Porque propiedad hay una sola, y es aquella sobre la que disponemos, poseemos, usufructuamos, disfrutamos… la que hemos conseguido por el trabajo, la que nos pertenece bien sea, por haberla comprado, cambiado, heredado, o aquella que hemos conquistado, poseído y adecuado a nuestras necesidades sin que otra persona nos desafíe o reclame por ejercer nuestra soberanía sobre la misma.
El hombre nace con la noción de propiedad cuando se hace
dueño de sí mismo, cuando su voluntad es incontestada por otra, sobre asuntos
que solo conciernen a su persona.
Y una de las principales cualidades de la propiedad es su
derecho a defenderla, lo que es mío no es de otros y si alguien quisiera quitármelo
me opondría por todos los medios necesarios, incluyendo la violencia, con lo
que podríamos decir que lo que no puedo defender no es mío, en el sentido real
de la expresión.
Por supuesto, la sociedad ha evolucionado hacia el
respeto de la propiedad privada y la convivencia pacífica en esta relación se
ha impuesto como logro civilizatorio, de hecho, en las sociedades donde no
existe la propiedad privada (la mayoría de ellas marxistas) la forma de
relación es por medio de la coerción o la coacción.
De esta noción nace un problema fundamental y es que el
socialismo alega que la tierra y los recursos naturales deben ser del Estado y
si uno permite o acepta esta noción, y en Venezuela se ha cometido la estupidez
de aceptarla, se da pie a que el Estado controle a la gente que vive en el
territorio supuestamente administrado
por el Estado.
Ni la sociedad, como ente colectivo ni el Estado como
organización de poder, tienen la potestad moral o económica de hacerse dueños
de la tierra y sus recursos naturales, la naturaleza le da propiedad a quien la
trabaja, quien crea algo por sus medios , bien sea producción manual o intelectual,
es dueño de sus frutos. El que invierte en trabajo sobre recursos brutos, sin
usar, en su estado más primitivo y sin ningún valor económico, debe ser
reconocido como el dueño de los resultados y cuando estos no pueden ser
separados de su causa, la tierra, por ejemplo, entonces se hace dueño de ella,
el simple hecho de ser el primero en usarla y rendirle frutos, crea la
condición de propietario y debe ser reconocido legalmente, de hecho, su trabajo
crea un valor económico que antes no existía, el trabajo es la fuerza que lleva
a los recursos naturales al mercado.
El Estado, en su evolución parasitaria a costa de la
sociedad y los individuos que la conforman, pretende hacerse dueño de la tierra
y de los recursos naturales haciendo uso de la violencia institucional, es
dueño por que tiene las armas, porque despoja a los hombres de lo que nunca fue
suyo, ni tiene razones para poseerlo, pero los que ejercen el poder en nombre
del Estado son finalmente los que se benefician por medio de la corrupción, el
robo y el usufructo de los bienes supuestamente del Estado.
El papel originario del estado es proteger a los
poseedores y dueños de la tierra, promover la posibilidad de que todos los
ciudadanos puedan convertirse en propietarios, inculcar el respeto a la
propiedad privada y solo, en casos excepcionales y cuando los propietarios así
lo decidan, nombrar al estado administrador de tierras comunes como lo sería
reservas naturales, parques nacionales o territorios que no hayan sido
reclamados.
Tomemos el concepto de soberanía, aplicada al estado
estamos en terrenos de una ficción jurídica, aplicada al individuo es la
defensa de lo que le es propio, su propiedad, que sabe cuál es y cómo
defenderla, la soberanía más efectiva y real es la suma de todas esas
soberanías ciudadanas, de todas las propiedades dentro de un estado y que
constituyen la nación, en cambio la soberanía del estado a nadie le duele.
Lo que no es de nadie, es de todos, y de ese colectivo,
preferiblemente de los que tienen el poder, que son justamente los que están
asociados con el Estado, son los que usufructan de esos beneficios como si
fueran propietarios, es la ecuación perfecta y sofisticada que hace, a un
asaltante de caminos, el dueño de nuestras pertenecías cuando perpetra el
asalto, bajo la condición de que si no accedemos a su pretensión, nos quita la
vida.
No hay libertad sin derecho de propiedad y eso es un
hecho incontrovertible, el que no pueda poseer no es libre, es la esencia del
esclavo, del hombre-cosa que ni siquiera es dueño de su propia voluntad, el
socialismo, bajo la fachada del colectivismo apunta a esclavizar a sus
semejantes y para ello trata de desviar el concepto de propiedad y postula
formas de propiedad colectivas, donde nadie es dueño de nada y por lo tanto
pertenece todo al Estado, cambia de un plumazo a una clase de propietarios por
unos sátrapas orientales, según Marx.
