domingo, 2 de agosto de 2020

El chavismo, Maduro y la salud


Luego de estos 21 años de tiranía socialista revolucionaria y bolivariana es posible para una persona común hacerse una buena idea de lo que significa la salud para los chavistas, considerados éstos como una secta que se cree demiurgos y expertos en todas las especialidades del conocimiento humano; era muy fácil reconocer esta tendencia fatal en Chávez, a quien en la propaganda que divulgaba por los medios de comunicación, se le veía en bata de médico auscultando a un paciente, o como agricultor sembrando el campo, como maestro enseñando en una escuela, como empresario con su casco de seguridad dando directrices a técnicos y obreros en alguna industria pesada, como músico tocando guitarra y cantando, como aviador, como capitán de navío, como maquinista, como beisbolista, como ambientalista…

Fueron tantas las imposturas de este hombre, con su discurso tan abigarrado de sapiencia y tecnicismos robados, que muchas veces ni él mismo entendía, y resultaban en disparatadas posturas, tantos los disfraces que asumía para convencer a su público de que nadie estaba mejor preparado que él para dictarle el curso a la nación, para convencernos de que el destino de nuestras vidas estaba seguro en sus manos… no se daba cuenta de las muchas veces que se exponía al ridículo y a unos errores tan obvios que descubrían su verdadera naturaleza, la de un ignorante… y como la ignorancia es audaz y el hombre no conocía límites, su ejemplo e imagen para los incultos como él, que son legión en Venezuela, eran las de un hombre que todo lo podía.

Con esa actitud, que nace del voluntarismo más peligroso e incauto, alimentaba en los venezolanos el deseo y la posibilidad de que, aún sin saber, sin tener el conocimiento más básico de un oficio o práctica, podía lograr no sólo que las cosas funcionaran sino que lo hicieran con éxito; por supuesto, todas las “metidas de pata” y los errores resultantes eran convenientemente borrados, censurados, barridos debajo de la alfombra y, si alguno salía a la luz pública, entonces la culpa siempre era del otro, del enemigo, del imperio o de una iguana.

Esta deformada manera de entender y hacer las cosas hacía que los especialistas fueran innecesarios o prescindibles, que el conocimiento profundo sobre una materia fuera una arrogancia burguesa, que los estudios y los méritos fueran una perversión clasista… todo por demostrar que, para un venezolano, bastaba su “viveza” natural y que fuera socialista revolucionario y bolivariano para poder superar cualquier obstáculo, tanto de orden científico como de orden humano.

Y de esta manera vimos a Chávez, explicando las bondades de contar con el satélite Simón Bolívar, que nos pusieron en órbita los “hermanos” chinos, las obras de alta ingeniería del Metro y los puentes sobre el Orinoco de nuestros socios de la Oderbrecht, las diversas fábricas de sofisticadas armas que nuestros amigos rusos no estaban montando para convertirnos en uno de los mayores exportadores de materiales de defensa, o la medicina del “primer mundo” que nuestros camaradas cubanos nos traían con las Misiones Barrio Adentro… no en balde, luego de un paracaidista que jamás conoció un escenario de batalla, contamos ahora con un reposero chofer de autobús como presidente de la República.

Por supuesto, las instituciones todas, desde las universidades, pasando por nuestros altos tribunales de justicia, las Fuerzas Armadas, el Banco Central y nuestra industria petrolera, para mencionar unas pocas, calzaron rápidamente esta alpargata de horma única que Chávez impuso en el país; los revolucionarios dan para todo, no importa de dónde vienen o si no saben leer y escribir, basta sólo la voluntad, el amor por la patria, ser socialista y ¡saz!, por arte de magia te conviertes en un experto en pandemias.

Todos esos programas de médicos instantáneos, los de maestros échelos y bátalos, de militares y policías “fast track”, de economistas solubles en cualquier líquido, de políticos sacados de una chistera de mago, son el resultado de aquella pulsión del Comandante Supremo por conocerlo todo, por enfrentar cualquier problema inspirado por Maisanta y Zamora, de parársele a cualquier experto al lado y dejarlo en ridículo, por supuesto, con los medios en su mano y público incondicional garantizado, porque no hay en el universo mente más grande y coraje más templado que el de un chavista, y como prueba viviente he aquí la Venezuela que hoy exhibimos ante el mundo.

 

Los lodos que trajeron esas lluvias.

Pero esta historia no está completa sin la contribución de Maduro; si bien Chávez fue el precursor de esta tendencia pre a porter de los venezolanos, Nicolás le agregó su visión original y mucho más atrevida que nos catapultó hacia el verdadero infinito del absurdo; debido a la debacle económica en que nos sumió esta pelea en contra del imperialismo y los valores occidentales, en la defensa justa de los países desarrollados, que les prohibían el tráfico de drogas peligrosas a sus países para evitar que sus juventudes se convirtieran en adictos y clientes fijos de las mafias, que hicieron de Venezuela el principal centro de distribución mundial de cocaína, situación que desembocó en las sanciones y el supuesto bloqueo en nuestra contra, sobrevino una crisis económica sin precedentes en nuestra historia.

Este quiebre de las finanzas del país hizo caer todos y cada uno de los programas sociales que eran bandera del chavismo, contando con la llamada economía popular  y la transferencia de funciones de gobierno a improvisadas y oportunistas comunas. Lo más notorio de esta pérdida de ingresos y del gasto desordenado en experimentos sociales y económicos es que florecieron formas inimaginables de corrupción; a partir de allí, todos los programas de salud pública sufrieron del deslave, desde hospitales, hasta módulos de atención primaria, los suministros de medicinas se derrumbaron, los profesionales de la medicina se fueron emigrando a otros países, los servicios de emergencia colapsaron, de modo que, con la llegada de Maduro al poder, a éste le tocó administrar el caos; su pecado fue no hacer nada por evitarlo.

A esta desgracia se une las sistemática deficiencia de los servicios de agua y electricidad, por supuesto, sin inversión y en manos de espontáneos, que inciden de manera notoria en la salud pública; también se destruyen los programas alimenticios populares para la población más necesitada, secuestrados por comerciantes inescrupulosos, y en la pérdida de la producción de alimentos nacional… en ese negligente panorama se incrementan las enfermedades endógenas y contagiosas, reaparecen condiciones que habían sido superadas, como la malaria, la disentería, la leishmaniosis, el dengue, la sarna, la tuberculosis… Informes realizados por organismos internacionales de salud, por instituciones veedoras de la salud de los países en nuestro continente, reflejan esta terrible situación. Y si hay un padre del tenebroso proyecto de convertir a los venezolanos en armas biológicas, sin duda, Maduro es el hombre.

Con su llegada a la presidencia de la República se incrementan las muertes de neonatos en los partos; lo que había sido una de las conquistas más celebradas de los gobiernos anteriores al chavismo, la radical disminución de los índices de mortalidad materno-infantil al momento del alumbramiento, ahora convertido en uno de los estigmas más dolorosos de esta tétrica revolución. ¿Y cuál fue la respuesta del régimen ante tal abominación? Caerle a palos a quienes denunciaran la situación, recoger a los periodistas que investigaban y a los médicos que declaraban y someterlos a juicio por traición a la patria, desaparecer a todo aquel que señalara alguna irregularidad en los centros de salud y, por supuesto, maquillar y falsificar las cifras y estadísticas de la salud en Venezuela.

Desde hace ya algunos años, nuestro país se viene desdibujando de la observación y el control internacional; excepto por algunos héroes de la salud pública que continúan en su labor de registrar lo que verdaderamente sucede, el gobierno lo que hace es presentar información manipulada, para intentar lavar una imagen cada vez más deteriorada. Y los venezolanos le hemos tomado miedo y desconfianza a la salud pública, cualquier contacto con estos centros de salud, que se distinguen por una pésima imagen y trato, siempre es el último recurso que un venezolano sin recursos acepta, pues en sus sedes rondan las enfermedades infecciosas, el dolor, el maltrato y la muerte.

Pero nunca tocamos fondo con el chavismo, siempre hay una situación peor que la anterior, y el destino nos jugó el número del virus chino, el COVID 19, sabemos que es una pandemia mundial, que el planeta entero la sufre, pero en las condiciones en que nos encuentra a los venezolanos no podía ser más inconveniente.

De pronto se hace patente que la salud de la población se convierte en el problema fundamental de la sociedad, tan importante que todos los demás se ven minimizados y relegados al asiento posterior, la salud se convierte en tiranía y en el caso venezolano, los infectados se convierten en enemigos del estado.

El COVID-19 es un virus igualitario, afecta a todos, ricos y pobres, militares y civiles, revolucionarios y oposición por igual, su existencia no le conviene a nadie, que si no es tratado produce la muerte, pareciera como si la muerte per se no fuera lo más importante, todavía persisten las causas de muerte normales en nuestra sociedad, que no son sólo las enfermedades, también la produce la desnutrición, la violencia, los desastres naturales, los accidentes, los vicios, la locura…

Pero es un virus que le quita la ropa a los políticos en el poder, ellos no caen en las manos de médicos comunitarios, ni cubanos, para ellos hay medicinas sin importar el costo, respiradores y camas en clínicas privadas o en sus mansiones, tienen toda el agua que quieren, no tienen día para hacer compras y cuentas todos con salvoconductos y gasolina para moverse cuando quieran, para ellos hay una protección y seguridades que hacen que la vida en el país se sienta muy injusta, al mismo tiempo que los convierten en peligrosos propagadores del contagio, sólo imaginemos la cantidad de guardaespaldas y personal administrativo que les sigue, los lugares en los que deben estar, las personas que tienen que recibir.

 

¿Y entonces?

La única ventaja que teníamos ante la peste del coronavirus era el aislamiento que veníamos sufriendo por esta “guerra económica” que el mundo tiene contra las mafias de Maduro pero, justamente, esa prepotencia socialista de creerse a la par que los dioses, esa arrogancia de los más ignorantes nos está llevando directo hacia el precipicio; los voceros y administradores de los programas de asistencia para esta crisis ni siquiera son médicos, han politizado la epidemia, la han militarizado, como todo lo que tocan lo convierten en asuntos bélicos, con alcabalas, pases especiales, privilegios para unos pocos, toque de queda para la mayoría… nos tienen mareados con medidas administrativas de movilización, de números para poder hacer compras, haciendo de la cuarentena la edición especial de un gran gueto, de una población sitiada por el hambre, la escasez, la necesidad, el temor…

Mi recomendación para Maduro: de esta crisis, que podría marcar a Venezuela de manera definitiva, la única manera de salir es con el concurso de la población, pero no obligados por las bayonetas, ni por el miedo, ni por la mentira… el gobierno debe sincerarse, ni el chavismo ni los cubanos tienen el músculo y la fuerza para vencer a ese enemigo invisible, un holocausto no tiene ningún sentido… ustedes también caerán en la trampa, de hecho ya están cayendo.

Hay organismos internacionales y expertos, que saben cómo manejar esta situación para evitar en lo posible el contagio y la propagación del virus, y no son los chinos, nunca sabremos el costo real que ellos han pagado para tener el precario control que ahora tienen en su territorio; en los países democráticos funciona la información oportuna y verás, no los fake news y la propaganda; la colaboración de la ciudadanía es fundamental. Así que debemos contar con los medios reales para derrotar esta enfermedad, resolver asuntos prioritarios como el acceso al agua, al combustible y la energía eléctrica, contar con la ayuda humanitaria internacional, con fondos para adquirir materiales y medicinas… no es cayéndonos a cuentos y encerrando a los infectados en depósitos, para dejarlos a su suerte, ni recomendando hierbas y oraciones como vamos a derrotar esta peste.

Hay que pedir ayuda, hay que dejar el conflicto a un lado, pues estamos ante un peligro real de extinción masiva; no es engolosinándose con el poder de una emergencia la manera de salir de este peligroso juego. Una buena actuación ahora pudiera significar una gran ganancia política para el día después, pero hay que saber jugar las cartas.

Hay una cita del presidente Kennedy en uno de sus discursos, donde decía que la palabra crisis en chino se conforma por dos caracteres, uno significa peligro y el otro, oportunidad, y siendo este gobierno tan dependiente del líder, de la autoridad del caudillo de turno ¿Podrás entender lo que estoy diciendo Nicolás? En este momento tan delicado ¿Serías capaz de poner los intereses del país ante que los tuyos?    -     saulgodoy@gmail.com

 

 



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