viernes, 26 de julio de 2019

La esfera moral de nuestro problema



Estoy convencido que sin unos principios rectores que iluminen las acciones humanas, sin una visión del mundo y de la vida que le den sentido a nuestra existencia, y unos convencimiento básicos de lo que es bueno y malo, no importa si están equivocados, lo que obviamente no garantiza la mejor de las respuestas, pero al menos las explica, y se puede entender porque una persona hizo lo que hizo.
Lo que sí es perturbador, inaceptable y sumamente peligroso, es no tener un respaldo moral sobre los actos de la voluntad, actuar de manera aleatoria, algunos le dicen: por conveniencia, otros porque todo es relativo, y los más cínicos, por sobrevivencia.
El mundo político venezolano de los últimos cuarenta años por lo menos, se ha caracterizado precisamente por este recurso de “picaflores”, de esta volubilidad extrema por parte de nuestra élite gobernante, de estar aplicando ese nefasto meme “según vayamos, vamos viendo” o lo que es lo mismo “hacemos lo que funciona sin importa de donde venga, si sirve, es bueno”, lo que sería para quienes creemos en la responsabilidad moral de los individuos, y que nos distingue de un animalito de monte, el carácter moral de nuestras acciones.
Eso de “si sirve es bueno” es el resumen de algo que los políticos venezolanos han mal llamado pragmatismo, y que creen que se trata de algo muy bueno para sus carreras políticas, sin nunca detenerse en preguntar ¿Bueno para quién?
Porque uno de los vicios más perniciosos de la cultura política de nuestra clase política, es creer que lo que es bueno para ellos es bueno para el país, y eso queridos lectores no es pragmatismo, que es una de las corrientes en filosofía más importantes, responsable e interesantes de los últimos tiempos, sino que condensa de manera demoledora uno de los pensamientos criminales más populares y destructivos en nuestro país, y que explica el porqué estamos como estamos.
Esa posición mal llamada pragmática que no es otra cosa que el interés propio disfrazado del interés por los demás, no sólo es un acto de hipocresía, sino que es la llave que abre la puerta al caos y la corrupción, a la aceptación del crimen como rector de la sociedad y a la impunidad como premio a la indolencia, eso es lo que ha estado matando a nuestra Venezuela, lo que la sigue desangrando y hasta que no le demos un parado a esa actitud de no tener moral, de hacernos los irresponsables ante nuestras propias faltas, de aparentar que somos justos y ecuánimes cuando en realidad nos comportamos como cómplices y aguantadores de ladrones, homicidas y mentirosos, hasta que no le pongamos un parado a ese jueguito enfermizo de una doble moral, no vamos a detener la desgracia que se ha cernido sobre nuestro pueblo.
Todos sabemos que contamos con un gobierno inmoral y corrupto, no voy a gastar palabras en comprobarlo o dar ejemplos, es un hecho, nuestra realidad nos grita en la cara todos los días que el chavismo es una secta criminal internacional y que se sostienen en el poder por vía de la violencia y la sinrazón.
Pero a pesar de las evidencias tenemos a una enorme cantidad de políticos que por vía de sus posiciones supuestamente pacifistas, cristianas y democráticas, le tienen extendida a esta caterva de homicidas una red de seguridad y excusas que asombra, empezando por el mismo Guaidó que no pasa de ser, en mi opinión, uno de las creaciones publicitarias y políticas más nefastas de los últimos tiempos y que nos está costando no solo en términos del desmantelamiento de lo que nos queda del país, sino en términos de vidas humanas, un sacrificio inaceptable por mantener a un status quo que ya hace mucho tiempo ha debido haber desparecido.
Las señales de decadencia de nuestra dirigencia política, alimentada por la corrupción y la injerencia del castrocomunismo, es insoportable y obvia, todos esos intentos de negociaciones, de darle largas a la terminación definitiva y contundente de nuestro sufrimiento, a los show mediáticos que personeros tan nefastos como Julio Borges, Carlos Vecchio, Timoteo Zambrano, la familia de Eduardo Fernández, algunos representantes de la Iglesia, pero por sobre todo la de un grupo minoritario de empresarios de Fedecámaras que le han tendido la cama al régimen, y hacen negocios con la dictadura y la preservan y la alimentan, desde los medios de comunicación, la banca y las finanzas, de la industria de los alimentos y del transporte, por nombrar a los más obvios.
Desde el momento que aparece la lamentable y pobrísima carta de los escritores dándole el espaldarazo a Guaidó como la única salida que tiene el país a su crisis existencial (sí es la más cómoda y la de menor riesgo), y tratando de acallar las voces de la disidencia con una lamentable exhortación al silencio más perruno, en vez de aceptar el error que cometieron y rectificar, se empeñan en racionalizarlo y hacerlo cada vez más patético, lo escrito, escrito está, no hay posibilidad de más interpretaciones y hermenéutica postmodernista.
Está claro que el País se encuentra en un estado de confusión y en plena campaña de apaciguamiento (canalizado en marchas y concentraciones que no han servido para nada), en ataques en contra de un pequeño grupo de promotores de la libertad y la verdadera democracia, esa que intentan acallar y destruir desde sus contradicciones morales, de sus retóricas de un falso cristianismo, tratando de destruir e invisibilizar a líderes de la talla como María Corina Machado, son todas señales de una falta de dirección moral y ética.
Estamos en medio de una tormenta gigantesca que pretende destruir nuestra alma y conciencia, veo a la gente optar por las salidas más fáciles y cómodas, por las fórmulas instantáneas, entiendo que hay desespero y miedo, ha pasado demasiado tiempo y parecemos continuar clavados en el mismo lugar, sigue Maduro imponiéndose con las armas, siguen los militares destruyendo el país, sigue Cuba sembrando la confusión, siguen nuestro aliados deshojando la margarita sobre qué hacer con esta nueva cepa de criminalidad globalizada, sin percatarse del enorme peligro que representa para la paz y el orden mundial.
No puedo sino expresar lo que siento, veo y comprendo, no puedo callar ante la destrucción generalizada del venezolano, aún en nuestra desgracia tratan de humillarnos y reducirnos a mendigos internacionales, pero no han podido, ni podrán, en nuestra alma queda mucho genio, mucha creatividad y fortaleza, y cada vez que veo esa grandeza aflorar en pequeños gestos y triunfo de nuestra gente en el mundo y aquí, me da más ánimo para seguir sin desfallecer, porque ahora, el trabajo tiene que ser de cada uno de nosotros, tallando y puliendo ese diamante que tenemos dentro, corrigiendo lo torcido, levantándonos de las caídas y siguiendo en esta lucha por ver de nuevo la luz del día.   -    saulgodoy@gmail.com


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