Las empresas de producción social son un fraude, ninguna
sirve al menos que el Estado las subvencione, lo que producen, si producen,
generalmente lo hacen a perdida, sus servicios o productos son de bajísima
calidad debido a la falta de incentivos reales, los propósitos idealistas como
la solidaridad y la justicia social son abstracciones que no mueven a la
producción ni benefician a los trabajadores, son conceptos engañosos que no dan
de comer.
La propiedad del Estado no es propiedad, es un robo
sostenido a punta de fusil, cuando el Estado se dice propietario de algo es solo
porque amenaza con la violencia a quien se atreva a disentir, allí no hay
transacción posible, ni participación, ni utilidad alguna, excepto, para los
funcionarios que se erigen como representantes del Estado y roban o explotan
ese bien secuestrado.
Lo que es de utilidad pública no califica en términos de
propiedad, una plaza, el metro, las cuencas hidrográficas, el mar, no se
definen por quien sea el dueño sino por quien mantenga su cualidad de res publica, de modo que lo público,
tiene administradores, no dueños.
El chavismo quiere, desde que se hizo con el poder
político en nuestro país, cambiar radicalmente las bases fundamentales de
nuestra relación como seres humanos, su necesidad del dominio absoluto sobre
los ciudadanos le impulsan a destruir el concepto de propiedad privada como
manera para controlar sus libertades, ellos saben, tal como se los he
explicado, que sin propiedad los venezolanos seremos sus esclavos, de allí su
afán por destruir hasta a los buhoneros, que practican formas básicas de
mercado con sus productos y servicios (de los cuales son propietarios), a los
empresarios formales en la industria y el comercio, controlando sus formas de
producción hasta hacerles imposibles su trabajo y a las grandes corporaciones
ahogándolas y castigándolas con el fin de arruinarlas para luego
nacionalizarlas.
De allí también esta carrera por hacer de los Consejos
Comunales un semillero de esclavos sin propiedad, trabajando con objetivos
colectivistas, convertidos en soplones y controladores de sus propios vecinos y
compatriotas, y ahora dándoles el trabajo sucio de imponerle a su comunidad
hasta lo que van y pueden comer.
La política de Nicolás Maduro de utilizar a los
sindicatos como arietes en contra de la propiedad privada y de las libertades
económicas es simplemente deleznable, contrata a agentes provocadores y los
hace pasar como sindicalistas afiliados al partido de gobierno, con una serie
de privilegios e inmunidades que los hacen intocables, y a pesar de que reúnen
a una minoría de fanáticos, con el apoyo del gobierno torpedean la actividad
industria hasta hacerla imposible.
Paralizan la producción de bienes y servicios y luego
claman por la nacionalización de la empresa y el control obrero de las mismas,
y cuando lo hacen, al poco tiempo, deben cerrar por inacapaces, afectando de
esta manera a los trabajadores que necesitan de esos empleos y a la sociedad
que consume esos productos.
En la vida civil, la que disfruta el grueso de la
población (los militares viven en una especie de gran comuna), estas esferas
privadas, donde los individuos pueden vivir sin interferencias del estado, se
construye prosperidad gracias al esfuerzo personal, al del riesgo que toman las
personas al invertir en algo que es suyo y del que van a disfrutar de sus
frutos, por eso lo cuidan y lo hacen crecer, estas son cosas cuyo uso y
disfrute excluyen a los otros, estas esferas también están compuestas por
información personal que solo incumben a su propietario, por espacios que no
pueden ser invadidos y donde el individuo goza de paz, privacidad y una muy
personalísima libertad de pensar, hacer y disfrutar de sus propiedades, y a
pesar de ello, estos emprendimientos generan riqueza, relaciones asociativas y
trabajo en la sociedad.
La sociedad se ha organizado de manera que existen leyes
que regulan estas esferas privadas y que dictaminan lo que corresponde a una
esfera y que está fuera de ella, la sociedad ha encontrado la manera, que
protegiendo estas esferas privadas, se puede vivir sin coerción y sus adversos
efectos sobre la libertad de los hombres, estas esferas son las estructuras
primarias de los valores occidentales.
El pensador austríaco Frederick Von Hayek destacó en su
obra Los principios de la Libertad tres
elementos básicos para mantener esta estructura: 1- Debe existir una autoridad con poder suficiente para evitar que
otras personas invadan esa esfera privada. 2- La propiedad que una persona
puede tener o no, no debe basarse en el arbitrio de otras personas o grupos de
personas. 3- Cada individuo debe tener el derecho de proveerse, de acuerdo a la
norma, la esfera privada que desee.
Quite usted la propiedad privada de una sociedad y
obtendrá el poder absoluto del totalitarismo sobre los individuos, o lo que es
igual, de vuelta al cuartel con el Comandante Chávez, o con Maduro, bajo el
mandato del sindicato y el partido, que lamentablemente es lo que está
ofreciendo con su manera de manejar el país. – saulgodoy@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario