Me gusta leer literatura feminista pues en la radicalidad
del pensamiento de las mujeres descubren su verdadera naturaleza, pero como en
todo tipo de literatura, y esto lo había dicho sobre la ciencia ficción
Stalisnaw Lem, el 90% es mala literatura, el feminismo no se salva de esta
proporción, hay mucha literatura feminista mala, pero si uno sabe buscar se
encuentra con verdaderas joyas.
Y leo literatura feminista, sobre todo filosofía y
psicología, porque quiero entender a la mujer, esa otra mitad de la humanidad
que es tan importante para nosotros los hombres, en mi caso porque no sólo me
han dado la vida, sino que se han convertido en mis verdaderas compañeras,
porque a estas alturas de mi vida siguen siendo un misterio y quiero
entenderlas, necesito entenderlas.
Uno de los libros que ha llegado a mis manos, cortesía de
la Dra. Laura Febres Cordero, es la obra de la psiquiatra jungiana, Jean
Shinoda Bolen, doctora, profesora de Psiquiatría clínica de la Universidad de California,
San Francisco, y una de las activistas más irreductibles del movimiento
feminista en los EEUU, Goddesses in
Every Woman, a New Psychology of Women (1985) es el título original y no sé
si el libro tiene traducción al castellano.
Este ensayo es muy interesante porque la doctora Bolen
toma de la literatura clásica griega las diosas mujeres más importantes del
Partenón posthomérico, que es una mitología con un fuerte contenido patriarcal,
allí estaba Zeus gobernando el monte Olimpus y con estos dioses machos y
agresivos reinaban en casi igual medida las diosas mujeres.
Nos informa Bolen que la mitología de aquellas regiones
del Egeo se remontaban a 5.000 y hasta 25.000 años en el pasado, mucho antes de
Homero, aquella “Europa antigua”, originaria, era un matriarcado, allí hacían
vida una serie de tribus sedentarias, pacíficas, ocupadas en labrar la tierra,
pescar en el mar y criar animales, que tenían creencias religiosas que giraban
en torno a la diosa-madre, la tierra era su sustento, la diosa Gaea proveía sus frutos a los hombres.
Nos explica la autora:
La
Gran Diosa era adorada como la fuerza femenina de la vida, conectada con la
naturaleza y la fertilidad, responsable por la creación y la destrucción de la
vida. La serpiente, la paloma, el árbol y la luna eran sus símbolos sagrados.
De acuerdo con el historiador y estudioso de la mitología Robert Graves, antes
de la llegada de las religiones patriarcales la Gran Diosa estaba considerada
como inmortal, nunca cambiaba y era omnipotente. Ella tomaba amantes, no para
tener hijos con un padre, sino por placer. El concepto de la paternidad no
había sido aún introducido en la religión.
Esta diosa era conocida por
varios nombres en la antigüedad: Astarté, Ishtar, Inana, Nut, Isis, Ashtoreth,
Au Set, Hator, Nina, Namu, Ningal y muchos otros, pero este dominio en la
cultura de la región duró hasta que olas de invasores indo-europeos a caballo,
guerreros conquistadores, invadieron aquellas tierras privilegiadas, los
historiadores ubican el momento entre el año 4500 aC., al 2.400 aC, y aunque el
culto a la diosa no fue suprimido del todo, la Gran Diosa se convirtió en
consorte de los nuevos dioses guerreros.
Este abrupto cambio tuvo sus
consecuencias y según lo plantea Bolen, la Gran Diosa fue despojada de sus principales
atributos para otorgárselos a los dioses hombres, apreció la figura de la
violación y el rapto por primera vez, los dioses guerreros se entretenían
matando serpientes, la Gran Diosa se fragmentó en una serie de diosas menores,
repartiendo entre ellas sus dominios, Hera se convirtió en la representante del
matrimonio sagrado, a Demeter le correspondieron los misterios, Atenea conservó
las serpientes, Afrodita las palomas, y Artemis la vida salvaje de los bosques.
La autora Merlin Stone, que
escribió el libro, Cuando Dios era mujer
(1978) nos explica:
El
quitar del trono a la Gran Diosa, empezó con los invasores indo-europeos, y
posteriormente terminaron el trabajo las religiones de los hebreos, los
cristianos y los musulmanes. La deidad masculina tomó el lugar preeminente. Las
diosas mujeres se diluyeron en el fondo, tal y como las mujeres lo hicieron en
las sociedades. Nos hacemos la pregunta, si éste grado de supresión de los
ritos femeninos no fueron los causantes de las supresiones de los derechos de
la mujer.
Para entender la evolución de
la mitología patriarcal hay que ir a su fuente más lejana que no es otro que
Hesíodo (alrededor de 750 aC.) en su obra Teogonía,
que habla del origen de los dioses, y que empieza con Gaea, la diosa madre de
la tierra que engendró un hijo, Urano, conocido también como el Cielo, ella se
unió a Urano y así nacieron los doce Titanes, la primera dinastía que llegaría
a ser los abuelos y padres de los dioses del Olimpo.
La historia que nos cuenta
Hesíodo es apasionante, compleja y larga, para resumir, luego de una serie de
infanticidios, canibalismo, emasculaciones, y asesinatos entre los Titanes, uno
de los hijos, Zeus, le da un golpe de estado a su padre Cronos, quien derrotado
es enviado bajo cadenas al Tártaro para no verlo nunca más; Zeus y sus
hermanos, Poseidón y Hades, se dividen el universo entre ellos, los cielos, los
océanos y el inframundo son sus posesiones, mientras que sus hermanas, Hestia,
Demeter y Hera quedan fuera del reparto.
Estos promiscuos hermanos
tienen relaciones entre ellos de donde nace una nueva generación de deidades,
entre ellos, algunos que tienen con humanos.
Lo que quiero hacer notar y
es importante para comprender lo que hace la autora del libro que les estoy recomendando,
es que la doctora Bolen tomando en cuenta esta larga tradición simbólica del
poder de la diosa primaria y su posterior transformación en diosas
especializadas, aplica la herramienta jungiana de los arquetipos, para
descubrirnos la existencia de unos patrones internos, interpretaciones y
modelos inconscientes que afloran en los comportamientos de estas diosas y que
representan características fundamentales de la mujer en todos los tiempos.
Gracias a su experiencia
clínica y a la práctica analítica, la doctora Bolen identifica personalidades
de siete arquetipos bien definidos en estas figuras mitológicas y las relaciona
con los valores dominantes en las decisiones que toda mujer debe hacer en su
vida, escoger entre matrimonio e hijos, o sus carreras e independencia, entre
su gusto por el hombre-padre o el hombre-hijo, entre pasividad y agresividad,
entre la responsabilidad por el hogar y la pasión desbocada de la sensualidad;
mientras más compleja la personalidad de la mujer más son los arquetipos que
salen a relucir en un ramillete de experiencias, a veces contradictorio y
difíciles de manejar.
Para los hombres, este libro
es un manual interesantísimo de lo que mueve a las mujeres, que hilos tocar,
que palabras no utilizar, que esperar de un arquetipo, o de varios conjugados
en una diosa, porque al final uno entiende que nuestras compañeras son eso,
diosas de gran poder, a las que hay que adorar y complacer. -
saulgodoy@gmail.com
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