miércoles, 7 de julio de 2021

El colaborador

 


Hay un grupo importante de venezolanos que no entienden las consecuencias de aquellos políticos de la oposición que, de una u otra manera, coadyuvan al régimen para lograr sus propósitos antidemocráticos y disminuir las oportunidades de lucha de la mayoría de los venezolanos, ésos que no estamos de acuerdo con lo que el chavismo ha hecho, hace y probablemente seguirá haciendo en contra del país (al menos que lo impidamos).

Esta confusión se logra porque dan razones y argumentos que tratan de justificar el colaboracionismo, de disfrazarlo de buenos propósitos e, incluso, de hacerlo “potable” para un público, sobre todo en aquellos comportamientos a los que estábamos acostumbrados en democrtacia; a estas alturas del partido, los venezolanos estamos cansados de tanto engaño y angustiados por las circunstancias terribles de vida en Venezuela.

Esto quiere decir que la materia prima del colaborador es la esperanza, la promesa y la fe ciega en el cambio de circunstancias para las víctimas; el caso de los políticos colaboracionistas venezolanos es paradójico, son profesionales en el negocio de prometer lo que no pueden cumplir, pero se arropan con las banderas de democracia, de la representación popular, de que pertenecen a partidos políticos con vocación democrática, de tener toda una vida en la lucha por la defensa de nuestros derechos ciudadanos, cuando en realidad no son más que burócratas de oficina.

Una buena parte de estos venezolanos, que apoyan la participación de colaboracionistas del régimen para buscar una solución a nuestro problema político, lo que quieren  y desean es una mejora en su calidad de vida, que por alguna confusa razón la atribuyen a la suposición de que si los países de occidente le eliminan las sanciones al régimen chavista, ellos se beneficiarían de inmediato de los resultados, piensan que volverá el combustible a las estaciones de gasolina, o se podrá atender el grave proceso de deterioro de los servicios como el agua, el transporte, la salud pública, la seguridad, o llegarán las vacunas para controlar la epidemia de COVID19, o de algún modo se controlará la inflación desbocada… el chavismo ha logrado introducir la idea en el público que las sanciones son las culpables de las penurias que vivimos.

Hablamos de la propaganda chavista que explota esas esperanzas locas de aquellos venezolanos, que apuestan a una solución negociada con el régimen, con base en unas elecciones que, aún “medianamente limpias”, es lo único que aparentemente tenemos en la mesa, y que serían el comienzo de un camino de rescate de nuestra democracia; estas personas están tan entregadas a la esperanza, que no les importa si se están comiendo un cuento chino, que no ofrece la menor garantía de que se puedan lograr sus objetivos. Son solo promesas que, como muchas otras del chavismo, sólo quedan en eso, en buenos deseos.

En este sentido, quienes se pasan al bando colaboracionista lo hacen bajo un autoengaño; se apegan al ritual democrático de las elecciones que no eligen, utilizan su derecho al voto, que en este caso se reduce a un gesto vacío, porque no están ejerciendo un derecho, pues lo hacen bajo coacción, con miedo, con la ilusión de que efectivamente son agentes de una decisión consciente, calculada, voluntaria, libre, de orden constitucional y moralmente correcta, desestimando la posibilidad de que el chavismo pudieran estar usándolos, que son manejados instrumentalmente como masa, para efectos mediáticos y comunicacionales, para construir un supuesto consenso y una legitimación, que el chavismo necesita para continuar en el poder.

Pocos se pasean por la idea de que estas respuestas de la gente son motivadas y controladas por un aparato electoral que pueden convertir su voluntad, su voto, en otra cosa, a beneficio de aquellos a quienes efectivamente quieren sacar del poder, es decir, aplicando un poco de malicia y desconfianza podrían llegar a la conclusión que las elecciones son una trampa, donde vamos a lograr el efecto contrario al que nos proponemos, en vez de vencer y sacar al chavismo, creyendo que estamos eligiendo personas que se oponen a esta corriente ideológica, lo que vamos a lograr es un ambiente favorable para que los chavistas tengan un mayor control sobre nuestras vidas, a pesar de que elijamos candidatos que crean que van a poder trabajar con independencia.

Hay quienes ven  las elecciones como una oportunidad de expresar su opinión y utilizan el paradigma de los otros pueblos que no pueden votar, de regímenes que no hacen elecciones, y ven en el acto una salida legal, pacífica y política que hay que aprovechar a toda costa; se activa la esperanza de que los cálculos de los grandes números, las estadística de conjuntos y proporciones, las movilizaciones frente a testigos, medios de comunicación, representantes internacionales puedan combatir de alguna manera el fraude, esas trampas de última hora a las que nos tiene acostumbrados el chavismo.

Supongamos que efectivamente las elecciones demuestren que hubo una burda manipulación de resultados, que la movilización de votantes, las encuestas a boca de urna, las tendencias, incluso algunos conteos hasta ciertas horas antes del resultado final, hablen de anomalías, de variaciones de resultados injustificados, de dudas sobre la elección… yo les diré lo que va a pasar, el gobierno alegará que ganó limpiamente a pesar de los reclamos, se abrirán las investigaciones correspondientes mientras la oposición muestra algunos trofeos alcanzados, la comunidad internacional se dividirá, algunos aceptarán los resultados , otros se opondrán, pero a la larga todo quedará como el régimen lo planificó, proclamarán a los ganadores, las dudas serán resueltas en las instancias correspondientes, y la victoria del chavismo será celebrada.

La oposición finalmente aceptará  su “derrota” para poder gozar de sus premios, los gobiernos aliados lo dejarán de ese tamaño para no entrar en mayores tensiones, y todo el mundo feliz, sin sanciones, con el régimen legitimado y los venezolanos, con la esperanza de que nuestros problemas mejoren.

Mientras creamos la especie de que por la vía electoral las cosas serán diferentes a las anteriores elecciones no podremos tener la mente para ocuparnos de otros asuntos, seremos utilizados para darle oxígeno al régimen, para mantener a una desprestigiada clase política en el poder, con una oposición a su medida y dócil a su llamado, con un pueblo con la mano tendida o como perros bajo la mesa para recibir lo que le dé la gana arrojar al amo.

El que a estas alturas no se haya dado cuenta de la trampa que nos está poniendo el régimen con la anuencia de la comunidad internacional, que está cansada del problema venezolano, simplemente está engañándose así mismo, como lo hace el marido cornudo, que no quiere reconocer la evidencia de la infidelidad de su mujer, o el hombre gravemente enfermo, que se comporta como si todo estuviera bien, o el debilucho de mal carácter, que pesca una pelea en un bar de motociclistas… sólo vamos a poner la cómica.

Hay todo un repertorio de memes, especialmente preparados para el evento “el voto es la única arma de un demócrata”, “No te quedes en tu casa, haz algo, sal y vota”, “No regales tu voto, ni te quedes callado, tu voto decide”, “si no vas a empuñar un arma, entonces vota”, y argumentos como que  votar es una acción vital que transforma el mundo, que es la expresión de tu voluntad, que es un derecho y un deber, para tu familia , para tu país… todo el paquete simbólico apunta a que votando haces lo moralmente correcto, lo único que puedes lograr en términos pacíficos y legales, de manera que todo lo demás implica un gran riesgo y no es saludable.

Pero también tiene su lado negativo, el voto sin efecto se hace cada vez más débil, la gente se cansa, ese espíritu electoral que todavía persiste deberíamos conservarlo para cuando en realidad tengamos una oportunidad, no malgastarlo cuando nos los pida el chavismo.

Los sistemas electorales funcionarían si las elecciones fueran limpias, imparciales, justas, secretas, universales (para todos los venezolanos) y los votos fueran la expresión de la voluntad popular; pero vamos a ver cómo se les niega el voto a los venezolanos en el exterior, cómo esa gran diáspora va a ser burlada por impedimentos técnicos y presupuestarios.

Ya sabemos que el árbitro no es parcial, que, contra lo que dicta la ley, todos los partidos políticos tienen sus manos metidas en el conteo, pero, principalmente, que el gobierno chavista controla las cuentas del cierre de la jornada; lo que ocurre en ese laberinto de programas, algoritmos, listados de votantes, secuencias, módulos de comunicaciones, tarjetas madres, memorias ram, accesos por puertas traseras, traslado de máquinas y back-ups, boletas físicas, registros de mesa, actas de cierre, tendencias irreversibles… todo es tan enmarañado y oscuro que cualquier cosa pudiera pasar, de hecho; sabemos cómo las máquinas y el software de las elecciones fueron adquiridos y la dudosa fama de su proveedor, y como, a pesar de ser elecciones automatizadas, los resultados tardan más que en los procesos manuales.

Ya hemos visto como, en procesos donde los votantes no acuden, milagrosamente aparecen grandes volúmenes de votos, como se cambian sin aviso los centros de votación y los circuitos electorales, como se movilizan votos, aún después del cierre de centros de votación, como desaparecen las pruebas físicas en sus traslados en manos del Plan Simón Bolívar, como las máquinas dejan de funcionar y se cierran centros de votación, como de los estados más alejados surgen avalanchas de votos para asegurar regiones completas, como candidatos se proclaman vencedores antes del escrutinio final…

Esto sin contar con los llamados “votos asistidos”, la presencia de los “puntos rojos” frente a los centros de votación, los esfuerzos de las comunas, los frentes patrióticos y colectivos, la milicia y la policía buscando en vehículos oficiales a los votantes, bajo coerción y amenazas; llevamos más de veinte años en este show de apuestas chimbas y carreras arregladas, y todavía nos dicen que confiemos en el proceso, que el resultado pudiera ser de verdad limpio.

Sabemos todos lo que está en juego, lo que arriesga el gobierno, lo que pudiera perder nuestra oposición rojita, lo que esperan los países supuestamente aliados que acompañan este lamentable sainete; porque mientras el chavismo tenga su mano oscura metida en la organización de las elecciones, no hay manera de que salga humo blanco, el resultado siempre será oscuro y fétido.

El legislador siempre tuvo en mente un proceso electoral limpio y transparente, la constitución fue pensada para que la voluntad de la mayoría dictara los cambios políticos en el gobierno cada cierto tiempo, pero todo ha sido tergiversado y manipulado de una manera tan burda que al proceso electoral venezolano se le ven las costuras a leguas, de esa manera nunca habrá democracia, porque no tendrá la oportunidad de perfeccionarse.

No hay manera de que en un sistema tan viciado, como el electoral venezolano, donde la trampa puede darse en cualquier etapa, las elecciones puedan ser libres y justas, el chavismo tiene más de veinte años perfeccionando la trampa, múltiple, cifrada, secreta, una obra maestra de unos tahúres, ahora aparece un solo rector del ente electoral que aceptó el reto de adecentar el proceso, pero ha constatado lo que digo y que muchos conocemos, el sistema es inauditable, lo único que podemos espera es que nos hagan “menos trampa”, pero igual, ellos solos deciden a puerta cerrada quienes ganan y pierden, y ese solo rector ahora nos pide que participemos para que la trampa sea leve.

Los colaboradores son todos aquellos que se prestan para que ese esquema se perpetúe en el tiempo, los que se benefician de que usted vaya y con su voto contribuya a montar un teatro de democracia. Usted también, cuando, a pesar de haber leído este escrito, a pesar de mis argumentos, piensa que hay una esperanza de que todo salga bien y el voto decida, que todos podamos expresarnos y que triunfe la mayoría, ya se trata de una predisposición, de una cuestión de fe.

Por supuesto, para quienes crean que votando hacemos la diferencia, tenemos que hacernos parte del proceso: no solo votar, sino luchar por que nuestro voto se respete, ir a nuestros centros de votación y quedarnos allí de guardia para defender nuestro voto de quienes lo quieren robar, hacernos parte del sistema como miembros de mesa, como testigos, acompañar a los convoyes militares hasta la sede del CNE y allí hacer una vigilia multitudinaria hasta el momento de conocer los resultados y cuando no estemos de acuerdo con los mismos, reclamar, hacer público nuestro disgusto, acompañar a nuestros candidatos para que les sean reconocidos sus derechos violados; claro, si eso no sucede, si usted vota y nada más, queda su candidato entendiéndose con unas fieras y probablemente lo apaleen, y luego saldrá diciendo que lo dejamos solo, que fue nuestra culpa porque no nos involucramos, como el cerdo en el tocino del desayuno; pero lo que desde el comienzo va mal, seguirá así hasta el final; parte del teatro.

Pero aquí apenas empieza el calvario de los candidatos que hayan logrado asegurar sus espacios, pues una mayoría chavista los tendría siempre en vilo y con las manos atadas si en el Concejo Municipal no tienen la mayoría, o los gobernadores sino tienen apoyo de la Asamblea Nacional, porque no se puede gobernar sin recursos, y menos aún con saboteos e injerencias indebidas, si fueron tan creativos para inventar la figura de “los protectores” de los estados, imagine usted lo que se tienen entre guardado para el día después.

Venezuela debe ser reconstruida en algún momento, todas sus instituciones deben ser evaluadas y llevadas a la mesa de diseño para darnos una república decente y viable, entre ellas nuestro sistema electoral, con el que tenemos, no podemos hace nada sino unas muecas horribles de que somos demócratas, como si fuéramos personajes del teatro kabuki japonés; sí hay otras formas de actuar efectivamente para cambiar este gobierno; pero colaborar con él, no es una de ellas.   -     saulgodoy@gmail.com

 

 

 

 

 

 

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