Si hay algo de lo que carecen los socialistas y comunistas del mundo es de moral, la moral entendida en el buen sentido cristiano y occidental, que incluyen conceptos como "el recto vivir humano", "la diferencia entre lo justo y lo injusto" o "las obligaciones para con Dios, la patria y la familia".
Desde que
aparecieron las primeras ideas del utopismo socialistas hasta el desarrollo del
marxismo, la moral se transformó en algo instrumental, un elemento más de
manipulación política, en palabras del maestro español José Luis L. Aranguren y
de su libro Moralidades de hoy y de
mañana (Editorial Taurus, Madrid, 1973):
"El Impacto del marxismo ortodoxo sobre Occidente dio primacía a los
valores económicos e impuso su prioridad sobre todos los demás. De ese modo se
desarrolló una especie de marxismo vergonzante, burgués y vulgar, a modo de
visión economicista del mundo. Y siempre de un modo enmascarado, emergió y se
constituyó el ideal del Homo Oeconomicus".
Para los
marxistas y socialistas, la moral tradicional es una forma oculta de dominación
de clases, una perversión ideológica de la explotación, por lo tanto, uno de
los objetivos de la revolución es acabar con esa moral de los pelucones, como diría
el ciudadano colombiano Nicolás Maduro.
Para justificar la predominancia del Estado sobre el hombre, la masa sobre el individuo y las camarillas sobre el pueblo, tanto socialistas como comunistas desarrollaron una particular crítica a la moral cristiana que en resumidas cuentas, apuntaban a que la moral no tenía base en los hechos; de ahí que todas y cada una de las convicciones humanas sobre lo justo y lo injusto, lo bueno y lo malo, son relativas y arbitrarias.
Para justificar la predominancia del Estado sobre el hombre, la masa sobre el individuo y las camarillas sobre el pueblo, tanto socialistas como comunistas desarrollaron una particular crítica a la moral cristiana que en resumidas cuentas, apuntaban a que la moral no tenía base en los hechos; de ahí que todas y cada una de las convicciones humanas sobre lo justo y lo injusto, lo bueno y lo malo, son relativas y arbitrarias.
Si la moral ya
no obliga al revolucionario entonces ¿Qué lo obliga ante la humanidad?, ya
enterrado Dios, el Estado se erige como única opción de culto y obediencia.
Pero he aquí
la fragilidad y la semilla de la corrupción que nace con la nueva moral de
izquierda, el culto al dominio del hombre sobre el hombre, de la economía
marxista sobre el espíritu humanista, de la hegemonía de una doctrina
materialista sobre la inteligencia, de sopetón volvemos 10.000 años atrás, a la
forma de resolver diferencias y conflictos del hombre primitivo, la del mazo y
la fuerza bruta.
Y me permito
volver a nuestra triste realidad, la de la Venezuela bolivariana, la Venezuela
de Chávez, de Maduro, de Diosdado, de las trampas, el crimen y el engaño.
Nuestro país
se encuentra pasando por una etapa muy dura, las décadas de mandato por lideres
inmorales y amorales, el culto al poder, el deterioro de la familia y la
educación, la falta de ejemplo en nuestra sociedad de patriarcas gozones, la
perdida acelerada de valores, lo que nos ha traído es esta camada de ladrones,
asesinos y narcotraficantes que estamos exportando al mundo y vergonzosamente
estamos viendo, como son detenidos, enjuiciados y sentenciados como criminales
en otros países, en la política, en el deporte, en los negocios… los
venezolanos nos hemos convertido en la hez de la tierra, gobernados por
maleantes y terroristas, aún cuando la gran mayoría seamos gente honesta y
trabajadora.
Si roba el
camarada ministro, no es malo, si roba el camarada militar, no es vergonzoso,
si roba el juez de la revolución, no es delito, si el diputado asalta el tesoro
público y se llena de dólares, no es ladrón, pero si un empresario mantiene un
inventario de productos para su distribución es un acaparador, si un
propietario defiende su hacienda productiva es un terrateniente, si un ama de
casa protesta en la cola del supermercado es una guarimbera, vemos como el robar se convierte en una actividad
revolucionaria y permitida, todos los demás comportamientos que impliquen
ejercer derechos y una actividad lícita, se convierten en crímenes sancionables.
Para
justificar tales acciones el gobierno chavista cuentan con un Poder Moral que
simplemente calla y mira al otro lado, hacen silencio los tribunales de justicia y
permanece "el Pueblo" como invitado de palo, presenciando un festín
de locos.
Está a la
vista el espantoso fraude electoral que prepara el CNE en contra de la voluntad
popular para las elecciones parlamentarias que se anuncian pero de las que no
dan fecha, el que roba cien bolívares puede robar 2 millones de votos ¿Cuál es
la diferencia?
La revolución
ante la corrupción, actúa como si no existiera, la ignora, hace caso omiso a
las acusaciones y pruebas, engaveta expedientes, niega investigaciones, se
solidariza automáticamente con los acusados... y para contrarrestar la mala
publicidad, se llenan la boca de patriotismo y honestidad, mientras desmantela
los controles institucionales, que mal que bien, garantizaban una proba
gestión.
La historia de
la humanidad ha demostrado mil veces que ninguna sociedad puede sostenerse cuando
los ladrones son los jefes, o terminan matándose entre ellos o los acaba una
poblada indignada, y eso sucedió en el antiguo Egipto, en la Roma Imperial, en
las tantas revoluciones que se han dado contra regímenes corruptos, en los
gobiernos que en la actualidad caen como castillos de baraja y en un baño de
sangre, no lo invento, es así.
Sin moral los
hombres estamos perdidos, los pueblos pueden desaparecer.
La moral es un
mecanismo delicado que cohesiona y le da sentido a una sociedad, cualquier cambio
en su estructura toma tiempo, de allí la costumbre como motor fundamental de
los procesos de revisión de los principios morales, la moral no se decreta ni
se impone, es por ello que una injusticia es injusticia para la humanidad y un
ladrón es un ladrón ante los ojos de todo el mundo, la verdad moral siempre se
impone.
Los que
creemos en los principios de la nueva derecha política, sabemos del valor y la
fuerza de una posición moral, no importa si estamos en la cárcel, si nos
quiebran los huesos o nos calla una bala, el pecado estará siempre allí, marcado
en la frente de los criminales gritando su culpa y su vergüenza, ¿O ustedes
creen que un criminal vive feliz? Pregúntenselo a un bolichico o a un
narcogeneral, esa gente no es feliz ni duerme tranquila, así vivan rodeados de
lujo satisfaciendo sus más bajos apetitos, terminan siempre aullando como
animales perseguidos.
Lamentamos que
unos venezolanos enfermos de avaricia y rencor, no se den cuenta del daño tan
grande que le están haciendo al país, pero ya Platón lo preveía, y puso las
palabras en boca de Sócrates: "...Amigo
mío, tú, ciudadano de la grande, poderosa y sabia ciudad de Atenas, ¿no te
pasmas de verte amontonando grandísimas sumas de dinero y yendo tras los
honores y la fama, a la vez que te cuidas tan poco de la sabiduría y de la
verdad y del mayor provecho del alma, cosas éstas que no consideras nunca y no
te importan en absoluto?... Repito que el discurrir diariamente acerca de la
virtud y de las demás cosas respecto a las cuales me oís examinarme a mí mismo
y examinar a otros cada día es el principal bien para el hombre, y que la vida
sin examen no vale la pena vivirla...".
La falta de
moral lleva irremediablemente a la carencia de justicia.
Según G.E.
Catlin en su obra Un Estudio de los Principios
de la Política, se ha discutido con suficiente profundidad la diferencia
entre una Ley Natural vs. La Ley Normativa, esta última, hecha por el hombre y
es la que llena las páginas de nuestros códigos.
Catlin
argumenta que las leyes naturales también son construcciones humanas, ya que se
trata de la racionalización del mundo físico, no son hechos brutos, sin
sentido, el hombre los procesa en una labor intrínsecamente racional dándole
orden al universo.
En el caso de
la Ley Natural tiene una característica muy particular, no se puede infringir,
no admite violación y si se hace, deja de ser Ley Natural. Si algún humano
vuela por un acto de voluntad, la ley de gravedad dejaría de ser una ley.
Pero la Ley
Normativa es diferente, nos explica Catlin: “No
es verdad que el delincuente viole la ley cuando comete un acto prohibido... el
código no dice, no puedes, sino tan solo: No lo harás o sufrirás castigo. Como
mandamiento puede ser violado, pero como ley, en su sentido real, solo puede
ser violada cuando no se produce la sanción”.
Este punto es
clave para entender la naturaleza de la impunidad; en la medida que la ley se
cumpla y se ejecuten las sanciones previstas, existirá orden y paz social, la
normativa hecha por el hombre tiende a parecerse a la Ley Natural en el
sentido, que es ley, mientras no admita violación.
La Ley Normativa o Jurídica puede ser transgredida por el delincuente si éste no recibe su castigo, y esto ocurre cuando los funcionarios del Estado encargados de administrar la justicia, se rehúsan a castigar al reo, con lo que, según Catlin, dichos funcionarios serían igualmente delincuentes, pero con un agravante, no sólo violan su mandato de dar justicia, sino que con sus acciones, propician las transgresiones a la ley, provocando la ruptura de la paz social y la convivencia.
El problema de una justicia politizada y parcializada es precisamente que genera impunidad, cuando ciertos individuos o grupos se les permite violar la ley y no son castigados, pero a otros, por ser enemigos de un régimen o por tener una forma de pensar diferente, sí reciben todo el peso de la ley, no sólo se propicia la injusticia, que diluye el Estado de Derecho, sino que motiva a otros delincuentes a cometer crímenes, violar la ley y esperar salir impunes de sus actos.
La Ley Normativa o Jurídica puede ser transgredida por el delincuente si éste no recibe su castigo, y esto ocurre cuando los funcionarios del Estado encargados de administrar la justicia, se rehúsan a castigar al reo, con lo que, según Catlin, dichos funcionarios serían igualmente delincuentes, pero con un agravante, no sólo violan su mandato de dar justicia, sino que con sus acciones, propician las transgresiones a la ley, provocando la ruptura de la paz social y la convivencia.
El problema de una justicia politizada y parcializada es precisamente que genera impunidad, cuando ciertos individuos o grupos se les permite violar la ley y no son castigados, pero a otros, por ser enemigos de un régimen o por tener una forma de pensar diferente, sí reciben todo el peso de la ley, no sólo se propicia la injusticia, que diluye el Estado de Derecho, sino que motiva a otros delincuentes a cometer crímenes, violar la ley y esperar salir impunes de sus actos.
Desde el
momento que aparecen la impunidad y la injusticia, atentan contra el pacto
social que dispone que la ley se le aplica a todos por igual, que la justicia
es ciega y no reconoce a revolucionarios o a intocables.
Cuando la
impunidad asoma su feo rostro, de inmediato debe rodar la cabeza del funcionario
que lo permitió, llámese éste magistrado de la Corte, juez o fiscal, el precio
a pagar si no se toman las medidas, es la disolución social, y su posición es
insostenible porque es inmoral.
Cuando un gobierno
le construye monumentos a unos pistoleros que han agredido públicamente el
orden social, cuando asesinos son dejados en libertad mientras inocentes son
presos, cuando los denunciantes temen por sus vidas, cuando el terrorismo
judicial arrincona a los periodistas por cumplir con su deber de investigar y
denunciar crímenes, cuando los jueces no pueden dictar justicia por temor a
perder sus cargos, cuando políticos de oposición enfrentan juicios promovidos
por funcionarios del gobierno con el fin de anularlos electoralmente, cuando
las muertes de miles de ciudadanos quedan sin atender y sin culpables, entonces
esa sociedad va directo al caos social.
La historia
nos enseña como algunos gobiernos han utilizado la impunidad como herramienta
política, favoreciendo a los suyos y atacando a sus oponentes, cuando han hecho
de la justicia un negocio que está en manos de bandas o tribus, el resultado ha
sido, invariablemente, la violencia social y el fin de los gobiernos que lo
promueven.
La impunidad puede parecer conveniente a unos pocos para sus intereses inmediatos, pero su existencia es un claro indicativo de una degeneración moral y la antesala de una pesadilla social. -
La impunidad puede parecer conveniente a unos pocos para sus intereses inmediatos, pero su existencia es un claro indicativo de una degeneración moral y la antesala de una pesadilla social. -
saulgodoy@gmail.com
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