo hacia arriba y llenándose ellos de su propio esputo, pero entonces me digo: “Saúl, no importa, están ejerciendo su derecho de libertad de expresión o por lo menos creen estar haciéndolo, que no es lo mismo pero se parece, no hay ideas, no hay opinión, no hay argumentos, no hay pensamiento, solo sentimientos confusos y una cantidad de lugares comunes que los comandos de campaña de los partidos políticos han colocado en el registro de sus memorias a corto plazo y que como buenos fans, repiten como loros, y cuando detectan en su radar a alguien que piensa diferente, inmediatamente viene el rechazo, y eso los hace sentir muy bien pues afirman en su escaza cultura, esa identidad grupal sin la que estarían perdidos.”
Cuando alguien responde a mis artículos y lo hace desde otra orilla de la inteligencia con razones estructuradas y bien dichas (o mejor escritas), entonces me produce un gran placer, hay un contacto, como esos raros episodios en la búsqueda de vida extraterrestre inteligente, esas escalas tonales del radar que captan en el inmenso vacío sideral una progresión matemática que pudiera significar vida inteligente, en un país donde todos parecieran ser gruppies de alguien, que piensa y dice las cosas por ellos, que les fabrican candidatos, diputados, presidentes, programas de gobierno, en serie, todos muy parecidos y con casi el mismo discurso.
Por favor, no vayan a creer que estoy desmereciendo a mi pueblo, creo que hay mucho venezolano que puede pensar y actuar por cuenta propia, de hecho los venezolanos han demostrado en más de una ocasión su gran vocación por la inteligencia, la innovación y los emprendimientos, que son la prueba viviente de que si podemos contar con una Venezuela diferente, que no es colectivista, ni socialista, ni comunitaria, ni igualitaria (excepto ante la ley), es por ello que a pesar de algunos políticos y partidos que insisten en volvernos a meter en un corral y tratarnos como ganado, se está despertando por fin un pueblo que duda, que ya no es tan crédulo, ni se deja engañar tan fácilmente.
Hace poco escribí mi parecer sobre el secuestro del Vicepresidente de la Asamblea Nacional, Edgar Zambrano, y allí expresé mis sospechas de que se trataba de una situación harta extraña; uno de los políticos de Acción Democrática que mas sumisión y complacencia mostraba para con el régimen de Maduro, aprovechando cualquier ocasión para reunirse con ellos y montar mesas de negociaciones a pesar de que muchos venezolanos nos oponíamos a tales conversaciones, pero el diputado actuaba en nombre de su partido y se reunía, allí los embaucaban, los engañaban, los dejaban en ridículo y persistían en provocar estos encuentros, públicos y secretos.
Yo no sé quien votó por el Sr. Zambrano, supongo que fueron cientos de miles de venezolanos y que están representados por ese señor, y fueron quienes lo llevaron al parlamento, o quizás fue por medio de esos misteriosos listados o tarjetones de la unidad como logró su cargo, el asunto es que yo no soy uno de esos “afortunados” que tienen a Zambrano como interlocutor.
Cuando los secuestradores del SEBIN le montaron cacería, se lo llevaron y lo desaparecieron, mi indignación fue por la manera en que lo hicieron, violando el ordenamiento legal vigente y secuestrando a un ciudadano que pudiera haber sido yo, y no quiero que eso me pase, pero lo que más me repugnó fue el acto irresponsable y criminal en contra de una institución como es la Asamblea Nacional, como fue la violación a la inmunidad parlamentaria, fueron acciones que iban dirigidas en contra de la esencia de la democracia.
Pero fue impresionante como los medios de comunicación se volcaron en destacar las bondades y luchas de este político, quien nunca tuvo una posición seria y responsable en contra de un régimen criminal y violador de los derechos humanos, pero ahora que le tocó su turno y se lo llevaron, ahora resulta que es casi un héroe nacional, y por dejar establecida mi posición de manera clara y argumentada, lo que recibí fue una andanada de improperio de sus “gruppies”, lo cual está bien si de poder expresar opiniones se trata, pero que no me vengan a hacer de este caballero un mártir de la democracia, lo lamento por su familia y amigos, lo siento por él como ciudadano venezolano, ninguna persona debería poder ser secuestrada con impunidad, y menos por unos criminales usurpadores del poder y que se dicen gobierno.
Estos años de lucha en contra de la barbarie y la brutalidad que ha representado el chavismo, nos han enseñado a practicar el arte de la duda y el escepticismo, por primera vez una gran parte de los venezolanos puede juzgar en menos de cuatro meses si alguien es o no es apto para gobernarnos, todavía hay personas que insisten en que necesitamos años para hacernos un juicio sobre un gobierno, o si requerimos de una retahíla de errores para juzgar a un dirigente, nuestros sentidos se han aguzado, ya sabemos quienes es un impostor si le damos confianza y nos traiciona no veinte veces, sino dos o tres, por ello esta campaña de las publicidades, de los medios, de las firmas de relaciones públicas, de los profesionales de la manipulación mediática, el mercado venezolano les está cambiando, ya no es tan fácil que nos quedemos enganchados en una campaña si no hay sustancia y trabajo convincente.
Por eso es que el socialismo ya no vende, que los políticos estatistas que no pueden trabajar sino con gobiernos gigantes, benefactores con cientos de programas sociales, con un gasto público que exceden los presupuestos de la nación, con fondos para que distribuyan a su leal saber y entender; lo que es nuestro por pleno derecho, porque lo hemos trabajado, sólo nosotros decidimos sobre su uso y destino… las cosas están cambiando, ya los negociadores que nos utilizan para lograr sus acuerdos como si fuéramos fichas de canje, están pagando sus errores, sus prestigios se diluyen y sus imágenes se deterioran aceleradamente, los venezolanos estamos cambiando y los que escribimos artículos de opinión también.   -    saulgodoy@gmail.com





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