jueves, 23 de julio de 2020

La estética como salvación


De los mejores libros que me he leído durante esta encerrona se encuentra La Razón Estética 2016, de Chatall Maillar, una mujer bella, inteligente, profunda y sensible, quien además de docente es filósofa y poetiza (Premio Nacional de Poesía 2004), nacida en Bruselas, nacionalizada española, según su biografía es titulada en filosofía y religiones de la India por la Universidad de Benares, y fue por varios años como titular de Estética y Teoría de las Artes de la Universidad de Málaga.

La Razón Estética fue publicado por primera vez en 1998, y ha sido reelaborado en sus posteriores ediciones hasta obtener un producto cuidado y de gran aliento que explica de manera clara lo que ha estado sucediendo en la cultura occidental en los últimos veinte años, para alguien quien quiera ponerse al día en los conceptos fundamentales del arte moderno, esta obra es clave.

Para la estética es fundamental entender ese mundo de emociones y sensibilidades cuando nos enfrentamos a las representaciones de los acontecimientos, y dentro de esa amplia categoría de representaciones que nos bombardean diariamente, la del espectáculo y la de la ficción, son las más atrayentes por la carga de placer que nos reportan, de hecho, nos dice la profesora Chantal, tendemos a manejar como espectáculo una serie de representaciones que no lo son, hay partes de nuestra vida que tratamos como ficción, lo cual puede ser peligroso.

Por ello es que reclama la necesidad de la educación estética, que nos ayuden a reconocer representaciones ordinarias, de las del espectáculo, que nos enseñe como se ensamblan sentimientos y emociones, “se siente lo que se piensa“, nos advierte, construimos incluso el yo del “yo lo siento”.

Pero volvamos a lo más básico para entender por dónde nos lleva Chantal, el mundo nos dice la filósofa, es lo que resulta de los acontecimientos que nos suceden, un registro que siempre es a posteriori, esa idea, de un mundo perennemente en construcción (incluyéndonos a nosotros mismos) se hace por medio de nuestra experiencia, personal y colectiva, y dice algo importante: “Todo mundo es una construcción. Ahora bien, esta construcción la hacemos entre todos pactando su modelo a partir de nuestra experiencia. Pero ¿y la experiencia? Aquí es donde radica el problema del modo de racionalidad, pues la experiencia se obtiene como resultado del juego de las facultades receptivas y creativas, y dependerá de la disposición de apertura de las primeras y del grado de compromiso de las segundas”.

Chantal definitivamente es anti-platónica y pro-aristotélica, en este sentido se inclina por la visión del mundo que tenía el Estagirita y que en su poética, permitía que los avatares que le daban vida a los vuelos de las musas por medio del lenguaje, construyeran mundos del alma y no de la caverna, al respecto nos aclara la poetisa: “La verdad y la falsedad pertenecen al orden del conocimiento, no del arte, por lo que no se hablaría de verdad con respecto a una obra (de ficción), sino de coherencia interna. Una obra es buena si sus elementos forman entre sí un todo coherente. A diferencia de la verdad, la coherencia se establece entre los elementos que conforman la obra, no entre la obra y un supuesto referente con el que se deba establecer una correspondencia”.

Una de las mejores explicaciones que he leído sobre el pensamiento débil las descubrí en este libro, un concepto importante dentro del pensamiento postmodernista y como asume lo asume Chantal, es razón creadora y la única manera de captar lo que acaece, en palabras de Vattimo “el ser es lo que sucede”, y hay que ser poeta para escribir como lo hizo Chantal para decirnos: “si el suceso se entiende como conjunción de núcleos efímeros en el gran entramado, el individuo pasa a ser la frágil consistencia de un instante. Como las notas de una sinfonía. Su realidad: sonidos que apenas producidos desaparecen, su constancia: el intervalo. La resonancia trazará los hilos de la red y permitirá las intersecciones: nuevos núcleos: nuevos lugares de aparición: de «consistencia»: de visibilidad”.

Mientras escribía estas líneas no podía apartar de mi mente uno de los más brillantes poemas de esta escritora, que lleva por título Matar a Platón, quizás uno de sus más famoso y comentados, que recrea el suceso de un accidente vial con una víctima fatal, es un poema con subtítulos como si fuera un film en un idioma extranjero.

Hay una escena que me impactó y que dice así:

 

No sé si era su hija. El hombre

aplastado agarraba la mano de una niña,

o puede que la niña fuese

la que tenía cogida la mano de aquel hombre,

ahora ya tan rígida, tan apretada y fría.

Vendrán para cortarle los dedos uno a uno.

Amputarle la mano tal vez sería más sencillo,

pero ¡imagínense una niña huyendo

con una mano ensangrentada

prendida de la suya!

Vendrán con instrumentos

de cirujano a liberarla y ella

atenderá, absorta,

al charquito de orina y sangre

que se extiende hasta sus pies.

Piensa que es una pena

no llevar puestas las botas de agua

y que no siempre es cierto que los charcos

se forman con la lluvia. 

 

Este poema es un verdadero ramalazo que sirve para entender la sinrazón de la existencia, y que encaja a la perfección con el contenido mucho más formal de La Razón Estética, un libro que recomiendo sin restricciones, claro, conciso y complejo, porque la estética tomada en serio puede convertirse en un laberinto, pero gracias a la Providencia, existen espíritus como Chantal Maillar capaces de llevarnos de la mano al otro lado del espejo y regresar.

Esta obra tiene una particularidad, y es que creo fue escrita para aquellas personas que como los venezolanos, estamos en plena resolución de un mundo y a punto de entrar a otro, para una gran mayoría esto es causa de temor e intranquilidad, muy propio de los cambio de piel y de paradigmas, y que se la estética, de todas las disciplinas de la filosofía es la que nos tiende los puentes hacia la otra orilla, es lo que sorprende a las mentes que han vivido en la razón analítica, calculando todo el tiempo, nos explica Chatal al final de su libro:

 

Cuando los valores de una cultura se desmoronan, veamos de dónde proviene la creencia en esos valores, sobre qué categorías de la razón se asentaban, y comprenderemos que lo que se ha desmoronado no es el mundo sino una manera de estar en él y de crearlo de acuerdo a los intereses y las necesidades determinados por las circunstancias de una época… Cuando un mundo deja de ser creíble se desmorona, y es perfecto que esto ocurra. Ningún espectáculo debe prolongarse más de lo necesario: el tiempo de la ilusión es limitado. Aprender a vivir conscientes de las ficciones que creamos, ciertamente, no es cosa fácil.

 

  -   saulgodoy@gmail.com


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