Son un problema porque tratan de pasar por debajo del
radar, haciéndose pasar por lo que no son; hablan como capitalistas, argumentan
como defensores de la libertad del mercado, le tiran sus puyitas a la tiranía
chavista, parecieran ser críticos de las posiciones estatistas, de la
planificación centralizada, del colectivismo, de las fórmulas populistas de
control social… pero, al momento de aclarar su pensamiento y precisar sus
creencias, descubrimos que son unos socialistas disfrazados, que buscan
perpetuar la dependencia de la sociedad de la voluntad de gobiernos que se
hacen del poder para manejar el estado como si fuera una taguara.
Y si esas personas vienen de la empresa privada, de
grupos financieros, del sector petrolero o de algún gremio que representa los
intereses de inversionistas privados, el camuflaje les viene de maravilla, ya
que pueden adelantar no solo sus propios intereses, ligados a un estado
centralizado, fuerte y dadivoso, sino que comparten intereses con organizaciones
políticas socialistas y de esta manera aseguran su participación en futuros
gobiernos socialistas en los que jugosos contratos, posiciones privilegiadas y
beneficios que sólo aquellos cercanos al poder pueden disfrutar ya que medran
de la corrupción, del oportunismo, y pueden cosechar fabulosas ganancias en muy
corto tiempo.
Este tipo de personas, estos empresarios socialistas de
salón, se advienen a estos movimientos restauracionistas de gobiernos fuertes y
benefactores, no por convicciones políticas sino por intereses estrictamente
crematísticos, para ellos estar bajo la sombra de un gobierno que acapara la
riqueza nacional y la redistribuye según criterios de justicia social, es
asegurar su modo de vida.
Estamos hablando de empresarios, expertos en alguna
actividad “productiva”, representantes de gremios, que han vivido toda su vida
bajo la autoridad del superestado totalitario, al que nos hemos acostumbrado
los venezolanos en los últimos sesenta años, y que ellos no quieren que cambie,
pues no saben hacer otra cosa que parasitar del estado burocrático, poner a la
orden de los políticos de turno en el poder a sus organizaciones empresariales,
para explotar cada oportunidad de negocio que se les presente, lo cual no es
malo, si fuera lícito, pero es terrible cuando lo que hacen es legitimar la
corrupción.
Son figuras públicas que permanentemente hacen presencia en
los medios de comunicación, edulcorando los cambios que pudieran venir, para
apuntalar su ventaja estratégica, que no es otra que conocer y trabajar para
ciertos políticos, a los que mantienen y cultivan como “inversión” para sus
intereses particulares, en nuestro caso específico, se trata de empresarios haciéndole
campaña política a ciertos sectores que pudieran tener la oportunidad de llegar
al gobierno en medio de la tremenda crisis que sufre el país.
Su discurso es engañoso, pues aparentan estar con el
surgimiento de un nuevo modelo de gobierno, pleno de libertad y oportunidades,
en una apertura democrática de verdad, aquella que implica un estado reducido y
mayor participación de la sociedad, plena de emprendimientos e inversiones en
la reconstrucción de Venezuela… pero, si los escuchamos con cuidado y
desmontamos sus narrativas, advertimos que lo que verdaderamente desean es que
las cosas continúen como ellos las conocen y donde han sido tan exitosos,
viviendo del estado.
Si vamos a comparaciones, tenemos un pueblo llano que
está acostumbrado a los regalos, a las becas, a la caja CLAP que les reparte el
gobierno, las cajas CLAP para nuestros empresarios endógenos y socialistas son
mucho más grandes, sus becas más suntuosas y en divisas extranjeras, los
obsequios más generosos… todo a cambio de su complicidad y sumisión.
Hay varios personajes que, estoy seguro, ustedes han
detectado, igual que yo; son empresarios y algunos, líderes de asociaciones
privadas, muchos de ellos miembros de importantes gremios que agrupan a
empresarios honestos y trabajadores, expertos petroleros, dueños de empresas de
comunicaciones, que aparentan ser los representantes de esos intereses establecidos,
del status quo, que quieren un cambio
para que nada cambie, hacer un enroque de nombres y rostros pero que el estado
quede más o menos como ése que ellos han ayudado a construir y a sostener… se
les ve por encima el terror que tienen a un nuevo país, a competir con libertad
y sin padrinos.
