jueves, 20 de junio de 2019

Escoger entre lo menos malo



Soy de las personas que se niegan a escoger entre dos posibilidades la una peor que la otra, prefiero escoger la opción de no escoger, que siempre existe mientras se pueda y el cuerpo aguante; escoger entre dos malas ofertas no es, en mi entender, un acto de elección libre, a conciencia y voluntario, por lo que lo descarto como una elección, siempre que me enfrento a tener que elegir entre dos malas alternativas lo siento como algo impuesto, es una situación en la cual no soy reconocido como persona y que hay un factor externo que trata de manipularme.
Escoger entre Maduro y Guaidó es una elección para esclavos, no para mujeres y hombres libres.
De verdad que no entiendo a las personas que se han tranzado por un candidato como Juan Guaidó, un personaje venido de la nada, una creación de laboratorios de RRPP, de publicistas e influencers, de políticos corruptos, de intereses innombrables, si bien la impresión que ha dado es que ha hecho mucho en muy poco tiempo, véanse sus logros y se darán cuenta que eran hechos, tendencias y movimientos que venían en desarrollo, que tenían su momentum y que él y su partido aprovecharon para finiquitarlos y para declararlos como obra de ellos, desde la legislación que se ha aprobado en la AN, hasta las pocas políticas públicas que ha logrado, nada es obra original, nada nació de sus iniciativas.
Quienes dicen haberlo conocido en el pasado, en la universidad, me gustaría saber en qué circunstancias, cómo y por cuánto tiempo conversaron sobre sus convicciones y principios, quienes le escucharon en alguna reunión y quedaron impresionados por su “honestidad” y claridad de ideas, al punto de hoy promocionarlo como un estadista, me gustaría saber cuántos minutos acumulados en esa interacción bastaron para que lograra tal efecto, porque según lo que he visto, se trata de unos de los peores comunicadores que he visto en mucho tiempo, sin estilo, sin vocabulario, sin retórica, sin una solo idea propia… toda su imagen descansa sobre una inmensa campaña de imagen de lo más insulsa y superficial, que a todas luces es hecha por un conglomerado inconexo de personas asalariadas, supuestos profesionales de la comunicación de masas.
Y no creo que su contendor, Nicolás Maduro, sea una maravilla, todo lo contrario, Guaidó por lo menos habla, el otro rebuzna.
Por razones que todos sabemos y comprendemos, Guaidó es de formación y vocación un socialista, un político que lo único que sabe es de estatismo, es un burócrata a carta cabal, cree en el estado interventor, ese, que debe ser todo poderoso para poder tener el control del país, y ser magnánimo con los pobres porque de ellos deviene su poder.
Dador de favores y cocesionario de permisos para que los ciudadanos puedan emprender, los estatutos de su partido, los documentos que han producido, sus discursos y planes, tienen la impronta del estado benefactor, del colectivismo implícito, del planificador centralista, del autoritarismo paternalista de los que se creen dueños de la razón, su jefe, Leopoldo López es una buen ejemplo de ese liderazgo de izquierda que insiste en gobernarnos.
Pero me hago la pregunta, ¿Es que estamos tan mal los venezolanos que no tenemos otras opciones? ¿Es que no existen otro tipo de políticos que estas penosas marionetas? Uno manejado desde La Habana, y el otro desde la embajada de España…
¿Es que esta enorme crisis que estamos sufriendo, no es lo suficientemente dura y despiadada como para que los venezolanos, que creo, conservamos nuestra voluntad y libertad intactas, a pesar de los intentos de arrebatárnosla, no podemos debatirnos entre otras opciones? ¿Quiénes nos preparan este menú para que escojamos? ¿Quiénes les dio a ellos el derecho para ponernos a escoger entre lo malo y lo peor, justo en este momento tan delicado?
Y lo más grave, es que una legión de conformistas, de perezosos mentales, de venezolanos acomodaticios, se reúnen en gavilla allá afuera para hacerle coro a este movimiento, a favor de que nos traten como una manada de becerros, que les parece una maravilla tener a un contendor como Guaidó en nuestra esquina, tirándole besitos al público, mientras al obeso Nicolás, su entrenador Jorge Rodríguez, le pone una herradura dentro del guante.
Me hierve la sangre cuando alguien me dice, “pero es lo tenemos”, no es lo que queremos, ni lo que deseamos, ni lo que debería ser, pero es lo que tenemos… entonces ¿Dónde está nuestra dignidad? ¿Dónde nuestra voluntad? ¿Dónde aquello que nos diferencia de los demás animales? ¿Nos vamos a quedar tranquilitos con lo que los demás nos dan? Como si fuera una limosna o una concesión… si no es lo queremos, que se lo metan por el c…, esa es la cultura de las cajas CLAP.
