viernes, 19 de enero de 2024

Paul Otlet, el abuelo de Internet

 


Luego del horror y la carnicería que el mundo, y en especial Europa, presenció y vivió en la Primera Guerra Mundial, muchos filósofos y pensadores trataron de encontrar soluciones efectivas para evitar se repitiera lo que ya muchos llamaban “la Guerra Total”, una tecnología bélica cuyo resultado no era otro que la destrucción de la civilización tal y como la conocemos.

Del campo socialista surgieron una serie de propuestas de avanzadas, sobre todo en Inglaterra y Francia, una gran parte de ellas basadas en la idea del cosmopolitismo, de un aldea o ciudad global, regida por una élite de expertos científicos que harían del “hombre masa”, de ese colectivo que podía ser reducido a una fórmula (hoy algoritmo), y gobernado por sabios, al mejor estilo de la República de Platón, para poder tener un futuro de progreso y felicidad lo más alejado posible del conflicto.

Y aparecieron muchas propuestas, algunas de ellas llevadas a la práctica alrededor del mundo como fueron el experimento comunitario de New Harmony de Owen, en Indiana, USA, o las colonias de Icaria de Etienne Cabel en Francia, o las comunas de Fourier, la Ciudad de la Salud de Benjamin Ward en Inglaterra y muchas otras con distintos grados de éxito, eran ideas inspiradas en las nuevas utopías de carácter científico, impulsadas por ideas poderosas como la del Punto Omega de Teilhard de Chardin y otras utopías de carácter cristiano, o que devenían de la crítica marxista, o de la fe en el desarrollo tecnológico de H.G. Wells, o las nuevas ideas de desarrollo urbano expresadas por Le Corbusier.

Una de las más importantes de estas utopías socialistas fue la del pensador belga Paul Otlet (1868- 1944), quien publicó en 1935 su impresionante y monumental trabajo, Monde, donde exponía las líneas gruesas de su proyecto que no era otro sino la creación de una gran megalópolis mundial basada en el conocimiento del mundo y de la sociedad humana, una especie de gran cerebro colectivo alimentado y al servicio de los técnicos expertos que, por medio de un progama político, construirían el verdadero nuevo orden mundial.

Paul Otlet fue un abogado, de formación tradicional cristiana, heredero de una de las más grandes fortunas de Bélgica, producían tranvías para los sistemas de transporte masivo de la época, pero su verdadera pasión estaba en la investigación documental sobre la cual fue elaborando valiosos tratados e investigaciones, este interés lo colocó entre los expertos mundiales en la sistematización de la información que logró internacionalizar por medio de diversas instituciones, su idea era estandarizar los modos de registro para que todo el mundo tuviera el mismo acceso a la información, a cualquier tipo de información.

De esta manera se involucró en la creación del Instituto Internacional de Bibliografía (IIB), el Repertorio Bibliográfico Universal (RBU), y la adaptación de la Clasificación Decimal Universal (CDU) creada por Melvin Dewey, todas estas organizaciones fueron precursoras de un sistema universal de información que culminarían con la World Wide Web, que hoy en día, nos permite navegar en cualquier tipo de buscadores y páginas especializadas en el ciberespacio.

Otlet era un hombre de su tiempo y estaba fuertemente influenciado por las ideas socialistas que eran tenidas como la salida humanista para tanto militarismo y fascismo que atosigaron a la Europa de su tiempo. Pero por otro lado era un visionario, es simplemente impresionante la proyección de futuro que este hombre poseía, llegó a escribir lo siguiente:

Necesitamos poner juntas una colección de máquinas que simultáneamente o secuencialmente puedan ejecutar las siguientes operaciones: (1) La transformación de sonido en escritura; (2) La reproducción de estos escritos en tantas copias como sea útiles; (3) La creación de documentos de manera que cada pieza de información tenga su propia identidad y, en su relación con otros que conformen cualquier colección, pueda ser retirado como sea necesario; (4) Que se le asigne un número a cada pieza de información; quedando perforado el documento en correlación con éste número; (5) Que su clasificación y archivo sea automático; (6) Que el documento sea retirado para su consulta y presentado o bien directamente al solicitante o vía una máquina que permita hacerle anotaciones; (7) Que se pueda hacer una manipulación mecánica a voluntad en todos los apartados de información para obtener nuevas combinaciones de información, nuevas relaciones de ideas, y nuevas operaciones auxiliados con la ayuda de números. La tecnología para desarrollar estos siete requerimientos va a necesitar un cerebro colectivo y mecánico.

Paul Otlet, Traite de documentation: le livre sur le livre. Theorie et pratique. Editiones Mundaneum, [liB Publication No. 197;] Bruxelles: Palais Mondial, 1934.

Ingenieros y programadores de los principales buscadores de internet a nivel mundial y que conocen del trabajo precursor de Otlet, se refieren a su persona con gran respeto y admiración, en sus escritos están prefigurados conceptos como hipervínculos, redes sociales, bases de datos, y hasta el concepto de una Wikipedia, una enciclopedia mecánica capaz de aceptar modificaciones, mejoras y un continuo enriquecimiento de contenido.

Lamentablemente para Paul Otlet sobrevino la Segunda Guerra Mundial, y se encontraba en el bando contrario cuando Hitler invadió su país, destruyendo el museo que él conservaba de sus trabajos y logros en estas incipientes ciencias de la información, la perdida fue casi total y es la razón por la que su nombre no aparezca en muchos de los textos que estudian los orígenes de la informática

Paul Ghils, profesor  de la Universidad Libre de Brusellas y editor de la afamada publicación Consmopolis, nos comenta de este impresionante esfuerzo de Otlet:

La adquisición y procesamiento de la información producida por varias herramientas analíticas y matemáticas en manos de investigadores hacen posible la creación de un sistema de documentación que puede soportar predicciones sociológicas: “haciendo esto, podremos encontrar recursos naturales para ser usados como análisis predictivos. Para este fin, la precondición es poseer toda la data en el área sociológica que será registrada de la manera más completa, detallada y rápida.”… Estas operaciones mecánicas y sistematizadas ya anuncian el desarrollo de la robótica y que le permitirían pensar y preguntarse “¿si sería prohibitivo pensar que la sociedad podría contar con instituciones adaptativas capaces de funciones de equilibrio similar a pilotos automáticos en las aeronaves?”

Estas ideas tienen un trasfondo reductivo de la complejidad humana y un fuerte contenido totalitario, pero en aquellos primeros años de principio del siglo XX las promesas de las ciencias exactas eran impresionantes y apuntaban a que este tipo de tecnologías de control eran posibles.

Y es justamente en la configuración de los archivos donde se requiere una metodología y un sistema que funcione con rigor, para poder convertir toda esa valiosa información acumulada, en algo útil y al servicio de la humanidad. Esos archivos, distintos en sus especialidades y propósitos debería poder accederse de manera universal y confiable, sin importar de qué disciplina se trate, si hay una necesidad de referencia cruzada, de relación paralela entre disciplinas, la documentación debería estar a disposición del investigador de la manera más inmediata posible.

Según el estudioso australiano W. Boyd Rayward esa urgencia ya la sentía Otlet en su entorno, los avances de la ciencia moderna pedían a gritos una organización eficiente y segura de cada descubrimiento, avance o hipótesis que se desarrollaban en los centros de investigación y universidades, la ciencia era vista como un monstruo enorme que consumía ingentes volúmenes de data que necesitaba estuviera organizada y a la mano, y fueron los avances bibliográficos la punta del cordel de Ariadna que Otlet decidió desovillar para iniciar su ruta por el laberinto de las ciencias de la informática, que sin tener plena consciencia de ello, estaba inaugurando.

Pero al mismo tiempo que se investigaban estos importantes temas, el mundo civilizado estaba tratando de poner orden en casa, después de la Primera Guerra Mundial los pueblos y naciones de Europa y Eurasia entraban en un doloroso parto por sus propias identidades y manera de organizarse social y políticamente. Todos estos movimientos utopistas socialistas como los expresados por Saint-Simon o la Sociedad Fabiana tenían fuertes contenidos racionalistas y normativos, creían que de las ruinas producidas por la devastadora Gran Guerra podía reconstruirse un mundo pacífico e igualitario para todos, garantizado por instituciones de carácter global como la Liga de Las Naciones y bajo el mando de un gobierno genuinamente internacional.

Había una idea que contagiaba a los intelectuales de la época y que era propugnada por los trabajos de fisiócratas como el matemático Adolphe Quételet, con quien Otlet tenía contacto, quien creía en el concepto de un “hombre medio” representativo del grueso de la humanidad y que creía, podía ser reconstruido de manera estadística, de la misma manera que pudiera ser descrito un ciclo económico, e incorporado a ecuaciones sociológicas, que por supuesto daría al traste con ciertas libertades pero que tendría el beneficio de construir futuros posibles para la gran mayoría.

Esta es una tendencia que todavía hoy se hace palpable en cientos “productos” o paquetes del burocratismo socialistas como seguros médicos, bonos, bolsas de comida u ofertas de trabajo para la administración pública, diseñados a la carta para precisamente ese constructo estadístico humano, que se nos impone como “justo y solidario”, pero termina siendo una grotesca caricatura de un ciudadano en democracia.

El socialismo en general tiende a simplificar la complejidad de la naturaleza humana en sus conceptos para hacerlo más manejable, recortando los bordes que hacen al individuo como ser autónomo y responsable, y dejando en su centro al hombre-masa, al colectivo innominado y genérico, tendencia esta que lo que hace, es deshumanizar y restarle dignidad al hombre.

Paul Otlet concibió una sociedad para el futuro basada en el conocimiento, introduciendo un orden informático que afectaba de manera profunda todas las instituciones humanas, y si bien es cierto hacía que las ciencias y el progreso fueran mucho más rápido, ese mismo orden generó rutas hacia el control de la sociedad por el poder político, y el hombre se convirtió en apenas un número, sujeto a los vaivenes y manipulaciones que estaban más allá de su control.

La figura y el pensamiento de Paul Otlet no es muy conocida entre los latinoamericanos, excepto para los estudiosos y especialistas de las ciencias de la información, aunque se trata de uno de los más importantes teóricos de los utopistas socialistas de la primera mitad del siglo XX, recomiendo su lectura bien a manera introductoria como el excelente artículo del profesor Paul Ghils o de otros estudiosos, o hincándole el diente directamente a la obra de Otlet, en todo caso para quienes gustan de las utopías, es una buena lectura y explica mucho de eso que llaman el Nuevo Orden Mundial.



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