jueves, 20 de abril de 2023

El futuro de la Literatura: La Ciencia Ficción.

 


 


“La ciencia ficción es la rama de la literatura que trata sobre las respuestas humanas a los cambios en el nivel de la ciencia y la tecnología”.

Issac Asimov

“Historias de ciencia ficción son todas aquellas que compran los editores de ciencia ficción.”

John Campbell


Es casi imposible no sentir la enorme influencia de la tecnología en nuestros días, tratar de engañarnos como lo hizo Heidegger con discursos sobre la superioridad de la metafísica, con argumentos socialistas sobre un pueblo apegado a la tierra, y con un falso humanismo, lo que lograría seria revivir a primitivos anacoretas tirándole piedras a la luna, creyéndola un artilugio del demonio.

No es casualidad que la ciencia ficción sea el género literario más explorado por los grandes escritores contemporáneos, entre ellos varios premios nobeles y figuras consagradas en las letras de diversos países, que sea una de las temáticas más populares y exitosas en la actual industria cinematográfica, en los video juegos,  que sea una influencia definitiva en la moda, que se esté integrando como herramienta eficaz de aprendizaje en los estudios  académicos mundiales… para entender esta tendencia debemos enterarnos  del significado de la ciencia ficción (CF) como concepto, y pasearnos por el desarrollo en esta última década de esta importante expresión cultural.

En Venezuela, como en muchos otros países, se trata de un género de literatura tenido como menor, entre otras cosas por su proximidad con la literatura llamada fantástica y sus derivados, considerados exóticas o simplemente como un divertimento frívolo, y el resultado de tal confusión resulta en un menosprecio cuando no en rechazo. Es común en nuestros paisanos escucharlos decir, “eso es ciencia ficción”, cuando se refieren a lo que ellos consideran una mentira o un desvarío.

En el mundo académico y de la literatura seria, la CF no pasa de ser una excentricidad con la que designan ejercicios vanguardista o de realismo mágico, salpimentado con alguna referencia a la tecnología o a alguna enrevesada utopía, algunos críticos atribuyen esta ignorancia a la creencia que para hacer CF, se necesita que la sociedad sea productora de avances tecnológicos, o cuando menos, posea un sustrato educativo fuerte en las ciencias duras y experimentales, ya que uno de sus grandes equívocos fue haberse ungido con el nombre de “ciencia ficción” cuando hoy en día es mucho más que eso.

Bajo esta óptica, la CF pertenecería más bien a sociedades del llamado primer mundo, a países industrializados o desarrollados, el tercer mundo o la periferia, nada tendrían que decir al respecto, afortunadamente esta posición nunca fue considerada clave para el desarrollo de la CF aunque si se dan posiciones radicales como la del escritor Orson Scott Card quien expresó la opinión que: «La ciencia ficción es un patrimonio norteamericano… Hace demasiados años que este género es exclusivo de los Estados Unidos y los escritores de los otros países sólo tratan de imitar nuestro estilo.» Aunque luego añade que eso no es nada bueno: «Todo el mundo tiene un futuro, no sólo los Estados Unidos». El autor pensaba, en aquel año de 1997, que la cultura americana estaba en franco declive (fue el invitado de honor en la Convención  Hispacón de Mataró, celebrada en España ese año, y de sus declaraciones provienen estas notas).

Mucha agua ha pasado debajo de ese puente, ya no se trata de un género producido y consumido por jóvenes varones de raza blanca, y como tal, tenido como una literatura esencialmente masculina…  lleno de héroes machos, caucásicos y musculosos deambulando y buscando peleas a través de la galaxia, tal como lo dice Robert Adams en un estudio sobre el tema.

La CF ha dado un largo y enriquecedor giro incorporando a su acervo, justamente, a ese otro, al extraño, al diferente, al alienígena, que en muchos casos era precisamente ese forastero de color, con diferente forma de comportarse, con otra cultura e idioma, de distinto sexo y con otras intenciones que no eran siempre las imperialistas y conquistadoras; el grueso de la narrativa, entendida como  clásica en la CF, corresponde a la aventura imperialista del humano en otros mundos y galaxias, pero las cosas han tomado otros derroteros, se han derivado nuevas posturas, muchas de ellas anticolonialistas, revolucionarias, y libertarias, con una fuerte influencia del discurso anti patriarcal, feminista… es por ello, que en vez de embarcarme en explicar la evolución del término, que ya de por sí es complicado y variado, prefiero acogerme al señalado por la estudiosa de la CF, la filósofa norteamericana Donna Haraway, quien dijo en una interesante entrevista con la profesora Marta Segarra, en el marco de un ciclo de conferencias sobre el Cambio Climático, celebrado en 2018, en Barcelona, España  :

 Yo concibo la ciencia ficción como esta manera determinada de «hacer mundo»… Nuestras ciencias están excesivamente determinadas por los aparatos de la violencia y de los beneficios económicos. Aunque no todas las ciencias; las ciencias y los científicos continúan siendo oportunistas e imaginativos, creativos y valientes… Creo, pues, que nuestros científicos también son inventivos y, en ese sentido, participan de la CF, de la fabulación especulativa, o de la ciencia ficción. Pero la ciencia ficción es también una serie de prácticas culturales con límites, instituciones, fans, escritores y cineastas propios. La ciencia ficción no es cualquier cosa, es un conjunto de prácticas culturales importantísimas: de interpretación, escritura, lectura. Y no quiero que la ciencia ficción signifique cualquier cosa.

La visión de Haraway es claramente anticapitalista, socialista y furiosamente feminista, la idea clave es “hacer mundo” y ha sido desde ese bando que ha surgido una serie de finas y entretenidas escritoras que ha impulsado a loa CF hacia otros horizontes, extraordinarias novelistas como Joanna Russ, Ursula K. Le Gin, Angela Carter, Doris Leassing, Octavia Butler, P.D. James, o la canadiense Margaret Atwood, solo por mencionar las de mayor fama.

Estas damas de la ciencia ficción (algunas de ellas también de la novela del crimen) han agregado importante contenidos en cuestiones de género, racismo, relaciones interpersonales, cambios sociales y culturales aun por encima de los tecnológicos y de las luchas intergalácticas, creando futuros más humanos, construyendo utopías sociales más cercanas a nuestra realidad y utilizando un lenguaje que nada tiene que envidiarle a lo más granado de la literatura llamada “realista”.

Sam J. Lundwall, en su interesante obra, Science Fiction: What It’s All About, nos habla de una ficción especulativa, que aparte de dividirla en subgéneros como la opera espacial, fantasía, horror, brujería y caballeros, reforma social y New Wave, la distingue como una de las herramientas más poderosas para los estudios del futuro y el manejo del impacto de los cambios en las nuevas generaciones.

Este giro de la ciencia ficción deja atrás a ese vaquero del viejo oeste norteamericano, que cambió su carreta por una nave espacial, para incorporar una cantidad de temas, personajes y situaciones que la han convertido en uno de los laboratorios sociales más complejos que la humanidad se haya inventado.

En la gran mayoría de los países desarrollados esta nueva ciencia ficción es utilizada  académicamente para enseñar adaptabilidad y elasticidad mental frente a los cambios, se plantean escenarios de porque ocurren y como afectan a la gente, provee diversas perspectivas del mundo, algunas extremas y catastróficas, pero que dan lugar al análisis de causas, efectos y comportamientos que pueden convertirse en escenarios para ensayar nuevos conceptos.

Si como Stanilslaw Lem, el gran escritor polaco, dejó entrever que la ciencia ficción nació en las alcantarillas de la literatura, evoluciono en un basurero, ¿Cómo pudo convertirse en una expresión de arte en la postmodernidad?  Aunque sus principios fueron humildes y su público, lectores principalmente de revistas de aventuras, jóvenes soñadores y que luego la industria masiva del entretenimiento desarrolló comercialmente, siempre alejado de los círculos académicos e intelectuales, a espalda de la crítica sesuda y bien lejos del canon sacralizado de las obras inmortales.

El mismo Orson Scott Card, tiene una interesante observación al respecto, dice que fue justamente esa licencia de trabajar fuera de los círculos literarios del establishment, lo que permitió que se fermentara una innovación de estilos, en plena  libertad, lo que produjo un avance que no se encuentra en otros géneros, dice Scott Card que lo que requiere un lustro en la literatura formal, se realiza en cinco años en la ciencia ficción, atrayendo a verdaderos creadores dispuestos a experimentar con sus narrativas.

Lem opinaba que el público de la ciencia ficción, que no eran profesores de la universidad ni intelectuales cuidando su imagen, sino que lo constituían seguidores fanáticos de estos mundos imaginarios, tenía las siguientes partes:

 Por un lado, los lectores, que son una muda y pasiva mayoría de consumidores, por el otro, los grupos de amateurs activos que constituyen los grupos de Fans, b- Los productores de ciencia ficción, que son los autores (algunos de ellos son también críticos) y editores de revistas y libros. La ciencia ficción es un caso muy especial porque pertenece a dos distintas esferas, un territorio bajo, o el campo de la literatura trivial, y un territorio alto, perteneciente a la literatura formal.

Debo recordar que para el momento que Lem escribió estas líneas, no se había producido el boom de películas de cine, series de TV, juegos de computadoras y comics que hoy mueven fortunas alrededor del mundo, y que todavía, quienes deciden que es popular y quien tiene éxito con esas multitudinarias reuniones de fans que se dan en las convenciones en las principales capitales del orbe.

En los EEUU los estudios del futuro y del pensamiento complejo tienen en la literatura de la ciencia ficción materiales de apoyo para el desarrollo de sus programas, varios Think Tanks han encontrado en sus estudios, que las personas que leen literatura de ficción temprano en sus vidas, adquieren una visión del mundo de mayor complejidad que aquellos que no.

Sobre la ciencia ­ficción se ha dicho con frecuencia que cobra mayor relevancia en periodos de crisis. Esto parece demostrarse en la gran popularidad actual del género, en un momento en el que la crisis ecológica obliga a imaginar otros mundos posibles, maneras de afrontar los conflictos y en el que las nuevas tecnologías transforman día a día, de maneras palpables, nuestras realidades.

En los pensum de estudios especiales en varios estados de Norteamérica, hay uno que llamó mi atención, The Talented and Gifted Program (TAG), que está diseñado para la educación de alumnos dotados de inteligencia sobre la media normal, son jóvenes con altos cocientes intelectuales y dotes privilegiados, que son ubicados y puestos bajo tutela del estado, la ciencia ficción es uno de los instrumentos que les brinda la posibilidad de desarrollar esos talentos, para Ben Bova, autor y editor de CF dice al respecto:

Mucho de lo que se enseña en la escuela es históricamente importante, valioso, difícil y aburrido. La CF se destaca como un fresco oasis de historias y significados… La buena CF presenta ideas y filosofías. Introduce temas sobre integridad personal, relaciones, humanas y alienígenas, otras formas de vida y culturas, y descubre nuestra responsabilidad sobre los cambios tecnológicos. La CF es interesante por lo que dice y como lo dice, pero también presenta ideas y alternativas que no se e ncuentran en otro lado.

Desarrollos científicos como los pautados por la National Science Foundation (NSF) para la National Nanotechnology Initiative (NNI), ha tenido que recurrir a la CF para poder poner en contexto algunas de las implicaciones de sus adelantos, lo que no es extraño en el mundo tecnológico, que muchas veces, a falta de una narrativa propia para explicar sus consecuencias para la humanidad, recurren a la literatura, en este sentido, Samuel R. Delaney, otros de los grandes de la CF,  argumenta:

"La CF no es sobre el futuro; utiliza el futuro como una convención narrativa para presentar distorsiones significativas del presente". 

A lo que Frederick Jameson, uno de los gurús del postmodernismo complementa diciendo:

Estas distorsiones sirven para desfamiliarizar el presente y abrir una exploración alternativa de arreglos sociales, culturales, y políticos. Este futuro extrapolado que ofrece la CF necesita ser lo suficientemente plausible para poder montar una exploración de interrogantes científicas, políticas, sociales y culturales en formato dramático.

Cada vez son más los especialistas y científicos que utilizan la CF para expresar sus visiones del futuro o para ensayar hipótesis, igual lo hacen políticos, empresarios y estrategas, como es el caso del analista y estratega Peter Warren Singer, un norteamericano que está conmocionando con sus techno thrillers a los ejércitos más poderosos del mundo con sus escenarios de la guerra del futuro, la ficción les brinda herramientas únicas y flexibles que se amoldan a escenarios extremos, ya no tienen que ajustarse a factores objetivos, y por encima de todo, les permite jugar con expectativas y proyecciones sobre el comportamiento social bajo diferentes órdenes.

La CF es un vehículo para expresar consideraciones geopolíticas que ha despertado curiosidad de varios organismos de inteligencia en el mundo, no solo encapsula idolología sino también tendencias y políticas de largo plazo, la CF China es un claro ejemplo de ello, sus autores y novelas más exitosas, sus espectaculares películas, nos hablan de las intenciones hegemónicas y totalitarias de su gobierno neocomunista; tanto el Colegio de Guerra Australiano como el Laboratorio de Guerra del Cuerpo de Marina de los EEUU, tienen programas donde el estudio de la CF en complemento obligado entre sus usuarios.

Lamentablemente en nuestro país se sigue menospreciando a este género literario, prácticamente ninguna universidad considera a la CF como tema de estudio, nuestras escuelas no utilizan su potencial para educar en el cambio y la construcción de mundos, nuestras bibliotecas y librerías obvian su enorme importancia, esto, a pesar de la gran popularidad que tiene el tema en nuestro entretenimiento cotidiano.

Lo que los venezolanos hemos llamado CF hasta el momento, no pasa de ser literatura fantástica con alguna mención a algún elemento científico que es apenas referencial, México y Argentina son los países con mayor producción, ambos con importantes trabajos en literatura cyberpunk , que es uno los últimos subgéneros en pleno desarrollo, y en ambos países, son las mujeres quienes llevan la delantera.

Sin que me quede la menor duda, e interpretando las señales que da el mundo editorial, no me queda la menor duda que la CF se está convirtiendo en el género literario favorito de los grandes escritores del momento.  – saulgodoy@gmail,com  

No hay comentarios:

Publicar un comentario