Me pregunto con preocupación, ¿Cómo nos ve el gobierno de los EEUU?, nuestro aliado natural, y hasta los momentos, nuestro único aliado de verdad, por lo menos de los pocos que están haciendo algo por nosotros, ¿Cómo nos ve su gobierno, cual es la opinión de sus medios de comunicación, de sus órganos de inteligencia, sus diplomáticos, sus académicos, sobre nuestro pueblo?
No es una grata opinión, aunque valoran la valentía con que hemos luchado en contra de la opresión, admiran la gallardía de nuestros jóvenes al confrontar la violencia descarnada de los militares en las calles, la de algunos políticos, periodistas y civiles comunes que no se han dejado poner la bota encima y se niegan a callar y a reclamar lo que consideran es su derecho, a pesar de estos actos heroicos, que son excepción, la opinión mayoritaria es que somos unos borregos que se conforman con cualquier cosa que nos tiren.
Y lo peor, teniendo a gente tan valiosa en la arena política como María Corina Machado, una de las mujeres más valientes y brillantes del país, como a Antonio Ledesma, un político profesional y un extraordinario gerente de lo público, que a pesar de sus errores (los comete todo el mundo) se ha sabido levantar y luchar por las causas justas, por un país distinto, a un Diego Arria, uno de los políticos de la globalización más brillantes del mundo, contamos con una serie de economistas, abogados, filósofos, médicos, deportistas, artistas, empresarios, científicos, que han demostrado que tienen con qué triunfar en cualquier parte del planeta.
Un país debe contar con una élite de hombres y mujeres excepcionales, y Venezuela los tiene, y con amplio margen, pero estos últimos veinte años del predominio de la mediocridad, la ignorancia y el resentimiento social, han servido para crear un verdadero tapón, que tiene parado el flujo natural de los talentos políticos en el país, al punto, que ya muchos de estos ciudadanos excepcionales lo están abandonando, esa élite que no ha podido hacer su trabajo porque hay un sistema corrupto y ciego que lo impide, y ofrece lo peor de nosotros, es lo que nos tiene en ascuas.
Si Guaidó hubiera comprendido su papel histórico, si tuviera la humildad y la sabiduría de reconocer sus limitaciones y la importancia del momento histórico que vive, hace ya meses hubiera convocado a esa reserva moral e intelectual del país para que gobernara a su lado, hubiera despejado el camino para que el pueblo tuviera acceso a sus líderes naturales, pero prefirió continuar por la senda trillada de la verdadera anti política venezolana, y contar con los más ineptos y torvos de moral, con sujetos de mala conducta y peores intenciones pertenecientes a su propio partido, que lo que quieren es seguir robando, y abusando, en ese banquete de pordioseros en que han convertido a Venezuela.
Los países del mundo nos ven con horror y piedad, los menos aptos, que son los que ahora figuran y dan la cara por todos nosotros, y nos conformamos, los que creemos en una mejor Venezuela, los que no transigimos con la mediocridad tenemos que estar explicando y desmontando las ollas de unos socialistas por conveniencia que se encargan de promover, para estimular la confusión general, una especie de leyenda que dice que lo que tenemos es una democracia.
Yo creo que la oposición venezolana ha sido llevada, por medio de trucos electoreros, situaciones de excepción y medidas de emergencia, a creer que ha sido una supuesta unidad la que nos ha dado el liderazgo que tenemos, que fue el país mayoritariamente y de manera soberana, el que escogió el parlamento que tenemos.
Creo que llegó el momento de consultar al soberano, pero de verdad, ya no podemos estar jugando el juego de otros, debemos rectificar y de una vez por todas y consultar al pueblo lo que verdaderamente quiere, no en una elección, pero si en una consulta popular hecha por nosotros, sin el CNE ni los chavistas, ya existen varias propuestas muy sensatas en éste sentido.
Todos esos colaboracionistas que mueren con las botas puestas con éste Guaidó, el candidato de Voluntad Popular, piensan ya tienen asegurados sus cargos en el nuevo gobierno donde chavistas y oportunistas gobernarán hasta el fin de los tiempos sobre la ruinas de lo que una vez fue Venezuela, pero si por algún milagro ese otro Guaidó, el que pudiera ser un adalid de la libertad y la democracia, despertase de su sueño inducido y formara una coalición de talentos y personalidades únicas en el continente, que gobernaran con él en esta difícil transición, estoy seguro que la historia sería otra.
Para los que creemos en los multiversos, en los puntos clave de bifurcación cuántica de la realidad hacia universos paralelos, estamos frente a uno, ¿Sabrá Guaidó a lo que me refiero? ¿Alguien podría explicárselo con tacos, como si tuviera cinco añitos?   -   saulgodoy@gmail.com



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