Según la conseja popular, o en términos de la
postmodernidad, de acuerdo a un popular meme, no se puede gobernar un país en
paz sin el concurso de los militares, de lo que se derivan otros memes, no se
puede construir democracia sin los militares, o no se puede hacer gobierno sin
ellos.
Se trata de toda una campaña de influencia hacia la
opinión pública donde en definitiva, se trata de colocar a la institución
militar como el fiel de la balanza en una precaria condición de estabilidad
política en el país, otorgándole a esta institución armada un papel decisorio
por el simple hecho de ellos tener las armas, con lo que habría que concluir,
que en democracias como la venezolana (algunos autores y expertos la extienden
a otros países en el mundo) las armas deciden sobre la posibilidad de
convivencia en una nación.
En este breve artículo voy a tratar de demostrar, que
este argumento carece de sentido, que si esto fuera verdad, primero no
estaríamos hablando de democracia, ni siquiera de militares y mucho menos de
una institución armada, segundo, si estuviéramos antes esta paradoja,
estaríamos ante una situación de efectivo secuestro de un país por una banda
armada y se estaría mal utilizando el lenguaje para brindarle algún tipo de
legitimidad a una situación que a todas luces es ilícita, corrupta y opresiva.
Las palabras que se usan importan porque dirigen los
argumentos y finalmente establecen los términos de una discusión, negociación u
acuerdos, el sentido que la damos a cada palabra justifica en gran medida el
contenido de realidad o verdad de nuestros discursos, es por ello que para
algunas ideologías es importante manipular los sentidos de las palabras para
establecer los significados y dirigir a su favor la resolución de los
conflictos, lo cual es un vulgar manejo de la lógica argumental y la
utilización de falacias.
Desde los años 70 del siglo pasado, se ha venido dando la
discusión y conformación de lo que se llama una “ética militar” de las que se
han derivado no solo importantes asociaciones internacionales, estudios,
investigaciones, normativas y visiones que han influido de manera importante en
la conformación de un nuevo sistema militar con unos muy altos estándares de
preparación de oficiales y líderes de las instituciones armadas del mundo.
Se ha recogido un copioso material sobre diversas
tradiciones militares que datan de tiempos remotos que tratan de cuando y como
iniciar el “uso de la fuerza armada”, de la conducta apropiada durante estas
acciones y del comportamiento de la misma una vez finalizado el conflicto.
Términos como “una guerra justa” y el novísimo concepto
del “responsabilidad de proteger” son parte de un gran legado ético militar
que, junto al desarrollo tecnológico que faculta nuevas operaciones de
múltiples dominios, uso de armas de destrucción masiva, elementos robóticos en
el campo de batalla, dominio electrónico de los escenarios espaciales, guerras
híbridas e intervenciones militares humanitarias, han elevado estas discusiones
de carácter ético en este particular medio a niveles superiores.
De modo, que cuando, escucho hablar de “Patria,
socialismo o muerte”, de milicias populares, de movilización y resistencia del
pueblo, de la unión cívico militar, cuando se desempolvan conceptos como
“foquismo” y estrategias como las utilizadas en la Guerra de Vietnam o en la de
China cuando el maoísmo tomó el poder peor aún, cuando se pretende presentar a
la institución militar como una “corporación” de carácter mercantil, con
múltiples intereses industriales y comerciales, con militares-empresarios,
militares-políticos, militares-diplomáticos, militares-sindicalistas, la
impresión que deja la institución es una de involución y retroceso profesional.
Para cualquier observador imparcial que tenga ojos y dos
dedos de frente, que se haya leído la Constitución de la República, es fácil
darse cuenta que lo que ha sucedido en nuestro país ha sido un proceso de
privatización de nuestras FFAA para beneficio de una organización política
llamada Partido Socialista Único de Venezuela (PSUV), cuyo directorio,
supeditado a su vez a un gobierno y unas fuerzas armadas extranjeras, las de
Cuba, han dejado de ser las fuerzas armadas institucionales de nuestro país,
para convertirse en una serie de grupos armados en uniforme, con una cadena de
mandos fragmentada y difusa, en control de ciertas actividades productivas,
entre ellas el narcotráfico, el lavado de dinero, la minería ilegal y el
contrabando de extracción, entre otras parcelas, y que están claramente protegiendo
a una enorme organización de crimen organizado, con fuertes vínculos
internacionales, ocultos y operando detrás de una fachada política.
Sólo para efectos recordatorios, les copio textualmente
el artículo de nuestra Constitución que instruye lo siguiente:
Artículo 328.
La
Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional,
sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la
independencia y soberanía de la Nación y asegurar la integridad del espacio
geográfico, mediante la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del
orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional, de acuerdo
con esta Constitución y con la ley. En el cumplimiento de sus funciones, está
al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad
política alguna. Sus pilares fundamentales son la disciplina, la obediencia y
la subordinación. La Fuerza Armada Nacional está integrada por el Ejército, la
Armada, la Aviación y la Guardia Nacional, que funcionan de manera integral
dentro del marco de su competencia para el cumplimiento de su misión, con un
régimen de seguridad social integral propio, según lo establezca su respectiva
ley orgánica.
El aparato de propaganda del régimen chavista-madurista,
tiene ya tiempo consolidando una supuesta imagen de respetabilidad e
institucionalidad para este nuevo subproducto revolucionario, que ni son
militares ni son empresarios-políticos, y pretende erigirlos como el factor
decisorio de nuestro conflicto interno, el cual no ha llegado a una guerra pues
todas las armas fueron acaparadas por ese estamento, supuestamente militar, el
brazo armado de la revolución socialista.
El gobierno revolucionario por medio de leyes y normas
“revisionistas” están intentando modificar de manera ilegal nuestra
constitución para adecuarla a los nuevos intereses de las distintas mafias que
controlan el poder ejecutivo, empezando por prácticamente “de facto” obligar a
los militares, a aceptar como Comandante en Jefe a un indocumentado, de origen
extranjero, que ha utilizado la falsa atestación y documentación para hacerse
pasar por quien no es.
Incluso, hay sectores dentro de nuestra oposición
política democrática que nos están vendiendo la idea de que debemos negociar
con este tumulto de cabezas e intereses, a los que ellos llaman nuestras
fuerzas armadas, para encontrarle una solución a nuestro problema, por el
simple hecho de que ellos tienen las armas, lo que significa dos cosas, la primera,
el reconocimiento que ese engendro en uniforme, que tiene secuestrado al país a
punta de pistola, es el garante de la institucionalidad, el segundo, que esas
fuerzas armadas “socialistas, patriotas y antiimperialistas” son el sostén de
nuestra democracia garantes de unas
elecciones libres y universales.
Esta posición y quienes la propugnan, que se consideran a
sí mismos como “realistas” y “pragmáticos” le están haciendo el juego a la
tiranía totalitaria, pues si permitimos que estos políticos armados entren en
el juego por nuestra reconstrucción y estabilidad, lo que va a resultar es la
profundización de nuestra condición de “estado fallido”.
Es interesante notar que en los intentos fracasados de
negociación con este sector por parte de la oposición del Frente Amplio-MUD y
liderados por el Sr. Juan Guaidó, se les ha ofrecido a este sector una amnistía
por sus crímenes en contra de la nación, si deponen su actitud hostil en contra
de la oposición y se ponen de lado de la Constitución y la ley, pero en las
impresiones y comentarios que se han recogido, se comenta que tales
ofrecimientos no han despertado ningún interés en esos grupos armados y en
uniforme.
De acuerdo a algunas interpretaciones, tal oferta no
conlleva ningún beneficio real a unos hombres y mujeres que están gozando
(parte de la oficialidad al mando) de los privilegios del poder, que tienen una
autoridad real y efectiva sobre sus subordinados, y que la ejercen para
proteger los intereses del régimen, utilizando la violencia y la fuerza de sus
armas en contra de la población desarmada que protesta y se siente oprimida,
pero quizás lo más importante, no les ofrece garantía alguna para ellos y sus
familias, de continuar en el goce y el disfrute de los expolios que han
realizado en contra del erario nacional, de las corruptelas y negocios turbios
perpetrados desde sus posiciones de mando.
Toda esta compleja situación dejan en claro varias cosas
que son importantes para los demócratas venezolanos, las FFAA Nacionales se
perdieron, ya no existen como institución en el marco constitucional actual, lo
que sí existe es un remedo horrible y sin sentido, carente de toda ética, de
bandas armadas y en uniforme al servicio de un partido político y de una serie
de intereses extranjeros contrarios a la posibilidad de existencia libre y
soberana de Venezuela.
Que si se va a negociar o llegar a acuerdos con estos
grupos, porque “es lo que tenemos” sin pensar en las consecuencias de tales
acciones, aun contando con el apoyo de algunos aliados extranjeros, debe quedar
claro que están negociando directamente con el chavismo-madurismo, no con un
ente independiente y autónomo.
Para los miembros de estos grupos armados y en uniforme,
que todavía alimentan la idea que pertenecen a un glorioso ejército de
libertadores, que por el hecho de que ellos personalmente no han tenido nada
que ver con muchos de las desafueros y violaciones a la ley, que una parte de
sus miembros ha propiciado, que como corporación no han tomado partido porque
la decisión tiene que ser colectiva, de todo el cuerpo, y esta no se ha
producido; para los que creen que todavía son parte de una institución
legítima, constitucional y al servicio de la patria, siento decirles que están
equivocados y que efectivamente, están siendo cómplices de la destrucción de su
propia alma mater, sino del país
nacional.
A los políticos de la oposición democrática venezolana
debo decirles que se olviden de tratar de negociar con este régimen, que la
única salida posible y largamente pospuesta, es la de derrotarlos política y
militarmente por medio de una gran coalición de fuerzas democráticas
internacionales, so pena, no sólo de perder para siempre a Venezuela como parte
de la comunidad mundial de naciones, sino de poner en grave peligro la
estabilidad continental, y como ya lo estamos viendo, del orden y la paz
internacional. - saulgodoy@gmail.com
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