Una de las razones fundamentales del avasallador triunfo
del socialismo en la política venezolana es que no hay que pensar mucho, las
respuestas a los principales problemas sociales ya están prescritos, otras
cabezas en otros tiempos se dieron a la tarea de solucionar esos problemas con
fórmulas dogmáticas basadas en el marxismo, reducidas a simples memes y
popularizadas por los medios de comunicación masivos, que en un paquete
ideológico completo, contentivo de explicaciones sobre el pasado, resolviendo
problemas del presente y presentando una brillante utopía para el futuro, nos
lo entregan con un lacito para nuestro consumo.
Se trata de un sistema político integral basado en el
poder del estado, que genera un programa económico en el que clases sociales se
ordenan de acuerdo a su número, siendo la principal la de los trabajadores o
los pobres, el proletariado le dicen, los más numerosos de todas las clases, que
está llamada a dirigir los destinos de la sociedad en base a una igualdad de
necesidades que sólo se consigue anulando a los burgueses, esa clase pequeña,
acaparadora de las riquezas y los medios de producción, que son los que en el
capitalismo, controlan el dinero y se benefician de la usura.
El objetivo final de esta ideología es la construcción de
un nuevo hombre y sociedad que nada tiene que ver con la verdadera naturaleza
humana, igualándolo y sometiendo sus apetitos a una ingeniería social por medio
de premios y castigos, la meta última, que se cumplirá el día que los hombres
vivan sin gobierno alguno sólo impulsados por el amor y la solidaridad, será la
expresión de la máxima felicidad, dígame usted si no vale la pena sacrificar la
libertad y la individualidad en aras de tan bellos deseos.
El socialismo, que se diferencia básicamente del comunismo
en que no requiere de una revolución violenta para deponer a los dueños de las
empresas, sino que por medio de la política, de las reformas y de una mayor
intervención del estado a favor de los fines de la justicia social, podrá, al
cabo de un tiempo, crear una sociedad libre de conflictos, solidaria,
progresista y feliz.
Pero el socialismo contiene además, y esto es lo que lo
hace atractivo para mentes débiles y personalidades inmaduras, un legendario e
improbable nexo con cualidades como la bondad, el altruismo, la solidaridad y
la justicia social, atributos que automáticamente hacen a la persona “buena”,
creer que son superiores moralmente a las personas que no son socialistas, y en
esto la iglesia católica tiene una gran culpa.
Escuche usted los discursos de los socialistas
venezolanos, el de Juan Guaidó, por ejemplo, o el de Ramos Allup o el de
Leopoldo López, y esas son las promesas que nos quieren vender, un estado
grande y poderoso, al servicio de la mayoría, dirigido por verdaderos
luchadores sociales que desinteresadamente, con legítima vocación cristiana
están entregados al bien común, alejados de toda apetencia por el poder y las
riquezas mundanas.
A pesar de toda esa ortodoxia marxista, refinada por
nuevos intelectuales como Ludovico Silva, quien le imprimió a nuestro
socialismo endógeno un marco conceptual muy claro, dice Silva: “Nuestra utopía socialista actual debe
consistir en lo mismo [que dijo Marx]: en examinar a fondo las tendencias hacia
la autodestrucción de la sociedad capitalista, y las tendencias hacia la
superación en las sociedades colectivistas burocráticas.”
O como ese nuevo humanismo que clamaba Pablo Guadarrama
González para el socialismo Latinoamericano, o de esa retorcida interpretación
de Marta Harnecker, según sus palabras: “un
socialismo pluralista, democrático, antiverticalista, donde la conducción
política jamás está predeterminada de antemano”, el socialismo
Latinoamericano, particularmente, el venezolano y el cubano lo que han
propiciado es miseria, más dependencia y regímenes policíacos que se manejan
desde el terror.
Ni siquiera la Teoría de Justicia de John Rawls, con el
estado sirviendo de redistribuidor de la tierra y el capital en aras de
preservar la igualdad en la libertad, ha servido de mucho; el estado y quienes
lo manejan, se convierten por medio de la justicia social, en los nuevos
terratenientes y banqueros desplazando a los del sector privado, con el
agravante, que no hay manera de defenderse o reclamar equidad cuando son los
gobiernos quienes cometen los atropellos, y menos cuando lo hacen en nombre del
pueblo.
Ningún venezolano debe olvidar las terribles escenas de
dirigentes de uniones y sindicatos obreros socialistas, condenando a la
pobreza, al desempleo y al hambre a sus asociados, tomando a la fuerza
instalaciones y fábricas, asegurando que aquello era un acto de liberación de
manos de explotadores, refiriéndose a sus empleadores.
Pero los socialistas no aprenden e insisten en su
vocación esclavista para con sus pueblos, primero porque son unos flojos
mentales, la ideología socialista les proporcionan todas las herramientas que
pudieran necesitar (creen ellos); segundo, han interiorizado esa visión del
mundo, infantil y bien intencionada, del orden social perfecto basado en la
generosidad con la propiedad ajena para la felicidad de los que menos tienen;
tercero, basan sus expectativas en los socialismos exitosos, que no son tales,
sino en períodos de bienestar social a costa de impuestos excesivos (caso del
socialismo europeo), con los que construyen sistemas de seguridad sociales que
terminan derrumbándose por ser inviables y sumamente costosos, cuarto; porque
sus élites políticas literalmente
imponen la ética socialista a los demás pero para ellos, personalmente, el
capitalismo les viene bien.
El problema del estado benefactor sobre el que descansa
la idea de los gobiernos socialistas es que saben cómo empiezan pero no como
terminan, un estado paternalista y proveedor de las necesidades del pueblo
tiende a un crecimiento exponencial, las necesidades son muchas y los pueblos
crecen y se multiplican, y una vez que se acostumbra a la gente a vivir de los
regalos y favores es muy difícil volverlos productivos, cuando todo es gratis
lo que cuesta, se vuelve impopular.
Y cuando un gobierno se ve en la necesidad de exigirle al
pueblo más trabajo e impuestos se va creando un malestar social, que unido a la
falla en la calidad de los servicios (porque no hay dinero para financiarlo) y
a tener que discriminar para aprovechar lo poco que hay (sólo para los que tengan
carnet, o negárselo a los emigrantes), se van creando las condiciones de una
crisis político-social de consecuencias impredecibles.
El socialismo es inelástico porque su base, que es el
marxismo, es dogmático, por lo que se le hace imposible adaptarse a los cambios
de la vida de manera rápida y eficiente, las personas de izquierda aparentan
ser pensadores de avanzada e ingenieros sociales de gran inventiva, pero los
resultados hablan por sí solos, el socialismo sólo trae atraso y violencia.
Donde sí son muy buenos es en el discurso, allí no tienen
parangón, sobre todo en este postmodernismo donde todo es relativo y la verdad
es utilitaria, son unos magos de los argumentos falaces, de la metáforas
engañosas, de las múltiples interpretaciones (deconstrucción) y de esa extraña
dolencia del intelecto, el pensamiento Humpti
Dumpti.
Se trata del fascinante huevo antropomórfico que aparece
en la historia de Atreves del espejo (1872),
de Lewis Carroll, se trata del personaje de una antigua adivinanza para niños, que
Carroll utiliza en su críptico cuento, que pretendían hablar dándole el
significado que él querían a sus palabras, distinto al que usualmente
significaban y confundiendo a la pobre Alicia.
Ya Wittgenstein nos había advertido de las
inconveniencias de los lenguajes privados al momento de socializar, imaginen el
problema al gobernar desde un solipsismo lingüístico creado por militares y
militaras que honran a un comandante eterno y a un Bolívar socialista, en una
patria potencia, una gran casa para los
revolucionarios del continente, donde cada uno de sus habitantes se alimenta
con sus tres comidas diarias y con un sueldo mínimo que no les alcanza para comprar
una docena de huevos, puras mentiras e inventos.
Nuestra Venezuela socialista está llena de amor que mata,
de educación que embrutece y de propiedad comunal que nadie sabe para qué
sirve, de este lustro y dele de gobiernos socialistas que hemos padecido en
Venezuela, es que hemos llegado a contar con una oposición democrática “de lujo”,
que ni es democrática ni es oposición.
A nuestros líderes los nombramos para que hagan una cosa
y nos salen con otra, y no son tapones de cera acumulada en sus oídos la causa
de su autismo es algo un poco más grave… es socialismo, esa grave enfermedad
mental que aflige por lo menos a un 70% de la población en el país y que a
pesar de destrucción que ha ocasionado, de la disolución de nuestra sociedad y
del enorme éxodo que ha provocado, hay personas que insisten de manera reiterativa
y hasta maníaco compulsiva, en apoyar a socialistas para que negocien con
socialistas, en apostar por candidatos sinvergüenzas que se llenan la boca
diciendo que son socialistas, y de socialistas que aprentan ser capitalistas
pero que no lo son.
Tenemos una Asamblea Nacional llena de socialistas, -“de los buenos, no de los malos” -como
algunos se atreven a diferenciarse con sus sonrisas bobaliconas, sin percatarse,
que quienes nadan en esas aguas servidas y pútridas, jamás de los jamases
podrán hacer algo bueno por el país, por ellos sí, por sus familiares cercanos,
por sus compañeritos del partido, por sus amigos del alma, quizás hasta por un
chavista descarriado, pero por un venezolano trabajador y decente, que le
importe su familia, que piense y que quiera a este país, siento desilusionarlos,
pero no, somos incompatibles, como polos magnéticos opuestos nos rechazamos.
Sigo diciendo estas cosas porque a la larga funcionan, he
escrito en contra del socialismo por largos años, hace dos décadas el 90% de
los venezolanos era socialista, ya no, es probable que no se deba a mis
escritos, que haya sido la situación país la que los ha obligado a despertar
del torvo encanto de esa ideología, pero me complace pensar que rescatando solo
a uno de ustedes, de la mirada de esa Gorgona, vale la pena el esfuerzo para
volver a sentarme y advertirles a mis lectores de lo equivocado que están,
nadie que se diga socialista es una persona de confianza, jamás le dé la
espalda, mucho menos su voto.
NOTA: En una
democracia como la que creo debe existir en Venezuela, usted tiene el derecho
de pensar como quiera, y si quiere ser socialista puede serlo, contará con mi
anuencia hasta el momento que usted ponga en peligro mi estilo de vida y
libertades, entonces estaremos en un conflicto, mientras tanto, también tengo
el derecho de criticarlo y decirle cuan idiota luce llenándose la boca con
tantas sandeces, si se siente ofendido tiene un derecho a réplica. -
saulgodoy@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario