sábado, 2 de julio de 2022

La realidad real

 


 


La realidad es una ilusión, aunque una muy persistente.

Albert Einstein

 

Según el Diccionario de Filosofía de Cambridge, la realidad es la explicación de por qué las cosas son como son actualmente, en contraste con su simple apariencia, entendiendo que la apariencia no determina la realidad, Descartes, quien se entusiasmó con la idea de una Realidad Objetiva decía que la misma estaba llena de un contenido representacional, en cambio la Realidad Formal, existe independientemente de la mente.

Newton y Descartes le dieron a la ciencia su talante moderno cuando desarrollaron el modelo mecánico de cómo funcionaba el universo, que de la manera más sencilla consistía en: 1- Que nuestra experiencia subjetiva interna del mundo era aparte de la experiencia objetiva de los fenómenos externos, 2- Que el universo objetivo externo, se entiende mejor analizando las partes de los sistemas que lo integran y cómo funcionan, 3- Que ese análisis de cómo funcionan las partes de los sistema y como estos interactúan entre si son mejor comprendidos por medios de modelos matemáticos, útiles para estabilizarlos y predecir sus comportamientos.

Este paradigma mecanicista acertaba que la verdad solo podía conseguirse en el mundo natural, las creencias en lo sobrenatural eran solo eso, creencias, de esta confrontación se diferenció la fe del conocimiento científico, solo con el transcurrir del tiempo se demostró que esa objetividad realista del mundo natural era tan limitada e incompleta como la subjetiva.

Para cuando Freud nos desmontó los elementos de nuestra psique, nos descubrió lo que él llamaba el Principio de la Realidad, las exigencias de la vida nos obligaban a ser juiciosos, a utilizar nuestro raciocinio y a estar muy atentos, para no permitir que nuestras fantasías y deseos dominaran nuestra comprensión del mundo, creando conflictos entre nuestro consciente e inconsciente que pudieran provocar neurosis y otros problemas.

Posteriormente Lacan se enfrentó a los científicos que querían imponer como condición de la realidad, que esta estuviera ajustada a los factores de espacio y tiempo, él les hizo ver que el verdadero requisito para que algo fuera parte de la realidad de una persona, era que tuviera inserta en el lenguaje, y fue el momento estelar de la consciencia como escenario de la realidad, y como muy bien resumía Wittgenstein “Lo que no se puede nombrar, no existe”.

Quienes buscaban la objetividad, el conocimiento incontrovertible, la verdad científica más allá de toda duda le dieron demasiada fe al método científico, en esa desesperada carrera por encontrar tierra firme en la cual anclar todas sus pretensiones, dieron por descartado que la imaginación tuviera algún papel que jugar 

El filósofo español Julián Marías describe el papel que juega la imaginación al conocer la realidad, un elemento que anteriormente molestaba o disminuía el valor de lo real, en su obra Tres Visiones de la Vida Humana, nos dice:

 

Esto es una mesa porque proyecto sobre ella apoyar los codos, poner un libro o un vaso encima; pero se convierte en leña ante el proyecto de hacerla arder en la chimenea; en balsa, como resto de un naufragio; en trinchera que me defiende de un agresor; en mercancía, cuando está alineada con sus iguales en un almacén; en reliquia, si sobre ella Goethe se afanó en los versos del Fausto. En cada caso, la constitución de esas diversas realidades requiere una intervención de la imaginación; por supuesto, ni el proyecto ni la imaginación agotan la cosa, no son suficientes para que haya realidad; hay una realidad, ciertamente, que es interpretada como mesa, leña o balsa; pero lo que es inimaginable es una realidad que no sea también proyectada, interpretada y, por tanto, imaginaria.

 

El filósofo Edmund Husserl, uno de los fundadores de esa rama de la filosofía que se llama fenomenología, y que se ocupaba de estos asuntos de la percepción y la consciencia, y que fue diligentemente traducido del alemán al castellano por ese otro filósofo, José Gaos, en sus Conferencias de París nos decía:

 

“Lo real [real] es en Husserl lo que pertenece al mundo espacio-temporal, al mundo de los cuerpos, de lo físico, o está entrelazado con él. Lo real (traducción de wirklich) es lo que efectivamente existe, independientemente del ámbito de ser que le competa. Lo real [reell] es, por decirlo así, lo que tiene “naturaleza subjetiva”, el “ser-de-conciencia”, lo que efectivamente existe en la conciencia, en oposición a lo que concierne al objeto intencional de la conciencia, a lo que la conciencia mienta...”

 

De acuerdo al constructivismo, no hay realidades externas e internas, no hay un mundo objetivo frente a uno subjetivo, más bien esa ruptura entre sujeto-objeto, que es la fuente de esa incontable cantidad de “realidades”, se dispersan como el humo, esa aparente separación del mundo entre pares que se oponen, son construcciones de la persona, la realidad pareciera emanar de uno mismo.

La realidad, que para muchos de nosotros, está “allá afuera” y no necesita ser demostrada porque es obvia, puede ser convertida en papelillo solo con los usos retóricos de la deconstrucción, o del “giro lingüístico”, hasta la misma ciencia, con sus métodos y conceptos de aparente rigor, puede perderse en los laberintos del llamado “realismo científico” al tratar de demostrar que un átomo o un gen, que casi nadie ha visto, existen, y son los fundamentos del mundo físico y de la vida.

El Dr. Donald D. Hoffman, de quien ya hemos hecho una referencia sobre sus investigaciones en las ciencias cognitivas, ha desarrollado una muy interesante teoría de como nuestra evolución como homo sapiens nos ha llevado justamente a no reconocer la realidad en que vivimos, para poder sobrevivir  nuestro sistema neural nos ha dotado de un poderoso filtro que discrimina que partes de la realidad nos interesa, en sus últimos trabajos ha llegado incluso a desechar la tesis del espacio-tiempo continuo como base de referencia de lo que es real, la mecánica cuántica ha desbancado las nociones que hasta hace poco constituían nuestra brújula sobre lo que es real y lo que no lo es.

De acuerdo a Hoffman el espacio-tiempo no puede ser medido con exactitud y cada vez que queremos detallar su más recóndito interior, cuando tenemos que sumergirnos en la escala de Plank, que es con la que medimos lo más íntimo y básico de lo que existe, esos experimentos nos exigen más y más energía, creando unos huecos negros que colapsan lo que queremos observar, Hoffman y muchos otros científicos, están trabajando fuera del sistema espacio-tiempo, en una figura geométrica llamada amplituhedron, que es la manera como los científicos, que utilizan los grandes Colicionadores de Partículas Hadron, pueden estudiar el esparcimiento de partículas (millones de ellas, en una fracción de segundo) luego de un choque a la velocidad de la luz…pero ¿Que tiene que ver esto con la realidad observable? Pues Hoffman, está tratando de lograr una descripción matemática de la consciencia humana, para ser usada en las computadoras con fines de obtener una más elaborada Inteligencia Artificial, y resulta que según los últimos descubrimientos, nuestras neuronas trabajan en la escala de Plank cuando empiezan a tramar la realidad que finalmente reconocemos, nos explica Hoffman:

 

Por ejemplo, si usted va mirando las autopistas del Sur de California desde una avioneta, usted verá un grupo de pequeños puntos moviéndose por allí. No hay mayor evidencia de una consciencia o inteligencia. Viéndola de tal distancia hay mucha información que se pierde. No ve a todos los entes conscientes dentro de los carros. Solo ve el flujo de patrones, de pequeños puntos en las calles. Eso es lo que los físicos ven. No ven los pasos en detalle de las dinámicas de los agentes conscientes. Están viendo solamente el nivel superior de una descriptiva asintomática del comportamiento a largo término de estas redes sociales de agentes conscientes. Por eso es que no podemos ver cómo se comportan conscientemente, porque solo vemos su comportamiento a largo plazo.

 

El tema de la realidad siempre me ha parecido fascinante, primero, porque es tan obvia su existencia para nosotros los seres humanos, que muy pocas veces nos detenemos a pensar sobre su verdadera naturaleza, lo que pensemos o digamos de ella tiene sus consecuencias, en la práctica, hay una realidad individual, otra en grupos sociales, otra realidad es física, otra lingüística, hay una realidad que heredamos de nuestros ancestros, hay otra que estamos construyendo, hay una realidad imaginativa, otra muy dura, como el cemento o la muerte.

El concepto de realidad se debate entre el extremo materialista, que dice que nosotros somos un complejo sistema de células organizado en una determinada manera, que es la que nos permite percibir nuestro entorno como lo hacemos, y el extremo idealista, que propugna por vernos como mentes transcendentales, que por algún milagro, nos permite mirar al universo cara a cara en sus más profundos misterios.

El filósofo Markus Gabriel que enseña epistemología en la Universidad de Bonn en Alemania, es de los que creen que para estar en los límites del conocimiento, ese que está rompiendo barreras en los laboratorios más sofisticados, haciendo experimentos con máquinas complejas como aceleradores de partículas, o esos laboratorios rodantes que son los rovers robotizados en misiones en otros planetas, Markus gusta de revisar los hallazgos de telescopios enviados al espacio exterior o desentrañar los secretos del genoma humano, en centros de investigaciones genéticas, pues son gracias a estos experimentos y misiones, que podemos darnos cuenta de los verdaderos límites de nuestra realidad.

No solo se trata de pensar duro sobre un tema hasta sus últimas consecuencias, se trata también de hacer los experimentos, de crear las herramientas matemáticas para constatar situaciones, provocando intervenciones en el mundo a nuestro alrededor, ver y ponderar sobre sus resultados.

Es por ello que sabemos que hay muchas cosas que no conocemos, partes del universo que son inaccesibles, empezando con nuestra propia mente a la que estamos prácticamente descubriendo, el profesor Markus está muy claro que jamás podremos tener acceso a la realidad total, es imposible, lo más que podemos tener es una vista parcial del mundo y esto se debe, entre otras cosas, porque somos parte del mundo, no podemos despegarnos de él y observarlo desde afuera.

Justamente, cerrando mi investigación para escribir este artículo aparece de pronto en mi radar este fabuloso escrito anónimo, cuyo título es: The Illusion of reality: The Scientific Proof that Everything is Energy and reality isn´t Real, en su introducción nos dice:

 

La imagen del sistema solar donde los electrones y protones nos lo pintan como pequeños, solidos, estructuras como si fueran planetas desplazándose alrededor de un gran neutrón interior como un átomo, está totalmente equivocado. Los electrones, muons, tauons, cuarks y gluones no tienen una estructura interna ni un tamaño físico, lo que quiere decir que son enteramente ilusorios o puesto de otra manera, están hechos de energía. Tienen dimensión cero y son más unos eventos que unas cosas, y por si no fuera suficientemente errado, los electrones (esas partículas que tampoco son partículas) fueron descubiertas como ambas, ondas y partículas al mismo tiempo (la dualidad onda- partícula). Los electrones se muestran de una forma u la otra dependiendo del tipo de experimento que se trate. También, después de todo son difíciles de ubicar, después de todo, cuando todo es energía, es muy difícil mantenerla en un solo lugar. Los científicos pueden conocer la velocidad de la partícula o su ubicación, pero no las dos al mismo tiempo. Que es como si un policía de carretera pudiera con su radar establecer que un carro va a 150 mph, pero le es imposible perseguirlo y detenerlo porque no puede ubicarlo. Otro extraño hábito de estas partículas energizadas es que pueden estar en más de un lugar a la vez. A esto se le conoce como “superposición” electrones y otras partículas no-partículas son capaces de estar en cientos de lugares simultáneamente, que solo es posible si todo es energía en sus niveles más básicos. Parece ser que mientras más descubren nuestros físicos, peor se pone para quienes esperamos tener un sustento, una sensación normal de realidad.

 

Parece ser, que en el nivel macro, donde los humanos nos desenvolvemos y donde actúa nuestra consciencia, y que es definitivamente uno de las interfaces que obliga a ese enorme mundo cuántico a definirse en uno de los estados de la materia, es que creamos al mundo tal y como lo vemos y sentimos. Todo lo que nosotros creemos es real, es una forma de organización de la energía en información, que nuestro cerebro lee, como si fueran objetos sólidos y con formas, y hasta con vida, cuando se trata de otros seres vivos.

De allí lo relevante de la pregunta ¿Sigue estando la Luna allí luego que dejamos de mirarla?

El “enredo” (entanglement) es otra propiedad con extraños resultados en el mundo cuántico, cuando las partículas se “enredan” significa que a partir de ese momento y para siempre, sin importar donde se encuentren, no importa si al otro extremo del universo, afectan cada “spin” de la partícula, siendo el spin el momento angular, afectándolas y permeando por sobre todas las demás cosas y circunstancias.

El autor del artículo nos dice que es como si las dos partículas se hubieran besado, y a partir de ese beso estarían comunicadas para siempre, sin importar donde se encuentren, de modo que, si uno de los electrones cambia de spin, el otro electrón “enredado” cambiará su spin en dirección opuesta, de manera inmediata, no importa si se encuentra a 100 años luz del otro, lo que trae a colación la Teoría de la Relatividad Especial de Einstein, en la  que se marca la imposibilidad universal de que algo pueda ir más rápido que la velocidad de la luz, este comportamiento simultáneo a distancias enormes, tendría sentido solo si existiera un sustrato de pura energía conectando a todo el universo.

Roger Penrose el afamado físico matemático dice que en la escala de Plank, donde existe lo más pequeño en formas inimaginables, y la energía se transforma en información que se replica holográficamente por toda la estructura del universo en un “sustrato intangible de absoluta coherencia y con una geometría matemática de la que el mundo físico se deriva y conforma.”

Lo que significa, que todo lo que existe contiene la información completa de todo lo demás que existe, lo que aparece como una apariencia física del mundo, no es ni por mucho el estado más común y extenso de nuestro universo, es la energía lo que sostiene el verdadero orden universal, pero no la energía tal y como la conocemos, como luz, electricidad, radiación, calor, electromagnetismo… es una energía mucho más vital, contentiva de información, inteligencia y consciencia.

¿Qué se desprende de todas estas ideas? Por un lado, que lo que nosotros consideramos “real”, el contacto de la mano con la piel del otro, la lectura de un libro, el llamar hogar a nuestra casa, el sentir la enfermedad y la tristeza que produce la muerte de un ser amado, son experiencias que en su parte sensitiva son un montaje de nuestro sistema neural.

Nuestras vidas, aparentemente, son grandes puestas en escena de nuestra consciencia, que conjuntamente con otras consciencias y con elementos que encontramos en nuestro devenir, vamos construyendo una narrativa de nuestras propias vidas, a veces dirigidas por nuestra voluntad, otras, son determinadas por lo social, y no menos importante el factor de lo imprevisto, del caos y de eventos como los cisnes negros.

Lo que tocamos con nuestras manos en realidad  jamás hace contacto, el estar morando en un espacio determinado (nuestra casa u oficina) y que nos complace o no, estar allí, es toda una fabricación de nuestros sentidos, el mundo se organiza de esa manera para tenernos en modo de sobrevivencia, el que generemos tantos sentimientos hacia nuestra familia nos brinda mejores circunstancias de vida y equilibrio, el que mucha gente se ocupe de amasar grandes cantidades de riqueza y poder, son ocupaciones dictadas por el mundo simbólico que la cultura de una sociedad, nos distrae de enfrentar otras realidades.

Por otro lado, es muy difícil acceder a otras formas de conocer el mundo, hay que tener gran disciplina y práctica para aproximarnos a esa energía universal que es justamente la que hace que nuestros sentidos sientan, que nuestro cerebro piense, lo que si hemos hecho, es llenar nuestra cabeza con un gran número de creencias y doctrinas que explican el origen de la vida, la existencia de un espíritu, una posible vida después de la vida, contamos con un extenso menú de opciones metafísicas que resuelven, de algún modo, el misterio de nuestra existencia, algunos desarrollados y escritos hace ya siglos, y por gente que desconocía lo que hoy conocemos.

También contamos con prácticas como las técnicas de acupuntura de la medicina clásica China que ven al ser humano como un intrincado sistema de energía, con regiones y puntos clave, recorridos de flujo y problemas propios de afecciones e desequilibrios energéticos que provocan enfermedades, se trata de una visión muy cercana a los principios de la nueva física.

Sea como fuere, hoy hay una revisión profunda de los principios y conceptos que implican la realidad en que vivimos, y estas breves líneas denotan lo complejo de la materia, no es menos que paradójico que hayan sido los enormes avances de la tecnología la que nos ha permitido en muchas áreas, derribar muros que nos impedían ver lo que había del otro lado, aunque ese descubrimiento implicara volver a comenzar nuestro conocimiento del mundo.   -   saulgodoy@gmail.com

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