martes, 7 de marzo de 2023

Los militares y el ambiente, por Saúl Godoy Gómez

 


Entonces, ¿por qué preocuparse por la ecología? Porque la violación de la Tierra es un aspecto vital de la contrarrevolución. La guerra genocida contra las personas también es un "ecocidio" en la medida en que ataca las fuentes y los recursos de la vida misma. Ya no es suficiente acabar con las personas que viven ahora; la vida también debe ser negada a aquellos que aún no han nacido, quemando y envenenando la Tierra, deforestando los bosques, haciendo explotar los diques.

Ecología y revolución, conferencia ofrecida por  Herbert Marcuse en Francia en 1972.


Lo usual es que los ejércitos de ocupación en el desarrollo de una guerra, destruyan sin contemplaciones el territorio enemigo, esto, en su contexto más primitivo, porque en la guerra moderna se intenta preservarlo recurriendo a tácticas y tecnologías que permitan esas intervenciones quirúrgicas, que se traducen en un mínimo de bajas y destrucción, con la consecuente conquista del territorio enemigo.

Por supuesto, existen las armas de destrucción masiva que no contemplan ningún tipo de preservación del espacio en que son utilizadas, pero son casos excepcionales.

También hemos conocido de los territorios donde hacen vidas estas fuerzas armadas, tanto en sus propios territorios o cuando ocupan bases en el extranjero, debido a la naturaleza de su oficio, utilizan equipos y sustancias que son dañinas al entorno natural en que se encuentran, por lo que constantemente deben hacer estudios de impacto ambiental e invertir recursos en el rescate y preservación del ambiente donde se encuentran.

En muchos países, las FFAA están llamadas, en su tarea de seguridad y defensa del territorio de una nación, a ser los garantes de las leyes ambientales y parte de sus obligaciones consiste en ser los fiscalizadores, vigilantes y autoridades en hacer cumplir las leyes que protegen el ambiente.

Pero como en todo, hay excepciones, y hemos conocido de FFAA que se dedican a toda una serie de actividades que van directamente en detrimento del ambiente, en algunos países asiáticos, africanos y latinoamericanos nos hemos encontrado que el ejército de un país participa abierta o clandestinamente en una serie de actividades criminales que atentan en contra de la integridad ambiental de una nación, administrando la minería ilegal, patrocinando la deforestación de bosques vírgenes, promoviendo cultivos ilegales de drogas, traficando con especies naturales, contrabandeando con combustibles, e interviniendo espacios naturales para promover el turismo exótico o de aventura, todo con un solo propósito, enriquecer de manera rápida y barata a sus perpetradores.

Existe toda una estructura mundial de organizaciones sin fines de lucro, observatorios internacionales, gobiernos, e instituciones multilaterales, que vigilan y tienen seguimiento a todos estos eventos que dañan el ambiente, sensibilizados por el cada vez más real y letal cambio climático que afecta el planeta, y espoleados por las innumerables ocurrencias de desastres y cataclismos que la afectan, la comunidad internacional, en su gran mayoría interesados en preservar sus modos de vida y su propia subsistencia, anda a la búsqueda de los culpables de tales actos criminales para llevarlos ante la justicia y exigir de ellos las reparaciones pertinentes.

Entre ellos encontramos a la Interpol, la Europol, La Fuerza de Tarea Financiera para Crímenes Ambientales (con sus siglas F.A.T.E., en inglés), la ONU cuenta con toda una estructura de organizaciones especializadas en la materia, el Congreso de los EEUU y el Reino de Noruega cuentan con instituciones de investigación muy respetadas en el mundo, todas ellas apuntan a tratar de reducir el multimillonario negocio de la minería ilegal que genera a su vez peligros que alimentan el flagelo de la corrupción, de allí que investiguen las conexiones con gobiernos corruptos como los de Turquía, Los Emiratos Árabes Unidos, Irán, que alientan el mercado del oro ensangrentado, o los de Rusia y China con el contrabando de Coltan y otros minerales estratégicos.

El caso de fuerzas militares involucradas en los delitos ambientales va en aumento, y eso preocupa a las personas conscientes del difícil momento que atraviesa nuestro planeta en que cada día, pierde capacidad de sustento para darle una vida digna a tanta gente, de allí el empeño internacional de combatir a las fuerzas militares que se han entregado al pillaje de sus naciones.

Está sucediendo con el caso de las pandemias desatadas recientemente y que apuntan a experimentos virales propiciados por estamentos militares en busca de nuevas armas biológicas, con instalaciones militares que manejan materiales peligrosos especialmente radioactivos, con desechos químicos tóxicos producto de malas prácticas industriales, con el manejo inadecuado de la basura de las grandes urbes, y que acaban contaminando los mares, con los mismos conflictos armados que provocan enormes pérdidas de hábitat y obligan a grandes grupos humanos a movilizarse como refugiados.

