En Venezuela se está jugando duro a la política, el gobierno revolucionario del ciudadano colombiano Nicolás Maduro, en nombre de ese gobierno en las sombras de los hermanos Castro en Cuba, con su agenda de dominación sobre América Latina, está retando la temperancia y la mano izquierda del gobierno de los EEUU y los gobiernos de Europa; ya sin ningún tipo de recato, están empujando los límites permisibles de la decencia y el sentido común para avanzar una nueva yarda en el terreno y propinarle a la democracia y a occidente un nuevo golpe bajo, en la seguridad que no recibirán sanción alguna.

Pero
el daño que los revolucionarios del socialismo del siglo XXI están dispuestos a
propinarle al sistema mundial en su caída, el ejemplo que le están dando a las
naciones emergentes y a las que se están consolidando en la globalización, es
simplemente brutal, no decapitan a sus enemigos enfrente de las cámaras, no los
rocía de gasolina y los encienden en una remota playa para atemorizar a las
buenas gentes del occidente, hacen algo mucho más letal y perjudicial para la
seguridad hemisférica y mundial, decapitan a la democracia, a 30 millones de
habitantes les cortan de un tajo la posibilidad de expresarse en democracia,
alegando que ellos, los verdugos, son la verdadera democracia.

Esta
inmolación real y directo que percibe el mundo desde este país tropical, a
escasos kilómetros de las costas del más grande imperio del momento, con la
capacidad de llevar el orden y la justicia a los sitios más apartados del
planeta pero inexplicablemente insensible ante el más brutal de los ataques en
contra de la dignidad del ser humano, esta decapitación masiva de los derechos
de expresión y autodeterminación de un pueblo entero, puede convertirse y si no
se hace algo, se convertirá, en el patrón de comportamiento político en América
latina en el tiempo por venir.

No se
trata de cualquier amenaza clara y presente, se trata de algo profundamente más
peligroso y letal, es un discurso, una visión, un estilo de vida, unos
antivalores que van poco a poco calando entre la gente más ignorante y
desposeída de los grandes países desarrollados, que van alimentando un liderazgo
político emergente lleno de odio hacia sus propias nacionalidades y principios
republicanos, es algo sordo que empieza a ocurrir entre los barrios pobres y
extranjeros resentidos, es el principio del fin.

Venezuela
es un globo de ensayo de esta perversa cepa mutada del comunismo decimonono, el
mundo civilizado de occidente no le ha dado la importancia que tiene, y porque
lo ha considerado más como una rareza, como algo exótico que nunca podrá tener
vida entre las robustas y poderosas economías capitalistas, le han permitido
que avance, que dé la impresión que se trata de algo permitido, de un
comportamiento aceptado entre naciones democráticas que creen en un estado de
derecho, el problema con estas ideas peligrosas y antihumanas es que nunca se
les ha debido dar la oportunidad de que se lleven a la práctica como lo han
hecho en Venezuela y que probablemente lo intente en el resto de Latinoamérica.


Venezuela
es un cañón suelto en la cubierta del barco democrático de la región, con cada
nueva ola, rueda destruyendo las instituciones y principios que sustentan la
idea de democracia en Latinoamérica, ahora le dio por utilizar la Contraloría
General de la República como arma electoral para inhabilitar políticos de la oposición,
así como ya está cansado de utilizar a los tribunales de justicia para imponer
el terror, a la censura de la prensa libre para acallar las voces de protesta,
al Consejo Nacional Electoral (CNE) para manipular el voto a su favor, a los
sistemas cambiarios para poner de rodilla a los empresarios que necesitan
divisas para sus actividades productivas.

¿Cuánto
tiempo cree el Departamento de Estado en Washington que estos comportamientos
salvajes sean copiados en Bolivia, en Ecuador, en Argentina, en Nicaragua, en
Brasil, en México? Ya está sucediendo y si a Venezuela no la han tocado ni con
una pluma a pesar del genocidio que lleva a cabo en contra de su propia
población, si sigue su camino de destrucción de la democracia, si continúa Maduro y su gobierno violentando
los logros alcanzados por la civilización occidental no habrá paz en la región,
quiere ahora empeñarse el gobierno socialista bolivariano en unas elecciones
parlamentarias totalmente arregladas para un monumental fraude a la institución
del voto, sin testigos, sin oponentes capaces de detenerlo en sus propósitos.
El
caso Venezuela es obra del maligno genio de los hermanos Castro en Cuba, los
mismos que ahora andan bailando tango con Obama, en una danza de muerte que es
muy peligrosa para los intereses y la sobrevivencia de los EEUU, ni el muro más
grande que pueda levantar Donald Trump en sus sueños más húmedos, podrá detener
la influencia invisible y nefasta del socialismo bolivariano del siglo
XXI. – saulgodoy@gmail.com
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