miércoles, 10 de enero de 2024

Guyana y la agenda neocolonialista

 


 

La izquierda radical atribuye este nuevo renacer colonialista a raíces exclusivamente capitalistas; tome usted cualquier texto comunista de actualidad y encontrará denuncias a la opresión y el dominio de Occidente, utilizando sus políticas de libre mercado y democracia liberal para someter a otros países, lo que sin duda es una opinión parcializada e interesada, en beneficio de destacar la ideología marxista-leninista en su supuesta cruzada de “liberación de los pueblos”.

Los comunistas se hacen los tontos en cuanto a las manifestaciones imperialistas y colonialistas de los totalitarismos de izquierda; de hecho, es prácticamente inevitable que un régimen comunista renuncie a convertirse en un régimen esclavizador y explotador de los pueblos que gobiernan, los ejemplos en la historia no se pueden ocultar: desde la Unión Soviética, la China comunista, la Alemania Nazi, la Cuba antillana, todos estos regímenes de izquierda han experimentado con el modelo imperialista y han llegado a unos extremos de barbarie de aterradora magnitud.

El hecho de que los padres fundadores del comunismo internacional hayan descubierto y descrito las bases fundamentales del imperialismo y desarrollado su crítica implacable al sistema, no fue óbice para que ellos mismos promovieran, estructuraran y llevaran a la práctica este modelo de dominación disfrazado de gobiernos populares, de dictaduras del proletariado, de modo que el imperialismo no es exclusivo del occidente capitalista.

Donde quiera que exista la lucha por el poder, sobre todo entre las llamadas grandes potencias, no importa su ideología, existirá la tendencia fatal del imperialismo, que para el historiador alemán Herfried Munkler es una lógica del poder, un comportamiento hegemónico, cíclico y que tiende a la expansión, lo que supone una competencia con otros aspirantes imperialistas; el imperialismo no es solo cuestión de un estado, sino que requiere de la participación y asociación de varios otros elementos para la construcción de una red política, económica y militar que permita la efectiva ocupación de los espacios dentro del orden imperial.

La primera fase del imperialismo es la esclavista, la explotación forzada y violenta del recurso humano que deviene de los pueblos bajo sumisión; luego viene el llamado período colonial, que a pesar del desarrollo y cierta sofisticación que le imprimieron sus agentes, no dejaba de ser un crudo ejemplo de la dominación del hombre por el hombre, de la metrópoli sobre la periferia; los primeros imperios, el babilónico, el egipcio… son claros ejemplos de ello, y aún antes de la aparición de los imperios europeos existían otros imperios en pleno funcionamiento. David K. Fieldhouse, en la introducción a su Historia de los Imperios Coloniales desde el siglo XVIII, nos señala:

El imperio turco se extendía aún desde el Mediterráneo occidental hasta el océano Índico. Los hindúes habían colonizado el Asia sudoriental siglos antes, y controlaban casi todo su comercio. Partiendo del Medio Oriente, los musulmanes se habían extendido hacia el Asia meridional, y, en el siglo XVII, la India, así como la mayor parte del sudeste asiático, eran gobernados por soberanos islámicos. Todavía más hacia el este aparecía el imperio chino, el más vasto de los imperios conocidos por los europeos, y muchos estados del Asia sudoriental reconocían aún la supremacía de Pekín.

En este apretado resumen recordemos al Imperio Macedónico, con Alejandro El Grande a la cabeza, al imponente Imperio Romano, al Imperio Persa, a los sucesivos imperios cristianos en Europa hasta llegar a la modernidad y, efectivamente, notamos que la receta del imperio no sólo incluye lo político-militar sino que era esencialmente económico, donde las colonias eran explotadas a favor de una lejana metrópoli.

La Gran Enciclopedia Soviética Oficial (Bolshaya Sovietskaya Entsiklopediya,  Moscú 1953, págs. 30 y siguientes) ofrece la siguiente definición:

"Las colonias son... países que, bajo el dominio de otro Estado (metrópolis), no gozan de iguales derechos que la metrópolis, se encuentran privados de su soberanía y gobernados sobre la base de un régimen especial... Las colonias son países despojados de su independencia política y económica, oprimidos y dominados..."

Guerras de independencia, movimientos de liberación nacional, atentados, guerrillas, protestas, fueron el resultado natural de aquellos pueblos dominados que buscaban su derecho natural a la libertad; éstas eran las causas que fueron debilitando el orden imperial colonial en el mundo, hasta que dichos imperios colapsaban, o se imponía reformas que regresaban a los pueblos vasallos su autonomía y soberanía.

Los principales enemigos de todo imperio son, a lo interno, el descontento de sus súbditos, que buscan su propia autonomía debilitándolo; a lo externo, la presencia de otros imperios o prospectos de imperios que los superen en fuerza y ambiciones.

Luego de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos decidió liberar a varios de sus territorios tenidos como colonias, siendo las Filipinas uno de los más importantes bajo la idea que el Nuevo Orden Internacional necesitaba países libres y soberanos, mercados que respondieran a los cambios del momento y pudieran prosperar, las sociedades libres e independientes serían los responsables de jugar en capitalismo. Inglaterra había quedado en muy malas condiciones económicas y no podía mantener ni ocuparse de sus numerosas colonias alrededor del mundo, y a muchas les otorgó la independencia pero ideó una manera de sostener su influencia y poder

Los ingleses habían desarrollado el concepto del Common Wealth y lo pusieron a prueba durante el mandato de Cronwell, donde varias provincias, aun estando en fuera de sus límites territoriales, participaban tanto del gobierno como de la vida económica del reinado; ese modelo, que empezó a desarrollar en 1921  les sirvió posteriormente, para configurar una especie de liga de naciones hermanadas por el pasado colonial. Aunque cada país fuera independiente, había una cultura, un idioma y una historia que los unía. Dicha alianza contenía una serie de beneficios, como asistencia financiera, militar, tecnológica y una alianza de mutua defensa y, por supuesto, la posibilidad de viajar entre estos países con ninguna o muy pocas restricciones.

Recordemos que uno de los principales pilares del colonialismo británico fueron sus corporaciones privadas, que en el marco de la Commonwealth, aprovecharon para adelantar sus intereses en licitaciones, como proveedores de bienes y servicios, y una gran parte de estas empresas eran explotadoras de recursos naturales. De esta manera, Inglaterra pudo asociar a 56 naciones en todos los continentes, que suman unos 2.4 billones de personas, un tercio de la población mundial; entre las economías que más destacan por su importancia están India ($3.737 trillones), United Kingdom ($3.124 trillones), Canadá ($1.652 trillones) y Australia ($1.379 trillones), entre los cuales practican esta nueva forma de neocolonialismo, mucho más sofisticado e influyente que la antigua autoridad colonial, ya que con el voto de 56 naciones se puede hacer mucho en los órganos multilaterales como la ONU, el Banco Mundial, el FMI, la OMS, CARICOM y, por supuesto, la Corte de Justicia Internacional, no digamos nada del peso que tiene al momento de informar y crear opinión.

La economía de la Commonwealth es próspera, al punto que en varias ocasiones Inglaterra la jugó en contra de La Unión Europea. Pero algo muy extraño está sucediendo con Inglaterra, supongo que debe ser por la globalización y el multiculturalismo, aunque creo que la población autóctona está envejeciendo rápidamente y el alma socialista (laborista) de  los Ingleses los hace propensos al paternalismo y al comunitarismo, que sería una de las causas de que hoy ostenten a un Primer Ministro descendiente de indios, un hijo de la colonia los está gobernando, y nada digamos del problema musulmán que están padeciendo… esta Inglaterra de hoy no es la misma que hace diez años, están viendo al mundo a través de los ojos del neocolonialismo.

El analista Carlos Gómez Gil, en su interesante artículo La vigencia del factor neocolonial (2021), apunta lo siguiente:

…la extensión y profundidad de los procesos de dominación colonial que se llevaron a cabo han perdurado con el tiempo, manteniéndose relaciones de subordinación duraderas con los países europeos que los dominaron hasta la actualidad, aunque con formas nuevas y mucho más sofisticadas. Como destacan Easterly y Levine, “los asentamientos europeos establecieron instituciones políticas extractivas con efectos adversos duraderos en el desarrollo económico” en sus antiguas colonias (ibíd, p. 24). Estos resultados desfavorables perduran hasta nuestros días, al igual que muchas de las estructuras políticas de dependencia y sumisión, aunque en la actualidad, con un elevado grado de sofisticación técnica y jurídica.

Hoy, el neocolonialismo no sólo cuenta una sólida red de instituciones, que atienden todo tipo de problemas de “desarrollo”, legitimación de crímenes y trampas, medios de comunicación de carácter hegemónico, con los que “explican” lo que no se puede justificar; hay todo un trabajo de networking mundial que les permite justificar, utilizar para sus fines, recursos e ideas, establecer jurisprudencias, cambiar la historia a voluntad… perdón, y no crean que en este punto estoy hablando de Inglaterra, me refiero a Cuba.

Cuba, un caso muy particular que hay que estudiar a fondo, fue una colonia de la Unión Soviética que muy pronto se convirtió en un estado neocolonizador, impregnando con su ideología castrocomunista, con rasgos totalitarios y militaristas, y con un hambre por la expansión y el dominio geopolítico igual o más grande que la de sus mentores en Moscú.

Y esto lo menciono porque mi país, Venezuela, fue invadido por Cuba; tenemos un presidente y un partido político que actúan como agentes cubanos, tenemos unas fuerzas armadas al servicio de la Habana, nuestro precario presupuesto nacional, que no puede atender las ingentes necesidades del país, contribuye con una buena tajada para mantener el régimen oprobioso de Raúl Castro, y toda la violencia y la represión que se vive en país tiene la impronta y el estilo del gobierno revolucionario que soñaba el Che Guevara.

Y ese detalle es relevante para la próxima parte de este somero artículo de opinión, y lo es con referencia a Guyana y su ya no reclamo, sino a la invasión a nuestro territorio, el Esequibo,  afectando de manera importante nuestra seguridad jurídica, económica y de sobrevivencia.

 

La visión que sobre Venezuela se ha impuesto en el mundo es la de un paraíso de ladrones y narcotraficantes, esos son los menos, pero los que más ruido hacen, principalmente porque hay censura sobre la gran mayoría de la población que en una lucha que ya sobre pasa las dos décadas, ha sacrificado lo mejor de su juventud y una gran parte de sus ciudadanos de la tercera edad en las hogueras caudinas de esta falsa revolución.

Nuestro vecino, la República Cooperativa de Guyana, en el principio, ni siquiera era una posesión británica, pertenecía a los holandeses quienes, por medio de Dutch West India Company, por el año de 1621, empezaron a preparar las tierras para hacer siembras extensivas de caña de azúcar; era el momento en que el azúcar mandaba en los mercados internacionales, pero aquellas tierras al margen derecho del río Esequibo se inundaban con facilidad y se requería un importante trabajo de canalizaciones, diques y esclusas, cosa que para los holandeses era de lo más natural.

En medio de un clima feraz, de mucho calor y humedad, la vida se hacía difícil, aunado esto a una gran cantidad de enfermedades endógenas, muchas de ellas mortales. Por eso se importó una gran cantidad de esclavos africanos, para que trabajaran en las plantaciones, y el negocio floreció; los ingleses y los franceses intentaron, en varias ocasiones, tomar a la fuerza aquella colonia, pero los holandeses los rechazaban con éxito.

No fue sino hasta 1814, por medio del tratado de Utrecht, que Holanda le cedió aquellos territorios a los británicos. Para 1831, la Guyana Británica estaba constituida por los condados de Esequibo, Berbice, y Demerara. Pero en 1831 se abolió la esclavitud de todos los territorios británicos, medida que trajo como consecuencia que los precios del azúcar de Guyana resultaran demas8iado altos, en comparación con otras colonias como Cuba, que todavía contaba con mano de obra esclava. Esta situación dio inicio a un programa de contratación de trabajadores de China, de la India, de Portugal (Madeira); esto duró hasta 1917.

Hay un trabajo que les voy a recomendar, para quienes quieran ahondar en cómo se originaron los problemas limítrofes con Guyana, publicado por la Academia Nacional de la Historia: El Reclamo de Venezuela sobre el Esequibo, del Dr. Rafael Badell Madrid, una verdadera joya que plantea muy claramente los avances imperialistas de los británicos a través de la historia, en detrimento de nuestro país, y los argumentos que deberían servir como base de nuestra defensa en cualquier arena jurídica.

Ya para 1822 se había detectado la presencia de británicos al oeste del río Esequibo; Londres había ordenado a sus cartógrafos, exploradores, geógrafos, amparados por la solvencia científica y el prestigio de la Royal Geographical Society, internarse en territorios de la Gran Colombia y elaborar nuevos mapas del territorio, corriendo los límites territoriales que el Reino Unido nos había reconocido en 1824.

Inglaterra nunca aceptó el fraude y la trampa que estaba elaborando para hacerse con nuestro territorio Esequibo, hay registros de sus compras de jueces y desaparición de expedientes, hoy sigue ignorándolo y es justamente con estas pruebas fabricadas y puestas a la orden del dominio público que sustentan los supuestos derechos de Guyana sobre nuestro territorio.

La pregunta que me hago ¿Cuál es el interés de los británicos en este episodio de terrofagia? ¿Qué los anima en este robo de territorio sostenido a mano armada? Creo que van ligadas a las fantasías de Sir Walter Raleigh sobre las bocas del Orinoco y la existencia de El Dorado, aunque hay un hecho indudable: se trata de un territorio enclavado en la masa continental de América del Sur, una de las colonias más pequeñas e insignificantes de su gran repertorio de territorios conquistados en su época de esplendor imperial; eso sí, producía azúcar, luego arroz, se encontró en ella minas de oro y bauxita, había una gran extensión de bosques maderables  y, aunque las exploraciones por petróleo ya tenían mucho tiempo en curso, no fue sino hasta el 2015 que se descubrió los extensos depósitos de petróleo en las costas de nuestro territorio en reclamación… a partir de allí la historia es otra.

Se calcula que hay allí reservas de aproximadamente 13.6 billones de barriles de petróleo y 32 trillones de pies cúbicos de gas, cantidades sumamente importantes para que un Imperio las deje a la suerte de una decisión judicial imparcial, y al festín están concurriendo tanto empresas americanas, chinas, de la India, brasileñas, de Catar, de los Países Árabes Unidos y muchas otras que se encuentran ya operando en la zona en reclamación, o a la espera de nuevas licitaciones, razón por la cual se preparó todo el escenario para que la narrativa de un país más grande y abusivo como Venezuela, en manos de unos militares corruptos y un presidente impresentable como Maduro, estuviera amenazando a un país pequeño, indefenso y virtuoso como Guyana, tanto que, a la menor señal de amenaza, su actual presidente pidió ayuda y el Primer Ministro británico, el Sr. Rishi Sunak le envió un barco de guerra.

Pero la verdad sigue siendo que el territorio Esequibo es producto de un vulgar despojo, de un robo que tiene siglos perpetrándose y Venezuela continua reclamando su legítimo derecho sobre esos territorios, de todas las formas pacíficas y legales posibles; pero la opinión pública internacional está siendo conducida a creer que la idea de Venezuela se restringe a esos mafiosos que tenemos como gobierno, y que, para colmo de males, son agentes irrestrictos del gobierno cubano, quien tiene una inmensa apuesta en Guyana, porque de allí depende el financiamiento de la nueva etapa de su revolución continental.

Guyana tiene una población que no supera los 800.000 habitantes, pero ya se prevé un intenso movimiento migratorio, principalmente de África, India, Medio Oriente, Cuba y China, para fortalecer su base poblacional, ya que el territorio que nos quitaron está básicamente despoblado.

El Gobierno de Maduro está jugando la defensa de nuestro Esequibo con las cartas marcadas y a puerta cerrada, y nadie sabe lo que allí ocurre; lo que sí sabemos es que nuestros más brillantes juristas, historiadores, geógrafos, cartógrafos y naturalistas no están invitados a ese conciliábulo, en el que, sospechamos, se  hará sólo lo que dicte La Habana, bajo el disfraz del discurso patriotero y nacionalista de los chavistas. Estamos peleando con una mano amarrada a la espalda, con el réferi a favor de nuestro contrincante y con el público tirándonos frutas podridas.

Pero Guyana no es lo que parece; lo que tratan de vender en los medios, que generan las matrices de opinión, está infiltrado por la izquierda radical internacional, y ya influyó no solo en el actual gobierno de Mahamed Irfaan Ali, líder del Partido Progresista del Pueblo (PPP) siguiendo la sangrienta tradición de sus antecesores Cheddi jagan y Forbes Burnharm quienes en décadas anteriores incendiaron al país, Alí está dispuesto a darnos a los venezolanos lo que llamamos en lenguaje carcelario, “una redoblona” (a gang-bang) con la ayuda de sus secuaces del Commonwealth, la Inglaterra decadente de Rey Carlos III, debe sentirse muy contento de que por fin, será sepultado el cadáver de uno de sus crímenes más viejos, no importa si le esté entregando Guyana, uno de los regímenes del comunismo más extremistas de América, la próxima sentencia de la CIJ le dará la absolución.

La historia política de Guyana está llena de violencia y radicalismos; fue una de las últimas colonias británicas  en ofrecérsele la independencia (1966), precisamente por su volatilidad, y posteriormente, tuvo Inglaterra que anularles la constitución que se habían dado. El Departamento de Estado, la CIA y Whitehall tienen gruesos dossiers de casos que los deberían poner en alerta, sobre todo porque quien está sentado en el puesto del piloto de Guyana es Cuba, y detrás de Cuba está Rusia marcando las pautas, que de eso no quede la menos duda; esa gran corporación de violentos de la izquierda continental, como es El Foro de Sao Paulo, tiene un especial interés en que este complejo mosaico de relaciones se arme cuanto antes para iniciar sus planes de desestabilización en contra del gobierno legítimo de Argentina.

Solamente leyendo las transcripciones de los discursos de los oficiales del PPP de Guyana en los diferentes foros internacionales, con referencia al nacionalismo, a una vuelta a las expropiaciones, al uso de la violencia indiscriminada sobre la población para mantenerlos en cintura, y la desmedida hambre por recursos económicos para financiar la revolución cubana, debería ya ponerlos nerviosos.

Lo mismo ocurre con los grupos armados terroristas como Hammas y el Hizbolhá, asociados desde hace décadas a estos movimientos de liberación en nuestro continente y que tienen planes de establecer un corredor del terrorismo en América del Sur, que va desde la triple frontera en el Iguazú, pasando por Georgetown, en Guyana, conectando con Margarita, en Venezuela, y extendiéndose hacia el Caribe, Colombia y Nicaragua.

Las FARC y las ELN, así como los principales carteles de la droga, tienen planes para establecer campamentos en las selvas del Esequibo para controlar la droga y la minería ilegal, y todos están a la espera de que se abran las compuertas del financiamiento por la recién adquirida riqueza petrolera y que la casta corrupta de la élite política guyanesa se haga parte de los repartos del botín. En su idea loca de ser libres y soberanos, los guyaneses van en dirección a convertirse en un nuevo estado fallido al mejor estilo de Somalia, y la Guyana Esequiba, uno de los últimos reductos naturales del mundo quedará reducida a un arenal baldío

Las principales ciudades de Guyana están ahora llenas de asesores y consejeros internacionales, tratando de organizar a toda prisa una sociedad que tiene demasiados conflictos de clase, religiosos y de desigualdad económica; el problema de una sociedad multirracial viviendo en armonía, como están tratando de venderla, no es va a ser el resultado. Guyana es una sociedad demasiado inmadura y poco cohesionada para aguantar el chorro de dinero que le va a entrar; sin identidad propia, no resistirán la presión de Cuba entre bastidores.

No entiendo cómo los servicios de inteligencia británicos y americanos permitieron que se abriera esta carrera petrolera en Guyana, sin tomar antes algunas seguridades políticas; creo que la avaricia y la competencia de las grandes empresas energéticas angloamericanas se lanzaron en esta ciega aventura, sin detenerse en revisar las consecuencias de orden geopolítico; pero se trata de un claro ejemplo del neocolonialismo: ahora son las excolonias británicas las que son usadas para expoliar los territorios donde se encuentran, para hacerse con territorios y riquezas que no son suyos y alimentar así al gran monstruo colonial imperial que nunca ha dejado de existir.

Inglaterra tiene ahora en Alí a un perro de ataque con el cual ir poco a poco adueñándose de las bocas del Orinoco, un viejo sueño del que existe abundante material, y con Cuba y Brasil por detrás, un enemigo de cuidado.

Latinoamérica ha dejado de ser de los latinoamericanos, ahora tendremos que compartirla con sociedades asiáticas y de otros lares, en una actitud violenta y provocadora, tal como les ha sido instruida por sus amos. Venezuela va a seguir siendo desmembrada y saqueada por las fuerzas oscuras de la izquierda internacional, con el consentimiento de sus gobernantes.

Inexplicablemente, Estados Unidos está apostando a esta aventura, apoyando a sus “primos” ingleses sin darse cuenta (o quizás queriendo), abriéndole un boquete a la tan mentada seguridad hemisférica, justo en su principal zona de influencia. Con este despojo a Venezuela, Washington perderá la buena voluntad y confianza de los venezolanos hacia su gestión como líder del mundo libre, y recuperarla le tomará mucho tiempo y trabajo… y todo por ganarse un nuevo dolor de cabeza.

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