Los militares juegan un papel importante en la preservación del ambiente, en Venezuela, durante la democracia fue así, sus leyes y la constitución del país les exigía defender la patria preservando su integridad ecológica, sus sistemas de vida, sus espacios protegidos, pero algo muy grave sucedió una vez que el socialismo bolivariano se hizo gobierno, la protección del ambiente dejó de ser un valor estratégico para convertirse en un negocio.

Pero no nos adelantemos, es interesante recordar que en el mes de Octubre de 1971, se celebró en Washington D.C., la Primera Cumbre para el Liderazgo Nacional Ambiental de Personas de Color, llamadas así para diferenciarse de los blancos, y que incluían a personas de raza negra, asiáticos, latinos, pueblos aborígenes y otros, esta primera reunión tenía sus motivaciones raciales ya que eran las personas que no eran blancas, las que sufrían las peores consecuencias de un ambiente degradado, producto principalmente de políticas llevadas a cabo por blancos.

Fue un evento importante que congregó a 650 activistas ambientales y 300 organizaciones populares (ONG´s) ambientalistas., fue allí que se consolidó el movimiento de justicia ambiental, sacaron un manifiesto contentivo de 17 principios, de los cuales resaltaremos los siguientes:

Artículo 2- La Justicia Ambiental demanda que la justicia pública esté basada en el mutuo respeto y en una justicia para todas las personas, libre de cualquier forma de discriminación.

Artículo 4- La Justicia Ambiental hace un llamamiento para el establecimiento de principios para la protección universal frente a las armas nucleares, extracción, producción y tratamiento de desperdicios tóxicos que atentan contra el derecho fundamental al aire, la tierra las aguas y comunidades no contaminadas.

Artículo 10- La Justicia Ambiental considera los actos gubernamentales de injusticia ambiental como violatorios de las leyes internacionales, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y de la Convención sobre Genocidio de las Naciones Unidas.

Artículo 15- La Justicia Ambiental se opone a la ocupación militar, la represión y la expropiación de tierras, personas, culturas y otras formas de vida.

Esta novísima declaración fue discutida y apoyada en la Conferencia de la ONU sobre Medio Ambiente y Desarrollo (1992), en el Foro Mundial sobre La Tierra de Río de Janeiro (1992), en la Conferencia Mundial contra el Racismo (2001), en la Cumbre Mundial sobre el desarrollo sostenible (2002) e inspiró a diferentes comunidades de países a incorporarla en sus legislaciones.

El conocido activista ambiental Wendell Barry ya había denunciado que los responsables de cometer estos crímenes:

“Ellos no sienten los efectos de lo que hacen. La gente que hace las guerras, no luchan en ellas. Las personas responsables de la minería ilegal a cielo abierto, de las deforestaciones de los bosques y otros desastres, no viven donde sus sentidos serán ofendidos, o sus casas o subsistencia o vidas amenazadas directamente por las consecuencias de estos actos. Las personas responsables de las injusticias de la agroindustria no viven en las granjas…”

El escritor Don Delillo agrega:

“Estas cosas le ocurren a la gente pobre, que vive en los lugares expuestos. La sociedad está conformada de tal manera que son los pobres y aquellos que no tienen educación los que sufren los desastres naturales y los provocados por el hombre. La gente en tierras bajas sufren las inundaciones, la gente en ranchos sufren los huracanes y tormentas…”

Podemos comprender porque fue la lucha en contra del racismo lo que motivó a esta declaración originalmente, y aún hoy, aquellos gobiernos, que no pocas veces son militaristas,  gobiernos autoritarios que no tienen ningún respeto por la vida humana, la de los “otros”, la de quienes supuestamente deberían defender y ayudar. Son a los más débiles y que no se pueden defender a quienes prefieren como víctimas propiciatorias para sus crímenes ambientales, esa actitud es claramente racista, así se llenen la boca al decir que ellos son el “pueblo”; en Indonesia, China, Venezuela, o los EEUU, los delitos contra el ambiente conservan ese sesgo racista de irrespeto hacia quienes son diferentes.

Pues a medida que pasa el tiempo y las condiciones del cambio climático se hacen más adversas, la paciencia de los países civilizados, que igual tienen que sufrir las consecuencias de los desmanes ambientales de los otros en un mundo cada vez más interdependiente, se hace cada vez más corta, y por pura defensa al derecho a la vida, están empezando a actuar en contra de estos criminales ambientales.

El caso venezolano reviste ciertas características que lo hacen más notorio y relevante en el contexto mundial, su posición geográfica lo ubica como custodio de una de las más importantes cuencas de agua dulce del mundo, con una importante porción de la selva amazónica, con un frente oceánico hacia el Caribe, extenso y en contacto directo con un gran número de otros países, pero la degradación ambiental que ha experimentado desde que los revolucionarios bolivarianos llegaron al poder, ha sido de tal tenor, que hoy es considerado una amenaza importante en contra de la seguridad hemisférica.

La brutal deforestación que se está llevando a cabo en el llamado Arco Minero está afectando esa gran máquina climática que se llama la Zona de Convergencia Intertropical, donde masas de aire y agua dulce y salada a diferentes temperatura, provocan sequías o inundaciones a nivel mundial, afectan corrientes marinas y desplazamientos de masas de aire, en esta zona se realizan los delicados intercambios de gases sobre el amazonas y que afectan el equilibrio de nuestra atmósfera.

La contaminación mercurial, producto de la minería ilegal en las minas de oro en ese mismo Arco Minero ha sido de tal intensidad que el envenenamiento de las aguas del Orinoco y sus cuencas, están empujando la contaminación hacia países vecinos, en expresa violación a la Convención de Minamata sobre Mercurio, creando el escenario para un espantoso desastre a lo interno y fuera de nuestras fronteras.

Nuestras costas y riveras fluviales viven de derrame petrolero en derrame petrolero, y ya está llegando al punto de inhabilitar para la vida, el esparcimiento y la seguridad de la población extensos territorios que antes fueron paraísos turísticos, reduciendo las posibilidades de una mejor economía y calidad de vida.

Nuestros parques nacionales y zonas protegidas están siendo devastados por actividades supuestamente agroproductivas, mientras el grueso de nuestras tierras con vocación agrícola permanecen abandonas, invadidas y sus infraestructuras deteriorándose, el resultado general y esto se puede constatar en la realidad, es que Venezuela ya padece de una falta importante del recurso agua, fundamental para el sostén de la vida.

Hay una enorme cantidad de funcionarios públicos que son militares y están en puestos claves en estas dependencias que rigen la producción de alimentos y le preservación de nuestros recursos naturales, produciendo una cantidad de políticas equivocadas, absurdas y criminales, que atentan en contra nuestra capacidad de sustento alimentario, y esto no es un cuento de camino, la realidad del país habla por sí sola, Venezuela enfrenta una serie de alertas rojas por su falta de control fitosanitario sobre los más elementales intercambios de productos agrícolas, hay un resurgimiento de enfermedades endógenas contagiosas muy peligrosas, y la desnutrición generalizada de la población los hacen fácil blanco de epidemias.

Pareciera ser una política del Ministerio de la Defensa el otorgarle impunidad a sus más altos oficiales para que se apropien y violen las leyes ambientales al construir viviendas de lujo y posadas turísticas en reservas naturales, lo que está sucediendo de manera flagrante en el archipiélago de Los Roques, uno de nuestros escasas reservas coralinas en el Caribe, es una vergüenza nacional.

La política del presidente Maduro ha sido la de acallar las protestas y los reclamos, ha criminalizado a las más importantes ONG´s ambientalistas del país con el expediente de traición a la patria, muchos de sus directivos están en prisión, los líderes indígenas y luchadores ambientales populares han tenido que huir del país o los han desaparecido, el estado venezolano no informa ni lleva estudios ni estadísticas al día sobre la pérdida de nuestra bioma. Toda la problemática ambiental los revolucionarios tratan de solucionarla con retórica barata, victimizándose, haciéndose pasar por “verdes” utilizando pomposos nombres como el de Ecosocialismo o el Ministerio de Desarrollo Minero Ecológico.

Los venezolanos tenemos una idea de lo que está sucediendo porque no somos ni sordos ni ciegos, podemos percatarnos de las explosiones e incendios en nuestras principales refinerías petroleras, de los derrames, de los incendios forestales incontrolados, de las inundaciones sin dolientes, de la basura sin tratamiento que asfixia a nuestros principales centros urbanos, eso es algo que la hegemonía comunicacional del gobierno no puede ocultar.

Pareciera que para el alto gobierno de esta revolución no le importa la destrucción del país, como si sus hijos y los hijos de sus hijos tuvieran la intención de no vivir en Venezuela, la hipocresía y el doble discurso solo llevan a la confusión, se necesita un cambio de política urgente, que los militares deleguen las funciones ambientales a la sociedad civil, que se le dé una parado inmediato a la explotación salvaje del Arco Minero del Orinoco, que los militares vuelvan a su función de resguardo ambiental, que se deje de perseguir a las ONG´s ambientalistas, ya basta de hacer negocios con el ambiente.

Nicolás Maduro se la pasa exigiéndole a la comunidad internacional el cese de las sanciones a su gobierno, pero no hace el menor esfuerzo por aliviar los problemas del país, el asunto ambiental, que es de su exclusiva responsabilidad, trata de esconderlo en vez de enfrentarlo, lo ha militarizado y convertido en un secreto… o eso cree, pero la verdad es que la situación es tan alarmante que ya hay varias investigaciones importantes en curso tanto en Europa como en los EEUU, que lo desnudan y lo presentan tal cual es: uno de los mandatarios más racista del Tercer Mundo.  -   saulgodoy@gmail.com

 

 

 ,

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario