viernes, 11 de octubre de 2019

Una ideología para cabezas vacías



Una de las razones fundamentales del avasallador triunfo del socialismo en la política venezolana es que no hay que pensar mucho, las respuestas a los principales problemas sociales ya están prescritos, otras cabezas en otros tiempos se dieron a la tarea de solucionar esos problemas con fórmulas dogmáticas basadas en el marxismo, reducidas a simples memes y popularizadas por los medios de comunicación masivos, que en un paquete ideológico completo, contentivo de explicaciones sobre el pasado, resolviendo problemas del presente y presentando una brillante utopía para el futuro, nos lo entregan con un lacito para nuestro consumo.
Se trata de un sistema político integral basado en el poder del estado, que genera un programa económico en el que clases sociales se ordenan de acuerdo a su número, siendo la principal la de los trabajadores o los pobres, el proletariado le dicen, los más numerosos de todas las clases, que está llamada a dirigir los destinos de la sociedad en base a una igualdad de necesidades que sólo se consigue anulando a los burgueses, esa clase pequeña, acaparadora de las riquezas y los medios de producción, que son los que en el capitalismo, controlan el dinero y se benefician de la usura.
El objetivo final de esta ideología es la construcción de un nuevo hombre y sociedad que nada tiene que ver con la verdadera naturaleza humana, igualándolo y sometiendo sus apetitos a una ingeniería social por medio de premios y castigos, la meta última, que se cumplirá el día que los hombres vivan sin gobierno alguno sólo impulsados por el amor y la solidaridad, será la expresión de la máxima felicidad, dígame usted si no vale la pena sacrificar la libertad y la individualidad en aras de tan bellos deseos.
El socialismo, que se diferencia básicamente del comunismo en que no requiere de una revolución violenta para deponer a los dueños de las empresas, sino que por medio de la política, de las reformas y de una mayor intervención del estado a favor de los fines de la justicia social, podrá, al cabo de un tiempo, crear una sociedad libre de conflictos, solidaria, progresista y feliz.
Pero el socialismo contiene además, y esto es lo que lo hace atractivo para mentes débiles y personalidades inmaduras, un legendario e improbable nexo con cualidades como la bondad, el altruismo, la solidaridad y la justicia social, atributos que automáticamente hacen a la persona “buena”, creer que son superiores moralmente a las personas que no son socialistas, y en esto la iglesia católica tiene una gran culpa.
Escuche usted los discursos de los socialistas venezolanos, el de Juan Guaidó, por ejemplo, o el de Ramos Allup o el de Leopoldo López, y esas son las promesas que nos quieren vender, un estado grande y poderoso, al servicio de la mayoría, dirigido por verdaderos luchadores sociales que desinteresadamente, con legítima vocación cristiana están entregados al bien común, alejados de toda apetencia por el poder y las riquezas mundanas.
A pesar de toda esa ortodoxia marxista, refinada por nuevos intelectuales como Ludovico Silva, quien le imprimió a nuestro socialismo endógeno un marco conceptual muy claro, dice Silva: “Nuestra utopía socialista actual debe consistir en lo mismo [que dijo Marx]: en examinar a fondo las tendencias hacia la autodestrucción de la sociedad capitalista, y las tendencias hacia la superación en las sociedades colectivistas burocráticas.”
O como ese nuevo humanismo que clamaba Pablo Guadarrama González para el socialismo Latinoamericano, o de esa retorcida interpretación de Marta Harnecker, según sus palabras: “un socialismo pluralista, democrático, antiverticalista, donde la conducción política jamás está predeterminada de antemano”, el socialismo Latinoamericano, particularmente, el venezolano y el cubano lo que han propiciado es miseria, más dependencia y regímenes policíacos que se manejan desde el terror.
Ni siquiera la Teoría de Justicia de John Rawls, con el estado sirviendo de redistribuidor de la tierra y el capital en aras de preservar la igualdad en la libertad, ha servido de mucho; el estado y quienes lo manejan, se convierten por medio de la justicia social, en los nuevos terratenientes y banqueros desplazando a los del sector privado, con el agravante, que no hay manera de defenderse o reclamar equidad cuando son los gobiernos quienes cometen los atropellos, y menos cuando lo hacen en nombre del pueblo.
Ningún venezolano debe olvidar las terribles escenas de dirigentes de uniones y sindicatos obreros socialistas, condenando a la pobreza, al desempleo y al hambre a sus asociados, tomando a la fuerza instalaciones y fábricas, asegurando que aquello era un acto de liberación de manos de explotadores, refiriéndose a sus empleadores.
Pero los socialistas no aprenden e insisten en su vocación esclavista para con sus pueblos, primero porque son unos flojos mentales, la ideología socialista les proporcionan todas las herramientas que pudieran necesitar (creen ellos); segundo, han interiorizado esa visión del mundo, infantil y bien intencionada, del orden social perfecto basado en la generosidad con la propiedad ajena para la felicidad de los que menos tienen; tercero, basan sus expectativas en los socialismos exitosos, que no son tales, sino en períodos de bienestar social a costa de impuestos excesivos (caso del socialismo europeo), con los que construyen sistemas de seguridad sociales que terminan derrumbándose por ser inviables y sumamente costosos, cuarto; porque sus élites políticas  literalmente imponen la ética socialista a los demás pero para ellos, personalmente, el capitalismo les viene bien.
El problema del estado benefactor sobre el que descansa la idea de los gobiernos socialistas es que saben cómo empiezan pero no como terminan, un estado paternalista y proveedor de las necesidades del pueblo tiende a un crecimiento exponencial, las necesidades son muchas y los pueblos crecen y se multiplican, y una vez que se acostumbra a la gente a vivir de los regalos y favores es muy difícil volverlos productivos, cuando todo es gratis lo que cuesta, se vuelve impopular.
Y cuando un gobierno se ve en la necesidad de exigirle al pueblo más trabajo e impuestos se va creando un malestar social, que unido a la falla en la calidad de los servicios (porque no hay dinero para financiarlo) y a tener que discriminar para aprovechar lo poco que hay (sólo para los que tengan carnet, o negárselo a los emigrantes), se van creando las condiciones de una crisis político-social de consecuencias impredecibles.
El socialismo es inelástico porque su base, que es el marxismo, es dogmático, por lo que se le hace imposible adaptarse a los cambios de la vida de manera rápida y eficiente, las personas de izquierda aparentan ser pensadores de avanzada e ingenieros sociales de gran inventiva, pero los resultados hablan por sí solos, el socialismo sólo trae atraso y violencia.
Donde sí son muy buenos es en el discurso, allí no tienen parangón, sobre todo en este postmodernismo donde todo es relativo y la verdad es utilitaria, son unos magos de los argumentos falaces, de la metáforas engañosas, de las múltiples interpretaciones (deconstrucción) y de esa extraña dolencia del intelecto, el pensamiento Humpti Dumpti.
Se trata del fascinante huevo antropomórfico que aparece en la historia de Atreves del espejo (1872), de Lewis Carroll, se trata del personaje de una antigua adivinanza para niños, que Carroll utiliza en su críptico cuento, que pretendían hablar dándole el significado que él querían a sus palabras, distinto al que usualmente significaban y confundiendo a la pobre Alicia.
Ya Wittgenstein nos había advertido de las inconveniencias de los lenguajes privados al momento de socializar, imaginen el problema al gobernar desde un solipsismo lingüístico creado por militares y militaras que honran a un comandante eterno y a un Bolívar socialista, en una patria potencia,  una gran casa para los revolucionarios del continente, donde cada uno de sus habitantes se alimenta con sus tres comidas diarias y con un sueldo mínimo que no les alcanza para comprar una docena de huevos, puras mentiras e inventos.
Nuestra Venezuela socialista está llena de amor que mata, de educación que embrutece y de propiedad comunal que nadie sabe para qué sirve, de este lustro y dele de gobiernos socialistas que hemos padecido en Venezuela, es que hemos llegado a contar con una oposición democrática “de lujo”, que ni es democrática ni es oposición.
A nuestros líderes los nombramos para que hagan una cosa y nos salen con otra, y no son tapones de cera acumulada en sus oídos la causa de su autismo es algo un poco más grave… es socialismo, esa grave enfermedad mental que aflige por lo menos a un 70% de la población en el país y que a pesar de destrucción que ha ocasionado, de la disolución de nuestra sociedad y del enorme éxodo que ha provocado, hay personas que insisten de manera reiterativa y hasta maníaco compulsiva, en apoyar a socialistas para que negocien con socialistas, en apostar por candidatos sinvergüenzas que se llenan la boca diciendo que son socialistas, y de socialistas que aprentan ser capitalistas pero que no lo son.
Tenemos una Asamblea Nacional llena de socialistas, -“de los buenos, no de los malos” -como algunos se atreven a diferenciarse con sus sonrisas bobaliconas, sin percatarse, que quienes nadan en esas aguas servidas y pútridas, jamás de los jamases podrán hacer algo bueno por el país, por ellos sí, por sus familiares cercanos, por sus compañeritos del partido, por sus amigos del alma, quizás hasta por un chavista descarriado, pero por un venezolano trabajador y decente, que le importe su familia, que piense y que quiera a este país, siento desilusionarlos, pero no, somos incompatibles, como polos magnéticos opuestos nos rechazamos.
Sigo diciendo estas cosas porque a la larga funcionan, he escrito en contra del socialismo por largos años, hace dos décadas el 90% de los venezolanos era socialista, ya no, es probable que no se deba a mis escritos, que haya sido la situación país la que los ha obligado a despertar del torvo encanto de esa ideología, pero me complace pensar que rescatando solo a uno de ustedes, de la mirada de esa Gorgona, vale la pena el esfuerzo para volver a sentarme y advertirles a mis lectores de lo equivocado que están, nadie que se diga socialista es una persona de confianza, jamás le dé la espalda, mucho menos su voto.

NOTA: En una democracia como la que creo debe existir en Venezuela, usted tiene el derecho de pensar como quiera, y si quiere ser socialista puede serlo, contará con mi anuencia hasta el momento que usted ponga en peligro mi estilo de vida y libertades, entonces estaremos en un conflicto, mientras tanto, también tengo el derecho de criticarlo y decirle cuan idiota luce llenándose la boca con tantas sandeces, si se siente ofendido tiene un derecho a réplica.   -    saulgodoy@gmail.com


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