Hay un grupo importante de venezolanos que no entienden
las consecuencias de aquellos políticos de la oposición que, de una u otra
manera, coadyuvan al régimen para lograr sus propósitos antidemocráticos y
disminuir las oportunidades de lucha de la mayoría de los venezolanos, ésos que
no estamos de acuerdo con lo que el chavismo ha hecho, hace y probablemente
seguirá haciendo en contra del país (al menos que lo impidamos).
Esta confusión se logra porque dan razones y argumentos
que tratan de justificar el colaboracionismo, de disfrazarlo de buenos
propósitos e, incluso, de hacerlo “potable” para un público, sobre todo en
aquellos comportamientos a los que estábamos acostumbrados en democrtacia; a
estas alturas del partido, los venezolanos estamos cansados de tanto engaño y
angustiados por las circunstancias terribles de vida en Venezuela.
Esto quiere decir que la materia prima del colaborador es
la esperanza, la promesa y la fe ciega en el cambio de circunstancias para las
víctimas; el caso de los políticos colaboracionistas venezolanos es paradójico,
son profesionales en el negocio de prometer lo que no pueden cumplir, pero se
arropan con las banderas de democracia, de la representación popular, de que
pertenecen a partidos políticos con vocación democrática, de tener toda una
vida en la lucha por la defensa de nuestros derechos ciudadanos, cuando en
realidad no son más que burócratas de oficina.
Una buena parte de estos venezolanos, que apoyan la
participación de colaboracionistas del régimen para buscar una solución a
nuestro problema político, lo que quieren
y desean es una mejora en su calidad de vida, que por alguna confusa
razón la atribuyen a la suposición de que si los países de occidente le eliminan
las sanciones al régimen chavista, ellos se beneficiarían de inmediato de los
resultados, piensan que volverá el combustible a las estaciones de gasolina, o se
podrá atender el grave proceso de deterioro de los servicios como el agua, el
transporte, la salud pública, la seguridad, o llegarán las vacunas para
controlar la epidemia de COVID19, o de algún modo se controlará la inflación
desbocada… el chavismo ha logrado introducir la idea en el público que las
sanciones son las culpables de las penurias que vivimos.
Hablamos de la propaganda chavista que explota esas
esperanzas locas de aquellos venezolanos, que apuestan a una solución negociada
con el régimen, con base en unas elecciones que, aún “medianamente limpias”, es
lo único que aparentemente tenemos en la mesa, y que serían el comienzo de un
camino de rescate de nuestra democracia; estas personas están tan entregadas a
la esperanza, que no les importa si se están comiendo un cuento chino, que no
ofrece la menor garantía de que se puedan lograr sus objetivos. Son solo promesas
que, como muchas otras del chavismo, sólo quedan en eso, en buenos deseos.
En este sentido, quienes se pasan al bando
colaboracionista lo hacen bajo un autoengaño; se apegan al ritual democrático
de las elecciones que no eligen, utilizan su derecho al voto, que en este caso
se reduce a un gesto vacío, porque no están ejerciendo un derecho, pues lo hacen
bajo coacción, con miedo, con la ilusión de que efectivamente son agentes de
una decisión consciente, calculada, voluntaria, libre, de orden constitucional
y moralmente correcta, desestimando la posibilidad de que el chavismo pudieran
estar usándolos, que son manejados instrumentalmente como masa, para efectos
mediáticos y comunicacionales, para construir un supuesto consenso y una
legitimación, que el chavismo necesita para continuar en el poder.
Pocos se pasean por la idea de que estas respuestas de la
gente son motivadas y controladas por un aparato electoral que pueden convertir
su voluntad, su voto, en otra cosa, a beneficio de aquellos a quienes efectivamente
quieren sacar del poder, es decir, aplicando un poco de malicia y desconfianza
podrían llegar a la conclusión que las elecciones son una trampa, donde vamos a
lograr el efecto contrario al que nos proponemos, en vez de vencer y sacar al
chavismo, creyendo que estamos eligiendo personas que se oponen a esta
corriente ideológica, lo que vamos a lograr es un ambiente favorable para que
los chavistas tengan un mayor control sobre nuestras vidas, a pesar de que
elijamos candidatos que crean que van a poder trabajar con independencia.
Hay quienes ven
las elecciones como una oportunidad de expresar su opinión y utilizan el
paradigma de los otros pueblos que no pueden votar, de regímenes que no hacen
elecciones, y ven en el acto una salida legal, pacífica y política que hay que
aprovechar a toda costa; se activa la esperanza de que los cálculos de los
grandes números, las estadística de conjuntos y proporciones, las
movilizaciones frente a testigos, medios de comunicación, representantes
internacionales puedan combatir de alguna manera el fraude, esas trampas de
última hora a las que nos tiene acostumbrados el chavismo.
Supongamos que efectivamente las elecciones demuestren
que hubo una burda manipulación de resultados, que la movilización de votantes,
las encuestas a boca de urna, las tendencias, incluso algunos conteos hasta
ciertas horas antes del resultado final, hablen de anomalías, de variaciones de
resultados injustificados, de dudas sobre la elección… yo les diré lo que va a
pasar, el gobierno alegará que ganó limpiamente a pesar de los reclamos, se
abrirán las investigaciones correspondientes mientras la oposición muestra
algunos trofeos alcanzados, la comunidad internacional se dividirá, algunos
aceptarán los resultados , otros se opondrán, pero a la larga todo quedará como
el régimen lo planificó, proclamarán a los ganadores, las dudas serán resueltas
en las instancias correspondientes, y la victoria del chavismo será celebrada.
La oposición finalmente aceptará su “derrota” para poder gozar de sus premios,
los gobiernos aliados lo dejarán de ese tamaño para no entrar en mayores
tensiones, y todo el mundo feliz, sin sanciones, con el régimen legitimado y
los venezolanos, con la esperanza de que nuestros problemas mejoren.
Mientras creamos la especie de que por la vía electoral
las cosas serán diferentes a las anteriores elecciones no podremos tener la
mente para ocuparnos de otros asuntos, seremos utilizados para darle oxígeno al
régimen, para mantener a una desprestigiada clase política en el poder, con una
oposición a su medida y dócil a su llamado, con un pueblo con la mano tendida o
como perros bajo la mesa para recibir lo que le dé la gana arrojar al amo.
El que a estas alturas no se haya dado cuenta de la
trampa que nos está poniendo el régimen con la anuencia de la comunidad
internacional, que está cansada del problema venezolano, simplemente está
engañándose así mismo, como lo hace el marido cornudo, que no quiere reconocer
la evidencia de la infidelidad de su mujer, o el hombre gravemente enfermo, que
se comporta como si todo estuviera bien, o el debilucho de mal carácter, que
pesca una pelea en un bar de motociclistas… sólo vamos a poner la cómica.
Hay todo un repertorio de memes, especialmente preparados
para el evento “el voto es la única arma de un demócrata”, “No te quedes en tu
casa, haz algo, sal y vota”, “No regales tu voto, ni te quedes callado, tu voto
decide”, “si no vas a empuñar un arma, entonces vota”, y argumentos como que votar es una acción vital que transforma el
mundo, que es la expresión de tu voluntad, que es un derecho y un deber, para
tu familia , para tu país… todo el paquete simbólico apunta a que votando haces
lo moralmente correcto, lo único que puedes lograr en términos pacíficos y
legales, de manera que todo lo demás implica un gran riesgo y no es saludable.
Pero también tiene su lado negativo, el voto sin efecto
se hace cada vez más débil, la gente se cansa, ese espíritu electoral que
todavía persiste deberíamos conservarlo para cuando en realidad tengamos una
oportunidad, no malgastarlo cuando nos los pida el chavismo.
Los sistemas electorales funcionarían si las elecciones
fueran limpias, imparciales, justas, secretas, universales (para todos los
venezolanos) y los votos fueran la expresión de la voluntad popular; pero vamos
a ver cómo se les niega el voto a los venezolanos en el exterior, cómo esa gran
diáspora va a ser burlada por impedimentos técnicos y presupuestarios.
Ya sabemos que el árbitro no es parcial, que, contra lo
que dicta la ley, todos los partidos políticos tienen sus manos metidas en el
conteo, pero, principalmente, que el gobierno chavista controla las cuentas del
cierre de la jornada; lo que ocurre en ese laberinto de programas, algoritmos, listados
de votantes, secuencias, módulos de comunicaciones, tarjetas madres, memorias
ram, accesos por puertas traseras, traslado de máquinas y back-ups, boletas
físicas, registros de mesa, actas de cierre, tendencias irreversibles… todo es
tan enmarañado y oscuro que cualquier cosa pudiera pasar, de hecho; sabemos cómo
las máquinas y el software de las elecciones fueron adquiridos y la dudosa fama
de su proveedor, y como, a pesar de ser elecciones automatizadas, los resultados
tardan más que en los procesos manuales.
Ya hemos visto como, en procesos donde los votantes no
acuden, milagrosamente aparecen grandes volúmenes de votos, como se cambian sin
aviso los centros de votación y los circuitos electorales, como se movilizan
votos, aún después del cierre de centros de votación, como desaparecen las
pruebas físicas en sus traslados en manos del Plan Simón Bolívar, como las
máquinas dejan de funcionar y se cierran centros de votación, como de los
estados más alejados surgen avalanchas de votos para asegurar regiones
completas, como candidatos se proclaman vencedores antes del escrutinio final…
Esto sin contar con los llamados “votos asistidos”, la
presencia de los “puntos rojos” frente a los centros de votación, los esfuerzos
de las comunas, los frentes patrióticos y colectivos, la milicia y la policía
buscando en vehículos oficiales a los votantes, bajo coerción y amenazas;
llevamos más de veinte años en este show de apuestas chimbas y carreras
arregladas, y todavía nos dicen que confiemos en el proceso, que el resultado
pudiera ser de verdad limpio.
Sabemos todos lo que está en juego, lo que arriesga el
gobierno, lo que pudiera perder nuestra oposición rojita, lo que esperan los
países supuestamente aliados que acompañan este lamentable sainete; porque
mientras el chavismo tenga su mano oscura metida en la organización de las
elecciones, no hay manera de que salga humo blanco, el resultado siempre será
oscuro y fétido.
El legislador siempre tuvo en mente un proceso electoral
limpio y transparente, la constitución fue pensada para que la voluntad de la
mayoría dictara los cambios políticos en el gobierno cada cierto tiempo, pero
todo ha sido tergiversado y manipulado de una manera tan burda que al proceso
electoral venezolano se le ven las costuras a leguas, de esa manera nunca habrá
democracia, porque no tendrá la oportunidad de perfeccionarse.
No hay manera de que en un sistema tan viciado, como el
electoral venezolano, donde la trampa puede darse en cualquier etapa, las
elecciones puedan ser libres y justas, el chavismo tiene más de veinte años
perfeccionando la trampa, múltiple, cifrada, secreta, una obra maestra de unos
tahúres, ahora aparece un solo rector del ente electoral que aceptó el reto de
adecentar el proceso, pero ha constatado lo que digo y que muchos conocemos, el
sistema es inauditable, lo único que podemos espera es que nos hagan “menos
trampa”, pero igual, ellos solos deciden a puerta cerrada quienes ganan y
pierden, y ese solo rector ahora nos pide que participemos para que la trampa
sea leve.
Los colaboradores son todos aquellos que se prestan para
que ese esquema se perpetúe en el tiempo, los que se benefician de que usted
vaya y con su voto contribuya a montar un teatro de democracia. Usted también,
cuando, a pesar de haber leído este escrito, a pesar de mis argumentos, piensa
que hay una esperanza de que todo salga bien y el voto decida, que todos
podamos expresarnos y que triunfe la mayoría, ya se trata de una
predisposición, de una cuestión de fe.
Por supuesto, para quienes crean que votando hacemos la
diferencia, tenemos que hacernos parte del proceso: no solo votar, sino luchar
por que nuestro voto se respete, ir a nuestros centros de votación y quedarnos
allí de guardia para defender nuestro voto de quienes lo quieren robar,
hacernos parte del sistema como miembros de mesa, como testigos, acompañar a
los convoyes militares hasta la sede del CNE y allí hacer una vigilia
multitudinaria hasta el momento de conocer los resultados y cuando no estemos
de acuerdo con los mismos, reclamar, hacer público nuestro disgusto, acompañar
a nuestros candidatos para que les sean reconocidos sus derechos violados;
claro, si eso no sucede, si usted vota y nada más, queda su candidato
entendiéndose con unas fieras y probablemente lo apaleen, y luego saldrá diciendo
que lo dejamos solo, que fue nuestra culpa porque no nos involucramos, como el cerdo
en el tocino del desayuno; pero lo que desde el comienzo va mal, seguirá así
hasta el final; parte del teatro.
Pero aquí apenas empieza el calvario de los candidatos que
hayan logrado asegurar sus espacios, pues una mayoría chavista los tendría
siempre en vilo y con las manos atadas si en el Concejo Municipal no tienen la
mayoría, o los gobernadores sino tienen apoyo de la Asamblea Nacional, porque
no se puede gobernar sin recursos, y menos aún con saboteos e injerencias
indebidas, si fueron tan creativos para inventar la figura de “los protectores”
de los estados, imagine usted lo que se tienen entre guardado para el día
después.
Venezuela debe ser reconstruida en algún momento, todas
sus instituciones deben ser evaluadas y llevadas a la mesa de diseño para
darnos una república decente y viable, entre ellas nuestro sistema electoral,
con el que tenemos, no podemos hace nada sino unas muecas horribles de que
somos demócratas, como si fuéramos personajes del teatro kabuki japonés; sí hay
otras formas de actuar efectivamente para cambiar este gobierno; pero colaborar
con él, no es una de ellas. - saulgodoy@gmail.com
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