Chávez, en la pésima costumbre que tenía de falsificar la historia para hacerla encajar a sus fines y propósitos de adoctrinamiento, insiste en llamar a Cristo socialista, al igual que a Bolívar, lo que demuestra, como mínimo, falta de rigor en el pensamiento y conceptos.
Es ya conocida su tesis de que los aborígenes
"originales" de América practicaban el socialismo o comunismo, ya
que, según él, todo en la tribu, se distribuía equitativamente, obviando con
esta afirmación las complicadísimas estructuras sociales de algunas de estas
culturas y de sus sistemas de castas y privilegios.
Socialismo para Chávez unas veces significa amor por el prójimo, otras, distribución igualitaria de bienes, la mayor de las veces un Estado opresor sobre el pueblo inerme imponiendo la igualdad, y aun otras, la preeminencia del colectivismo sobre el individuo.
Socialismo para Chávez unas veces significa amor por el prójimo, otras, distribución igualitaria de bienes, la mayor de las veces un Estado opresor sobre el pueblo inerme imponiendo la igualdad, y aun otras, la preeminencia del colectivismo sobre el individuo.
Es tan general y desproporcionada su noción del
socialismo, que cualquier personaje u época pudieran ser asumidos como
socialistas, y no importaría, si no fueran estas opiniones convertidas en bases
morales para exigir comportamientos de los ciudadanos, o en justificaciones
para el desarrollo de técnicas de control social.
Si bien es cierto se habían manifestado en la historia anterior a la aparición
del socialismo experimentos comunitarios, principalmente basados en la
austeridad y en compartir el trabajo, los ensayos como los de Bartolomé de las
Casas en Venezuela, los de Vera-Paz en Guatemala, los hospitales de Vasco de
Quiroga y las ideas de Gerónimo de Mendieta en México, así como las Repúblicas
de los jesuitas en Paraguay, no cuentan estos esfuerzos como realmente
socialistas, la comunidad académica socialista en América Latina está muy clara
en cuanto a los orígenes del socialismo, extensos estudios reúnen las diversas
visiones sobre el punto, que parte, por unanimidad, de las ideas pre
revolucionarias de la burguesía europea, buscando su lugar entre el rey, la
nobleza y el clero; es decir, si vamos hablar de los orígenes del socialismo,
se tiene que hablar de política, no de otra cosa.
De allí tenemos que el protosocialismo parte de un evento singular, de la
revolución, principalmente de la francesa, que tenía su fundamento sobre
reclamos de colectivos organizados; de intereses e instituciones que tenían que
ver con el poder político, con representaciones de mayorías, con la evolución
del concepto de "pueblo", en función de derechos y libertades; como
fue el caso de Mirabeau y Sieyés y el Tercer Estado, quienes fueron los que declararon
el Poder Supremo, en Asamblea Constituyente, en contra de la autoridad de Luis
XVI.
De François-Nöel Babeuf, con todas sus
argumentaciones para un nuevo catastro de tierras en Francia donde imperara la
igualdad, se eliminara la propiedad privada sobre la tierra y se fundara un
comunismo productivo, fue un hombre temido y perseguido, promovió un importante
proyecto de Ley Agraria y fundó uno de los primeros partidos socialistas, El
Club del Panteón, que funcionó en la clandestinidad, Babeuf terminaría sus días
guillotinado, por subversivo.
Nada que ver con la crucifixión de Cristo, ni con la rebelión de Espartaco,
aunque es cierto que en el cristianismo primitivo, conformado de varias sectas,
muchas de ellas, como en el caso de los esenios, con agendas políticas de
liberar los territorios palestinos de la égida del emperador Augusto.
Es por ello que la mayor parte de nuestros movimientos independentistas nada tuvieron que hacer con el socialismo pues este no existía. Más sí, luego, al momento de fundar las repúblicas y de llenar de contenido las estructuras políticas, fue cuando hubo la influencia romántica de personajes pre socialistas tan disímiles como Heine, Víctor Hugo y George Sand, así como del socialismo cristiano, principalmente del Abate de Lamennais.
Es por ello que la mayor parte de nuestros movimientos independentistas nada tuvieron que hacer con el socialismo pues este no existía. Más sí, luego, al momento de fundar las repúblicas y de llenar de contenido las estructuras políticas, fue cuando hubo la influencia romántica de personajes pre socialistas tan disímiles como Heine, Víctor Hugo y George Sand, así como del socialismo cristiano, principalmente del Abate de Lamennais.
El Dr. Jesús Andrés -Lasheras en su extraordinario ensayo Simón Rodríguez en sus cartas, afirma lo siguiente sobre las lecturas que conformaban la visión social y política del gran maestro del Libertador: "Aunque Rodríguez rara vez cita, es fácil deducir que están presentes en ellas ideas de Bacon, Locke, Voltaire, Rousseau, La Mettrie, Helvetius, Hume, Condillac, Montesquieu, D´alambert, D´Holbach y Destut de Tracy, los ilustrados españoles como Campomanes, Jovellanos y Cabarrus- e incluso los autores ligados a las primeras luchas del obrerismo moderno como Sismondi".
En ningún lado aparecen autores socialistas como tales.
El verdadero protosocialismo Latinoamericano nació del socialismo utópico europeo, de las ideas san simoneanas, de Blanc y Blanqui, los argumentos fourieristas, de Robert Owen, que conformaron ese socialismo de transición y que daría pie al desarrollo de las ideas de Proudhon, que a su vez sentarían las bases para la madurez con Marx, Engels, Bakuni, Kroptkin y otros que darían inicio a experimentos como la famosa Fabian Society de la Inglaterra de Bernard Shaw.
El socialismo prendió rápidamente en nuestro continente ya a finales del siglo XIX, entre otras cosas por la necesidad de experimentar con nuevas formas de construcción social frente al incipiente industrialismo; por aquello de un Nuevo Mundo donde todos los sueños serían posibles, estas ideas seminales servían como ideología política a ciertos grupos, sobre todo emigrantes europeos para llegar al poder y mantenerse en él en nombre del proletariado.
El verdadero protosocialismo Latinoamericano nació del socialismo utópico europeo, de las ideas san simoneanas, de Blanc y Blanqui, los argumentos fourieristas, de Robert Owen, que conformaron ese socialismo de transición y que daría pie al desarrollo de las ideas de Proudhon, que a su vez sentarían las bases para la madurez con Marx, Engels, Bakuni, Kroptkin y otros que darían inicio a experimentos como la famosa Fabian Society de la Inglaterra de Bernard Shaw.
El socialismo prendió rápidamente en nuestro continente ya a finales del siglo XIX, entre otras cosas por la necesidad de experimentar con nuevas formas de construcción social frente al incipiente industrialismo; por aquello de un Nuevo Mundo donde todos los sueños serían posibles, estas ideas seminales servían como ideología política a ciertos grupos, sobre todo emigrantes europeos para llegar al poder y mantenerse en él en nombre del proletariado.
Pero aun así, tardó un tiempo en concretar
referencias comunes para todos, un ejemplo de ello es la diferencia del
concepto de socialismo para el uruguayo Esteban Echeverría (1839), expresado en
su Dogma socialista, y el del brasileño José Ignacio Abreu e
Lima (1855), de su libro O socialismo, desacuerdos que
necesitaron más de medio siglo para poner en un solo riel la nueva ideología.
El filosofo argentino-venezolano Ángel Cappilletti,
en su acuciosa obra Etapas del Pensamiento
Socialista (Buenos Aires, 2007) nos descubre cuatro momentos de este protosocialismo,
el primero, la afirmación de la igualdad social y económica, la segunda, la
propuesta de su socialismo tecnocrático, la tercera, la conformación de
instrumentos parlamentarios y republicanos para el transito al socialismo, y
cuarto, la creación de un partido élite para la construcción del socialismo,
todas estas etapas nacieron en Francia a raíz de la Revolución, cada etapa tuvo
su promotor y sus obras quedan como las piedras fundamentales para la madurez
del socialismo, éste pensamiento no se conoció en Latinoamérica sino décadas
después, no hubo forma ni manera que los padres fundadores de las nuevas
repúblicas americanas las conocieran.
De este panorama es necesario destacar que el
socialismo utópico nace con las primeras organizaciones obreras y de los
experimentos comunitarios y societarios y, si hacemos caso a la tesis de uno de
nuestros comunistas endógenos clásicos, José Herrera Oropeza, el socialismo
nace paralelamente a "…ciertas
formas de capitalismo caracterizadas por el empleo de la mano de obra
asalariada, el dominio de los acaparadores manufactureros sobre los artesanos y
la penetración de la agricultura en algunas modalidades mercantiles como
arrendamiento de tierras a cambio de dinero, etc.". Esa fue la génesis
del socialismo en América latina, allá por los años 30 del siglo XIX, no antes.
– saulgodoy@gmail.com
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