Los empresarios socialistas han crecido favorecidos por
medidas proteccionistas, burbujas monopólicas, beneficios fiscales, créditos
favorables, condonación de deudas, participación en información privilegiada,
contratos a granel con el estado, el simple hecho de hacerse acompañar por un
alto funcionario al momento de retirar mercancía de las aduanas es ya una
ventaja enorme sobre el competidor que sí está obligado a sufrir con las
alcabalas.
Algunas empresas fabrican información a la medida de los
intereses de los que gobiernan el estado, crean estadísticas para favorecer
tendencias y servicios; otros utilizan con descaro los fondos sociales que se
crean para favorecer a las grandes masas desposeídas, para medrar de sus
compras e inversiones, crean las condiciones mediáticas favorables para ciertas
medidas impopulares y, si están conectados en buenos niveles de decisión,
consiguen anticipos, pagos por obras no ejecutadas, aprobación de sobreprecios,
extensiones de los contratos…
Por pertenecer al sector privado ellos se creen estar
libres de culpa en el desastre económico propiciado por el chavismo, pero necesariamente
había colaboradores, socios y compinches en las escenas de los crímenes, de
algún lado salían las comisiones, las coimas y los imprevistos en esas
contrataciones multimillonarias.
Muchos empresarios que hoy son magnates, no todos
afortunadamente, fueron y son parte activa de ese sistema corrompido y
corruptor que ha desangrado a Latinoamérica por décadas, empresas como Oderbrecht,
la misma PDVSA, las empresas del grupo Derwick que nos llenó de chatarra
eléctrica, los bancos que hoy cierran sus puertas por insolventes, y muchas
empresitas de maletín, que han recibido cuantiosos contratos que jamás
cumplieron pero que sí cobraron, pueblan ese universo de mafias que se
conformaron alrededor de los gobiernos socialistas.
De esos empresarios quedaron muchos de este lado, y ahora
que huelen los cambios en el aire quieren tener “amigos” en el gobierno de
transición, y andan por allí entusiasmados con un nuevo gobierno, rostros
frescos, propuestas diferentes… con ellos sirviendo de catalizadores para los
nuevos líderes; si reparan un poco y se fijan en los detalles, se trata de la
misma pandilla, moviendo los hilos de las nuevas marionetas.
Esos empresarios y expertos que supuestamente abogan por
una Venezuela diferente, que ahora hacen foros y predican las libertades del
mercado, tienen una cola de paja muy pero muy larga; han vivido y se han
acostumbrado a jugar en un capitalismo sucio y desvergonzado, se han impuesto a
través de la corrupción y porque han hecho de la política “su negocio”, siguen
apostando a ganador, porque saben que no pueden competir en condiciones justas.
Presten atención a sus mensajes: hablan de fondos
sociales que no son sino maneras de sacar del presupuesto nacional, grandes
cantidades de dinero para ser administrados de manera autónoma, proponen que la
empresa y el estado deben ir agarrados de manos hacia un brillante porvenir,
insisten en que sea el estado el dueño de las riquezas del subsuelo, no pueden
evitar suscribir una nueva política paternalista, redistributiva, que financie planes
de seguridad social universales… si escuchan atentamente sus conclusiones, se
darán cuenta de que no han dejado de creer en el estado centralista,
planificador, distribuidor de la riqueza, garante de la salud, la educación, la
alimentación, el transporte del pueblo… si detallan lo que estos supuestos
liberales tratan de decirnos, descubrirán a unos socialistas temerosos de que se
les arrebate su cambur.
Estimados lectores, hay que tener mucho cuidado con los
criptosocialistas; se esconden detrás del ropaje de ponderados conservadores y
simulan ser hombres y mujeres de la derecha, pero sus nombres salen a cada
momento afiliados a esos pseudo líderes democráticos, que tienen al chavismo
como ejemplo a seguir si algún día llegaren al poder, y que dejan constancia con
cada palabra que emiten, que lo suyo es rescatar el país que dejamos en 1999…
con esa gente, ni a la esquina. - saulgodoy@gmail.com
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